domingo, 18 de septiembre de 2011

UN TESORO QUE ESPERA POR TI

El entendido en la palabra hallará el bien; el que confía en Jehová es bienaventurado (Proverbios 16: 20)

Estudiando acerca de los depredadores encontré algunos datos interesantes. Se dice que cada especie tiene sus propias técnicas para cazar y alimentarse. Los guepardos, por ejemplo, llegan a alcanzar velocidades de más de 95 km/h, gracias a las cuales pueden cazar gacelas fácilmente. Por su parte los leones, que no son tan rápidos, tienden a agazaparse para abalanzarse sorpresivamente sobre su presa. Otros animales prefieren cazar en manadas, aunque al final se peleen entre sí para quedarse con la presa. Leyendo sobre estos interesantes métodos de supervivencia pensaba que mientras los animales se esfuerzan por satisfacer sus necesidades básicas y las de sus familias, nosotras a veces descuidamos nuestra nutrición emocional, educativa y espiritual.
El cuerpo humano cuenta con un mecanismo que nos mantiene al tanto de la necesidad de alimento físico, pero cabe hacerse la pregunta: ¿Estamos bien alimentadas en otros ámbitos como el espiritual? Por ejemplo, ¿cuánto tiempo dedicas a fortalecer tu sistema emocional, alimentándolo con buenos seminarios y materiales que te proporcionen una autoestima saludable? O, ¿cuánto tiempo dedicas a la lectura edificante e instructiva? Sobre todo, ¿qué haces con tu nutrición espiritual, que es la más importante, porque tiene consecuencias eternas?
El versículo de hoy afirma que atender la instrucción es beneficiarse con el bien que encierra. A veces dedicamos tiempo a alimentarnos física y emocionalmente con pura chatarra, y aparentemente nuestro sistema funciona bien, pero más temprano que tarde, al enfrentar las inclemencias de la vida, nuestra construcción se desvanecerá.
La segunda parte del versículo presenta el mayor tesoro que podemos obtener: la felicidad que proviene de la confianza en Dios. Pero, ¿cómo adquirir esa confianza? La Biblia nos dice que la fe se obtiene por medio de la Palabra de Dios. ¿Y cómo llega hasta nosotras? A través de la lectura, del estudio, dedicando tiempo a preparar banquetes espirituales. Si haces esto, tu vida será una fuerte torre construida sobre la Roca viva que es Jesús. Así podrás enfrentar los vendavales y permanecer firme.
La inteligencia sin sabiduría es como un baúl sin tesoro.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

PERSEVERANCIA EN LA ORACIÓN

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar. Lucas 18:1.

Cuando se utiliza la oración para rogarle a Dios por algo que nunca podríamos tener por nuestros propios medios, las Escrituras presentan "requisitos" para que Dios actúe y conteste el pedido. No es que el Señor necesite de esos requisitos, sino que estos tienen el propósito de acercarnos a él y ayudarnos a crecer espiritualmente.
Desde los tiempos de Jesús, muchas personas le pedían al Padre algo determinado, y al pasar el tiempo y no recibir respuesta, esas personas se "cansaban" de orar, y dejaban de hacerlo. Jesús vio esto, y entonces les narró "una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar". Esa parábola habla de pedir con perseverancia hasta que la oración sea contestada.
¿Qué es la perseverancia? Una niña de tres o cuatro años desea jugar con las ollas que su madre utiliza en la cocina, pero al pedírselas la madre le explica que no son un juguete y se niega a dárselas. La niña comienza a tirar de la falda de su madre, llora, por momentos grita, y continúa pidiendo las ollas para poder jugar. Después de unos quince minutos, la madre tiene los oídos "taladrados" por los gemidos de su hija, y ya bastante molesta termina dándole las ollas para que no insista más. ¿Qué hubiera pasado si la hija no insistía? Nunca hubiera tenido las ollas para jugar.
La parábola de Jesús presenta la vida de una viuda que con perseverancia va a un juez para que la defienda de su adversario. Como el juez era corrupto, no quiso escucharla, pero como la viuda no se cansaba de pedirle justicia, finalmente el juez accedió. Al terminar la parábola, Jesús preguntó: "¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?", para luego dejar la gran promesa: "Os digo que pronto les hará justicia" (Luc. 18:7, 8).
Si hay algo que deseas con todo tu corazón, que honrará a Dios y será una bendición para ti y tus semejantes, pídelo en oración a tu Padre celestial. Si la respuesta se tarda, no abandones tu ruego. "La perseverancia en la oración ha sido constituida en condición para recibir" (El camino a Cristo, p. 97). Dios conoce cuál es el mejor momento para contestar tu oración, por eso continúa orando como lo hacía la viuda. La respuesta llegará como un gran regalo de cumpleaños.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

SOBERBIA

Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiría, y la gloria de la altivez de sus ojos. Isaías 10:12.

El versículo de hoy es una declaración profética. Tiene que ver con la restauración final de los hijos de Dios y con la destrucción completa del enemigo simbolizadas, en este texto, por el rey de Asiría. Hay dos características, en el carácter del rey de Asiria, que Dios desaprueba. Todas las acciones despiadadas y pecaminosas que él realizó fueron fruto de estas dos características: la soberbia de su corazón y la altivez de sus ojos.
Percibe que el pecado siempre comienza en el corazón. Pero, lo que el rey de Asiria tiene no es nada "moralmente malo". En otras palabras, nadie va a la cárcel por acariciar la soberbia; ninguna iglesia reprendería a un miembro por anidar este sentimiento. Primero, porque no se ve; está en el corazón, protegido por las cuatro paredes de las intenciones escondidas. Pero, en segundo lugar, porque la soberbia no "le hace mal a nadie". ¿No es así como pensamos?
El adulterio, el robo, la drogadicción, la prostitución, esos sí que son "pecados condenados". Pero, Dios afirma que todo eso es fruto de la soberbia, acariciada en el corazón. La soberbia es la alocada idea de que puedes vivir sin Dios: tú eres tu propio dios; nadie tiene que decirte lo que debes o no debes hacer; tú eres el dueño de tu vida.
El tiempo, sin embargo, se encarga de demostrarte que esa loca idea te hace descender a las profundidades más oscuras del comportamiento humano.
La segunda característica que Dios reprueba es la altivez de los ojos. Esta es la segunda etapa de la soberbia: primero piensas, no te atreves a decirlo; crees que eres el mejor, pero te lo guardas solo para ti. Los días pasan, y la repetición constante de un mismo pensamiento te lleva, finalmente, a la acción: tus ojos empiezan a revelar lo que tu corazón abriga. Te atreves a decirlo y a luchar, con tus propias armas, para alcanzar lo que tu corazón anhela.
Esa fue la tragedia de Lucifer; así comenzó el pecado en el cielo. Y esa, también, puede ser nuestra tragedia hoy, si no buscamos a Dios y nos sometemos a él.
Haz de este un día de humildad. Ríndete a Jesús, entrégale tus planes, colócate en sus manos. Y recuerda la advertencia; "pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sión y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón