domingo, 18 de agosto de 2013

EL SUEÑO DE UN PRÍNCIPE

Lugar: Austria
Palabra de Dios: Colosenses 4:6

Sigmund Freud, un intelectual y médico neurólogo que vivió en Austria a principios del siglo XX, contó la siguiente historia. Había una vez un príncipe que tuvo un sueño. Cuando despertó, se sintió preocupado y quería saber su significado. Llamando a uno de sus consejeros de la corte, le ordenó:
Dime lo que significa mi sueño.
El hombre respondió:
Su Alteza, tengo malas noticias para usted. De acuerdo con su sueño, todos sus parientes morirán, y luego usted lo hará.
El príncipe se sentó, asustado, y su rostro se puso colorado.
¡Cómo te atreves a decir cosas tan terribles! gritó: ¡Llévenselo!
Todavía echando chispas, el príncipe llama a otro de sus funcionarios. Cuando llegó, el príncipe le pidió que interpretara el mismo sumo. El hombre eligió con cuidado sus palabras:
Tengo buenas noticias para usted, su Alteza le dijo. Usted sobrevivirá a todos sus parientes.
Al oír esto, el príncipe sonrió. Le agradaba lo que había oído.
Me ha hecho muy feliz dijo. Por su lealtad y servicio, lo elevare al rango de principal consejero de la corte.
¿Cuál era la diferencia entre lo que había dicho el primer hombre y el segundo? El mensaje era el mismo, pero no la forma en que fue presentado.
Tus palabras pueden marcar una gran diferencia en la vida de otras personas; no solo lo que dices, sino cómo lo dices. La Biblia aconseja: «Que su conversación sea siempre amena y de buen gusto. Así sabrán cómo responder a cada uno». Procura no hablar apresuradamente, sino pide a Dios que te ayude a elegir tus palabras con sabiduría. 

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

EPIDEMIA DE VIOLENCIA

Oh Señor, líbrame de los impíos; protégeme de los violentos, de los que urden en su corazón planes malvados y todos los días fomentan la guerra. Salmo 140: 1-2

Parece ser que la violencia que se vive en la sociedad actual ha llegado para quedarse. Nos hemos acostumbrado a convivir con ella, de tal modo que, sin darnos cuenta, podríamos incluso establecer patrones de una conducta violenta para resolver los asuntos de la vida diaria.
La cordialidad y la concordia entre los pueblos y las gentes se extinguen poco a poco. Es en extremo devastador el efecto de esa violencia, que rebasa los límites de lo aceptable y que se atreve a instalarse en nuestros hogares. Es lamentable descubrir que los mecanismos para la resolución de conflictos implementados en muchas familias están permeados de violencia.
Vemos que en algunas sociedades los hilos reaccionan con violencia hacia sus padres, desafiando la autoridad paterna mediante una actitud insolente y provocadora. Los padres, por otro lado, se enfurecen con sus hijos cuando estos se atreven a contradecir sus órdenes. La agresión verbal es el arma de muchas esposas para actuar en forma violenta contra sus esposos, y muchos de ellos, cuando tienen un desacuerdo con sus mujeres, hacen alarde de su fuerza física y llegan incluso a agredidas.
Vivimos en medio de la violencia, pero no hemos sido creados para ella. Esta es una realidad a la que debemos despertar. Hemos de ser pacificadoras. Madres que, con un verdadero sentido de justicia, corrijamos a nuestros hijos con paciencia y bondad. Esposas capaces de poner un candado en los labios cuando los sentimientos negativos estén a punto de brotar en forma de palabras violentas. El consejo de Dios es: «Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan» (Efe. 4: 29).
Permitamos que, durante el día de hoy, Dios nos utilice como instrumentos dé su paz, como elegidas de Dios. Contrarrestemos todo brote de violencia vistiéndonos de bondad, humildad, amabilidad y paciencia, de modo que nos toleremos unos a otros (Col. 3: 12-13).
No en balde Jesús asumió la imagen de un cordero, uno de los animales más mansos de la creación, e incapaz de realizar un acto violento en contra de sus congéneres. Sigamos el ejemplo del Maestro, ¡digamos no a la violencia!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

LA IMPORTANCIA DEL TRABAJO

Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer (Éxodo 20:9).

Un día como hoy, pero de 1931, se publicó en México la primera Ley Federal del Trabajo.
Como en muchos países, antes de que se legalizaran las relaciones laborales, hubo grandes injusticias y luchas incansables que derivaron en diversas reglas para regular las actividades de los trabajadores. Con el paso de los años la perspectiva del mundo del trabajo ha cambiado. Por ejemplo, hoy tenemos una dura crisis económica internacional que ha puesto en peligro el empleo de millones de personas.
En realidad, el trabajo es un don de Dios que surgió antes de la entrada del pecado. Eso significa que no tiene ninguna connotación negativa ni es un castigo de Dios para los seres humanos. La Biblia dice: “Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara” (Gén. 2:15). No obstante, mucha gente considera que el trabajo es una especie de maldición, una actividad que preferiría evitar. Incluso, en diversas culturas se presenta la imagen de la persona de éxito como alguien que disfruta de mucho dinero sin necesidad de trabajar.
Lo cierto es que el trabajo es un mandamiento divino. ¿Puedes leer entre líneas del cuarto mandamiento de la ley de Dios? ¡Sí! ¡Ahí está! En realidad, si Dios te pide que descanses un día a la semana, en este caso el sábado, es porque espera que trabajes los otros seis.
Por lo tanto, el trabajo es parte de los preceptos divinos; y si es así, de ninguna manera es motivo de desdichas, adversidades o malos momentos. Al contrario, el trabajo es una verdadera bendición del cielo para formar tu carácter, de modo que sea apto para la vida celestial.
En los tiempos de los antiguos hebreos se consideraba muy importante que un joven supiera trabajar. Las poblaciones israelitas no toleraban muchachos vagos, haraganes ni ociosos. Todo el mundo tenía que estar trabajando. ¿Sabes? Creo que hoy es muy importante cambiar de actitud en cuanto al trabajo. Por todos lados se habla de desempleo, pero lo cierto es que hoy muchos quieren ganar suficiente dinero a cambio de poco trabajo. La cuestión es que la actitud que tienes hacia el trabajo influye mucho en la manera en que te desempeñas laboralmente. Por eso es muy importante aprender a trabajar. Un joven trabajador es de enorme valor en estos tiempos.
Decide hoy cambiar de actitud hacia el trabajo y pide a Dios que te ayude a disfrutarlo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

REVELANDO AL PADRE

El que me ha visto a mí, ha visto al Padre. Juan 14:9.

El hecho de que la gente estaba más interesada en la enseñanza de Cristo que en los argumentos secos y tediosos de los maestros judíos irritaba a los escribas y los fariseos. Estos maestros hablaban con incertidumbre, e interpretaban las Escrituras de una manera y de otra. Esto dejaba a la gente muy confundida. Pero cuando escuchaban a Jesús, sus corazones eran entibiados y aliviados. Él presentaba a Dios como un Padre amoroso, no como un Juez vengador.
Atraía a todos, los encumbrados y los humildes, los ricos y los pobres, para que vieran a Dios en su carácter verdadero, y los llevaba a dirigirse a él con un título cariñoso: “Nuestro Padre”.
Mediante palabras amables y obras de misericordia, Cristo encaraba las antiguas tradiciones y los mandamientos de hombres, y presentaba el amor del Padre en su inagotable abundancia. Su voz calmada, intensa y musical, caía como un bálsamo en los espíritus heridos. Él revelaba la imagen de Dios reflejada en sí mismo. Les presentaba a sus oidores las verdades de las profecías, alejándolos de las interpretaciones enredadas que los escribas y los fariseos hacían de ellas. Esparcía los granos celestiales de la verdad doquiera iba.
Determinados a escuchar lo que Cristo decía a sus discípulos, los escribas y los fariseos tenían espías que lo seguían. Estos espías anotaban sus palabras y las reportaban a los jefes de los judíos quienes, al escucharlas, quedaban casi fuera de sus cabales con ira poco disimulada, y esto lo interpretaban en términos del celo por Dios.
Al reunirse los miembros del Sanedrín para consultarse entre sí, no se trataba de hombres carentes con prejuicios fuertes y determinados que aconsejaban que se eliminara a este hombre que pretendía tanto…
Vieron que la influencia de Cristo sobre la gente rápidamente se estaba volviendo mayor que la suya. Anhelaban aplastarlo por atreverse a restar importancia a sus tradiciones, pero temían moverse abiertamente por causa de la gente. Pensaban que si obraban en secreto, observando sus palabras y acciones, pronto encontrarían acusaciones tales contra él que mereciera juzgarlo, con su vida de por medio…
Cristo estaba dando a los gobernantes de Israel luz que eliminaba sus excusas.
No dejó de hacerse algo que pudiera hacerse para convencerlos de su error -Review and Herald, 5 de marzo de 1901.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White