jueves, 11 de junio de 2009

COSA QUE OJO NO VIO

Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente humana ha concebido lo que Dios ha preparado para quienes lo aman (1 Corintios 2: 9).

He aprendido a ver lo hermoso del desierto. Hay belleza en cada lugar que el Señor creó. Tierra aparentemente estéril, pero donde puedes apreciar el amor de Dios de una manera especial. Después de muchos años fuera de mi tierra, hoy vivo en la región que me vio nacer y me he dado cuenta que realmente no conocía bien estos lugares. Por mucho tiempo pensé que no habría nada que se pudiera cultivar en esa clase de tierra, pero durante un viaje por la carretera observé unos cultivos de espárragos, huertas de naranjos, toronjas, viñedos y olivares. ¡Esto sí que era increíble! En su gran amor, Dios había creado esta variedad de vegetales para que se cultivaran en esta tierra despoblada. Las personas oriundas de zonas fértiles que visitan estos lugares aseguran que ni las lagartijas sobreviven, además, no tiene atractivos ante sus ojos. Pero no es así. En el dorado del pasto seco, en contraste con el verde de algunos arbustos, y en los cerros rocosos hay una belleza particular. Los amaneceres y las puestas del sol exhiben fuertes colores dorados, naranjas, rosados que cambian poco a poco las nubes, con brillantes combinaciones de colores desde la paleta del gran pintor, nuestro Creador. Dios ha dado a cada lugar un atractivo especial. Podemos apreciar una vislumbre de la hermosa creación en cualquier lugar en que nos encontremos. Hay belleza a pesar de tantos años de pecado. Belleza que nos habla del gran amor del Señor por sus hijos. Belleza que se verá transformada por la renovada hermosura del mundo venidero porque el Señor prepara algo que supera nuestra imaginación y las escenas terrenales más atractivas a la vista. ¡Cuánto anhelo que llegue ese día! ¡Espero que sea muy pronto! Yo quiero estar lista y te invito a prepararte para que podamos contemplar la mejor belleza de todas, que será ver al Señor Jesús.

Noemí Gil de Barceló
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

SINCERAMENTE EQUIVOCADO

La discreción y la inteligencia serán tus constantes protectoras; ellas te librarán del mal camino y de los hombres perversos. Proverbios 2:11,12

Durante el siglo XIX, Clement Vallandigham, un ex congresista, dejó la política para dedicarse a la abogacía en Ohio, su estado. Uno de sus cliente-,, Thomas McGehan, había sido acusado de asesinato pero McGehan aseguraba que era inocente. De hecho, afirmaba que nunca había disparado el revólver

El abogado pensaba que tenía una buena explicación de lo que había sucedido Creía que la víctima se había disparado su propio revólver por accidente.

La víspera del juicio Vallandigham se reunió con sus socios en la habitación del hotel y les contó la estrategia que iba a usar durante el juicio. Tomó un revólver descargado de encima de una cómoda y apuntando a su pecho, tiró del gatillo. Por desgracia había habido dos revólveres en el estante y había tomado el equivocado, el que estaba cargado.

—¡Me he disparado! gritó atónito mientras caía al suelo. Pocas horas despues murió.

Vallandigham creía sinceramente que el revólver que había tomado no era peliqroso. Pero por mucha sinceridad que hubiera, era imposible cambiar el daño causado por la bala.

Cuando se les advierte de los peligros de la música inmoral, de los programas de televisión y de las películas, algunos jóvenes quieren racionalizar sus malas elecciones diciendo: «me gusta la música, no escucho las palabras». «¿Sexo y violencia? Se trata solo de una película. Ya soy lo bastante mayor para entenderlo». Pero al igual que e| abogado, por más que nosotros creamos que tenemos razón, no la tenemos.

Todo lo que entra a través de nuestros sentidos nos cambia para mejor o para peor. Asegúrate de que lo que ves y escuchas edifica tu carácter en lugar de destruirlo.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

CRISTIANO APASIONADOS


Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos. 2 Corintios 12:15
Estas son palabras del hombre más apasionado por la predicación del evangelio. Son del más grande evangelista y tierno pastor, el gran apóstol Pablo. Tal 'pensamiento tiene una cierta semejanza con las siguientes palabras, escritas por un discípulo de Karí Marx:
«El hombre revolucionario es un hombre consagrado. No tiene intereses personales, no tiene preocupaciones personales, no tiene sentimientos personales. No está atado a nada. No tiene ninguna propiedad. Ni siquiera tiene un nombre. Todo su ser está absorbido por un único y exclusivo interés, por un único y exclusivo pensamiento, por una pasión dominante: Revolución».
Aunque ¡os motivos y objetivos estaban equivocados, propuso correctamente el sentir del verdadero compromiso, el tipo de compromiso necesario para alcanzar los objetivos de la iglesia. SÍ de verdad vale ía pena creer este mensaje, entonces vale la pena creerlo heroica y apasionadamente.
Jesús afirmó: «Recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra» (Hech, 1: 8). Tales palabras deberían despertar una pasión en la mente y el corazón de los cristianos. Tomadas seriamente son una declaración de guerra. Constituyen un llamamiento para cada creyente, para cada pecador perdonado. Son un llamamiento a la acción heroica.
Los apóstoles siempre estuvieron apasionados por Cristo. Observa el valor, la valentía, la pasión de Pedro eí día de Pentecostés. Observa a Esteban durante su martirio. Ni siquiera las piedras pudieron apagar el fuego que ardía en su corazón. En su corazón ardía el fuego de la predicación de Cristo. Contempla a Pablo ante Félix: «Pero al disertar Pablo acerca de la justicia, del dominio propio y del juicio venidero, Félix se espantó» (Hech. 24: 25). Ellos promovían fervientemente su fe. Fueron un ejército de apasionados creyentes que pusieron el mundo del revés.
Debemos estar en este mundo con un solo propósito: Ser personas de una sola cosa, preocuparnos por una sola cosa, vivir por una sola cosa: Complacer el corazón de Dios.
Sea nuestro el sentir de Cristo Jesús: «Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis [...]. Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra» (Juan 4: 32,34).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos