viernes, 13 de julio de 2012

UNA MORDIDA MORTAL


«Esta es la sentencia que se ha dictado contra los animales del Néguev: Por tierra de dificultades y angustias, de leones y leonas, de víboras y serpientes» (Isaías 30:6).

Víboras y serpientes. ¿No te asusta eso? A mí sí, especialmente la parte de la víbora. Algunas víboras son muy venenosas.
Hay muchas clases de víboras, pero la peor de todas es la víbora de la muerte. Esta especie de vibora vive en Australia y se esconde debajo de las hojas y las ramas durante el día. Sale durante la noche y se alimenta de lagartijas y roedores. Cuando encuentra una lagartija se enrosca, se lanza sobre su víctima y le clava los colmillos. El veneno que le inyecta paraliza al pobre animal y hace que su sangre se espese. Eso es terrible, ¿verdad?
Hay algunas cosas en la vida que son iguales de mortales. Las drogas, los cigarrillos y el alcohol pueden matar. Cuando estas sustancias entran en tu cuerpo, te atrapan y comienzan a hacer un daño terrible en tu sangre, tu cerebro y todos tus órganos.
Por eso es tan importante tomar decisiones correctas sobre tu cuerpo. Si no puedes pensar claramente, no podrás escuchar la voz de Dios hablándote a través de tu conciencia.
Mantén las cosas malas fuera de tu cuerpo. No dejes que te «muerdan» y te alejen de Dios.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NO TE EQUIVOQUES


No os unáis en yugo desigual con los incrédulos (2 Corintios 6:14).

Sayin conoció a José mientras ambos asistían a la escuela preparatoria. Sus miradas se cruzaban, pero jamás entablaron conversación alguna durante aquellos tres años. Un año después se encontraron de nuevo y él decidió hablarle. Luego se hicieron novios. José no era cristiano y ella sí. A pesar de las diferencias y de los consejos recibidos, Sayin siguió alimentando aquella relación. Pensó que si se mantenía firme en sus convicciones, un día José llegaría a amar a Dios. Pero durante el tiempo que estuvieron juntos él nunca quiso acercarse al Señor.
Algún tiempo después, Sayin tuvo que trasladarse a otra ciudad, pero la relación continuó. Pasó otro año y José decidió terminar su noviazgo porque conoció a otra chica en la universidad. Nuestra amiga sufrió mucho porque incluso habían hablado de casarse.
Pasado el tiempo Sayin conoció a Eduardo, un joven cristiano. La amistad creció, se hicieron novios e hicieron planes de matrimonio. Sin embargo, cinco meses antes de la boda Sayin se encontró con José. José le suplicó que no se casara y que rompiera su compromiso.
Ella se sintió confundida. Decidió que lo mejor era dejarlo todo en las manos de Dios y oró: «Querido Padre, deseo que tú, que conoces mi pasado, mi presente y mi futuro, decidas por mí. Sé que es un error volver con José, pero no tengo fuerzas para decírselo. Me siento muy confundida. Perdóname, pero considero que únicamente tú me comprendes. Deseo que me ayudes, permitiéndome soñar con la persona indicada siete veces».
A pesar de que la respuesta era obvia, Dios tuvo misericordia de Sayin y le respondió en la forma que ella se lo había pedido. Soñó tres noches seguidas con José y pensó en terminar con Eduardo. Pero todavía no era tiempo, debía esperar. A la cuarta noche soñó con Eduardo, y luego lo hizo durante seis noches más. Ya no había dudas.
Querida amiga, Satanás es astuto y te impulsa a que dudes de lo que el Señor nos dice en su Palabra. Por más difícil que sea tu problema, ¡hazle caso a Dios! No te equivoques.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Feliciana Aguilar de Navarro.

LA VERDAD, AUNQUE DUELA



Más vale ser pobre que mentiroso. Proverbios 19:22, NVI

¿Recuerdas a Pinocho? Cuando el hada madrina le pregunta a Pinocho por unas monedas de oro, él responde que las perdió, aunque en realidad las tiene en el bolsillo. Al instante, su nariz comienza a crecer. Cuando el hada le pregunta dónde las perdió, él responde que en el bosque. Y su nariz sigue creciendo. Cuando el hada lo invita a buscar las monedas, él aclara que no las perdió, sino que se las tragó. Y la nariz sigue creciendo. Tanto crece, que el hada comienza a reírse. Cuando Pinocho le pregunta por qué se ríe, ella le contesta que se ríe porque sabe que él está mintiendo. Cuando Pinocho pregunta cómo lo sabe, ella responde que hay dos clases de mentiras: las de patas cortas y las de narices largas.
Las de Pinocho, obviamente, eran las de narices largas.
¿Te imaginas lo que ocurriría si cada vez que la gente mintiera la nariz les comenzara a crecer? ¡Qué sería de los políticos! ¡Y de algunos vendedores! Más importante aún, ¿de qué tamaño tendrías tú la nariz? ¿Y yo? No harían falta los detectores de mentiras.
¿Por qué mentimos? En el fondo, para proteger nuestro ego. Para no quedar mal ante la gente que nos aprecia, para salir de algún aprieto. Es decir, para obtener algún beneficio personal. Pero la verdad sea dicha: la mentira no beneficia a nadie porque cada vez que mentimos, estamos engañando a alguien.
Piensa en esto: ¿Cómo puedes confiar en una persona que con frecuencia te miente? ¿O cómo podría la gente creer en ti si ya te han descubierto en varias mentiras? La mentira rompe relaciones: enfrenta a los hermanos, divide a los amigos, separa a las parejas. Todo lo contrario ocurre cuando somos veraces: reina la confianza, las relaciones se fortalecen y, lo más hermoso, honramos el nombre de nuestro Señor Jesús, de quien dice la Escritura que es «el camino, la verdad y la vida» (Juan 14:6).
Conclusión: Hay que decir la verdad. Porque somos hijos de Dios, quien no miente (ver Tito 1:2); porque nada tenemos que ver con el diablo, el padre de toda mentira (ver Juan 8:44); y porque, pensándolo bien, siempre vale la pena decir la verdad, ¡aunque duela!
Padre celestial, ayúdame a decir siempre la verdad, y a tener el valor necesario para enfrentar las consecuencias.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EN BUSCA DE LA COSECHA


«Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tus manos; pues no sabes qué es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno» (Eclesiastés 11:6).

Tengo un amigo que vendía sistemas de seguridad de puerta en puerta. Era un trabajo duro y tuvo que aceptar más rechazos que ventas. Sin embargo, el proceso lo llevó a desarrollar una buena actitud. En lugar de desanimarse por la negativa, pensaba: «Quizá llamé a la puerta equivocada. Aquí no hay nadie que necesite un sistema de seguridad. Probaré en otra casa».
Todos los obreros del Señor tendrían que saber que la suya es una obra de fe. Son responsables de la siembra, no de la cosecha. El sembrador introduce la mano en el cesto y extrae un puñado de semillas. Luego, con un movimiento de su muñeca, esparce las semillas por el suelo y sigue adelante. Su trabajo es ese y hace lo que se espera de él. Planta la semilla en el suelo y tiene que dejar a Dios los resultados (ver Ecl. 11:6).
Transcurre el tiempo y, aparentemente, en el campo no sucede nada. Sale el sol, cae la lluvia y nada cambia. La buena semilla crece poco a poco: primero una brizna, luego la espiga y, finalmente, el grano lleno en la espiga (Marcos 4:28).
«El Agricultor divino espera una cosecha como premio de su labor y sacrificio. [...] El objeto de la vida cristiana es llevar fruto, la reproducción del carácter de Cristo en el creyente, para que ese mismo carácter pueda reproducirse en otros» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 46).
Adoniram Judson, nacido en 1788, fue el primer misionero protestante enviado desde América del Norte a Birmania, donde trabajó durante casi cuarenta años. Un día, cuando su esposa le dijo que un artículo de prensa lo comparaba con algunos de los apóstoles, Judson respondió: «No quiero ser como Pablo... o cualquier otro hombre. Quiero ser como Cristo. Solo quiero seguirlo a él, copiar sus enseñanzas, beber de su Espíritu y poner mis pies en sus huellas...Ser más semejante a Cristo».
Parece un buen motivo de oración, ¿verdad? Basado en Marcos 4:26-29

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill