martes, 24 de enero de 2012

¿ME APOYAS EN ESTO?

«Moisés tomó también consigo los huesos de José, el cual había hecho jurar a los hijos de Israel, diciéndoles: "Dios ciertamente os visitará, y entonces os llevaréis mis huesos de aquí con vosotros"» (Éxodo 13: 19, RV95).

¿Alguna vez has pensado por qué eres capaz de mantenerte en pie? Es gracias a los huesos, obviamente. Sin ellos, serías como una gelatina. Tratarías de mover tus músculos pero sería imposible, pues no habría nada que los sostuviera. Estas excursiones diarias que estamos haciendo serían imposibles de realizar si no tuvieras huesos.
El versículo de hoy nos dice que José había pedido a los israelitas que se llevaran sus huesos con ellos a la Tierra Prometida. Así como los huesos sirven de apoyo al resto del cuerpo, José pidió a sus amigos y compatriotas que lo apoyaran y que llevaran sus huesos a la tierra en la que fluye leche y miel.
Nosotros también podemos apoyar a nuestros amigos y a nuestra familia. Así como tus huesos sirven de apoyo para tu cuerpo, puedes ser fiel apoyando a tus seres queridos en oración cada vez que lo necesiten. Créeme, ellos agradecerán esa clase de apoyo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

GENEROSIDAD

Sin falta le darás y no serás de mezquino corazón cuando le des, porque por ello te bendecirá Jehová, tu Dios, en todas tus obras y en todo lo que emprendas (Deuteronomio 15:10).

Los esposos Mansell, en su libro “Tan cierto como el amanecer”, cuenta que había dos estudiantes en la Universidad de Stanford que se costeaban sus propios estudios, aunque en ocasiones se les dificultaba cubrir los gastos. Un día a uno de ellos se le ocurrió la brillante idea de invitar a Paderewski, el famoso pianista polaco, a dar un concierto, con la esperanza de obtener algunas ganancias y de esa forma ponerse al día en sus obligaciones económicas. Cuando se entrevistaron con el representante del artista acordaron pagar dos mil dólares al insigne pianista por un recital. Los dos jóvenes confiaban en que aquel concierto iba a ser tan exitoso de ganarían una buena cantidad de dinero. Sin embargo, únicamente obtuvieron mil seiscientos dólares, suma que entregaron el agente con una nota de compromiso por los cuatrocientos dólares restantes. Al enterarse de la situación, Paderewski rompió la nota y dijo:
Descuenten de los mil seiscientos dólares los gastos incurridos en el concierto. Además tomen ustedes el diez por ciento de esa suma y me entregan lo que sobre. Los dos jóvenes no podían creer lo que estaban escuchando.
Pasaron los años y al finalizar la Primera Guerra Mundial Paderewski llegó el primer ministro de Polonia. Aquel país se encontraba en una situación muy difícil, y su población estaba pasando hambre. Paderewski se dirigió a Hebert C Hoover, quien era en aquel tiempo ministro de Hacienda de los Estados Unidos, con el fin de solicitar una ayuda para polonia. Pronto comenzaron a llegar embarques de comida y de esa forma se logró aliviar la situación del pueblo polaco. Al poco tiempo Paderewski viajó a París para darle las gracias a Hoover.
-Señor Padarewski- le dijo Hoover mientras estrechaba la mano -, Tal vez no se acuerde de mí, pero usted me ayudó mucho cuando yo apenas era un pobre estudiante de la Universidad de Stanford.
La generosidad debe ser parte de nuestra vida cristiana. Recuerda que «más bienaventurado es dar que recibir» (Hech. 20:35). Ojalá que este nuevo año esté lleno de esperanzas, deseos y resoluciones que representen la semilla de un cambio para ser más generosas.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Edilma E Balboa

¿UNA TORTILLA CRUDA?

Efraín es como una torta cocida solamente por un lado. Oseas 7:8.

Imagina que estás en un restaurante con tu familia. El hambre que sienten es tan grande que casi puede escucharse el concierto de tripas. Piden al mesonero que les traiga tortillas y crema de leche como aperitivo. Mucho antes de lo que imaginan llegan las tortillas. Entonces una lluvia de manos se abalanza sobre el plato. Sin ninguna compasión todos comienzan a devorar las tortillas, pero sucede algo extraño. Repentinamente todos dejan de comerlas. Las examinan y se dan cuenta del problema. ¡Las tortillas están cocidas por un lado pero crudas por el otro! ¿De qué sirve una tortilla en esas condiciones? No sirve para nada, porque cuando de tortillas (o de arepas, o panqueques, o cachapas) se trata, es necesario que estén bien cocidas por ambos lados.
Este hecho nos ayuda a entender por qué Dios comparó a Efraín (Israel) con una «torta cocida solo por un lado». Israel quería combinar la adoración a Jehová con la adoración a los ídolos. Como dicen por allí, «un tiro para el gobierno y otro para la revolución». Al final su religión terminó siendo tan inútil como una tortilla cruda.
La experiencia de Israel nos enseña dos lecciones. La primera, relacionada con nuestra vida espiritual, nos recuerda que no podemos vivir «con un pie en la iglesia y otro en el mundo». O somos plenamente de Cristo, o no somos de él en absoluto. Cuando uno quiere servir a dos señores al final no sirve a ninguno.
La segunda, relacionada con nuestro carácter, nos recuerda que Dios espera de nosotros un desarrollo integral. Al igual que ocurrió con Jesús, tenemos que desarrollarnos de manera equilibrada: física, social, mental y espiritualmente. ¿Has conocido, por ejemplo, a esos muchachos o muchachas con físicos esculturales, pero con cerebros de aserrín? Son tortillas cocidas solamente por un lado. ¿O a esas personas con extraordinaria capacidad intelectual (para el arte, la música o los estudios), pero que no tienen vida social? Son tortillas cocidas solamente por un lado.
Dios quiere que le des lo mejor de ti y de tus talentos. Y también quiere que te desarrolles de manera equilibrada, como su Hijo Jesús, de quien la Escritura dice que «crecía y se hacía más fuerte, y más sabio, y gozaba del favor de Dios» (Luc. 2:40). ¡Ese sí que fue un verdadero desarrollo! Cualquier otra cosa no es más que... una tortilla cruda.
Padre celestial, ayúdame a desarrollar un carácter íntegro, como el del Señor Jesús.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

COMIDA «BASURA»

«Jesús les respondió: "Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás"» (Juan 6: 35).

La biblia recoge la historia de un profeta infiel. Es la del asno que habló. Bueno, en realidad, quien habló no fue el asno, sino un ángel, el cual habló por medio del animal. Además de ser un falso profeta, Balaam era corrupto. El rey de Moab vio que los israelitas tenían previsto invadir su reino y le pidió a Balaam que los maldijera para asegurarse de que tal cosa no sucediera. A cambio le ofreció dinero. A Balaam le encantaba el dinero. Puede leer el relato completo en los capítulos 22 al 24 de Números. Verá que el Señor impidió que maldijera al pueblo; de hecho, Balaam acabó bendiciéndolo.
En cierto momento, Balaam dijo que quería morir como los justos y tener su misma recompensa (Núm. 23: 10). Pero, aunque quería morir como los justos, no quería vivir como ellos. A diferencia de Balaam, quien tiene hambre y sed de justicia se abstiene de todo lo que se opone a ella. Quien de verdad quiere la recompensa de los justos, además de las cosas que sabe que son malas y perjudiciales, evitará todo aquello que debilite o reduzca su apetencia espiritual.
Cuando estoy de viaje, veo que en los restaurantes y las cafeterías de los aeropuertos la gente suele comer «comida basura»; sobre todo los niños. El término «comida basura» se refiere a esas comidas rápidas que son muy sabrosas pero nada saludables.
Esa clase de comida es sabrosa porque contiene gran cantidad de grasas, azúcares y sal. Como resultado, la comida basura es la causa principal de muchas enfermedades del corazón. Los efectos generales de la comida basura son: falta de energía, pérdida de capacidad de concentración, enfermedades del corazón y una elevada tasa de colesterol en sangre.
Mi madre solía decirme: «Dickey, acábate lo que tienes en el plato». Recuerdo que muchas veces le respondía: «Es que no tengo hambre...». Solía responder eso porque había comido algo entre horas. Suele pasar que a un niño (o, para el caso, cualquier persona) que ha comido caramelos o pasteles antes de la cena no le apetezcan los alimentos sanos y nutritivos. ¿Es posible que alguna «comida basura» de la vida le esté quitando el hambre espiritual? (Basado en Mateo 5:6)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill