domingo, 13 de noviembre de 2011

¡RENOVADOS! – 1ª PARTE

Nosotros tenemos la mente de Cristo (1 Corintios 2:16).

Una vez hemos sido rescatados, perdonados y reconciliados, ya estamos listos para que, de manera paulatina, el Espíritu Santo vaya realizando una transformación en nuestro ser, cambiando nuestros gustos y preferencias, nuestras debilidades y nuestra condición pecaminosa, renovándonos por completo. La primera renovación que se produce en el ser humano que ha sido reconciliado con Cristo es la del corazón.
Dice el profeta: «Os daré un corazón nuevo» (Eze. 36: 26). Este texto nos habla cíe que Dios producirá en nosotros un cambio total; y posteriormente añade: «Quitaré de vosotros el corazón de piedra y os daré un corazón de carne». «Os daré un corazón nuevo» quiere decir lo mismo que «os daré una mente nueva», una nueva forma de pensar y de entender las cosas. Al cambio del corazón lo acompañan siempre una clara convicción del deber cristiano y la comprensión de la verdad. El que con oración se acerca a las Escrituras tendrá conceptos claros y su entendimiento alcanzará un plano superior de inteligencia.
Ese milagro se hace realidad en las vidas de aquellos que anhelan la renovación por medio de la sangre redentora de Cristo. Entonces el corazón, antes endurecido como piedra por el pecado, es transformado en un corazón dócil, receptivo al Espíritu Santo y al mensaje de las Escrituras, y se dispondrá, con humildad y mansedumbre, a enmendar las faltas cometidas y a proyectarse hacia el futuro con la seguridad de que podrá llegar a las mansiones eternas.
1.a mujer pecadora que fue llevada ante Jesús para ser condenada experimentó la transformación del corazón. Su vida, antes degradada por el pecado, y su corazón, ames repleto de ira, remordimiento y odio, fueron dócilmente transformados en una nueva manera de pensar y de vivir. Ahora servía a Cristo. Las palabras renovadoras del Maestro: «Vete y no peques más» (Juan 8: 11) habían obrado el misterio de la renovación.
No importa cuántas cargas lleves en tu vida ni cuan duro creas tener el corazón. Para Jesús no hay nada imposible. Aquello que a nosotros nos parece irrealizable, encuentra solución en el amor divino.
«Vuelve ahora en amistad con Dios y tendrás paz; y la prosperidad vendrá a ti» (Job 22: 21).

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

VIDA DOBLE

Así hablad, y así haced, como los que habéis de ser juzgados por la ley de la libertad. Santiago 2:12.

Ese sábado tuve que asistir a una iglesia diferente de la que concurro habitualmente, porque se bautizaban varios de los alumnos del colegio donde trabajaba. Al llegar, me recibió Marcos, un joven de dieciocho años que también pertenecía al colegio y que estaba vestido como conquistador para dirigir la guardia de honor de quienes se bautizaban. Durante el bautismo, Marcos se mostró servicial, atento y muy responsable de todas las actividades que tenía a su cargo, y en buena medida me sentí orgulloso de que asistiera a un colegio adventista.
Días más tarde, al ingresar al aula de Marcos, lo vi haciendo desmanes terribles. Cuando un preceptor le llamó la atención, Marcos le respondió con tantas palabrotas que no podía creer que se tratara del mismo joven que había colaborado en el bautismo. Luego, al conversar con la directora del colegio, me mencionó que Marcos tenía una conducta pésima con casi todos los profesores, y que estaban esperando que terminara el año de estudios porque entonces ingresaría a la universidad y no tendrían que soportarlo como estudiante de la escuela secundaria.
Es común que tanto jóvenes como adultos nos comportemos de un modo diferente en el ambiente cotidiano que en la iglesia. Como la iglesia es la casa de Dios, muchos somos reverentes y hasta parecemos excelentes cristianos, pero una vez que salimos del templo, volvemos a la vida que llevábamos y vivimos como si Jesús no existiera.
Santiago, procurando que los cristianos se condujeran como tales en cualquier lugar y en cualquier circunstancia, aconsejó: "Así hablad y así haced". Es fácil mostrarse como buenos cristianos mientras estamos en el templo, pero el cristianismo genuino se demuestra en cada lugar que se pisa. Jesús fue un ejemplo de vida en la montaña, en la barca con sus discípulos, en la casa de Lázaro, en la mesa de Simón, en el templo, en su hogar y en el juicio ante Anas y Caifás. Su mensaje fue auténtico y llamativo, pero lo que más impresionó a los contemporáneos de Cristo fue su vida ejemplar. Por eso, si somos seguidores de Jesús, tenemos que vivir como buenos cristianos en la iglesia, en la casa, en el colegio y en la casa de nuestros amigos.
Cada uno de nosotros debe vivir cada día mirando a Jesús como el gran modelo. No importa el lugar donde estemos, no importa la circunstancia, siempre debemos ser y parecer cristianos. Con Jesús en el corazón, una vida doble no tiene sentido.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡CALLES!

Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús. Romanos 3:24.

- Perdí mi carrera, mi familia, mi libertad... Perdí mi vida! ¡No me queda nada!
La voz ronca, quebrada y triste de Juana no escondía el volcán de sentimientos que atormentaban su corazón. Escondía sus ojos detrás de unos lentes oscuros, baratos; de esos que compras en la calle por tres dólares.
La calle; tal vez, la calle fue su desgracia. Había sido en la calle que encontró gente que la llevó a la drogadicción y, finalmente, a la cárcel. En la calle sufrió, pasó hambre y durmió. ¡La calle! ¡Ah, calles abarrotadas de gente! Calles asfaltadas. Más peligrosas que los caminos angostos de la jungla. Calles sin alma, sin compasión; calles de muerte.
Todo eso era pasado: en la cárcel, privada de su libertad, fue, irónicamente, donde halló la verdadera libertad.
Madrugada fría de junio; piso helado de cemento; comida de puercos en el suelo, disputada por ratas y cucarachas... ¿Por qué es necesario llegar al extremo de la vida, para reconocer que Jesús es la única salida? En el frío lacerante de aquella celda solitaria, pagaba el castigo por causa de una indisciplina. Allí, Juana se acordó de un versículo de la Biblia, que oía todas las mañanas a través de la radio de otra presidiaría: "Somos justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es en Cristo".
En el dolor, el corazón se vuelve sensible; en la derrota, se aprende; en la soledad, se piensa. Juana sintió, pensó y aprendió. Aceptó a Jesús como su Salvador, y ese fue el inicio de una nueva vida.
La redención no es solo salvación: la redención significa libertad, porque alguien pagó el precio. El precio no fue oro ni plata, sino la preciosa sangre de Jesucristo. Él sufrió, fue encarcelado y murió para que tú pudieses vivir. Nada, ni nadie, tiene el derecho de quitarte esa libertad.
Un día, Jesús tuvo que subir la angosta calle que lo llevó a la muerte, a fin de que tú salieses de las calles traicioneras de este mundo, y encontrases el Camino: aquel que, con seguridad, te llevará a la vida eterna.
Por eso, hoy, antes de salir a la calle en busca de tus sueños, recuerda que "somos justificados por su gracia, por la redención que hay en Cristo Jesús".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón