miércoles, 8 de junio de 2011

UN HÉROE

Yo soy el camino, la verdad y la vida. (Juan 14:6)
Había una vez una simpática payasita a quien le habían asignado en la escuela una tarea muy complicada: tenía que llevar una imagen de su héroe para colocar en un mural. Todos sus compañeros estaban entusiasmados porque ya tenían la suya, pero nuestra amiga payasita se sentía frustrada porque no tenía héroes.
Todos necesitamos un héroe a quien imitar, que nos inspire a caminar, hablar y actuar mejor. El mundo moderno busca desesperadamente toda clase de héroes, unos ostentan medallas olímpicas, otros premios científicos o artísticos. Pasan a la inmortalidad músicos prominentes, mentes ágiles capaces de dar jaque mate a su contrincante, piernas veloces que llegan primero a la meta, brazos fuertes que levantan pesos enormes, manos diestras que convierten un lienzo en una obra de arte. Todos imitamos sus talentos y destrezas, pero no podemos encontrar en ellos un patrón de conducta moral. Y es que todo ser humano, por mucho que lo admires, está sujeto a los mismos defectos que tú.
La payasita de nuestro cuento sabía muy bien lo que representaba un héroe, y por eso solo se le ocurrió cantar una canción: «¿Cuál es mi héroe? Como él tengo que ser. ¿Cuál es mi héroe? Es un amigo fiel». Eso es un verdadero héroe: un amigo fiel a quien puedas imitar.
¿Tienes un héroe al cual imitar? Te invito hoy a encontrar un héroe de verdad, un héroe que no está sujeto a equivocarse, que nunca te defraudará y en cuyas huellas podrás seguir. Un héroe que te puede cargar, porque sus brazos son los más fuertes del universo. Un héroe que tiene manos diestras y hábiles para convertir tus reveses en victorias y cuyos pies han trazado un camino seguro para que no tropieces con piedra. Un héroe que tiene una mente ágil para defenderte del enemigo y unas manos diestras para convertir el lienzo de tu vida en una verdadera obra de arte. Ese héroe es Jesús. No existe otro como él.
Cuando te sientas temada a admirar a algún ser humano recuerda que solo Jesús puede darte lo que tu corazón anhela.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA FUENTE DE LA INTELIGENCIA

Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Santiago 1:5.

Entre los estudiantes que tuve mientras trabajé en la docencia, vi a muchos que no progresaban por falta de capacidad. Algunos se esforzaban, daban todo de sí para lograr lo mínimo exigido, pero aun así siempre faltaba algo. Incluso entre los profesores se comentaba cuáles alumnos necesitaban un poco de ayuda, para que al corregir los exámenes fuéramos más benévolos.
Espero que este no sea tu caso, pero creo que aun así todos en algún momento de la carrera estudiantil sentimos que necesitábamos más sabiduría. En mi experiencia, recuerdo que en algunas materias tuve que orar muchísimo, porque las exigencias académicas eran terribles.
Es posible que Daniel y sus tres amigos hayan pasado por una situación similar. Estaban cautivos en un país extranjero, no contaban con el apoyo familiar, no conocían la lengua del lugar, y fueron puestos a competir académicamente con los sabios de la corte imperial. Podrían haberse dado por vencidos, pues ¿cómo lograrían aprender la lengua caldea y a la vez estudiar las ciencias?
Pero más allá de la adversidad, se entregaron de corazón a Dios y decidieron mantenerse fieles a sus principios aun en lo que respecta a la alimentación. Constantes y dedicados, se aplicaron al estudio de cada día, y el Dios de sus padres premió sus esfuerzos. "En todo asunto de sabiduría e inteligencia que el rey les consultó, los halló diez veces mejores que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino" (Dan. 1:20).
Bajo la inspiración del Espíritu Santo, el apóstol Santiago registró la promesa: "Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada", porque la experiencia de Daniel y sus amigos tiene que volver a repetirse. Cada joven adventista tendría que brillar por su inteligencia y capacidad en el colegio donde le toca estar, porque a Dios le agrada que sus hijos sobresalgan y representen bien su santo nombre. Cuando se te presente una exigencia académica que parezca imposible de superar, recuerda la promesa de hoy; pide sabiduría divina, "y te será dada".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

MANERA DE VIVIR

Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! 2 Pedro 3:11.

Vivimos en un mundo materialista; las cosas espirituales parecen utopía. Hay gente sincera que piensa que el cielo, la Tierra Nueva, las mansiones celestiales y la segunda venida de Cristo son cosas que están solo en la imaginación de gente fanática. Pero, la Biblia está llena de escenas dramáticas, que muestran que en todos los tiempos hubo gente incrédula que un día tuvo que enfrentarse con la realidad de las cosas.
En los tiempos de Noé, por ejemplo, muchos hombres llegaron al punto de considerar que Noé estaba loco. Nunca había llovido, ¿por qué tendría que llover ahora?
Pero, un día, el futuro que parecía irreal y distante llegó, y las puertas del arca se cerraron; el cielo se puso oscuro, y empezó a llover. Muchos corrieron a pedir ayuda a Noé, pero él no pudo hacer nada: manos invisibles habían cerrado el arca, y solo Dios podría abrirla.
La Biblia afirma que, cuando Jesús se manifieste en las nubes de los cielos, habrá gente que, llorando, lamentará: "Pasó la ciega, se acabó el verano y nosotros no hemos sido salvos". Dejaste pasar tu oportunidad; no tomaste las cosas espirituales con seriedad; te dejaste contagiar por la filosofía materialista de nuestros días; no fuiste capaz de mirar hacia el futuro; no fuiste capaz de valorizar las promesas divinas, la bendición, la salvación. Ahora, se acabó la oportunidad, ya es demasiado tarde, ya no hay más bendición.
Todos nosotros, un día, pasaremos por un momento dramático semejante a este. Gente que vivió como si el presente nunca fuese a terminar. Vivió sin mirar al cielo.
Por eso, el texto de hoy advierte: Todo lo que ves a tu alrededor acabará. Esta tierra no es eterna; Jesús vuelve para ponerle un punto final a la historia del pecado. Ya que esto es lo que va a suceder, ¿por qué no vivir con esa expectativa en el corazón y, así, marchar sabiendo que nuestro verdadero hogar se aproxima?
Haz de este un día de justicia y de santidad. La santidad cristiana no significa andar todo el tiempo con la Biblia debajo del brazo, y preocupado en descubrir lo que es pecado. Santidad es la maravillosa experiencia de andar con Jesús; todos los días, en todos los momentos. Y esa experiencia puede empezar para ti hoy.
No lo olvides: "Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón