sábado, 31 de agosto de 2013

HÁBITAT DE OSOS

Lugar: California, EE.UU.
Palabra de Dios: Mateo 18:19, RVR

¡Crunch! ¡Pap! Josué y Jenny se sentaron de un salto en sus bolsas de dormir. Era plena noche, y estaban acampando en el Parque Nacional Sequoia. De pronto oyeron el ruido de vidrios rotos.
¿Qué fue ese ruido? susurró Jenny.
El papá se levantó a investigar. Abrió la puerta de la carpa, y alumbró con su linterna.
¡Oh, no! dijo. iOsos! ¡Tres osos! Una mamá osa y dos crías. Todos se quedaron muy quietos, con miedo de moverse.
Entonces, la mamá dijo: Hagamos un poco de ruido. ¡Quizás eso los aleje!
Ella comenzó a gritar, y Josué y Jenny se le unieron, hasta que se quedaron sin voz. Pero, los osos seguían allí. De hecho, uno de los oseznos se había subido al asiento trasero del auto y habla comenzado a comerse los duraznos que había allí.
¿Que podían hacer? ¿Qué pasaría si los osos decidían explorar la carpa? Entonces, Jenny sugirió que oraran. «Querido Dios, por favor, aleja a los osos», rogó al Señor.
¡Increíble! exclamó el papá un momento más tarde. La mamá osa salió corriendo hacia el bosque. Jenny, vuelve a orar.
Jenny rápidamente oró nuevamente. «Querido Dios, gracias por alejar a la mamá osa. Ahora, por favor, aleja a los cachorros, también». Y, créanlo o no, los oseznos dejaron de lado los duraznos que habían estado devorando y corrieron detrás de su madre tan rápido como podían.
Jesús nos dice: «Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho par mi Padre que está en los cielos».

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿CUÁLES SON TUS MOTIVOS PARA VIVIR?

Olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece. Filipenses 3: 13-14

Una vida sin motivos es algo sin sentido. Quien no descubra cuál es la misión de su vida, caminará perdido por los laberintos de la existencia humana. Puede incluso sentir hastío de sí y no soportará los triunfos y éxitos de los demás.
Los propósitos son los que marcan la ruta, son los motores que se encienden cada mañana al despertar y nos impulsan a trabajar con ahínco; la fuerza de la existencia y el deseo de vivir se encuentran en ellos.
Cuando Dios colocó a Adán en el Edén, tenia propósitos bien definidos para él: «Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara» (Gén. 2: 15). Dios creó un entorno especial para Adán y le encomendó una tarea; esto pasó a constituir una parte de la razón de su existencia. Lo mismo ha hecho Dios con nosotras. Nos creó, y nos encomendó una misión. Nuestra tarea consiste en descubrir la razón de nuestra existencia. Cuando lo conseguimos, somos como el buen árbol que da frutos deliciosos y que cobija en sus ramas a las avecillas del campo ya su sombra al caminante cansado.
Los propósitos más buscados deberían ser aquellos que en todo tiempo y circunstancia glorifiquen a Dios. La búsqueda de conocimiento, de prosperidad material y de éxito profesional, son motivos santificados cuando los ponemos en las manos de Dios. Sin embargo, el egoísmo puede hacer que perdamos de vista el hecho de que todo lo que Dios nos provee como un bien, debe ser usado también en beneficio de otras personas. Si lo ignoramos, caeremos en la frialdad, y finalmente una sensación de vacío existencial podría hacer presa de nosotras.
Amiga, hoy es un buen día para que revises los propósitos de tu vida. Si descubres que no están en orden, vuelve a definirlos. Compra el colirio del cielo para que puedas ver con claridad lo que tienes frente a ti. Toma fuerzas en la oración y en la lectura de la Palabra de Dios, y con paso firme y decidido avanza.
Di, como el apóstol: «Sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús» (Fil. 3: 14).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

BIENAVENTURADOS LOS QUE PERSEVERAN

El que se mantenga firme hasta el fin será salvo (Mateo 24:13).

Ya sé que no hay una bienaventuranza que lo diga así (bienaventurados los que perseveran), pero creo que es verdadera. Es lo que dice, en esencia, nuestro texto de hoy.
Ningún otro rasgo de carácter es tan crucial para el éxito como la perseverancia. El apóstol escribió: “Han oído hablar de la perseverancia de Job” (Sant. 5:11). Dios elogia a los perseverantes (lee Apoc. 2:3).
A un niño que era muy tímido en la escuela le pusieron el sobrenombre de “Sparky”. Así se llamaba un caballo que aparecía en las tiras cómicas. A él le iba tan bien en la escuela, que lo adelantaron de grado. Cuando estaba en primer grado, su mamá lo ayudó para que les llevara presentes del Día de la Amistad a todos en su clase, de manera que ninguno se sintiera mal por no haber recibido nada. Sin embargo, su timidez le impidió poner los regalos en la caja que estaba frente al salón de clases para ese propósito, así que se volvió a casa con ellos.
Con el paso del tiempo, se convirtió en un adolescente muy tímido, porque era el de menos edad de su clase en la secundaria. Un momento desagradable ocurrió cuando le rechazaron sus dibujos para el anuario.
Sparky fue víctima de muchos rechazos durante su vida. Incluso cuando le propuso matrimonio a la mujer de la que se enamoró, fue rechazado. Finalmente, se casó con otra.
Su única habilidad era el dibujo, y él se sentía orgulloso de sus obras de arte. Pero, nadie las apreciaba. Sin embargo, no se dio por vencido. Sparky comenzó a considerar la posibilidad hacer carrera como artista profesional. Un día se le ocurrió comenzar a escribir su autobiografía mediante caricaturas. En ellas describía su niñez, mostrando al niño introvertido que no lograba tener éxito. Utilizó aun personaje conocido hoy en la mayor parte del mundo.
Charles “Sparky” Monroe Schulz fue el creador de la famosa tira cómica Peanuts, de Charlie Brown, el niño cuya cometa no volaba, y su inseparable perro Snoopy.
Sparky triunfó al fin en la vida, mientras sus compañeros “más inteligentes” se perdieron en el olvido. Pero en la vida espiritual el asunto es aún más importante. Aquí la perseverancia es de la mayor trascendencia. De los perseverantes es el reino de los cielos. Si caes, si el enemigo se regocija derribándote, no te rindas, no te desanimes. Todavía hay esperanza para ti. Dios es especialista en levantar a quien ha caído.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

UNA OBRA BIEN TERMINADA

Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese. Juan 17:4.

Cuando Cristo expiró en la cruz y clamó en gran voz “Consumado es”, su obra había terminado. El camino había sido abierto; el velo había sido rasgado. La humanidad podía acercarse a Dios sin una ofrenda de sacrificio; sin el servicio de sacerdotes terrenales. Cristo mismo era un sacerdote según el orden de Melquisedec. El cielo era su hogar. Vino a este mundo a revelar al Padre. Respecto de su humillación y conflicto, su obra en lo concerniente a ello ya estaba hecha. Ascendió al cielo y se sentó para siempre a la diestra de Dios.
La vida de Cristo en esta tierra había sido de fatiga; una vida ocupada e intensa. Resucitó de los muertos y durante cuarenta días permaneció con sus discípulos, instruyéndolos en preparación para su partida de entre ellos. Estaba listo para irse. Había demostrado el hecho de que era un Salvador vivo; sus discípulos no necesitaban asociarlo más con la tumba de José. Podían pensar en él en términos de su glorificación entre los ejércitos celestiales…
Todo el cielo esperaba con ansiosa vehemencia el fin de la demora del Hijo de Dios en un mundo quemado y marcado con la maldición. La exaltación de Cristo habría de ser en proporción a su humillación y sufrimiento. Llegó a ser el Salvador, el Redentor, únicamente porque primero llegó a ser el Sacrificio…
Cristo vino a la tierra como un Dios disfrazado de humanidad. Ascendió al cielo como el Rey de los santos. Su ascensión fue digna de su carácter exaltado.
Ascendió desde el Monte de los Olivos en una nube de ángeles, quienes lo escoltaron triunfalmente a la ciudad de Dios. Él no fue por su propio interés, sino como el Creador del pacto y el Redentor de sus hijos e hijas creyentes, que han llegado a creer por la fe en su nombre. Vino como uno poderoso en batalla, un conquistador, que llevó cautiva a la cautividad, entre aclamaciones de alabanza y cánticos celestiales…
¡Qué contraste entre la recepción de Cristo cuando regresó al cielo y su recepción en esta tierra! En el cielo solo había lealtad, no había penas ni sufrimiento con los cuales toparse constantemente…
Había llegado el momento para que el universo del cielo aceptara a su Rey —Signs of the Times, 16 de agosto de 1899.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White