martes, 20 de septiembre de 2011

UN DECRETO CAMBIADO – 1ª PARTE

Pero decreto hombres rodearon al rey y le dijeron: «Sabes, oh rey, que es de ley Media de Persia que ningún edicto y ordenanza que el rey confirme puede ser abrogado. (Daniel 6:l5)

La exaltación propia del monarca de Babilonia había mostrado una vez más su cara de verdugo despiadado, y la sagacidad con que aquellos perversos hombres habían obrado para entramparlo había sido todo un éxito. El plan de Satanás parecía haber tenido éxito, y cuando el incauto rey se dio cuenta de lo que había pasado, ya había caído en su propia red. Daniel sería arrojado al foso de los leones, donde por fin la tierra quedaría «libre» de su poderosa influencia.
A nuestro lado caminan en todo momento demonios que maquinan nuestro mal. Si fuésemos conscientes de esta realidad, nos preocuparíamos un poco más por permanecer al lado de Jesús, nuestro único aliado. Hace poco leí la conmovedora historia de una mujer de elevada posición social que tuvo una hija con problemas mentales que estropeaba su foto de familia perfecta. Esta madre internó a la niña en un centro psiquiátrico para que fuese atendida por los mejores especialistas. La niña maduró lo suficiente como para escribir en su diario: «Hubiese querido conocer a mi madre; sé que me habría querido». Cuando la muchacha murió, el diario fue entregado a aquellas manos que pagaban la cuenta pero que no amaban el producto. No había lágrimas en aquel rostro, sino más bien el alivio de quien se había quitado un gran peso de encima. Pero cuando leyó lo que aquella niña había escrito, su mundo se desplomó. Había logrado conservar su imagen y su estilo de vida, pero había perdido el amor.
Cuando caemos en las trampas del enemigo, este nos acusa sin piedad y nos reclama como suyos. Solo las manos heridas de Cristo pueden callar a tan despiadado acusador. Si has caído en la trampa de la exaltación propia, deja que la sangre de Cristo limpie hasta el último rincón de tu corazón. Las leyes humanas pueden condenarte, pero el Dios del cielo te limpia porque has sido bañada por el agua derramada en el Calvario. El decreto de muerte ha sido cambiado.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

PERDONAR PARA ORAR

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Mateo 5:23, 24.

Cada vez que una persona decide orar, el enemigo de Dios hará todo lo posible para que esa plegaria no tenga poder. La Biblia presenta como advertencia algunos factores que matan la oración. Uno de ellos es la pelea con un "hermano". Eso significa que la manera ideal de llegar hasta el trono celestial es estar en paz con todos nuestros semejantes.
El enojo y la pelea ingresaron al mundo con el pecado. El conflicto emocional entre dos personas, las distancias afectivas, los rencores, los enojos y las iras, crean una raíz de amargura y alejan a los hombres del plan divino. Quien comienza la oración diciendo: "Padre nuestro que estás en los cielos", está aceptando que es "hijo de Dios", y a la vez "hermano" de todos los seres humanos de esta tierra. Por esta causa, Jesús nos dijo: "Si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda".
En algunas ocasiones no es sencillo realizar el mandato de Jesús, y para lograrlo es necesario recurrir a la oración para obtener fuerzas adicionales. Cuando una persona te ha herido mucho, y el dolor que sientes es muy grande, no es fácil "arreglar" cuentas y continuar como si nada hubiera pasado. Para eso es necesario recurrir a través de la oración al poder curativo del Espíritu Santo, a fin de que cicatrice las heridas del alma y la reconciliación sea auténtica.
Este ejercicio que Jesús nos plantea de reconciliarnos primero y luego llevar nuestra ofrenda, tiene el propósito de prepararnos para el cielo. En las mansiones celestiales no habrá ninguna persona enemistada con otra. Allí nadie le dirá a Jesús: "Señor, prefiero quedarme de este lado del río porque del otro lado hay alguien que no me cae bien". Tampoco le podremos decir: "Preferiría, Señor, no comer por ahora de esa fruta, porque cerca del árbol está aquella persona que me hirió muchísimo antes que tú vinieras". Toma la decisión de buscar la paz con tu prójimo, y verás que con la ayuda divina no hay obstáculo que no puedas vencer.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

TÚ ESCOGES

Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho... Génesis 3:1 (p.p.).

Su rostro, reflejado en la pantalla de la computadora, mostraba la lucha de su corazón: con el mouse en la mano, enfrentaba una intensa batalla interior; tan intensa como la lluvia que caía en la ciudad, aquella noche. ¿Cuál era el problema? ¡Nunca nadie lo sabrá! Si fuese un enviciado, tal vez; pero, Carlos solo consideraba aquello un pasatiempo. Su mente fabricaba argumentos, con el fin de comprar aquella película, pero su corazón gritaba: ¡No!
La batalla de Carlos es la figura exacta de lo que sucede a muchos que buscan argumentos racionales para avalar sus pecados. Desde que el mundo es mundo, el ser humano intenta justificar las cosas malas.
En la soledad de la noche, una lista infinita de argumentos desfiló por la mente de Carlos: "Eso era malo en el tiempo de mis padres"; "Eso es terrorismo de la iglesia"; "Moralismo barato"; "Puritanismo sin lógica". Ante todos esos argumentos, ¿cómo no iba a ser víctima de sus deseos?
En su abierta rebelión en contra de Dios, el ser humano lo ataca argumentando que es un déspota, un tirano, un dictador que se complace en quitar la libertad de sus criaturas, al bloquear los "placeres" de esta tierra con un sello de "prohibido". Esa acusación no es nueva; nunca lo fue: hace miles de años, uno de los ángeles inició una rebelión celestial utilizando las mismas acusaciones.
Dios ama a sus hijos y, en su infinito amor, dice "No" para algunas cosas, y orienta a sus hijos a obedecer por su propia seguridad. Dios jamás obliga a nadie a seguir el camino que él presenta: la decisión siempre es tuya. Una prueba de eso es el árbol del bien y del mal, en el Jardín del Edén. No estaba escrito, pero la opción de escoger era potestad del ser humano. La obediencia a Dios no es esclavitud, sino el resultado de una elección.
Hoy, al salir para vencer tus desafíos, con seguridad encontrarás muchos "árboles" de prueba. En todas las situaciones recuerda que, cuando Dios ordena que no comerás del árbol de la ciencia del bien y del mal, es porque te ama; pero la elección es siempre tuya. Recuerda que "la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho..."

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón