viernes, 1 de febrero de 2013

EL SECRETO DE BABU


Lugar: India 
Palabra de Dios: Efesios 5:8.

Babu tenía muchas ganas de unirse al grupo de niños sentados debajo del árbol, pero su papá le había dicho que no lo hiciera.
-Que nunca te encuentre sentado debajo de ese árbol -le había advertido- Esa narradora de historias es cristiana. Y los cristianos te envenenan la mente.
El chico se escondió detrás de un árbol grande, a unos metros del otro. "Solo voy a mirar las láminas", pensó. Pero, mientras estaba allí, no pudo evitar escuchar la historia de Jesús y de las cosas maravillosas que él había hecho. "Jesús quiere ser tu amigo", estaba diciendo la mujer. "Él quiere vivir contigo para siempre".
Aunque Babu quería contar a sus padres lo que había oído, sabía que ellos se enojarían con él. "¿Estará envenenada mi mente?", se preguntaba. "¿Qué me pasará ahora?" Al día siguiente, Babu se escondió otra vez detrás del árbol grande; y al día siguiente, y al otro día también. Le gustaba escuchar las historias del Libro Santo. Y, al aprender más acerca de Jesús, decidió pedirle que fuera su amigo. "Voy a tener que mantener esto en secreto", pensó. "Si mis padres se enteran, me habré metido en un gran lío".
Pero, a medida que los días pasaban, los padres de Babu comenzaron a notar algunos cambios en su hijo. El chico ayudaba más y era más bondadoso; ya no mentía ni robaba, y procuraba ser más obediente. Cuando hacía algo incorrecto, lo confesaba y pedía perdón.
-Babu, ¿qué te ha pasado? -le preguntaron sus padres-. Estás distinto.
Al comienzo, Babu tenía miedo, pero luego les contó acerca de las historias que había oído escondido detrás del árbol grande, y de cómo había aprendido a amar a Jesús, quien había muerto en la cruz por sus pecados.
-Yo quería guardarlo en secreto -dijo-, pero me parece que no lo logré.
"Porque ustedes antes eran oscuridad, pero ahora son luz en el Señor".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

COMO ÁRBOLES DEL BOSQUE


A ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. Isaías 61:3.

Observar los árboles del bosque en medio de una tormenta es en verdad impresionante. Cuando la velocidad y la fuerza del viento los abaten, dan la impresión de que, de un momento a otro, serán arrancados de sus raíces, aunque raramente eso llega a suceder.   Sin embargo, cuando un árbol solitario de una llanura enfrenta la tormenta, es un muy probable que no resista.  Un guardabosques me explicó que los árboles del bosque, al crecer juntos, entremezclan sus raíces por debajo de la tierra, y eso los hace más fuertes y resisten los temporales.
Una hermosa lección para nosotras, ¿verdad? Los árboles del bosque parecen vivir bajo el lema: «Nadie vive para sí ni nadie muere para sí».  En realidad, esta es una reflexión que solamente los humanos podemos hacer.
Los hijos y las hijas de Dios hemos sido creados para entrelazar nuestras raíces.  Un espíritu de solidaridad debiera unirnos cuando los vendavales de la vida se presenten, y con disposición natural hemos de estar listo para sostener al que está a punto de caer.
Los humanos no podemos vivir aislados y solitarios, sintiéndonos suficientes en nuestras propias fuerzas, y tampoco podemos hacer a un lado al débil que quiere refugiarse y tener la seguridad a nuestro amparo. Dios quiere estar «enraizado» en nosotros.  Eso nos garantiza fortaleza en tiempo de prueba. Nosotros debiéramos hacer lo mismo en relación al prójimo.
Sostengamos al débil, especialmente si es un niño, un joven o un anciano.  Hagamos que se sienta protegidos y seguros.  Permitamos que tomen fuerza de nuestras experiencias compartiendo nuestras vidas con ellos.  Cuando arrecien las tormentas, luchemos juntos, hombro a hombro, con la seguridad de que nos fortalecerá el brazo poderoso del guerrero invencible, Jesucristo.
Querida amiga, Dios quiere que seas un árbol fuerte en el bosque, y no un débil arbusto solitario en la explanada de la vida.   La maravillosa promesa del señor es: «Lo plantaré sobre el cerro más alto de Israel, para que eche ramas y produzca fruto y se convierta en un magnifico cedro. Toda clase de aves anidará en él, y vivirá a la sombra de las ramas.  Y todos los árboles del campo sabrán que yo soy el Señor» (Eze. 17:23-24).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA ESTATUA DEL MUSEO GETTY


Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado (Juan 17:3).

En septiembre de 1983, Gianfranco Becchina, marchante de arte siciliano, se comunicó con el Museo J. Paul Getty para ofrecerle una magnífica estatua de mármol que, afirmaba, había sido esculpida en el siglo VI a. C. La estatua era una representación de un varón joven desnudo, común en la antigua Grecia. Becchina pedía diez millones de dólares.
El museo analizó la oferta con precaución. Tomó la estatua en depósito para realizar una investigación a fondo. La indagación duró catorce meses. El Museo Getty concluyó que el estilo de la escultura era similar al de la estatua Anavyssos, que se encontraba en el Museo Arqueológico Nacional de Grecia, en Atenas. Los abogados del Getty concluyeron que los documentos que certificaban la historia reciente de la estatua eran genuinos.
El Museo Getty también contrató los servicios de Stanley Margolis, geólogo de la Universidad de California. Margolis dedicó dos días a examinar la superficie de la estatua con un microscopio estereoscópico de alta resolución. Luego tomó una muestra y la examinó con un microscopio de electrones; realizó una espectrometría de masas, una difracción y una fluorescencia de rayos X. En su informe, Margolis observó que el material era dolomía de la cantera del antiguo cabo de Vathí, en la isla de Tasos, y que la superficie estaba cubierta de una capa delgada de calcita. Margolis explicó que la dolomía se puede convertir en calcita únicamente a través de un proceso que dura cientos o miles de años, lo que demostraba que la estatua no podía ser una falsificación reciente. El Museo Getty compró la estatua por nueve millones de dólares.
La historia es extraordinaria porque cuando se expuso la estatua, una gran cantidad de expertos en arte antiguo concluyeron inmediatamente que era una falsificación. Ellos habían excavado y estudiado personalmente muchas estatuas antiguas, y sabían que aquella no podía ser genuina. Pero las acusaciones que hicieron científicos y abogados se desmoronaron paulatinamente.
A quienes conocen personalmente a Dios y su Palabra, no los pueden engañar las falsificaciones de la verdad. Aunque una falsificación sea avalada por argumentos científicos y complejos estudios eruditos, no deja de ser una falsificación. Nuestra mayor seguridad está en conocer y experimentar personalmente la verdad. Una vez que te has familiarizado con ella, por más hábil que sea la falsificación, podrás identificarla rápidamente. Quisiera preguntarte hoy cuánto conoces a Dios y su Palabra. ¿Lees la Biblia cada día? ¿Distingues la verdad del error?

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

SANTIDAD EN EL SEÑOR



Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír? Juan 6:60.

Algunos seguidores profesos de Cristo podrían sentirse inclinados a decir, como los discípulos la vez que escucharon las verdades solemnes de los labios del Maestro divino: "Dura es esta palabra; ¿quién la puede oír?" Muchos podrían pensar que el camino se ha hecho demasiado recto. Cuando hablamos de la negación propia y del sacrificio por Cristo, ellos creen que abundamos demasiado en estos detalles. Preferirían que habláramos de la recompensa del cristiano. Sabemos que los que son fieles heredarán todas las cosas, pero la gran pregunta en nosotros debiera ser: ¿Quién se sostendrá en el día de su venida? ¿Quién estará en pie cuando él aparezca? ¿Quiénes serán contados por dignos de recibir la extraordinaria y preciosa recompensa que será dada a los vencedores? Quienes participen de los sufrimientos de Cristo compartirán con él su gloria.
Sin santidad, nos dice la Palabra de Dios, nadie verá al Señor. Sin pureza de vida, nos es imposible ser dotados y preparados para morar con los ángeles santos y puros en un cielo puro y santo. Allí no puede haber pecado.  Ninguna impureza puede entrar por las puertas de perla de la ciudad dorada de Dios. Y la pregunta que debemos contestar es si hemos de abandonar todo pecado y cumplir las condiciones que Dios nos ha dado, para llegar a ser sus hijos e hijas. El requiere de nosotros la separación del mundo para llegar a ser miembros de la familia real...
Creemos sin duda alguna que Cristo vendrá pronto, y por creerlo, sentimos una necesidad de rogarles a hombres y mujeres que se preparen para la venida del Hijo del hombre... Queremos que usted se encuentre en el grupo que se inclinará ante el trono de Dios y dirá: "Digno, digno, digno, es el Cordero inmolado por nosotros"...
Cuando estén todos preparados, habiendo vencido sus pecados, habiendo apartado de ustedes toda iniquidad, estarán en condición para recibir el toque final de la inmortalidad...
No será seguro para ustedes esperar una ocasión mejor para venir. Es hoy que se hace el llamado. Si alguno oyere su voz, no endurezca su corazón. Se trata de escuchar hoy la invitación de la misericordia. Se trata de rendir su orgullo, su insensatez, su vanidad, y rendir enteramente su corazón a Dios. Venga a él con sus talentos y toda la influencia que usted tiene, y coloque todo sin reservas a los pies de Aquel que murió en la cruz del Calvario para redimirlo.— Review and Herald, 12 de abril de 1870.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White