sábado, 28 de noviembre de 2009

CURANDO LAS HERIDAS

Pero de una cosa estoy seguro: he de ver la bondad del Señor en esta tierra de los vivientes (Salmo 27:13).

La bondad y la compasión son virtudes que todo hijo de Dios debería practicar. Dios nos da muchas oportunidades para demostrar su amor mediante actos de bondad. Esta historia sucedió hace varios años en la sierra Huichola, al occidente de México. Nunca supimos el nombre de la jovencita de quien les contaré, pro las enfermeras del Hospital Adventista la llamaron Juanita.
Los padres de Juanita eran muy pobres y tenían que cocinar con leña en el suelo. Un día cuando Juanita tenía 18 años, al pasar cerca del fuego, repentinamente cayó provocándose serias quemaduras en todo el cuerpo. Sus padres no tenían los recursos para llevarla a algún dispensario, así que la dejaron en casa, pero al ver que sus quemaduras estaban infectadas y al no saber qué hacer, la dejaron debajo de un árbol para que muriera. Una de sus hermanitas le llevaba diariamente algo de comida para aliviar un poco su agonía. Un día el pastor Pedro Rascón visitaba el lugar y la encontró con su carne llena de gusano sobre un cuero de vaca y tuvo compasión de ella. Inmediatamente habló con el papá de la muchachita y ofreció llevarla a un hospital donde podrían ayudarla. El padre le dijo que la podía llevar a cambio de un rollo de alambre para hacer una cerca. Inmediatamente el pastor Rascón llamó a su amigo. Guillermo Baxter, quien era pastor, piloto y volaba en su avioneta por las montañas de norte de México. Rápidamente consiguieron lo que le padre solicitaba a cambio de la niña y la trasladaron al hospital Adventista de Montemorelos. Las enfermeras y médicos se conmovieron con esa jovencita y sabían que no podían recibir de parte de ella ningún tipo de favor, pero hicieron todo cuanto estaba de su parte para sanar sus heridas. Las enfermeras la cuidaron con amor y esmero; no solamente curaban sus heridas físicas, también sus heridas del alma.
Le enseñaron con acciones que hay un Padre que nunca la abandonaría ni la cambiaría por nada del mundo, que estuvo dispuesto a dar su vida por ella. Las heridas de Juanita sanaron, pero sus riñones no soportaron la enfermedad y finalmente murió. Aunque no podía hablar, aprendió a orar y las enfermeras y médicos que con tanto amor cuidaron de ella tiene la seguridad de que my pronto, cuando Cristo venga, Juanita se levantará con un cuerpo transformado y unos riñones sanos, para recibir a quien dio todo por ella.

Sandra Díaz Rayos
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

EMPUJAR O TIRAR

Por eso, anímense y frotalézcanse unos a otros, tal como ya lo están haciendo. 1 Tesalonicenses 5:11.

Charles Allen habla de una elección que aprendió de un pescador. El hombre acababa de pescar algunos cangrejos y los había puesto en una caja.
-¿Y las deja en una caja abierta? –preguntó Charles-. ¿No se le escapara?
-No –respondió el hombre.
-Pero mire cómo se esfuerzan por ser libres.
El pescador sacudió la cabeza y sonrió.
-Hace mucho tiempo aprendí que cuando en un cubo hay al menos dos cangrejos, mientras uno intenta trepar al borde, el otro tira de él hacia abajo.
Hay mucha gente que tiene una manera de ver las cosas muy parecida a la del cangrejo. Cuando alguien sale para contar una historia en la iglesia o tocar una música especial, los cangrejos son muy críticos: «Se ha equivocado. Yo podía haberlo hecho mucho mejor».
Cuando otra persona saca buenas notas en clase, los cangrejos, secretamente, esperan que falle ene le siguiente examen. Haz que un cangrejo escuche un comentario amable sobre otra persona y le faltará tiempo para buscar algún reproche.
Los cangrejos siempre se están comparando con los demás. Quienquiera que empiece a subir es visto como una amenaza y los cangrejos solo son felices si pueden tirar de esa persona y arrojarla al fondo.
La única esperanza para los que son como cangrejos es olvidarse de sí mismo y buscar la posibilidad de dar a los demás un empujoncito o un poco de ánimo. Cuando eso suceda, no solo se sentirán mejor los demás, ellos también.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

NO SE AFANEN

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida que habéis de comer y que habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, que habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mateo 6:25.

El Nuevo Testamento contiene muchas enseñanzas preciosas para nuestra edificación. Lo mejor de todo, naturalmente, es el propio evangelio, la buena nueva de la salvación obrada por Cristo mediante su vida inmaculada y su muerte redentora en la cruz por nuestros pecados. De esa salvación consumada se deriva una serie de consecuencias para los hijos de Dios así beneficiados, por la gracia divina. Una de esas consecuencias, que es una de las cosas más admirable de Jesús y de su reino, es que el Señor no quiere que sus seguidores estén ansiosos. El estilo de su gobierno es totalmente opuesto al de los reyes humanos. La historia nos enseña que, en general, los gobernantes terrenos han encontrado eficaz el mantener a sus súbditos en constante ansiedad. Saben que si las personas se afanan por su vida y por saber de dónde vendrá su próxima comida, serán más obedientes y estarán sujetas al control de su amo para obtener de su almacén el alimento que necesitan.
Jesús no busca asegurar la lealtad ni el servicio de los súbditos de su reino infundiéndoles temor y ansiedad. Procura desarraigar de sus vidas todo afán. Su mensaje es: «Por nada estéis afanosos. Estad quietos, no temáis. En quietud seréis salvos».
El objetivo de su reino es librarnos de todo afán. El no necesita mantenernos ansiosos para establecer su poder y su superioridad. Estos son intocables e invencibles. En vez de eso, Jesús pone de manifiesto su poder y superioridad quitando nuestro afán.
El afán no lleva a ninguna parte. No hace ningún bien. Cualquiera que sea el problema que nos haga sentirnos ansiosos, podemos estar seguros de que nuestra ansiedad no lo reducirá; solo hará que nos sintamos muy mal mientras tratamos de resolverlo. Así que no nos afanemos. Es inútil.
¿Te preocupa pensar en tu vida? ¿En la posibilidad de una enfermedad? ¿En el diagnostico medico? ¿Te preocupa la necesidad que tu familia tiene de alimento, de estudio, de ropa? No te afanes por ello. En lugar de afanarte, haz a Dios el Rey de esos asuntos. O sea, entrega la situación a su poder de Rey y haz su voluntad de forma piadosa, con la plena confianza que de que él trabajará por ti y satisfará todas tus necesidades.
Cree en la realeza de tu Padre celestial. Tú no necesitas afanarte por nada.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.