viernes, 15 de junio de 2012

DE ESPINOSO A ATERCIOPELADO


«Soy como una lechuza del desierto, como un búho entre las ruinas» (Salmo 102:6).

¡Qué calor hace! Hoy vamos a caminar por el desierto. Está comenzando a oscurecer
¿Has oído ese zumbido? ¡Mira! Esa ave se está dirigiendo al suelo. Parece que ahora tiene algo en su pico. ¡Asombroso! Atrapó un ratón en la oscuridad. Ahora está volando de nuevo. Detente, lechuza, que vas a estrellarte contra ese...
¿Qué pasó? Voló directo a ese cactus pero no se estrelló, sino que se metió dentro de él. Si lees el versículo de hoy verás que me estoy refiriendo a la lechuza del desierto. Muchas lechuzas del desierto viven dentro de los cactus. Allí se mantienen calientes durante el invierno y frescas durante el verano. Lo mejor es que el ave ni siquiera tiene que agujerear el cactus para construir su casa. Ya un pájaro carpintero en busca de insectos lo hizo por ella. Imagínate ahora vivir dentro de algo tan pegajoso y espinoso. ¡Ay!
A veces la gente es «pegajosa y espinosa». Hay quienes hacen cosas para herir a otros a propósito, Jesús quiere que nosotros entremos en sus corazones siendo bondadosos con ellos. Vuela con las alas de la bondad, entra en el corazón de aquellos que son espinosos y deja que Dios te use para quitarles las espinas y dejarlos tan suaves como el terciopelo.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SOLA Y ENFERMA


Estad quietos y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre, las naciones; enaltecido seré en la tierra (Salmo 46:10).

En algunas ocasiones la fe del cristiano puede ser probada y sacudida por el fuego de la aflicción. Créeme que a veces ese fuego puede ser real, en forma de fiebre causada por alguna enfermedad, o de dolor, originado por la soledad y la falta de recursos.
Me sentí muy enferma y desanimada después de que mi hermano se marchara de mi habitación. Él también se había ido muy triste, ya que tampoco tenía dinero para comprarme los medicamentos que necesitaba. Sin embargo, no me quedé sola. Después de que él se marchara un arrodillé en mi pequeña pieza y clamé a mi Señor. Reclame la promesa que está en el Salmo 27:10, donde Dios me asegura que aunque mi padre y mi madre me dejen, él se acordará de mí.  Me acosté confiada, aunque no pude conciliar el sueño por falta de alimentos y por la alta fiebre que me aquejaba.
Una pareja de jóvenes esposos de mi iglesia, para quienes yo había trabajado, me trajeron pan, leche, y otros alimentos, así como algo de dinero.  Me dijeron que me habían extrañado en la iglesia. Me prepararon algo de comida y me cantaron algunos himnos. De inmediato mi estado de ánimo cambió por completo, al igual que mi salud. Me sentí agradecida a Dios y a mis hermanos en Cristo. Aunque mi fe fue probada no dudé, sino que confié en que un salvador no me dejaría sola y que jamás me desampararía. De la misma manera, Jesús se interesa por tus problemas.  Únicamente necesitas creer al pedirle que intervenga en tu vida.
«Los ignorantes han de ser instruidos; los desanimados han de ser reanimados; los enfermos han de ser restaurados.  La voz humana debe tomar parte en la obra de Dios. Palabras de ternura, simpatía y amor han de testificar de la verdad.  Oraciones cordiales y sinceras han de acercar a los ángeles.  El Señor os dará el éxito en esta labor; ella está entretejida con la vida diaria, cuando se vive y se practica»  (El ministerio de la bondad, p. 36).
Hermana mía, renueva cada mañana tu fe, colocando en las manos del Señor tus proyectos y dificultades. ¡Comparte hoy con alguien las cosas maravillosas que él ha hecho por ti!
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Miriam Quevedo Perea

DIOS NO HA TERMINADO CONTIGO


Estoy seguro de que Dios, que comenzó a hacer su buena obra en ustedes, la irá llevando a buen fin hasta el día en que Jesucristo regrese. Filipenses 1:6.

Se cuenta la historia de un estudiante universitario que se caracterizaba por su impaciencia. Cuando quería algo, debía obtenerlo lo antes posible. Por eso cuando supo que su carrera universitaria le tomaría cuatro años, lo primero que hizo fue pedir una entrevista con el decano.
—¿No hay alguna carrera corta que me permita terminar en cuestión de unos meses?
—Todo depende de lo que tú quieras ser en la vida —respondió el decano—. 
El proceso de desarrollo de un cedro toma muchos años; el de una calabaza, solo unos cuantos meses. ¿Qué quieres ser tú? (Walk Thru the Bible Ministries, Youth Walk Devotional Bible [Biblia devocional para el caminar joven], p. 85).
Vivimos en una era de resultados inmediatos. No solo queremos las cosas, sino que las queremos ya. Es la era de los hornos de microondas, los celulares, las supercomputadoras, de Internet, Facebook y los iPod. ¿Hay algo malo en disponer de estos adelantos de la ciencia y la tecnología? No, siempre que les demos el uso adecuado. El punto en cuestión aquí es que los aspectos de nuestro carácter que nos definen individualmente no se desarrollan de un día para el otro, ni siquiera en cuestión de meses. La vida no es una carrera de velocidad sino un maratón en el que es importante empezar bien y, por sobre todas las cosas, terminar bien.
Así, pues, si sientes a veces que tu vida espiritual no progresa al ritmo que quisieras y si te frustra tener que luchar con los mismos defectos de carácter, recuerda que, así como tú luchas con tus debilidades y defectos, los demás también están luchando para vencerlos. Incluso la gente que admiras está librando sus propias batallas. Por otra parte, el hecho de que experimentes caídas no significa que Dios haya fracasado contigo; significa, más bien, que no ha terminado, que el proceso de crecimiento está en marcha.
Aunque no lo parezca, Dios está trabajando ahora mismo contigo para hacer de ti una persona con responsabilidad moral y espiritual. Pero mucho depende de lo que quieras lograr en la vida: la fortaleza de un cedro o la fragilidad de una calabaza.
Señor, sigue trabajando en mí de modo que pueda crecer como Jesús, física, mental y espiritualmente.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LOS VENDEDORES DE ACEITE


«Pues si vosotros siendo malos sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?» (Lucas 11:13).

De vez en cuando, en Florida, durante una tormenta, se interrumpe el suministro eléctrico. Cuando esto sucede, una simple vela me pone más contento que unas pascuas. He visto fotos de los tipos de lámparas que se utilizaban en los tiempos bíblicos. Para las damas de honor, sus lámparas eran algo tan cotidiano como en la actualidad son las linternas para nosotros. No es lógico que las cinco damas de honor necias se olvidaran de llevar aceite de más. Lo más probable es que no quisieran cargar con el recipiente.
Imagino que todas las diez jovencitas habían pasado la mayor parte del día preparándose para la fiesta de la boda. Prepararon los vestidos, se bañaron, se lavaron el pelo y se peinaron. Luego echaron un último vistazo al espejo y corrieron hacia el lugar donde tenían que esperar a los invitados a la boda.
Cuánto tiempo esperaron no lo sabemos. Pero sí sabemos que todas se durmieron y sus lámparas se apagaron. Mientras que las damas de honor sabias pudieron rellenar sus lámparas con el aceite de más que habían traído, el pánico cundió entre las cinco necias. Se dieron cuenta de que no podían echar la culpa a nadie que no fueran ellas mismas. Tuvieron que ir a toda prisa a la tienda y comprar más aceite (Espíritu Santo).
Para quien hoy quiere comprar el Espíritu Santo el mundo es un verdadero mercado. El aceite está a la venta por todas partes; tanto al por mayor, en las iglesias o en cualquier otra organización; como al por menor, en los detallistas individuales. Seguro que ha escuchado sus anuncios: «¿Quiere que lo sanen? ¿Le gustaría tener más dinero? ¿Busca usted bendiciones? ¿Y poder? Venga y cómpreme Espíritu Santo. ¡Yo tengo y lo vendo a buen precio!».
Los comerciantes de aceite solo son felices si venden. ¿No resulta curioso que, aunque las damas de honor necias no llevaran aceite de más, sí tomaran consigo dinero (o una tarjeta de crédito)? Hay quienes otorgan un gran valor a sus propios recursos. El peligro está en ser tan autosuficiente, tan orgulloso, que se piense que cualquier dificultad se resuelve comprando. El resultado es que tienen que quedarse en la oscuridad.
El aceite que el mundo ofrece se puede comprar, el verdadero aceite del Espíritu Santo es un don de Dios para los que se arrepienten.  Basado en Mateo 25:1-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill