lunes, 13 de julio de 2009

UNA MULTITUD DE ÁNGELES

De repente apareció una multitud de ángeles del cielo, que alababan a Dios... (S. Lucas 2: 13).

Por favor maestra, ayúdenos. Eran dos jóvenes que deseaban organizar un coro varonil. Al ver su deseo me dispuse a ayudarles y organizamos un hermoso coro. Pronto contábamos con un repertorio como para poder presentar un concierto. Al poco tiempo fuimos invitados para una reunión de Laicos en Sinaloa. Felices de salir de un internado, ver caras nuevas y pasar por la experiencia de cantar frente a un público desconocido partimos muy temprano. Llevábamos dos vehículos, uno con una capacidad de diez a doce pasajeros y otro con capacidad de cinco. Este último nos rebasó y se adelantó en el viaje. Íbamos felices, platicábamos y cantábamos. De repente nos impactamos con otro automóvil. Apenas me dio tiempo de tomar a mis dos hijos fuertemente, pero en segundos salí volando por la parte de enfrente junto con mis hijos y caí sobre un cactus: las espinas se encajaron en mi cuerpo, los niños cayeron sobre mí. El auto continuó dando vueltas y cayó en un dique. Después de revisar que mis hijos no tuvieran lesiones, traté de levantarme para ir en auxilio de los demás. Pero no pude pararme. De repente observé que una de mis piernas estaba fuera de su lugar. Desde donde estaba observé cómo cada uno de los tripulantes salía del agua. Pero faltaba mi esposo. Desesperada les pedí que fueran a ver qué sucedía con él. Lo encontraron prensado entre el asiento y la puerta. Mi marido dice que sintió cómo se rompían sus costillas una a una, se le quebraron cinco. No podía moverse, el agua casi le llegaba a la boca y estaba a punto de ahogarse. Los muchachos cargaron la camioneta y pudieron rescatarlo. Quienes pasaban por el sitio no podían creer que estuviéramos vivos. La empresa de seguros declaró como pérdida total el vehículo. Muchas situaciones pasaron, momentos de desesperación, incapacidades por varios meses, cama, muletas, etcétera. Pero reconocí que Dios es quien dirige nuestras vidas. La presencia divina se sintió. Testificamos el auxilio de millares de ángeles. Sin duda alguna, millares de ángeles te han protegido en diversas situaciones. Agradezcamos a Dios por esos vigilantes tan efectivos que Dios nos ha dado.

Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de la Matutina manifestaciones de su amor

FE SENCILLA

Que se haga conforme a la fe que ustedes tienen. Mateo 9: 29

La única posesión de valor que tenía Jai Ram era un búfalo de agua. Lo ayudaba a ganarse un pequeño sueldo. Cuando Jai Ram cayó enfermo de malaria, pidió a los jóvenes de la aldea que alimentasen a su búfalo. Pero los jóvenes cometieron un grave error. Le dieron de comer unas calabazas venenosas. Cuando el búfalo se echó en el suelo y murió, lo jóvenes, presa del pánico, corrieron a ver a Jai Ram. Los aldeanos escucharon la conmoción y acudieron de todas partes para ver que sucedía. Cuando vieron al búfalo. Se miraron unos a otros con expresión de ya-te-la decía. Sabían por qué había muerto el búfalo. Jai Ram era castigado por despreciar a los dioses hindúes. Jai Ram introdujo la mano en el cuello del búfalo y sacó pedazos de calabaza venenosa. Masajeó su vientre hinchado como un balón. No sirvió de nada. Corrió a la escuela y le contó al maestro Singh lo que había sucedido.
—Hay que ungirlo con aceite para que Dios pueda devolverle la vida al búfalo. El maestro intentó disuadirlo.
—Jai Ram, no ungimos a los animales.
—Es que les he dicho a todos que Dios puede devolverme el búfalo —protestó Jai Ram,
El maestro y los 24 alumnos de la escuela siguieron a Jai Ram a donde yacía el búfalo. El maestro Singh oró mientras Jai Ram y los niños ponían las manos sobre el animal muerto. Nada sucedió. Jai Ram oró. Pidió a Dios que obrara un milagro. Acabó diciendo: «Gracias, Jesús. Gracias, Jesús. Gracias, Jesús. Amén». En el momento en que Jai Ram terminó la oración, el búfalo abrió los ojos y se levantó. Los jóvenes salieron disparados en todas direcciones a la vez que el búfalo trotaba hacia un campo de maíz. El búfalo de Jai Ram vivió muchos años como prueba de que todavía suceden milagros si las personas ponen su fe en el Dios que ve, escucha y responde.

Tomado de la Matutina el viaje Increible.

ENEMIGOS GRATUITOS

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley Gálatas 5:22,23

Tienes algún enemigo? Si tu respuesta es negativa, entonces la mayor parte de la Biblia no se te aplica. Desde el momento en que decidiste aceptar a Jesús como Señor y Salvador, declaraste la guerra a todos las huestes de las tinieblas. Tu principal enemigo anda buscándote «como león rugiente», pues iniciaste una guerra «contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efe. 6: 12). ¿Tienes enemigos?
Pero no solo tienes enemigos espirituales, sino también de carne y hueso. Santiago lo dijo con claridad: «¡Oh, almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios» (Sant. 4: 4). No hay neutralidad posible. Si eres amigo y servidor de Dios, entonces eres, irremediablemente, enemigo del mundo, y de su príncipe, Satanás.
En el momento de aceptar a Cristo, los cristianos se ganan un enemigo: el diablo. ¿Se volvieron contra ti tus amigos y familiares cuando aceptaste a Cristo? El apóstol Pablo dijo con acierto: «Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución» (2 Tim. 3: 12). Juan sabía muy bien lo que era tener enemigos. Uno de ellos lo hirvió en un caldero de aceite hirviendo. Pero como Juan no se coció, lo envió a la solitaria isla de Patmos para que muriera. La Biblia nos dice: «Hermanos míos, no os extrañéis si el mundo os aborrece». Ser bueno y piadoso, como Abel, es peligroso; suscita la enemistad de los malos (1 Juan 3:13).
Es posible que haya quien se burle de ti por seguir a Cristo con frases de la guisa de «Ahí viene el santurrón. Ahí viene el tipo que lee la Biblia todo el día». De hecho, ser cristiano y no padecer un cierto grado de persecución es sospechoso, según nuestro Señor (Luc. 6: 26). Juan sabía, y nosotros también debemos saber, que todos los ataques de nuestros enemigos son contra Dios, no contra nosotros. Él debe encargarse de nuestros enemigos, no nosotros.
Pidamos a Dios esta mañana que nos llene del Espíritu Santo para tener los frutos del Espíritu a pesar de los ataques del enemigo. Y no olvides el mandato del Señor: «Amad a vuestros enemigos» (Mat. 5:44). Nuestra oportunidad y nuestra misión es convertir a nuestros enemigos gratuitos en amigos, a través de nuestro ejemplo piadoso.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos