martes, 11 de diciembre de 2012

CORAZÓN DESCANSADO


«En esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él» (1 Juan 3:19, RV95).

¿Alguna vez te has fijado que cuando caminas tu corazón late más rápido? Eso ocurre porque tus músculos necesitan mucho oxígeno al caminar. El corazón bombea más rápido para poder llevar ese oxígeno a los músculos a través de la sangre. ¿Te parece que es malo hacer que tu corazón trabaje más fuerte? No lo es. De hecho, debemos ejercitar e corazón y hacer que bombee más rápido así sea un poco cada día. ¿Por qué? Porque necesitamos fortalecerlo. El corazón debe estar fuerte para que esté sano.
Pero al mismo tiempo que debemos ejercitar nuestro corazón un poco cada día, también debemos descansar.  Si el corazón trabaja mucho durante mucho tiempo sin descansan puede desgastarse más rápido de lo que debería. El descanso es muy importante también.
El versículo de hoy habla de asegurar nuestro corazón en Jesús. Eso significa que si pertenecemos a él, no tenemos que preguntarnos si él podrá salvarnos. ¡Estaremos seguros de ello! Es importante que nos esforcemos por compartir a Jesús con los que nos rodean, pero nuestro corazón descansará tranquilo en la segundad de que Jesús nos salvará.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LAGRIMAS


Jesús lloró.  (Juan 11:35) 

En más de una ocasión habrás visto a alguien llorar, ya sea de gozo o de tristeza. Sin embargo, cuando medito en este corto y significativo versículo, mi corazón se enternece al saber que de los ojos del Cordero de Dios brotaron lágrimas de amor.
Jesús lloró por la muerte de Lázaro, uno de sus amigos más queridos. Cuatro días después de su muerte, Jesús acudió a Betania y encontró a Marta y a María llorando. Ante ese cuadro el Señor se estremeció y no pudo contener sus lágrimas.
«No lloró Cristo solo por la escena que tenía delante de sí. Descansaba sobre él el peso de la tristeza de los siglos. Vio los terribles efectos de la trasgresión de la ley de Dios. [... ] Su corazón fue traspasado por el dolor de la familia humana de todos los siglos y de todos los países, los ayes de la raza pecaminosa pesaban sobre su alma, y la fuente de sus lágrimas estalló mientras anhelaba aliviar toda su angustia» (El Deseado de todas las gentes, cap. 58, p. 503).
¿Te sientes sola, incomprendida o frustrada? ¿Tienes alguna dificultad física, mental, espiritual, familiar o laboral? El Señor conoce tus cuitas y experimentó en su propia carne alegrías y aflicciones. Aunque era el Hijo de Dios tomó sobre sí la naturaleza humana y le conmovía el pesar de los demás; su corazón compasivo y tierno simpatiza con los dolientes, llora con los que sufren y se alegra con los que se regocijan.
El Señor nos acompaña en este mundo de pecado y tristezas. Cuando derramamos lágrimas él las recoge con ternura en su corazón y las deposita en el libro de la vida, porque nos ama. «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron» (Apoc. 21:4).
«Necesitamos tener siempre presente esa visión de las cosas invisibles. Así comprenderemos el verdadero valor de las cosas eternas y de las transitorias, y esto nos dará más poder para influir en los demás a fin de que vivan una vida más elevada» (El ministerio de curación, p. 406).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dulce Montoya

UNA COSA LLEVA A LA OTRA


Por eso es necesario que prestemos más atención a lo que hemos oído, no sea que perdamos el rumbo. Hebreos 2:1, NVI.

«¿Cómo pude llegar tan lejos? —se pregunta Joaquín, después de haberse emborrachado en la fiesta de graduación—. No entiendo qué me pasó». ¿Conoces a alguien que haya tenido una experiencia de este tipo? Son situaciones que se producen muy a menudo, y casi siempre el proceso es el mismo. «Solamente pasaremos un buen rato», dicen los amigos. «No vamos a hacer nada malo». A veces la presión es tan fuerte, que terminamos cediendo a ella, solo para comprobar poco después que nunca debimos colocarnos en terreno prohibido.
Una cosa lleva a la otra. Elliot Aronson, un reconocido sociólogo, llama a este proceso la acción escalonada, y significa que «cuando un individuo se involucra [en una actividad] en pequeña escala, es más fácil que se involucre en esa misma actividad en gran escala» (The Social Animal [El animal social], p. 188).
Según esto, Joaquín no pensaba emborracharse, pero después de la primera copa de alcohol, fue más fácil tomar la segunda, y luego la tercera...
Algo parecido les ocurrió a los israelitas cuando aceptaron la invitación de asistir a una fiesta de los moabitas. Entonces, dice la Biblia, «comenzaron a prostituirse con las mujeres moabitas, las cuales los invitaban a participar en los sacrificios a sus dioses. Los israelitas comían delante de esos dioses y se inclinaban a adorarlos» (Núm. 25:1,2, NVI).
Según el libro Patriarcas y profetas (pp. 430,431), este fue el orden de los eventos:

  1. Aceptaron la invitación.
  2. Fueron «hechizados» por la música y la hermosura de las moabitas.
  3. El consumo de bebidas alcohólicas trastornó sus sentidos.
  4. Se produjo el desenfreno sexual.
  5. Terminaron adorando a los dioses paganos.

¿Dónde estuvo la falla? Sin lugar a dudas, al aceptar la invitación, ¿Quién puede medir las consecuencias de un solo acto malo? Una copa de licor, un cigarrillo, una caricia atrevida... en una palabra, «un solo paso incorrecto, puede cambiar toda la corriente de [tu] vida en la dirección equivocada». (Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 48).
Lo más seguro, entonces, es evitar el primer paso en falso. ¿No te parece?
Santo Espíritu ayúdame a identificar el mal y a rechazarlo desde el primer momento.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO LE PIDAS PERAS AL OLMO


El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2:6).

Recientemente, aprendí algunas lecciones espirituales observando un peral. He aquí una: Para dar peras, la rama del peral tiene que estar unida al tronco. Otra: Las peras no crecen en el tronco, si no en las ramas.
Desde el punto de vista espiritual, de aquí he aprendido que, si queremos ser como Cristo, tenemos que estar unidos a él. Sin embargo, con eso no basta. «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo» (1 Juan 2:6). Hay quienes quieren permanecer en Cristo, pero no andar como él anduvo. También hay quienes quieren andar como él anduvo, pero no permanecen en él. El meollo del asunto es que quien permanece en Cristo andará como él anduvo; asimismo, quien anda como él solo podrá hacerlo si permanece en él.
Un peral no decide que será un peral, eso está determinado en la semilla de la pera. Tampoco las ramas del peral deciden si dan peras o castañas. El peral es lo que es porque Dios decidió que así fuera.
No tiene elección. Sin embargo, permanecer en Cristo y llevar fruto (el fruto del Espíritu) no es algo que hagamos sin pensar. Permanecer en Cristo y vivir como él vivió es consecuencia de una decisión deliberada.
Pero aun cuando tomamos la decisión de permanecer en Cristo y vivir como él, no podemos lograr este ideal por nosotros mismos. Pero no se preocupe, él no nos ha dejado solos para que nos defendamos como podamos. Algunos quizá digan: «He tratado de vivir como Cristo, pero no puedo». El problema es que no permanecen en Cristo. Permanecer en Cristo es hablar con él en oración y leer su Palabra. Pero hay más; no podemos permanecer en Cristo a menos que vivamos en él. Como ve, todo está relacionado. Vivir es permanecer y permanecer es vivir. Decídase a vivir (permanecer) en Jesús. Ante cada desafío, pregúntese: «¿Qué haría él?». Basado en Juan 15:4.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill