domingo, 31 de enero de 2010

MÁS BLANCO QUE LA NIEVE

Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve (Salmo 51:7).

Para comenzar, debo confesarles que no soy muy buena cocinera. Parte de la responsabilidad por esto la tiene el hecho de que tuve que trabajar toda mi vida. Durante 25 años trabajé escribiendo informes judiciales. Por algún tiempo trabajé desde mi hogar, cuando mis hijos eran pequeños. Pero, inclusive durante esa época mis comidas eran muy sencillas: algo de proteína, vegetales verdes, amarillos, una ensalada y pan integral.
En la actualidad, mi esposo y yo estamos jubilados, y pasamos los meses de invierno "acampando" en una pequeña caravana en el centro de Florida, Tenemos dos cuchillos, dos tenedores, seis cucharas, dos tazones, ollas y sartenes. Preparo una comida simple, me siento y espero que se cocine. Un día, sentí que algo se quemaba (mis ojos no ven muy bien, mis oídos no escuchan a la perfección, ¡pero mi olfato funciona de maravillas!). Cuando saqué la olla de la hornalla, vi que el fondo estaba negro. ¡Oh. no! ¡No otra vez! Después de salvar lo que había en la superficie, llené la olla con agua fría y la dejé en remojo mientras almorzábamos. Luego, me tomé el trabajo de sacar toda la costra negra. ¡No fue fácil! Usé una esponja de metal, un cepillo, líquidos limpiadores... y continué fregando. La última vez que esto ocurrió, la olla estaba tan negra que pensé que tendría que comprar una nueva. Pero, después de mucho trabajar, el fondo estaba limpio y brillante.
El mismo problema se repite en mi vida espiritual. Cada mañana, en mi momento de devoción digo al Señor: "En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti" (Sal. 119:11). Sin embargo, durante el día me encuentro repitiendo algún mal hábito. Por las noches, caigo sobre mis rodillas y ruego al Señor que su misericordia cubra mis pecados y me limpie. No es que él se haya olvidado, soy yo la que ha cometido los desastres, y él, una vez más, está dispuesto a limpiarme. Leo las promesas en su Palabra, y encuentro seguridad. El entiende nuestra debilidad y perdona nuestras faltas gratuitamente. Como asegura Jeremías 33:8: "Yo los limpiaré de toda su maldad con que pecaron contra mí; y perdonaré todos sus pecados con que contra mí pecaron". ¡Qué maravilloso Salvador es Jesús el Señor!
Rubye Sue
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

SEGUIR LA NUBE

De día, el Señor iba al frente de ellos en una columna de nube para indicarles el camino; de noche, los alumbraba con una columna de fuego. De ese modo podían viajar de día y de noche. Jamás la columna de nube dejaba de guiar al pueblo durante el día, ni la columna de fuego durante la noche. Éxodo: 21,22.

¿Cómo crees que te acompaña Dios hoy? ¿Cómo te asegura su compañía en medio de la gran ciudad mientras trabajas en la fábrica o en la oficina, mientras construyes o labras la tierra, mientras vendes por las calles, mientras recibes clases en el aula o cuando viajas? Quiero compartir contigo la forma en que Dios todavía nos da el privilegio con su compañía, actúa sobre tu mente y la de los demás, así como también en las máquinas y ejerce autoridad sobre los elementos naturales. Conversa hoy con Dios acerca de tu agenda. ¿Podrías hacer una lista de tus tareas pendientes o asuntos para este día? ¿Puedes proyectar tu horario para hoy? Entonces hazlo y pídele a Dios que te ayude en su realización. Preséntale cada tarea y cada cita.
Yo he visto «la nube» de su compañía agilizar procesos, mover las voluntades de los miembros de una junta para aprobar o desaprobar un proyecto. La he visto cancelar vuelos de avión para mi conveniencia. Ha impactado mi mente en momentos que yo llamo «de inspiración» para que las ideas afloren y se termine un proyecto o una propuesta. También he visto como Dios pone personas en mi camino, y también he percibido cómo ha encaminado mis pasos a un cierto lugar.
Una noche en lo más alto de la sierra de Chiapas, al ir con mi familia hacia la Universidad de Linda Vista, vimos «la columna de fuego» cuando se averió uno de los neumáticos de nuestro automóvil y nos dimos cuenta que la llanta de repuesto no estaba en condiciones de usarse. A esa hora un vehículo se detuvo a nuestro lado. Traía sobre el techo una torreta para anunciar emergencias. Dos personas se bajaron, y al darse cuenta de la situación, nos prestaron su neumático extra y nos condujeron por la carretera hasta nuestro hogar. Sí, la nube y la columna todavía nos acompañan.

«Jesús tiene grandes bendiciones para otorgar, ricos dones para distribuir entre los hombres. Es el Consejero maravilloso, infinito en sabiduría y fuerza». MJ 53.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

LA JUSTICIA POR FE EN EL TIEMPO DEL FIN

Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado (Juan 17: 3).

Otro peligro al fallar en la comprensión del mensaje de la justicia de Cristo y el evangelio, es de naturaleza escatológica. Nos gusta hablar de los últimos días. Nos fascina el tema de la crisis final y de los eventos finales. Hasta perseguimos a los predicadores de estos temas de iglesia en iglesia y de auditorio en auditorio. Estamos dispuestos a comprar cualquier publicación o grabación para estar al día con las últimas interpretaciones proféticas. Hasta podemos llegar a tener una especie de complejo de persecución, y a menudo caemos víctimas de los predicadores del «allí viene el lobo», que tanta frustración ha traído a tantos miembros de nuestras iglesias. A veces no entendemos que lo importante no es el conocimiento preciso del fin, sino estar preparados y salir victoriosos cuando el fin llegue.
Pero nunca saldremos airosos en el tiempo de angustia si no entendemos bien los fundamentos del evangelio. Notemos estas palabras: «Si queréis salir incólumes del tiempo de angustia, debéis conocer a Cristo y apropiaros del don de su justicia, la cual imputa al pecador arrepentido» (Mensajes selectos, t. 1, p. 426).
De nada sirve tener fascinación por las profecías apocalípticas del tiempo del fin si no tenemos una experiencia viva con Cristo. De nada sirve la pasión desordenada y el interés enfermizo por saber los detalles relacionados con el fin del tiempo, si no nos hemos apropiado de la justicia de Cristo. Conocer a Cristo personalmente y vestirnos de su incontaminado manto de justicia nos dará la fuerza espiritual para ser vencedores en aquel día.
Por eso nuestro Señor dijo en una ocasión: «Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Juan 17: 3). Este conocimiento, sin embargo, no es un concepto abstracto que tenga que ver con un conocimiento filosófico acerca de Dios o de Cristo. Es, más bien, el tener una relación personal y hacer una entrega de fe a la persona de Cristo.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
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