lunes, 27 de julio de 2009

UNA SEÑORA MISTERIOSAMENTE AMABLE

Protege mi vida, rescátame; no permitas que sea avergonzado, porque en ti busco refugio (Salmo 25: 20).

En 1985 sucedió un devastador terremoto en la Ciudad de México que derrumbó muchos edificios, entre ellos varios hospitales. En ese entonces yo estudiaba mi cuarto año de la licenciatura en Enfermería en la Universidad de Montemorelos y fui asignada para auxiliar durante dos meses a los nuevos módulos de hospitales que construían. Yo cantaba en un coro de la universidad y mientras estaba en la Ciudad de México nos invitaron a cantar a Monterrey, así que viajé el fin de semana. Cuando regresé traía únicamente el dinero justo para tomar el metro (tren subterráneo) hasta mi colonia. Así que abordé el vagón. Iba un poco nerviosa porque era muy temprano y no se veía mucha gente; entonces me bajé en la estación equivocada, y cuando salí a la calle me di cuenta que estaba en un lugar totalmente desconocido. No sabía ni siquiera qué dirección tomar. Habla muchos puestos en la acera, pregunté en qué dirección estaba la colonia donde yo vivía y un señor me dio indicaciones. Pero al seguir sus señalamientos me empecé a adentrar en un sitio muy extraño, tenebroso, con gente de aspecto dudoso. Así que me re­gresé hasta la calle donde salí del metro, pidiéndole a Dios que me ayudara a encontrar el camino a casa. Al llegar a la calle, una señora me habló y me dijo que había estado observándome y me preguntó a dónde quería llegar. Así que le di la dirección. Ella me dijo: «No te preocupes, no te separes de mí, porque hay un hombre que te sigue desde que venías por el otro camino, yo te voy a ayudar». Me tomó del brazo y le hizo la parada a un transporte urbano. Le dijo al chofer: «Esta niña va a la Colonia Escandón, por favor, dígale dónde se bajará». Me dio dinero para pagar y me dijo: «Que Dios te bendiga». Le di las gracias y subí al vehículo, pagué mi boleto y volteé para decirle adiós a quien me había protegido, ayudado y hasta pagado mi boleto, pero no había absolutamente nadie. Estoy segura que ese ángel que ha estado a mi lado desde el día que nací, ese día se personificó en esa señora. Nunca olvidaré la paz que sentí en medio de la angustia de estar perdida y la seguridad que me infundió. Supe que llegaría segura a mi destino porque el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los defiende.

Lila Sosa Sansores
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su amor

NO ES UNA SIMPLE COINCIDENCIA

Hermanos míos, ustedes deben tenerse por muy dichosos cuando se vean sometidos a pruebas de toda clase. Pues ya saben que cuando su fe es puesta a prueba, ustedes aprenden a soportar con fortaleza el sufrimiento. Santiago 1: 2, 3

Unos meses después de la decisión que Laurie tomó de no asistir a la competición hípica estatal, relató su experiencia en un trabajo escrito que puse a mis alumnos de lengua inglesa. Envié su historia a la revista Insight Un tiempo después, Laurie recibió una llamada de los editores. Querían comprar su historia y usarla en el siguiente número. Laurie estaba excitada pensado en que quizá su experiencia pudiese ayudar a alguien que debiese enfrentarse a una decisión difícil respecto del sábado. Ese verano Laurie se presentó para un empleo como auxiliar de enfermería. Después de un mes en el curso de formación, pasó a la orientación laboral. Cuando su supervisor le entregó la programación, a Laurie se le hundió el mundo bajo los pies. La habían programado para el sábado siguiente. Laurie habló con su supervisor y le explico que era adventista del séptimo día y que no podía trabajar en sábado. Si le asignasen un día distinto... El supervisor la interrumpió. —Si no puedes trabajar en sábado, no puedes tener un empleo con nosotros. Una vez más Laurie se encontraba frente a la decisión de honrar o no el sábado. Parecía tan injusto. Había seguido toda la formación y necesitaba el dinero para pagar la matrícula del internado. Entonces Laurie miró otra vez a la programación que tenía en la mano. El sábado en que se suponía que tenía que trabajar era el 27 de julio, el mismo día en que su historia aparecería en Insight. Laurie cree que eso no era ninguna coincidencia. —Era la manera que tenía Dios de recordarme el compromiso de guardar el sábado. Usó mi propia historia para darme fuerzas para hacer lo correcto.

Tomado de la Matutina El viaje increíble.

LA ZARZA ARDIENTE

Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego, en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. éxodo 3: 2

La experiencia de Moisés ante la zarza ardiente rebosa de lecciones para nosotros hoy. Allí se encontró con Cristo, la segunda persona de la Deidad, «el Ángel de Jehová», el «Ángel del pacto» (Mal. 3: 1). Moisés supo de quién se trataba porque desde la antigüedad Dios se había comunicado con sus siervos bajo ese nombre (Gen. 22: 11). Por otro lado, según la Biblia (Jue. 9: 8-15), la zarza era la planta más humilde, pues palidecía al compararla con árboles más nobles y de mayor porte. Ello vendría a representar la humildad del Estado de Israel en comparación con los otros pueblos de la tierra. ¿Por qué decidió Dios manifestarse en un arbusto tan poco atractivo como la zarza? ¿Por qué no eligió un árbol más noble que hubiese en la región del Sinaí? Porque deseaba dar un mensaje a Moisés. Quería comunicarle que su pueblo, tan humilde y esclavizado en Egipto, era su pueblo, y que no se avergonzaba de ellos. Por eso la zarza ardiente era «una apropiada representación visible del mensaje que Dios impartió allí a Moisés y del valor que Dios le concedía a Israel al ser su Dios y ellos ser su pueblo». ¿Eres de origen y condición humilde? No te desalientes: Dios quiere mostrar su luz en su pueblo como iglesia, y en ti como miembro. Recuerda que nuestro Señor Jesucristo fue representado como «raíz de tierra seca»; no había en él «parecer ni hermosura» (Isa. 52: 14 - 53: 2). Sin embargo, será exaltado «hasta lo sumo» y se le dará un nombre «que es sobre todo nombre» (Fil. 2: 9). Lo mismo ocurrirá con el pueblo de Dios. Además, así como ardía la zarza, debemos "arder" para Dios. El apóstol Pablo dijo algo relacionado con esto: «Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo» (Fil. 2:15). Y una reflexión más: ¿Cuánto tiempo había estado ardiendo la zarza antes de que Moisés lo notara? Conviene reflexionar, no sea que Dios también quiera hablarnos desde una zarza que espera que veamos. Quizá Dios ponga hoy una zarza ardiente en tu vida para que hagas un alto en el camino. Arde hoy por Dios, como la zarza del Sinaí. Participa en el plan maravilloso que Dios tiene hoy para ti.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.