martes, 11 de octubre de 2011

SALUD MENTAL

Si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; todas son flechas nuevas. (2 Corintios 5:17)

He perdido el gusto por la vida. Me esforcé por alcanzar la felicidad y ahora, cuando ya soy demasiado mayor, comprendo que perdí el tiempo y que no logré lo que quería». ¡Cuántas mujeres se dicen esto a sí mismas, agotadas tras las luchas de toda una vida!
Cuando llega un nuevo bebé al mundo, siempre pensamos que será feliz. Los amigos y familiares ponen sus esperanzas en ese pequeño al que verán crecer y dar sus propios frutos. ¿Te acuerdas de cuando eras niña? De tus juegos infantiles, de tus ilusiones, de tu mundo interior... Ahora, ¿en qué etapa de la vida te encuentras? ¿Has dejado atrás muchas primaveras y solo puedes ver el otoño de los pocos años que te quedan por vivir? ¿Qué has hecho con tu vida? ¿Cuántos de tus sueños se han hecho realidad?
Para muchas de nosotras resulta doloroso recordar lo que hemos tenido y que nunca volverá. Nuestro físico ha sufrido cambios demasiado drásticos y nuestro corazón es ahora prisionero del implacable paso del tiempo. Pero déjame decirte que, a pesar de todo lo ocurrido, Dios tiene grandes planes para tu vida, aunque te queden pocos años y poca salud.
Puede que tu salud física haya menguado con el paso del tiempo, pero hay algo que nada ni nadie, ni las peores circunstancias, la enfermedad o el sufrimiento, te puede quitar: la salud mental. ¿Qué es la salud mental y por qué se le concede tanta importancia? La salud mental es el estado óptimo de la mente. Jesús quiere habitar en nuestros pensamientos, para modificar nuestras acciones a través de la razón, por eso debemos tener una mente equilibrada y sana. Por desgracia a veces elegimos llenar nuestras mentes de chatarra, que impide la entrada del Espíritu Santo.
Hoy tienes un buen motivo para revisar qué hay en tu mente. ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Cuáles son tus motivaciones? Para tener una buena salud mental hay que aprender a dominar el caballo desbocado del yo, derrotar el orgullo y vencer nuestra rebeldía innata. Si caminas de la mano de. Jesús, él podrá hacer en ti lo que tú, por tus propias fuerzas, no eres capaz de lograr.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

"NO LO TOQUES"

No hurtarás. Éxodo 20:15.

Otro de los mandamientos olvidados en nuestros días es el que Dios puso para cuidar la propiedad privada, propia y ajena. Todavía recuerdo la descripción que un joven hizo de un asalto sufrido en horas nocturnas. Al volver el sábado de noche de la iglesia, dos ladrones lo amenazaron a punta de revólver y le pidieron todo el dinero de su billetera, los zapatos, el abrigo y la camisa que llevaba puestos. Pensó en negarse al asalto, ya que tenía algún conocimiento de artes marciales, pero el delincuente que llevaba el arma había tomado una distancia prudencial, mientras el otro lo despojaba de sus pertenencias. Este incidente que ocurre cientos de veces por día en cualquier ciudad grande, demuestra la ignorancia y la falta de respeto que existe hacia la ley de Dios.
Es posible que tú nunca sientas la tentación de realizar un robo a mano armada. Aún así, si estás realizando tus estudios medios o superiores es posible que recibas la tentación de cometer un robo académico. Copiar en un examen también es robar. Quien lo hace, engaña al profesor, incluyendo información para su evaluación que no le pertenece, y termina engañándose a sí mismo.
También el soborno transgrede este mandamiento. El pecado es realizado tanto por quien pide un beneficio económico, haciendo uso de poder o autoridad, como también por aquel que otorga el beneficio para librarse de la sentencia por una falta cometida. Tanto el sobornador como el sobornado cometen pecado; y como con cualquier otro pecado, el único remedio y solución es el perdón de Jesús.
Dios desea que cada persona respete la propiedad privada ajena, y que todos aprendamos a vivir conformes con lo que poseemos. Si deseamos poseer algún bien, por necesidad o por superación personal, la manera de conseguirlo es a través del trabajo honesto y el sacrificio individual. Hacerse propietario del bien de otro, por la fuerza o por ignorancia ajena, es atentar contra el octavo mandamiento.
Jesús, el gran Médico y Salvador que reina en los cielos, es la esperanza para todo aquel que practicó el robo en alguna de sus múltiples formas. Jesús, como Médico divino, tiene el poder para curar la enfermedad del pecado, y como Salvador otorga el perdón y la gracia para vivir de una manera honesta y responsable.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

DOS REINOS

Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Romanos 5:17.

El versículo de hoy habla de dos reinos. El primer reino es el de la muerte; entró por Adán. Si lees en Génesis 5, el capítulo de las generaciones de Adán, verás que hay una dramática repetición de la expresión "Y murió". Todos murieron porque, con la caída de Adán, entró el reino del pecado y, consecuentemente, la muerte.
Pero, Pablo afirma que también por uno, esto es, por Jesús, entró el reino de la justicia y de la vida. Nota que Pablo coloca la vida como un sinónimo de la justicia: justicia es vida; vida plena, exuberante. Jesús dijo: "Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia".
¿Cómo se consigue esa vida abundante? O, mejor, ¿qué es la vida abundante? Romanos 5:19 trae la respuesta: "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también, por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos". Pablo correlaciona la desobediencia con la muerte, y la obediencia con la vida. Es de lamentar que el ser humano piensa que obedecer le quita libertad y que, sin libertad, no puede vivir la vida abundante.
Dios piensa de otra forma: lo que te quita la libertad, te hace infeliz y te lleva a la muerte no es la obediencia, sino el pecado, o desobediencia. Tal vez por eso, la palabra "pecado", en el idioma griego, es amariza. Significa "errar el blanco".
Te olvidas de la voluntad de Dios; echas a un lado su santa ley; escoges tus propios caminos, tratando de ser feliz. ¿Y cuál es el resultado? La muerte, la infelicidad, la desesperación: yerras el blanco.
Pero, entonces, viene Jesús y obedece; y, por su obediencia, trae la vida, y te ofrece su justicia y su vida abundante. Pero, esta vida abundante involucra obediencia; sin ella, volverías de nuevo al reino de la muerte.
Vivir o morir, ¡esa es la cuestión! Decidir o no decidir; entrar o salir; correr a los brazos de Jesús o huir de él. ¿Qué harás? Antes de responder, recuerda: "Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida, por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón