martes, 1 de enero de 2013

LA MULTA DE LA BIBLIOTECA

Lugar: Sudáfrica
Palabra de Dios: Efesios 1:7

Si alguna vez te olvidaste de devolver a tiempo un libro de la biblioteca, probablemente tuviste que pagar una multa, quizá diez centavos, cincuenta centavos o un peso, por cada día que te demoraste en devolver el libro. Imagina cuál sería el costo si devolvieras el libro una semana retrasado. ¿Y si demoraste un mes? La multa se agranda rápidamente, ¿no es verdad?
Un hombre llamado señor Thomson estaba curioseando en un "mercado de pulgas" de Sudáfrica, cuando vio un libro llamado Inverness Sketches 1901 a 1904, de la autora Isabel Harriet Anderson. Cuando abrió el libro, descubrió que pertenecía a una biblioteca. Aparentemente alguien sacó el libro y luego se olvidó de devolverlo.
La fecha de devolución del libro ya había pasado no un mes o dos, o un año. La fecha de devolución se había pasado ¡cien años! ¿Cien años? ¿Puedes imaginarte cuál sería la multa por un olvido así? La gente de la biblioteca revisó sus registros, e informó que la multa acumulada era ahora de cinco mil libras británicas (alrededor de 9.400 dólares).
Ese es mucho dinero para pagar por un libro. Pero, afortunadamente, el buen corazón de la gente de la biblioteca decidió que no iban a cobrar la multa.
-Está bien -dijeron-, la multa está pagada.
Y así fue como hicieron de cuenta que la abultada multa nunca había existido. Pagada completamente. Perdonada.
Tú y yo también hemos acumulado una multa considerable. No estamos hablando de dinero, sino de nuestra propia vida. ¿Sabes?, cuando el pecado entró en el mundo, trajo consigo el castigo de la muerte. Pero, Jesús pagó el precio que debíamos muriendo en la cruz, en lugar de nosotros.
-Está bien -nos dice el Señor-, la deuda ha sido pagada.
La Biblia dice: "En él [Jesús] tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia". Es como si la enorme multa nunca hubiera existido. Pagada completamente. ¡Perdonada!

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¡HOLA, AMIGOS!

¿Están listos para una aventura? Este año, viajaremos por el mundo, visitando más de setenta países, incluyendo las Filipinas, China, Portugal, Argentina, Corea del Sur, Zimbabue, Tailandia, y Singapur. También, estaremos visitando la mayoría de los estados de los Estados Unidos. Durante nuestro viaje, conoceremos personas de diferentes países; conoceremos eventos locales; visitaremos sitios históricos, exploraremos el mundo de la naturaleza, y mucho, mucho más.
Recuerden algo, sin embargo: los viajeros necesitan recordar dónde está su patria. Así que, permítanme señalarles Filipenses 3:20. Allí dice: "Somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo".
Mientras viajamos juntos, mi oración es que elijan a Jesús como su guía siempre.

Hellen Lee Robinson

UN AÑO NUEVO POR ESTRENAR

No sean insensatos, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. Efesios5:17

Si hay algo que nos entusiasma a las mujeres es desechar cosas viejas y sustituirlas por otras nuevas. Sobre todo si lo que pensamos estrenar son enseres que le darán una nueva imagen al hogar. Cambiar el viejo refrigerador por uno nuevo, o tal vez los muebles de la sala, son proyectos que nos llenan de ilusión. ¡Y cómo disfrutamos cuando los podemos llevar a término!
Cuando un año se envuelve de vejez al comenzar diciembre, siempre esperamos al nuevo con grandes expectativas. Deseamos que nos traiga nuevas experiencias y oportunidades y, por supuesto, también nos hacemos nuevos propósitos, lo que nos lleva a acomodarnos la «mochila de la vida» y reiniciar el viaje con optimismo y energías renovadas. Sin embargo, las estadísticas demuestran que muchos de nuestros propósitos de año nuevo comienzan a perder fuerza al segundo mes, y se extinguen poco a poco hasta desaparecer alrededor del quinto mes.
Los propósitos de año nuevo más comunes tienen que ver con la salud, como proponerse hacer ejercicio o cambiar los hábitos de alimentación. También están aquellos que giran en torno a la familia, como dedicar más tiempo a los hijos y al cónyuge; y los que siguen en la lista son los relacionados con el desarrollo profesional y financiero. Es bueno proponerse nuevos desafíos y metas cada vez que un año inicia, y conveniente revisarlos periódicamente para darnos cuenta de cuántos de ellos siguen aún vigentes, y cuántos se han ido quedando rezagados en las redes del tiempo.
Si le pidieras a Dios que te diera algunas sugerencias de buenos propósitos de año nuevo, ¿qué crees que te sugeriría? Tal vez te diría que anhela vivir en compañerismo contigo, y te pediría que tu primer y mejor propósito cada mañana fuera dedicar más tiempo a la oración y a la devoción personal. Posiblemente, ya que conoce tu corazón, Dios te recomendaría que te deshicieras del peso de tus culpas y fracasos, para que puedas caminar los trescientos sesenta y cinco días de este año en libertad. También te recomendaría que te involucraras en alguna actividad de servicio, pues es el mejor método para alcanzar felicidad en esta vida y trascender a la venidera. Por último, te invitaría a contemplar a tu familia, y te pediría que fueras una buena influencia para tus hijos, tu cónyuge y tus seres queridos, que les dediques tiempo, les brindes protección y les infundas ánimo.
Un año tiene, al menos, trescientas sesenta y cinco oportunidades, ¡aprovéchalas!

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

UNAS PALABRAS PREVIAS

«Cuando un año se cubre de vejez al comenzar diciembre, siempre esperamos al nuevo con grandes expectativas», afirma Erna al comienzo de este libro devocional. Y, con estas palabras, nos invita a pensar en grande, a presentar ante Dios nuestros planes y resoluciones de año nuevo, y a esperar en él confiadas en que él hará. Acto seguido, nos convida a echarnos al hombro la mochila de la vida, y a reiniciar el viaje con optimismo y energías renovadas.
Lamentablemente, muchos de nuestros propósitos de año nuevo comienzan a perder fuerza al segundo mes, y se van extinguiendo poco a poco hasta desaparecer alrededor del quinto. Las cargas emocionales que llevamos como madres, esposas e hijas; el estrés diario; las enfermedades; las decepciones y derrotas que sufrimos en nuestras relaciones personales, nos descorazonan a veces, llevándonos a perder entusiasmo por nuestras metas y objetivos. Por eso resulta vital que nos acerquemos cada mañana a nuestro Padre celestial, para que sea él quien los refuerce y nos dé esperanza y poder a cada paso.
ALIENTO PARA CADA DÍA te ofrece precisamente eso, una fuente diaria inagotable de promesas y mensajes del Señor que te llenarán de optimismo, energía y ganas de vivir; que te motivarán a dedicar cada aliento de vida a construir una estrecha relación con Dios.
Descubre, en las páginas de este devocional, que «cada latido tuyo es la mano de Dios acariciando tu corazón; y cada respiración, una promesa de vida».

Los EDITORES
Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

EL NIÑO EN LA GRAN BIBLIOTECA

Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás.  Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. (Salmo 139:8-10).

¿Cree usted en Dios? —le preguntó George Sylvester Biereck a Albert Einstein. La respuesta del genio siempre me ha cautivado. —No soy ateo —respondió el científico—. El problema que conlleva es demasiado vasto para nuestras limitadas mentes. Estamos en la posición de un niño dentro de una enorme biblioteca con cientos de libros escritos en diversos idiomas. El pequeño sabe que alguien debió haber escrito esos textos, pero no sabe cómo sucedió. Tampoco entiende los idiomas en los que están escritos. Además, intuye que existe un orden misterioso en su disposición, pero no sabe cuál es. Esa, me parece, es la actitud que un hombre inteligente debiera mantener respecto de Dios. Vemos el universo maravillosamente ordenado y obedeciendo ciertas leyes, pero solo entendemos escasamente dichos códigos.
Albert Einstein nunca perdió la capacidad de asombrarse ante la grandeza y el orden del universo. En 1923 visitó a su amigo Niels Bohr en Copenhague. Ambos habían recibido pocos meses antes el premio Nobel de Física. Entonces, subieron al tranvía y empezaron a conversar sobre mecánica cuántica, un tema en el que discrepaban, pero que se encuentra en el centro mismo de la esencia del universo y de la creación de Dios. La discusión era tan animada que se pasaron un buen trecho de la parada donde debían bajar. Descendieron y tomaron el tranvía de regreso; pero el diálogo era tan intenso y absorbente que volvieron a pasarse de parada. Volvieron a tomar el tranvía por tercera vez... pero, en esta ocasión, Niels Bohr, quien cuenta la historia, no nos dice si bajaron en el lugar correcto.
¿Te has sentido alguna vez como un niño en una gran biblioteca? Yo sí. Quiero invitarte para que este año leas conmigo algunas páginas de esa maravillosa biblioteca. Algunas de ellas fueron escritas en el libro de la naturaleza, otras en el de la Providencia, pero todas nos revelan la grandeza y el amor de Dios. No importa a dónde vayas o qué mires, allí está Dios para decirte que te ama y se interesa por ti. Quizá, conforme leamos juntos, empieces a confiar en él y admirarlo todavía más. Entonces, quizá, él escribirá el libro más bello de su biblioteca en tu propia vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

EL AÑO VIEJO Y EL NUEVO

Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. 2 Corintios 13:5.

Ya ha comenzado el año nuevo; sin embargo, antes de darle la bienvenida, nos detenemos para preguntar: ¿Cuál ha sido la historia del año que acaba de pasar a la eternidad con su carga de registros?... ¡No permita Dios que en esta hora tan importante nos encontremos de tal manera preocupados por otros asuntos que no tengamos tiempo para realizar un autoexamen serio, cándido y crítico! Dejemos atrás las cosas de menor importancia y ocupémonos ahora de las que conciernen a nuestros intereses eternos...
Ninguno de nosotros puede representar el carácter de Cristo por su propia fuerza; pero si Cristo vive en el corazón, el Espíritu que mora en él será revelado en nosotros. Así todo lo que nos falta quedará suplido. Al comienzo de este nuevo año, ¿quién se esforzará por obtener una experiencia nueva y genuina en las cosas de Dios? Rectifiquen sus equivocaciones, en la medida de lo posible. Confiesen unos a otros sus errores y pecados. Deséchese toda amargura e ira y malicia; que la paciencia, la longanimidad, la bondad y el amor lleguen a formar parte de su mismo ser. Entonces, todo lo puro y amable y de buen nombre madurará en su experiencia...
A nosotros nos corresponde cultivar individualmente la gracia de Cristo, ser mansos y humildes de corazón, ser firmes, inamovibles, constantes en la verdad; porque solo así se puede progresar en la santidad y ser aptos para la herencia de los santos en luz. Comencemos el año renunciando completamente al yo; oremos en procura de un discernimiento claro... para que lleguemos a ser testigos de Cristo en todo momento y lugar.
Nuestro tiempo y talentos pertenecen a Dios, para ser usados para su honor y gloria. Nuestro esfuerzo más ferviente y ansioso debiera ser permitir que la luz brille a través de nuestra vida y carácter para iluminar el camino hacia el cielo, para que las almas sean atraídas del camino ancho hacia el camino estrecho de la santidad...
Se necesitan en la iglesia hombres y mujeres fuertes, obreros exitosos en la viña del Señor, hombres y mujeres que se empeñarán en que la iglesia sea transformada a la imagen de Cristo en vez de ser conformada a las costumbres y prácticas del mundo. Tenemos todo que ganar o perder. Veamos que estemos del lado de Cristo, el lado ganador; que trabajamos firmemente para el cielo.— Signs of the Times, 4 de enero de 1883; parcialmente en Exaltad a Jesús, p. 9.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White