viernes, 3 de julio de 2009

DIOS ME LIBRÓ DEL PELIGRO

Prueben y vean que el Señor es bueno; dichosos los que en él se refugian (Salmo 34: 8).

Nací en un hogar adventista y conocí a Dios cuando era una niña, sin embargo, hubieron situaciones en mi vida que desviaron mi corazón del camino que el Señor había trazado. Cuando me percaté de ello, dije a mi Dios: «¡Señor, ayúdame, libérame, dame sanidad!» En términos humanos, todo estaba bien conmigo. Llevaba un estilo de vida independiente, tenía excelentes trabajos, devengaba buenos sueldos, compraba lo que quena, viajaba donde deseaba, estaba rodeada de gente que me hacía sentir querida, tenía a mi familia conmigo, sin embargo, me sentía en deuda con Dios por la manera como administraba mi tiempo. Fue entonces cuando decidí darle un giro radical a mi vida y dedicarla al Señor. Una tarde mientras caminaba sumida en mis pensamientos observé a un joven desaliñado que venía hacia mí. De pronto, puso un puñal en mi vientre. Procuré mantener la calma y elevé una plegaria a Dios. El asaltante me dijo: «¡Déme su cartera!» «Te la doy, pero aléjate de mí», le respondí. En esos instantes pensé en lo espantoso que sería si me lastimaba con el arma. En ese lugar estábamos él y yo, y mi ángel guardián. Mi mente repetía «El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso». En ese preciso momento vi un auto que pasaba por el sitio. Eran unos amigos y se percataron del peligro en que estaba cuando vieron la luz del sol reflejado en el puñal. Todo sucedió en cuestión de segundos, mis amigos retrocedieron, y me gritaron: «Raquel, ¿te pasa algo?», entonces grité: «¡Me están asaltando!» El ladrón se asustó y yo corrí hacia ellos y me subí al automóvil. Vi al asaltante huir de manera despavorida. Siempre he pensado que Satanás estaba enojado conmigo porque había tomado la decisión de dejar el mundo y seguir a Cristo, pero Dios envió su ángel y me libró. Cuando enfrentes el peligro, recuerda que el Señor es el refugio de sus hijos y nunca los abandona.
Raquel Coello Rivera
Tomado de la Matutinas Manifestaciones de su amor

OBEDECER ÓRDENES

Tú has ordenado que tus preceptos se cumplan estrictamente. Salmo 119:4

Tina, una elefanta del Zoológico de Central Park, estaba muy unida al cuidador Robert Brockeli. Aunque había otros cuidadores en el zoológico, Tina le era fiel. Cuando a Robert le diagnosticaron un cáncer, dejó de trabajar. Y eso fue un problema. Tina no quería obedecer a nadie más. Así que cuando se le ordenaba que se fuera al establo, no lo hacía. A medida que hacía más frío, el personal del zoológico se preocupaba cada vez más por Tina. El nuevo cuidador intentó forzarla a entrar y Tina se rebeló golpeándolo. Alguien tuvo una idea. Si Tina escuchase la voz de Robert, quizá cooperaría. Por eso, un empleado del zoológico fue al hospital y grabó a Robert en una cinta magnetofónica diciéndole que entrara. Reprodujeron la cinta delante de ella. Pero no obedeció. A causa de su preocupación por su amiga la elefanta, Robert fue en ambulancia al zoológico. Lo llevaron en una camilla junto a Tina y dijo: «Tina, entra en el establo». Tina obedeció. La devoción de tina por su cuidador hizo que fuera sorda a cualquier otra voz que quisiese captar la atención. Durante los cuarenta años que vagaron por el desierto, los israelitas jamás aprendieron la lección de la devoción. Escuchaban las críticas de los que pensaban que podían ser mejores líderes que Moisés. Escuchaban a los quejicas que menoscababan todo cuanto Dios hacía por ellos. Escuchaban a las naciones paganas que los rodeaban y los introducían en el culto a los ídolos. ¿A quién escuchas? ¿Escuchas el ruido del mundo o te has entregado tanto a Dios que solo escuchas su voz?

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

CUANDO DIOS SE DEMORA, CONFÍA EN SU PODER

Y Marta dijo a Jesús:«Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto». Juan 11:21

Hay una mezcla de fe y de reproche en estas palabras. Esto indica la clase de amistad que había entre Marta y sus hermanos con Jesús. Eran amigos queridos. Solo entre amigos cercanos se habla de esta manera franca y sincera. Aunque Marta estaba de luto por la muerte de su hermano, todavía tenía fe en lo que Dios podía hacer y estaba dispuesta a seguir todas sus indicaciones.

Jesús le contestó con aquellas memorables palabras: «Tu hermano resucitará». La respuesta de Marta fue: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero» (Juan 11: 24). Es una maravillosa declaración de fe. Es la más grande confesión que se encuentra en el Nuevo Testamento. Lázaro, hermano de Marta, había muerto. Había un lugar vació en la casa. Habían esperado que Jesús viniera prontamente a resolver el problema que afrontaban. Vino, pero no tan rápido como esperaban. A pesar de su desesperación y del dolor que embargaba su corazón, Marta declaró que seguía creyendo en el Hijo de Dios. Desde lo profundo de su dolor, demostró fe en el poder de Dios y fue grandemente recompensada.
En una escena dramática, Jesús elevó una oración sencilla, luego «clamó a gran voz: ¡Lázaro ven fuera!» (Juan 11:43). ¿Por qué clamó con voz fuerte? Para que la multitud presente pudiera escuchar. Y también por lo que dice R. G. Lee: «Jesús llamó a Lázaro por nombre, porque si solo hubiera dicho: "Ven fuera", el cementerio completo se habría quedado sin uno solo de todos los cuerpos allí sepultados». Este es el milagro más grande relatado en el Nuevo Testamento. Es una prueba absoluta de que Jesucristo tiene en su poder la vida y la muerte.
¿Cómo respondes cuando Dios se demora? Debes demostrar confianza en su amor, sumisión y obediencia a su autoridad, y fe en su poder. Decide hoy no dudar de lo que Dios ha prometido con toda claridad.
Dios ha hecho preciosas y grandísimas promesas a sus hijos. Procura conocer bien la Palabra de Dios. No permitas que la oscuridad de la duda nuble la luz que Dios te ha dado a través de su Palabra. No importa que Dios se demore cuando tú lo llamas. No importa que parezca no escuchar tus oraciones. No importa que haya momentos de perplejidad y confusión en tu vida. Confía en su poder. Dios tiene reservadas grandes sorpresas para sus hijos. Todas glorifican su nombre y son para el mayor bien tuyo y de los suyos.

Tomado de la matutina Siempre Gozosos