viernes, 18 de septiembre de 2009

EL PERDÓN DE JESÚS

Padre —dijo Jesús—, perdónalos, porque no saben lo que hacen (5. Lucas 23: 34).

Cómo reaccionas cuando alguien te ha ofendido? Quizá, depende el ánimo en el que te encuentres, dices: «¡Qué lástima! ¡Nunca me imaginé que me pagaría de esta manera! ¡Voy a dejar que pasen las cosas y luego hablaré con ella!» O quizá: «¡Me tendrá que escuchar! ¡Esto no se va a quedar así! ¡Voy a aclarar las cosas! ¡Ya verá lo que significa meterse conmigo!»
¿Cuántas expresiones te vienen a la mente cuando alguien te ha ofendido? Si somos sinceras no es fácil reaccionar de la manera más serena. El enojo y la ira están listos para desbordarse. ¡Cómo quisiéramos tener a la persona de frente para decirle su merecido! Con esta actitud cotidiana, ¿cómo reaccionamos ante el acto de perdonar? ¿Cuan difícil es para ti y para mí otorgar el perdón a aquellos que nos han ofendido?
La reacción de Jesús ante aquellos que lo escupieron y lo abofetearon, ante los que lo azotaron y lo crucificaron, fue muy especial: ¡Rogó a su Padre que los perdonara! Si alguien tenía derecho a pedir que Dios lo vengara era Jesús mismo. «El Salvador no dejó oír un murmullo de queja. Su rostro permaneció sereno. Pero había grandes gotas de sudor sobre su frente. No hubo mano compasiva que enjugase el rocío de muerte de su rostro, ni se oyeron palabras de simpatía y fidelidad inquebrantable que sostuviesen su corazón humano [...] No invocó maldición alguna sobre los soldados que le maltrataban tan rudamente. No invocó venganza alguna sobre los sacerdotes y príncipes que se regocijaban por haber logrado su propósito [...] Solo exhaló una súplica para que fuesen perdonados, "porque no saben lo que hacen"» (El Deseado de todas las gentes, p. 693).
Este mismo Jesús es el mismo que ahora ministra en el cielo en nuestro favor y está deseoso de que nuestros pecados sean perdonados. ¿Aceptarás el perdón? ¿Perdonarás al que te ha ofendido? Ésa es mi invitación esta mañana. ¡Que el Señor nos ayude!
Leticia Aguirre de De los Santos
Tomado de Manifestaciones de su amor

EL ASPECTO ES ENGAÑOSO

Jesús les contestó: «Tengan cuidado de que nadie los engañe». Marcos 13:5

Montemos en la Sfiage Mountain—dijo Jeff. Estaba ansioso por subir en la famosa atracción de Disney World. Los Hocking, los Wyatt y los Coffee pasábamos juntos las vacaciones. Ya habíamos subido en los barcos de It's a Small World y visto el Country Bear Jamboree. Pero ahora había llegado el momento de algo más emocionante. Greg buscó en el plano y todos nos dirigimos a Space Mountain. Cuando llegamos, nos tranquilizó ver que la cola no era demasiado larga. —Me han dicho que algunos días la gente tiene que esperar en la cola durante más de una hora -dijo Greg—. Cuesta pensar que vale la pena teniendo en cuenta que el Hayedo dura solo unos dos minutos. Avanzamos al paso de la cola. —Un minuto más y ya está —dijo Jeff. Pero cuando dimos la vuelta a la esquina, de repente, delante de nosotros había cientos de personas (o al menos así nos lo parecía). Lo que pensamos que era una cola corta, en realidad era una ilusión óptica. Los gerentes de Disney World se han ingeniado un sistema muy astuto para hacer que las colas parezcan más cortas de lo que en realidad son. Con el pecado, Satanás también usa ilusiones ópticas. Se asegura de que no consigamos ver la Imagen real de los resultados del pecado. Pocos nos pondríamos a la cola para seguirlo si pudiésemos ver el dolor y la decepción que siempre acompañan a sus tentaciones. La gente que ha sido engañada por Satanás dice cosas como: «Jamás pensé que Acabaría así». «No era mi intención». «Si lo hubiese sabido...» La Biblia está llena de historias de personas que creyeron los engaños de Satanás. Aprende de sus errores y mantén los ojos puestos en Jesús.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

LA DISCIPLINA DE LA LENGUA

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Efesios 4:29

Solemos hablar de la disciplina personal, de la de los hijos, de la eclesiástica..., pero hablamos muy poco de la disciplina de la lengua. Sin embargo, ¡cuánta necesidad tiene el mundo de una disciplina de la lengua! Santiago dijo que una lengua indisciplinada es «un mundo de maldad» (Sant. 3: 6). Nuestra lengua debe ser disciplinada para que no pronuncie palabras falsas, airadas, mentirosas, corrompidas, innecesarias, blasfemas y de juicio y condenación hacia los demás. En cambio, la lengua también debe ser disciplinada para que pronuncie palabras que edifiquen a los demás y que den gracia a los oyentes, como dice nuestro versículo de hoy. Otra vez cabe consignar aquí las instrucciones que nuestro Señor dio en el Sermón del Monte, que, según todos los cristianos aceptamos, es la ley fundamental del reino de Dios: «Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede» (Mat. 5: 37). La solemne amonestación de Jesús está en armonía con la literatura sapiencial del Antiguo Testamento. Proverbios 13: 3 afirma: «El que guarda su boca guarda su alma; mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad». Nuestro Señor dijo que todo lo que digamos después de decir «Sí», o «No», ya tiene un mal origen. Y Salomón dice que quien abre mucho sus labios (para hablar, por supuesto) «tendrá calamidad». Por eso, el rey sabio aconsejó: «No dejes que tu boca te haga pecar» (Ecl. 5. 6). No es posible ponderar en exceso la gravedad de hablar demasiado. La persona que habla demasiado se expone a muchos errores, de muchos de los cuales solo se enterará cuando ya sea demasiado tarde. El que habla mucho no se da cuenta de que va dejando una ola de heridas por el camino que transita, y tarde o temprano lo alcanzará la «calamidad». La persona que disciplina su lengua tiene grandes ventajas. Se librará de muchos problemas ahora y en la eternidad. Uno de los peligros es dañar a las criaturas de Dios. Las palabras descuidadas podrían afectar y dañar a esas personas, que son el proyecto de Dios. Decide hoy no hablar mal de otros, juzgarlos y condenarlos. Entonces en la comunidad cristiana fluirá el gozo. Muchas cosas buenas ocurrirán en tu relación matrimonial, en la iglesia y en tu lugar de trabajo si disciplinas tu lengua. Si así lo haces, todas tus palabras serán edificantes y llenarán de gracia y de gozo el corazón de todos los que las escuchen.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.