lunes, 10 de enero de 2011

¡ACTÍVATE!

Coloca las vocales que faltan en cada palabra para que puedas leer el texto del día de hoy.
«¡ _ I _ g r _ n s_ l_s c_ _l_s, r_g_c _j_s_ l_t_ _ rr _ ! ¡ Br _ m_ _lm _r y t_d_ I _ q _ _ _ lc_nt_ _n_» Salmos 96: 11.

Creo que la actividad estuvo muy fácil, ¿verdad? El texto de hoy también habla de la alegría. Dios no quería que en este mundo hermoso que creó existieran la tristeza, el llanto o el dolor. Dios deseaba que Adán y Eva disfrutaran de la alegría y del gozo de tener su compañía, pero lamentablemente, todo cambió al entrar el pecado. Sin embargo, tú puedes cambiar el entorno en que vives, si pones de tu parte. ¿Cómo?

1.Si haces lo que Dios te dice, causarás alegría a tus padres.
2.Si ayudas a las demás personas, contribuirás a su felicidad.
3.Al compartir algo de comida o una prenda de ropa a quien o necesita, recibirás por lo menos una sonrisa de agradecimiento.
4.Eres causa de felicidad y alegría cuando ayudas a una anciana, a un ciego, o simplemente a tus hermanos o hermanas.

Lo interesante es que no solamente provocarás alegría y felicidad a los demás, sino que tú lo serás. ¡Es muy fácil! ¿Verdad que sí? Tú puedes cambiar el mundo. De ti depende.

Tomado de meditaciones matinales para menores
Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

UN MOTIVO DE GRAN GOZO

El Señor no retarda su promesa [,,.}, sino que es paciente para con nosotros {...], no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 Pedro 3:9)

Hace algunos años la junta de mi iglesia me pidió que compusiera el el himno lema para la celebración del centenario del adventismo en Cuba. Me puse manos a la obra, para transmitir la idea de que podemos sentirnos seguros del pasado, del presente y del futuro, pues Dios los guía.
Tengo la mala costumbre de no guardar copias de las partituras que compongo, así que durante mucho tiempo creí haber perdido aquella pieza de tanto significado para mí. Pero en una ocasión en que no encontraba mi Biblia tomé la de mi esposo, y al abrirla encontré el programa que se había entregado durante aquella celebración. Comencé a leerlo, y me di cuenta de que prácticamente había olvidado aquel himno. Pero a medida que leía la letra, recordaba también la música, y las emociones y sentimientos que una vez había tenido, volvieron de inmediato a mi mente:
«Cristo viene. ¡Aleluya! / Cristo viene. ¡Alabad al Rey! / Cristo viene. ¡Aleluya! /Cristo viene. Viene por ti y por mí. / Nuestro futuro está asegurado. / ¡Iglesia, triunfante serás! / Solo esperemos la fiel sentencia: / «Entrad a la santa ciudad». / Nada tememos si en el pasado / vemos la mano de Dios, / cómo sostiene a su iglesia firme / por su infinito amor. / Cristo viene ya.»
En el programa que se había entregado a cada participante se encontraba este mensaje: «Al repasar la historia pasada puedo decir: "¡Alabado sea Dios!". Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada» (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 216).
¿Te parece alentador lo que acabas de leer? Para mí fue motivo de inspiración recordar que nuestro Señor vendrá muy pronto. Él no se retrasa en cumplir su promesa, sino que está siempre ocupado en nuestra salvación. ¿Estás lista para vivir junto a él por la eternidad?

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

HONRAR A LOS PADRES SIGNIFICA AMARLOS

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mateo 22:39.

Todos los jueves acostumbrábamos estudiar las Escrituras, y antes de cada estudio, comentábamos algo de nuestras vidas como para "romper el hielo". Ese jueves fue distinto, porque lo que comenzó como un diálogo para "romper el hielo", derivó en una hermosa conversación que nos ayudó a conocernos más. Estela era la madre de dos alumnos del colegio y la vida no era lo que ella hubiera soñado. Con hijos pequeños, su esposo la abandonó para ir tras otra mujer, y desde ese momento ella había luchado para sacar adelante su hogar. Con la ayuda de Dios y de algunos familiares procuró darles todo lo mejor a sus dos criaturas, y la educación adventista formaba parte de ese don valioso. Describió con todo detalle momentos difíciles que tuvo que afrontar mientras sus hijos crecían, pero se sentía orgullosa por los buenos rasgos que ellos mostraban como jóvenes.
"Ayer, antes de venir al colegio —me dijo ella con los ojos húmedos— mi hijo mayor me abrazó y me dijo: 'Mami, te quiero muchísimo'. Esas muestras de amor son las que me dan fuerzas para continuar cada día".
¿Te pusiste a pensar que cuando Jesús nos dijo "ama a tu prójimo como a ti mismo", también estaba involucrando a tus padres? El verbo "honrar" que figura en las Escrituras en el quinto mandamiento, encierra muchos aspectos de la relación entre padres e hijos, y el amor es uno de ellos. Dios nos hizo como seres sociables, con la capacidad de amar y ser amados, y ese amor que el Padre eterno puso en nuestros corazones tiene que ser compartido.
Ese amor debe expresarse en todas las formas posibles: con palabras, miradas, muestras de cariño, paciencia, regalos. También lo expresamos con la entrega de nuestro tiempo, sabiendo escuchar, siendo tolerantes y comprensivos, señalando el error con el propósito de restaurar.
Procura a lo largo de este día, con la ayuda de nuestro Padre celestial, vivir a la luz del quinto mandamiento. Dios te ama, no solo porque la Biblia lo dice, sino también porque lo demostró entregando a Jesús. Hoy tenemos la posibilidad de demostrarle a Dios cuánto lo amamos en la persona de nuestros padres.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

TE LIBRARÉ

Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes. Éxodo 6:6.

Hay dos palabras que quiero destacar en el texto de hoy: "servidumbre" y liberación". Servidumbre es el acto de servir por temor; no es lo mismo que servicio. El servicio es noble; Jesús fue el siervo maestro. Vino para servir, y nos inspiró a vivir para servir. La servidumbre, por el contrario, implica esclavitud; estás obligado a servir. Hay un señor que te fuerza; se considera tu dueño.
La vida de Israel era una vida de servidumbre. Se había vendido a Egipto, por un poco de trigo, a causa de la hambruna que asolaba sus tierras. ¿Te diste cuenta de que las necesidades de la carne son las que nos llevan a la esclavitud del espíritu? El problema de Israel no consistía sencillamente en estar "bajo las pesadas tareas de Egipto"; las tareas pesadas se vuelven leves si las realizas por amor. Israel las ejecutaba por miedo. Era un pueblo confor¬mado con la situación: servidumbre, esclavitud, complejo de inferioridad, mediocridad... en fin. Sin embargo, Dios no se conformaba con eso; él tenía un sueño más grande para sus hijos. Por eso, les dijo: "Yo los sacaré, los libraré y los redimiré".
Sacar tiene que ver con mostrar lo que está oculto. ¿Cuál es el valor que conservas escondido en los rincones de tu corazón?
Librar se relaciona con una vida plena y sin limitaciones; campos vastos, cielo azul y horizontes sin fin. ¿Qué hay dentro de ti, que necesita ser liber¬tado? Observa bien que estoy usando el verbo "libertar", y no "liberar". La li¬beración implica lucha, conquista. Jesús te ofrece libertad porque te redimió: pagó el precio con su vida. Murió en la cruz del Calvario.
Haz de hoy un día de libertad. Echa fuera los complejos; rasga los vicios y arrójalos al basurero. Rompe las cadenas que te oprimen. Sea cual fuere el hábito nocivo que se considera tu dueño o el sentimiento descarriado que te lleva hacia la muerte, acepta la promesa de Dios: "Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidum¬bre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón