lunes, 7 de septiembre de 2009

LA TREGUA DE DIOS

En nombre de Cristo les rogamos que se reconcilien con Dios (2 Corintios 5:20).

Alguna vez has visto a Dios como tu enemigo? ¿Lo has culpado de los sinsabores y dolores que experimentas en esta vida? ¿Has .pensado en él como un Dios castigador? La palabra tregua se define como la «suspensión de armas, cesación de hostilidades por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente una guerra». Es un periodo de intermisión o descanso hasta que vuelva a comenzar la batalla. Hay personas que piensan que un Dios tirano les ha trazado un destino fatalista del cual no pueden escapar y les conceden una «tregua», para luego seguirlas atormentando. Esta idea la he escuchado en algunas mujeres que pasan constantemente por momentos difíciles. En sus corazones se alberga una sensación de molestia, enfado y, por supuesto, alejamiento de Dios. Sin embargo, el Señor nos muestra en su Palabra que él desea nuestro bien (3 Juan 2). Es verdad que tam¬bién la Biblia habla de enemistad entre Dios y el hombre, pero es por causa del pecado (Rom. 3: 23). Sin embargo, las Sagradas Escrituras revelan cómo el Dios de amor es muy superior a cualquier otro tipo de expresión celestial (Juan 3: 16). ¡Qué hermosa bendición tenemos! El Dios del universo está buscando al ser humano para salvarlo del mal de este mundo. El ministerio de Jesús consistió fundamentalmente en reconciliar a la tierra con el cielo. El Padre y el Hijo ofrecieron una «tregua» por el hombre caído, por ti y por mí. ¿Cómo podemos pensar, entonces, en un Dios que es nuestro enemigo? Esta mañana te invito a buscar al Señor y reconciliarte con él, de manera que tu corazón se llene de su amor, y experimentes la alegría de conocerle y aceptarle como el Dios amoroso que extiende sus brazos y te dice: «Hija, yo te amo.

Leticia Aguirre de De los Santos
Tomado de Manifestaciones de su amor

HONRAR A DIOS ANTE TODO

No olvides mis enseñanzas, hijo mío; guarda en tu memoria mis mandamientos. Proverbios 3:1

Lucile Lacy era adventista del séptimo día y profesora de música en una universidad. Había obtenido e! grado de maestría, pero después de dedicarse unos años a la enseñanza, le pidió a Dios que le permitiera doctorarse. Cuando le ofrecieron una beca de 10,000 dólares sintió que Dios le daba el espaldarazo para volver a los estudios. Solicitó el ingreso en la Universidad Estatal de Ohio y estuvo entre los diez alumnos admitidos de entre los cuatrocientos que habían presentado la solicitud. Todo iba a la perfección. Pero Lucile encontró a un profesor que le dijo que nunca aprobaría porque, como adventista del séptimo día, se perdería las clases del viernes por la noche y el sábado por la mañana. Por tanto, según le interesase, debería renunciar a su fe y asistir a las clases en sábado o abandonar la facultad. Lucile escogió una tercera opción. Se quedó en la universidad y no asistió a las clases en sábado. Un viernes, al final del trimestre, el profesor entregó un examen para hacer en casa, Era preciso entregarlo el lunes siguiente. Dos horas antes de la puesta de sol, Lucile apartó los libros y empezó a prepararse para recibir el sábado. La tarde del sábado, algunos de los compañeros de dase la lla­maron para animarla. Habían pasado todo el viernes y todo el sábado en la biblioteca y todavía no tenían nada hecho. El domingo, Lucile fue a la biblioteca y trabajó durante diez horas en el examen, pero solo acabó tres de las preguntas. Según parecía, la predicción del profesor sería cierta. Le catearían la asignatura. Pero, en lugar de rendirse, Lucile puso a un lado la investigación y oró durante más de una hora a Único que podía ayudarla. Mañana seguirá el resto de la historia.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

¿ES PECADO DUDAR?

Cuando, pues, los hombres vinieron a él, dijeron: «Juan el Bautista nos ha enviado a ti, para preguntarte: "¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?" Lucas 7: 20

¿Cómo es posible que un hombre de la estatura espiritual de Juan el Bautista haya dudado? Si escuchó la voz de Dios confirmando que Jesús era su hijo amado, ¿por qué tiempo después dudó de que lo fuera? No hay excusa ni justificación para la duda de Juan el Bautista, pero sí hay una explicación: Seguramente el aislamiento y la soledad de la oscura celda abrumaron su mente y agotaron su resistencia espiritual. Además, no comprendía totalmente la misión del Salvador; por eso no comprendía su actitud. Muchas preguntas sin respuesta abrumaban su alma: ¿Por qué Jesús no se da a conocer como el Mesías? ¿Por qué no busca el apoyo de los dirigentes de la nación? ¿Por qué no ha venido a visitarme ni antes ni ahora que estoy prisionero? ¿Y si no es el Hijo de Dios? ¿Y si no es el Mesías ¿Y si no salgo de la prisión? Afligido y abrumado por estas preguntas sin respuesta, envió una comisión a entrevistarse con el Salvador. La pregunta que debían pedirle que contestara era muy significativa: «¿Eres tú el que había de venir, o esperaremos a otro?» La duda no es pecado, pero los cristianos no deben permitir que la duda anide en su mente, porque, aunque no sea pecado, la duda conduce al pecado. ¿Qué hace que un cristiano dude? El pecado y la culpa pueden llevarlo a pensar que Dios no está de su lado. También la influencia negativa de otras personas puede inducirlo a dudar. Los fracasos pasados y las expectativas equivocadas para el futuro conducen a la chula Pero la razón principal por la cual muchos cristianos dudan es porque no tienen un conocimiento experimental de Dios en su Palabra. Para vencer la duda y ser fuerte y valiente, el cristiano debe llevar grabadas en lo más profundo de su corazón y de su mente las verdades eternas de la Palabra de Dios. Eso significa mucho más que una lectura casual de la Biblia. Significa leerla, estudiar la, escudriñarla y reflexionar en su significado. Es preguntarle al Señor: «Padre, ¿qué me dices personalmente en este pasaje? Muéstrame cómo aplicar estas verdades a un vida». No hay nada mejor para fortalecer la fe que conocer la Palabra de Dios. Ruega al Señor en oración que te ayude a vencer cualquier sombra de duda que se haya levantado en tu mente. Cree que Dios dirige tu vida y que dirige a su iglesia. Cree que al final todo saldrá bien.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos