sábado, 9 de junio de 2012

¡PONTE A SALVO!


«Alabaré con cantos el nombre de Dios; lo alabaré con gratitud, y el Señor quedará más complacido que si le ofreciera un toro en sacrificio o un novillo con cuernos y pezuñas» (Salmo 69:30,31).

Prepárate para poner hoy en acción tus botas de explorador. Estamos en medio de una multitud de personas en España. Aquí se hace algo que te va a parecer una locura. No me preguntes por qué, pero esto es lo que hacen: cientos de personas se reúnen en las estrechas calles de Pamplona y dejan que un montón de toros con sus cuernos afilados los persigan.
¿Por qué alguien querría hacer algo tan raro como esto? Bien, algunos tal vez lo hacen porque es divertido, y otros para demostrar su valentía. Y otros tal vez ni saben por qué lo hacen, simplemente es una tradición.
En los tiempos bíblicos la gente llevaba sacrificios a Dios. Algunos de estos sacrificios eran novillos con cuernos. Dios les pedía que lo hicieran, pero a veces ellos olvidaban que el motivo por el cual hacia estos sacrificios era entender cuánto los amaba Dios.
El versículo de hoy dice que Dios quiere que lo alábennos con un corazón agradecido. Él quiere saber que realmente lo amas. Muéstrale hoy tu amor con todo tu corazón y deja que sepa que no has olvidado cuánto te ama él a ti.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL PROYECTO DIVINO


No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. (Isaías 43:1).

Si no entendemos claramente lo que la Biblia considera que es el ser humano, nos será difícil establecer las mejores relaciones con nuestros semejantes. Para conocer el valor de una persona, tal como muestra el libro Génesis, hemos de tener en cuenta dos conceptos fundamentales:
Imagen y semejanza. Hemos sido creados como un reflejo del mismo Dios, a imagen y semejanza suya. Entendemos por ello que Dios ha dejado algo de sí mismo en cada uno de nosotros mediante un acto que nos confiere una dignidad especial.
El soplo de vida. El «soplo de aliento de vida» (Gen. 2:7) es la huella de Dios en el ser humano: un sello que determina su dependencia del Creador. Por medio de ese «soplo» Dios y el hombre quedaron «unidos». Por  esa razón el hombre ha de ser definido tomando como referencia a la persona divina.
El hecho de haber sido formados a «imagen y semejanza» de Dios significa asimismo que Creador y criatura participan de una relación, como la que existe entre padre e hijo. Notemos que en el relato bíblico se utilizan las mismas palabras al hablar de Adán y su descendencia: «Y vivió Adán ciento treinta años, y engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen, y llamó su nombre Set» (Gén. 5:3).
La relación entre Dios y el ser humano debe regirse por la confianza y la aceptación. Dios desea que el hombre tenga acceso a la vida eterna al entrar en un vínculo de ese tipo.  Por otro lado, la imagen de Dios nos permite ver en cada uno de nuestros semejantes a un «sujeto» de origen divino: alguien a quien se lo acepta, en quien se confía y quien está destinado a disfrutar plenamente de la bendición divina.
Sin el conocimiento de lo que implica haber sido creados a imagen y semejanza de Dios, jamás podremos amar plenamente a nuestros semejantes.  Nuestro Creador nos ha otorgado un valor personal con una proyección que apunta a la eternidad.
Elevemos nuestra mirada a fin de ver lo preciosas que somos para él. «Porque a mis ojos eres de gran estima, eres honorable y yo te he amado» (Isa. 43:4).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Lilian Rojas de Basualdo 

TENÍA UN TESORO… Y NO LO SABIA


Toda Escritura está inspirada por Dios y es útil para enseñar y reprender para corregir y educar en una vida de rectitud. 2 Timoteo 3:16

En su libro de lecturas devocionales, Charles Cowan cuenta que un joven estaba preparando su maleta para salir de vacaciones. Metió en ella todo lo que el espacio permitía: ropa, zapatos, artículos deportivos, algunos libros y muchas otras cosas. Mientras empacaba, un amigo suyo lo observaba. Cuando solo quedaba un pequeño espacio disponible, el muchacho le dijo a su amigo:
— Este espacio está reservado para mi colección favorita de libros.
— ¿Una colección de libros? — interrumpió el asombrado amigo — . ¿En ese espacio tan pequeño?
— Así es. La colección incluye libros de historia, poemas y biografías. Y en este pequeño espacio también pondré una linterna, un mapa, una espada, un espejo...
Al notar que su amigo no terminaba de entender, el joven procedió a explicar:
— Se trata de mi Biblia, apreciado amigo. Ella es una luz que ilumina mi camino, un mapa que me guía, una espada de doble filo, un espejo que revela mis defectos de carácter. Pero por sobre todas las cosas, es una colección de libros que hablan del precio que Cristo pagó para salvarme (Mountain Trailways far Yout/i. Devotions for Young Peopk [Senderos montañosos para jóvenes. Lecturas devocionales para los jóvenes]).
¿Y qué significa la Biblia para ti? ¿Qué lugar ocupa en tu vida? Cuando viajas, ¿hay un lugar reservado en tu equipaje para tu Biblia? ¿La lees cada día? Tener una Biblia y no leerla es como no tenerla. Peor aún, es como tener un tesoro en casa y no saberlo, como lo ilustra el siguiente relato.
Se cuenta que hace años un granjero le compró a un vecino una obra del pintor inglés Thomas Daniell (1749-1840) por apenas cuatro dólares. El hombre la colgó de una pared del granero y se olvidó de ella hasta un día que su contador la vio. Pensando que podía tener cierto valor, le tomó una foto. Luego envió la fotografía a una casa de subastas. Cuando se comprobó que era una obra original, que había estado «perdida» durante más de un siglo, ¡la pintura fue subastada por más de noventa mil dólares!
El granjero tenía un tesoro en su casa y no lo sabía. Así sucede con todo aquel que posee una Biblia y no la lee. Que no te suceda a ti lo mismo.
Padre celestial gracias por el tesoro de tu palabra. Ayúdame a darle su justo valor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ESPERANZA QUE PURIFICA


«Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica así mismo, así como él es puro»  (1 Juan 3:3).

El capítulo 24 de Mateo habla de los acontecimientos de los últimos días y la venida de Jesús. Una de las cosas que más me impresionan es que Jesús dijo que su venida será una sorpresa para la mayoría de la gente y que tenemos que estar preparados todo el tiempo. Luego les contó una historia que ilustra qué sucede cuando Jesús no hace algo en el momento en que nosotros pensamos que tendría que hacerlo.
La conclusión de la historia es como sigue: «Pero si aquel siervo malo dice en su corazón: "Mi señor tarda en venir", y comienza a golpear a sus consiervos, y aun a comer y a beber con los borrachos, vendrá el señor de aquel siervo en día que este no espera, y a la hora que no sabe» (Mat. 24: 48-50).
Cuando leí esta historia, me hizo pensar en lo que puede suceder tanto en nuestros hogares como en nuestras iglesias. Vuelva a leer los versículos. Tenga en cuenta que los que piensan que Jesús no va a venir empiezan a «golpear» a los demás. No creo que Jesús quisiera decir que en realidad empecemos a golpearnos, sino a cómo nos tratamos unos a otros. Preste atención a algo más: Cuando alguien deja de sentir que Jesús no está cerca le resulta fácil volver al mundo. Eso es lo que significa «comer y beber con los borrachos».
La forma que algunos miembros de iglesia tienen de tratar a los demás demuestra que creen que el Señor no va a regresar pronto y, por eso, sus acciones y sus palabras se vuelven descuidadas. La crítica y los celos hacen acto de presencia. A veces, incluso el pastor es objeto de malos tratos.
¡Qué pasaría si usted y yo supiésemos que Jesús iba a venir el próximo año?  ¿Cuándo empezaríamos a pensar en cómo prepararnos? Si yo sé que mi hijo viene verme mañana, me preparo desde hoy mismo. Pero si creo que no vendrá hasta dentro de un año, no hay razón para que me apresure a pensar en ello. 
Por eso, Jesús nos recuerda: «Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor» (Mat. 24:42). Basado en Mateo 24:42-50

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill