jueves, 14 de junio de 2012

PROBLEMAS COMO ROSAS


«Oh Dios mío, ponlos como polvo en remolino; como paja ante el viento» (Salmo 83:13, BLA).

Hoy iremos a explorar la tierra de la Biblia. Espera, ¿qué es eso que ha pasado rodando como paja seca frente a nosotros? Es una pequeña planta rodadora. De hecho, es una planta llamada rosa de Jericó. La rosa de Jericó es una planta asombrosa. Cuando el clima está seco, sus hojas se cierran y protegen del intenso calor a las semillas que lleva dentro. Cuando llueve, las hojas se extienden hacia afuera y las libera. Cuando sopla el viento, la rosa de Jericó es arrastrada, liberando las pequeñas semillas y esparciéndolas por doquier; lo que permitirá que nazcan nuevas rosas de Jericó. A veces, cuando la gente tiene problemas, se cierra y no exterioriza lo que le ocurre. Dios quiere que nos «abramos» a él como la rosa de Jericó se abre y deja que sus semillas caigan en el camino. Y así » como la semilla de la rosa de Jericó inicia una nueva vida, Dios puede tomar nuestros problemas y renovar nuestra fe.  Él lo hace mostrándonos que puede resolverlos.
Ábrete hoy a Dios y cuéntale tus problemas, Hazle saber que quieres que convierta tus problemas en oportunidades. Observa después cómo él obra milagros en tu vida y arrastra tus problemas como paja en el viento.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¿ATRIBULADA?


Pero Ana le respondió: «No, señor mío; soy una mujer atribulada de espíritu.  No he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová»  (1 Samuel 1:15).

El texto de hoy siempre ha sido uno de mis favoritos. En especial trato de leerlo si por alguna razón me siento atribulada.  Luego sigo el ejemplo de Ana. Puedo testificar que, al igual que a ella, no me ha faltado la ayuda divina.
Ana pedía un hijo; y tú, ¿qué le pides al Señor? Quizás hoy te sientas triste por tu iglesia, por la falta de amor entre sus miembros, por aquellos que se han ido detrás de lo que el mundo les ofrece olvidándose de Dios. A lo mejor estás sufriendo porque alguien a quien amas te ha herido profundamente, traicionándote. Es posible que quien considerabas tu mejor amiga no lo sea en realidad.  Otras situaciones podrían implicar desavenencias con vecinos problemáticos, alguna grave enfermedad o algún rencor que no te permita tener paz.  O tal vez estés sufriendo a causa de la envidia o del abandono.
Contempla a Ana con los ojos de la fe. Ella era una mujer que llevaba en su corazón la tristeza de no tener hijos.  Tampoco podría abrigar la esperanza de que de ella naciera el Mesías. Además debía soportar a Penina, su rival, con quien tenía que compartir a su esposo, quien la incomodaba y la hacía sentir mal afirmando que era el Señor quien no le había dado hijos.
Ana probablemente había recurrido a todas las soluciones humanas con el fin de quedar encinta. Quizá había seguido los consejos de familiares y vecinas, poniendo en práctica numerosos tratamientos. Pero un día acudió al templo con amargura de alma para obtener el remedio divino para su situación. Según nos dice la Biblia, oro al Señor llorando copiosamente, y Dios vio la aflicción de su sierva y le concedió lo que tanto anhelaba.
Ese Dios todopoderoso es capaz de contestarte a ti, que tal vez sufres por algún motivo. Ábrele de igual forma ni corazón con ruegos y lágrimas. Quizá él tenga misericordia y se acuerde de ti, y te conceda tus deseos y anhelos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Isabel Salinas de Martín

¿TIENES ALGO QUE DECIR?


Recuerden esto, queridos hermanos: todos ustedes deben estar listos para escuchar; en cambio deben ser lentos para hablar. Santiago 1:19.

Albert Einstein, sin lugar a dudas el científico más importante del siglo XX, es también conocido por sus ocurrencias. Una de ellas se produjo cuando se celebró una cena en su honor.
Einstein había sido invitado para recibir un galardón por su contribución a la ciencia. Después de recibir su premio, la concurrencia comenzó a clamar: «¡Que hable! ¡Que hable!».
Aunque el programa no contemplaba un discurso del famoso científico, el presidente de la institución lo invitó a hacer uso de la palabra. En contra de su voluntad, Einstein subió al pódium. El público guardó absoluto silencio. Entonces comenzó diciendo: «Damas y caballeros, lo siento mucho pero en este momento no tengo nada importante que decirles». Dicho esto, tomó asiento. A los pocos instantes, como recordando algo que debió decir, Einstein se levantó de su asiento: «Cuando tenga algo que decirles, les avisaré».
En efecto, unos seis meses más tarde, se comunicó con el presidente de la universidad para expresarle: «Ahora sí tengo algo importante que decirles».
Cuenta el relato que entonces se llevó a cabo otra cena en su honor, en la que Einstein finalmente dio su muy esperado discurso.
En una época como la nuestra, en la que muchos quieren hablar y pocos escuchar, la experiencia de Einstein nos enseña una valiosa lección: Cuando no tengamos nada que decir, es mejor callar. Pero cuando tengamos algo importante que decir, entonces hablemos. Ya lo dijo el Sabio: «En este mundo todo tiene su hora; hay un momento para todo cuanto ocurre: [...] un momento para callar y un momento para hablar» (Ecl. 3:1,7).
Una lección no menos importante que se deriva de la anterior es que cuando sea tiempo de hablar, hagámoslo al punto y sin rodeos, pues como bien lo expresó Salomón, «el que mucho habla, mucho yerra» (Prov. 10:19).
Pidamos a Dios que nos ayude a cultivar el don del habla porque, como bien lo expresa el libro Palabras de vida del gran Maestro en la página 270, ningún otro talento puede ser de mayor bendición que este. Y pidámosle también que nos dé sabiduría para saber cuándo y cómo usarlo.
Capacítame, Señor, para saber cuándo hablar y cuándo callar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ENCENDED LAS LÁMPARAS


«¡Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano!» (Isaías 55: 6).

Mi esposa creció en una familia con cuatro hijas y sin ningún hermano. Cuenta que cuando todas eran adolescentes tenían una talla similar y solían intercambiarse la ropa. Por lo general, la cosa iba bien excepto cuando todas querían el mismo vestido. Llegaron a la conclusión de que los intercambios se tenían que reservar para las emergencias.
Cuando las damas de honor necias se dieron cuenta de que se les había acabado el aceite, pidieron a las sabias que les dieran un poco de su aceite, pero estas no accedieron. En realidad, las damas de honor sabias sentían compasión por ellas y querían ayudarlas en el mal paso, pero respondieron: «No podemos compartir el aceite porque entonces nosotras tampoco tendremos suficiente». Luego sugieren:  «¿Por qué no van y compran más?».
Los que quieren ser salvados tienen que prepararse; esto es, necesitan un corazón arrepentido para poder recibir la gracia y el perdón de Dios.  Aunque nos rodeen buenos amigos y familiares que oran por nosotros a diario, la preparación personal es una necesidad vital para la salvación. El justo vivirá por su fe. Cada uno tiene que dar cuenta de sí mismo y, por lo tanto, debe preparar su propio corazón. Ese día nadie podrá responder por nosotros. El aceite del Espíritu Santo nos lleva al arrepentimiento para que podamos recibir la gracia de Dios. Esta se aplica solo a aquellos pecados de los que nos hemos arrepentido. Por eso no podemos compartir el aceite. Por mucha gracia de que se disponga, nunca se tiene de sobra. Dios da gracia a cada uno según su arrepentimiento. Algunos creen que pueden beneficiarse de las buenas obras y la justicia de los santos. Pero los sabios entienden que solo tienen aceite para ellos mismos y nadie más.
Pero nótese que las damas de honor sabias no reprenden a las necias por no estar preparadas y no se envanecen por el hecho de que ellas han sido previsoras. En su lugar, les dan el mejor consejo que pueden en tales circunstancias. Quienes cometen errores necios en los asuntos del alma son más objeto de compasión que de insulto.
¿Qué hacemos para animar a otros a prepararse para la llegada del Novio?. Basado en Mateo 25:1-13

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill