jueves, 28 de abril de 2011

AGUA VIVA – 1ª PARTE

El que oye diga: ¡Ven! 'Y el que tiene, sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de la vida (Apocalipsis 22:17).

En los tiempos del Nuevo Testamento, las mujeres estaban relegadas socialmente a un plano de inferioridad con respecto al varón. Se las consideraba como instrumentos para la procreación, útiles para poco más. Sin embargo, la historia de la mujer samaritana junto al pozo de Jacob llega a mi mente rompiendo barreras y presentando posibilidades amplísimas dadas por Jesús a las mujeres.
El sol del mediodía era abrasador. ¿Te has preguntado alguna vez por qué esta mujer escogió esta desventajosa hora para ir a sacar agua del pozo? La única explicación que existe es que era una mujer marginada, rechazada por la sociedad debido al tipo de vida que llevaba. No quería que la vieran. Pero aunque intentaba ocultar su pasado y su presente, descubrió que para Dios no hay nada oculto.
He aquí el encuentro de Jesús con esta mujer. Léelo detenidamente, puedes obtener lecciones valiosas para tu propia experiencia personal: «Cansado estaba Cristo del camino / cuando a la fuente de Jacob llego. / Desde Samaria la mujer que vino / de la fuente viva, agua le pidió. / ''Si conocieras la voz que te había / y que te dice: soy el don de Dios. / Tu clamarías: ¡Dame el agua viva, / cual fuente de vida que de Horeb broto!'"».
Cuando queremos echar mano de relatos bíblicos para saber cómo presentar el mensaje de salvación a las almas que vagan perdidas en las tinieblas del pecado, con frecuencia utilizamos este texto como manual de instrucción. Jesús, magistralmente y en forma muy sencilla, dejo un patrón digno de imitar para que las personas comprendan el plan de salvación. Pero hubo muchos otros sucesos de su vida que nos dejan una enseñanza maravillosa para saber cómo acercarnos a aquellos que aún no lo conocen.
El hecho de que Jesús hiciera esa larga caminata para encontrarse con aquella mujer me dice que si yo hubiese sido la samaritana, también Jesús habría hecho todo lo posible para encontrarse conmigo y brindarme la salvación. ¿Te parece importante para tu vida saber que Jesús hace cualquier cosa para encontrarse contigo?
El agua de vida sigue vertiendo su manantial de salvación.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LOS FRUTOS DEL CRECIMIENTO

Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22, 23.

Hay ciertas evidencias de nuestro crecimiento en la vida. Si ves a un ni-nito que apenas está dando sus primeros pasos, pensaras que tiene alrededor de un año de vida. Si ves a otro que balbucea sus primeras letras al intentar leer, podrás estimar que tiene entre seis y siete años. A aquel que le da vergüenza cuando le dicen que esta de "novio", es posible que tenga entre nueve y diez años.
Estas "tareas" muestran que etapa de la vida se está viviendo, y cada una de ellas produce "frutos" diferentes. Quien aumenta en edad y no avanza, se lo llama "inmaduro", mientras que quien avanza más rápido de lo "normal" a su edad, se lo tilda de "adelantado".
En la vida espiritual ocurre algo similar. El apóstol Pablo enumero nueve virtudes o "frutos" asociados con la madurez espiritual de una persona. En este aspecto, su propósito no fue que juzgáramos a nuestro prójimo para decidir en qué nivel se encuentra su crecimiento espiritual, sino que el deseo del gran apóstol fue que cada cristiano se evalúe personalmente y aspire a poseer todos los frutos del Espíritu.
El primero de ellos es el amor, y ese amor debe ser manifestado no solo hacia quienes te quieren, sino también hacia los que te ofendieron y te hicieron mal. El segundo nombrado es el gozo, y se refiere al gozo de vivir cada día con Jesús, al gozo que produce su voluntad en el corazón santificado. El otro es la paz: la tranquilidad y serenidad que proviene de una buena relación con Dios y con el prójimo. A continuación se nombra la paciencia, la capacidad de esperar aquello que vale la pena. El quinto fruto es la benignidad o amabilidad, y es la característica de hacer sentir cómodos a los que nos rodean. El siguiente es la bondad, y este fruto es saber compartir y dar cariño y atención a quien lo necesita. El séptimo fruto es la fe: la confianza en Dios y en su Palabra. También se enumera la mansedumbre o humildad, y esta virtud te permite permanecer con un perfil bajo aunque tengas el mayor éxito. Finalmente se enumera la templanza o dominio propio, la capacidad de no dejarse dominar por las circunstancias.
Si haces un análisis en tu vida y te comparas con esta lista, ¿sientes que te falta crecer? No te preocupes, recuerda que el Dador de los frutos desea concedértelos en la medida que tú se los pidas.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡PRUEBAS, PRUEBAS!

Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas. Santiago 1:2.

Hacia algunos meses que Maira olvidaba las cosas. Su mente retrocedía, acelerada, hacia algún lugar donde ella se escondía. En ese extraño mundo, el olvido no tenía importancia; ni los recuerdos. Tampoco la alegría o la tristeza. Aquel universo estaba construido de vacío. Ella andaba, aparentemente insensible, por los rincones de su propio universo.
Pero, la familia sufría. La tenían como referente. El esposo había fallecido varios años atrás, y ella era la matriarca. Verla en ese estado los dejaba como un dia sin sol.
Fue en esas circunstancias que la hija mayor me busco, con una pregun-ta: ^Por que Dios no la hace descansar? ¿Qué sentido tiene la vida, en ese estado?
¡Pruebas! Las encontramos todos los días. El versículo de hoy usa la expresión "diversas pruebas". El enemigo viene por todos los lados: es la pérdida del empleo; un divorcio doloroso; el descubrimiento de que el hijo está en las drogas; la traición del mejor amigo; las injusticias del trabajo, en fin...
Pero, Santiago dice que debes alegrarte cuando te veas atravesando el valle de las pruebas. ¿No es demasiado pedir? En el original griego, la palabra "pruebas", peirasmos, literalmente significa estado de lucha mental en el que te ves inclinado a separarte de Dios.
Tal vez, esto lo explique todo. Cuando el enemigo coloca pruebas en tu camino, su objetivo es separarte de Dios; hacerte creer que es el Señor quien te envía el dolor. Si en ese momento te vuelves en contra de Dios, el enemigo ha logrado su objetivo. Pero, si en el instante de la prueba te vuelves hacia Dios, entiendes que el dolor puede constituir un instrumento de edificación.
Todo depende de la perspectiva de la realidad. El presente estado de cosas no es el fin; no juzgues las actitudes divinas cuando el trabajo aún no ha sido terminado. Si tu visión del mundo es materialista, las pruebas son motivo de tristeza. Si es espiritual, serán motivo de agradecimiento y de gozo. Es en el fuego que el oro se refina. ¡Y tú eres oro!
Por eso hoy, a despecho de lo que puedas estar viviendo, levanta las manos al cielo y agradece. Después, parte confiado para enfrentar las dificultades de la vida. Porque, "hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón