martes, 22 de noviembre de 2011

EL AMOR COMO PRINCIPIO

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. (Romanos 12:10).

Sabiendo Jesús que uno de los mayores problemas humanos es el egoísmo, inspiró al apóstol Pablo para que nos exhortara una vez más en cuanto a las relaciones interpersonales. Para que estas sean positivas, nos dice Pablo, deben estar basadas en el amor. Pero, ¿sabemos qué es el amor?
Afecto, entrega, suavidad y cordialidad son algunos de los sinónimos de la palabra «amor» que pueden ayudamos a comprender mejor su significado. Detente a pensar por un instante y formúlate la siguiente pregunta: ¿Es así realmente como tú amas, con entrega, con suavidad, de manera cordial? El amor no se hereda, por lo que todos debemos aprender a amar. Para ello sería conveniente que analizáramos nuestra forma de concebir el amor.
¿Reina en tu hogar el tipo de amor que acabamos de describir? Cuando el matrimonio comienza o cuando los hijos son pequeños, es fácil ser cordial, afectuoso y suave, pero cuando el tiempo pasa, trayendo consigo vendavales, tormentas y terremotos, comienzan a surgir barreras para ese tipo de manifestaciones de afecto.
El amor no es un sentimiento humano, sino un principio divino, puro, impecable. Si aprendiéramos a amar como Dios nos ama desaparecerían muchas asperezas y viviríamos felices. En el principio, cuando Dios colocó a Adán en el huerto del Edén, encendió en él la llama del amor al provocarle la necesidad de alguien a quien amar. Entonces creó a Eva, y ambos fueron unidos en una sola carne.
El problema actual es que el egoísmo ha suplantado al amor, de hecho, nacemos siendo egoístas. El bebé reclama por medio del llanto la atención de su madre, aunque esta esté exhausta. El niño arrebata el juguete a su amiguito, alegando que es de él. Los hermanos se pelean por la supremacía en el hogar y los esposos buscan su propia satisfacción personal.
¿Están siendo las relaciones de tu hogar azotadas por el vendaval del egoísmo? Es hora de pedir a Dios que su amor puro nazca en cada corazón. Entonces estaremos seguros, porque el amor todo lo puede.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EDUCACIÓN PARA EL CIELO

Los hijos de los profetas dijeron a Elíseo: He aquí, el lugar en que moramos contigo nos es estrecho. 2 Reyes 6:1.

Claudia no tenía una buena conducta y ya había recibido varias amonestaciones en la escuela. Con sus padres tampoco se llevaba bien, ya que muchas veces les había mentido y desobedecido para realizar sus propios caprichos. En cierto momento, la directora del colegio me pidió si podía hablar con ella para ayudarla a cambiar su conducta. En uno de esos diálogos Claudia me confió con enojo: "Capellán, lo que deseo es que mis padres me saquen de este colegio adventista. Yo no quiero estar aquí". Le pregunté cuál era la razón, a lo que me respondió: "Porque son todos unos falsos. A la mañana hablan de Dios y nos hacen leer la Biblia y orar, pero luego es como cualquier otro colegio. Hay malas palabras, hay burlas, hay peleas, hay alumnos que se copian en los exámenes y la lista podría seguir. Yo sería feliz si me sacaran de aquí".
Lo que Claudia estaba diciendo era totalmente cierto. Muchos alumnos, y tristemente también algunos profesores, no parecían estar convertidos. No tenían vida devocional, no les interesaba guardar los mandamientos bíblicos, tampoco tenían a Cristo en su corazón y se comportaban de una manera egoísta.
Pero lo que difiere de otros colegios no cristianos es la primera hora de clase. En los colegios adventistas, cada jornada comienza con una oración, y se le pide a Dios su compañía y su dirección. Luego se estudia algún tema bíblico y se lo aplica a la vida cotidiana. Y si bien hay profesores no cristianos, muchos otros trabajan allí porque desean formar a jóvenes en el camino cristiano, y su vida y sus palabras son un constante ejemplo para todos. Su verdadera motivación no es el sueldo que ganan, sino la docencia cristiana.
La educación cristiana no fue un "invento" de la iglesia adventista, pues en el pueblo de Israel funcionaba la escuela para "los hijos de los profetas". Esta escuela tenía el propósito de formar a jóvenes para enfrentar la vida y afianzar en ellos la fe en un Dios que lo gobierna todo. El Señor realizó grandes milagros a favor de esta escuela en los días de Elíseo, porque su voluntad acompañaba a este grupo de jóvenes que deseaban servirlo.
De la misma manera, la Iglesia Adventista procura educar para esta tierra y para el cielo, al mantener miles de colegios en todo el mundo. Si tienes el privilegio de asistir a uno de ellos o a una universidad adventista, procura ver lo bueno y lo positivo que se comparte contigo y darás gracias a Dios cada día por la educación recibida.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

VIDA ABUNDANTE

El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Juan 10:10.

¿A qué se refería Jesús cuando habló de vida abundante? ¡Vida abundant! ¿Entiendes? Algunos cristianos sinceros, queriendo hacer lo mejor, viven vidas angustiadas. La única preocupación que los domina es la de no pecar.
¿Cómo sería si un hijo viviese únicamente pensando que, si hace algo incorrecto, el padre lo va a castigar? Ningún padre quisiera tener ese tipo de relación con su hijo. Sucede lo mismo con Dios: desea que vivas, con él, una experiencia maravillosa de amor, y no con miedo de ser destruido si te portas mal.
El buen comportamiento y la buena conducta son resultados del vivir una experiencia diaria de comunión y de amistad con Jesús: andando, comiendo, estudiando, trabajando, enamorando; en fin... Pero, siempre con la conciencia de que Jesús está contigo por donde quiera que vayas.
Ese tipo de vida es una vida con propósito: una vida llena de expectativas y de posibilidades futuras, alimentada por relaciones sociales saludables, disfrutando de buena salud, etc. Es la vida que tú recibes como un regalo divino.
Pero, desear la vida abundante encierra un peligro: muchos se pierden en los campos abiertos y sin límites del humanismo. Pregonan la libertad, pero caen en las garras del libertinaje. El versículo de hoy dice que "el ladrón viene a robar" ¿Quién es el ladrón? Sin duda es el enemigo de las almas. ¿Y por qué Jesús lo presenta como "el ladrón"? Porque viene a robar; no viene a asaltar. El asalto demanda fuerza; el enemigo viene a robar. Su principal arma es el engaño; te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida, cuando en realidad te conduce a la muerte. Te susurra que, para vivir la vida abundante, no necesitas de reglas, y te lleva al desierto incandescente de tus deseos. Allí no hay límites; tus ojos se pierden en el horizonte sin fin. Pero, tampoco hay vida: el desierto es tierra de chacales, de escorpiones y de muerte.
Hoy puede ser un día de verdadera libertad. Alza los ojos hacia la cruz; deja de mirar solo a la tierra. No te dejes arrastrar por la manera de pensar de una generación que solo vive para agradar a los sentidos. Haz de Jesús tu compañero de cada hora, porque él dijo: "El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón