jueves, 27 de agosto de 2009

GRUPO DE ORACIÓN

Así nosotros nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra (Hechos 6: 4).

Un grupo de oración es algo especial. Es donde se derrama todo nuestro espíritu abatido, donde encuentra consuelo nuestro sufrir, donde podemos desahogar nuestros pesares y angustias. Ahí encontramos diversos tipos de apoyo: amistad sincera y comprensión a nuestras distintas situaciones, alegrías y gozo en el Señor, fortaleza espiritual y clarificación de los milagros que Dios obra en nuestras vidas. Hace cuatro años iniciamos un grupo de oración para damas con características similares entre las integrantes. Al inicio únicamente invitamos aquellas que habían sufrido alguna pérdida grande. Estaban muy desconsoladas y algunas de ellas se sentían rechazadas por la sociedad. Esas mujeres muestran hoy otro rostro: se ven sonrientes, compartidas, consoladoras y productivas. Te comparto algunas de las cosas que pusimos en práctica en nuestro grupo de oración:
1. Aferramos a Dios, con dolor o llanto.
2. Nos tomamos un tiempo para comprenderlo, a solas o en compañía. Llorar todo lo que sea necesario y hablar con alguien hasta que haya claridad.
3. No pretendimos estar solas. Buscamos un grupo de oración chico, de preferencia con personas que pasaban situaciones similares, pero que algunas de ellas ya estaban en recuperación; las más estables animamos, apoyamos y consolamos.
4. Buscamos personas calificadas para impartir orientación: consejeros, abogados, pastores, médicos, psiquiatras, psicólogos, etcétera. Y entonces hicimos lo que creímos que era lo mejor para cada situación.
5. Confiamos que Dios haría su parte.
6. Nos dejamos ayudar y querer por el grupo de oración.
7. Buscamos realizar acciones para ayudar a otros, así como actividades para obtener recursos económicos.

Ayudemos a todas esas mujeres que están desconsoladas y desesperanzadas, para unirnos a la oración: «.. .nos dedicaremos de lleno a la oración y al ministerio de la palabra» (Hech. 6: 4).

Lourdes Lozano Gazga
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor.

¿MUERTO O SOLO HERIDO?

El Señor se aleja de los malvados, pero atiende a la oración de los justos. provebbios 15: 29

Se cuenta la historia de un rico propietario de una plantación y su siervo, Amos. El Sr. Stafford era aficionado a la caza. A menudo llevaba a Amos con él para que recobrara los patos después de haberlos abatido. El Sr. Stafford no conocía a Dios. Pero Amos era un cristiano entregado que oraba cada día y cantaba himnos mientras trabajaba. Siempre que tenía la oportunidad, el Sr. Stafford se burlaba de la fe de Amos. Y esa mañana no era distinta a las otras.
—No sé por qué lees la Biblia y crees toda esa palabrería religiosa —dijo el Sr. Staflord mientras flotaban en el bote de remos—. ¿Qué provecho sacas? No creo en Dios y soy el hombre más rico del condado. Tú, en cambio, eres cristiano y no tienes nada.
—Es verdad, Sr. Stafford. Pero tengo a Dios que cuida de mí —respondió Amos.
—¿Qué Dios hace eso? —inquirió el Sr. Stafford. Amos se limitó a sonreír. El Sr. Stafford continuó.
—Y otra cosa. Te quejas por el modo en que el diablo siempre te pone a prueba. En cambio, a mí, nunca me molesta. Explícame eso. Amos remó y acercó el bote a la orilla.
—Cuando usted sale a cazar patos, Sr. Stafford, ¿cuáles me pide que recupere primero los que están heridos o los que están muertos? —Anda, los que están heridos, claro. Todavía pueden levantar el vuelo. —Pues lo mismo sucede con usted y yo, Sr. Stafford. El diablo me persigue porque sabe que yo todavía puedo levantar el vuelo. Usted es un pato muerto. Ya no tiene que preocuparse por si se va o no.

Tomado de la Matutina El viaje Increíble.

NO DISPERSES TUS ESFUERZOS NI TU VIDA

Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Filipenses 3: 13, 14

El filósofo escocés Thomas Carlyle afirmó: «La mayor prudencia de la vida es la concentración, y la mayor locura de la vida es la disipación». Cuan verdaderas son estas palabras en la lucha por cumplir el propósito de nuestra existencia. Son vitales si queremos alcanzar el éxito en la vida. Es un hecho que la persona que da un golpe aquí y otro allá nunca forjará su destino. En cambio, la persona que concentra sus esfuerzos puede lograr maravillas. Como decía el mismo Carlyle, «los débiles rayos del sol invernal pueden encender fácilmente una fogata si se concentran adecuadamente». Del mismo modo, la persona más débil puede llevar a cabo una empresa si concentra en ella todos sus esfuerzos. Mucha gente realiza poco en su vida porque dispersa sus esfuerzos. En vez de concentrarse en un gran propósito, malgasta sus energías especulando con esto y con aquello. Nunca se destaca en nada. Cuando llega al final del camino de la vida, no deja ningún monumento tras sí: solo una lápida funeraria. ¡Cuan diferente fue la vida del apóstol Pablo! «Una cosa hago», declaró. No tuvo sino una gran ambición: predicar a Cristo en todo lugar, desarrollar un carácter semejante al de Cristo y, finalmente, oír del Maestro las palabras: «Bien hecho, siervo bueno v fiel». ¡Cuan plenamente lo consiguió! Charles E. Stillings era obrero ferroviario, pero tenía un propósito dominante: dejar instituida una beca de estudios en memoria de su padre. Al comienzo aportaba poco. Ahorraba cada centavo que realmente no necesitaba. Cuando aumentaron sus ingresos ahorraba más. Cuando contaba con 81 años, declaró instituida la beca. La Universidad de Nuevo Hampshire anunció que había recibido 288,000 dólares, la mayor cantidad jamás recibida de un ex alumno. Al mismo tiempo se divulgó que, al jubilarse, había cobrado medio millón de dólares, la totalidad de los cuales fue destinada a la universidad. Como Pablo, Charles E. Stillings había dicho: «Una cosa hago», y la rea­lizó con éxito. ¿Cuál es tu blanco? ¿Ser semejante a Jesús? Toma decisiones definidas hoy. Decide centrar todos tus esfuerzos en una gran obra aquí en la tierra, y una gran obra allá en los cielos: aquí, cumplir el propósito de tu existencia; allá, estar con Cristo por toda la eternidad.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.