viernes, 28 de septiembre de 2012

NO TE COMPORTES COMO UNA ARDILLA


«Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron» (Mateo 13:4).

Si caminaras por el patio interior de mi casa verías un comedero para pájaros colgado en un poste junto al pórtico. Siempre lo tengo lleno de semillas porque a los pajaritos les encantan. Como dice el versículo de hoy, las semillas son uno de los alimentos favoritos de los pájaros. Pero no solo a los pájaros les gustan.
Mi jardín está plagado de ardillas, y a veces se ponen un poco fastidiosas. Se la pasan saltando desde un árbol grande que hay en el jardín hasta el techo de la casa. Desde allí caminan con cuidado hasta el poste en el que puse el comedero para pájaros y se balancean como caminando por la cuerda floja hasta llegar a este. Luego se cuelgan de cabeza y se roban las semillas que puse para los pájaros.
Satanás también quiere robarte. Él quiere robarte tu tiempo libre. Quiere mantenerte demasiado ocupado con las cosas de la vida de manera que no te quede tiempo para Dios. No permitas que lo haga. No dejes que Satanás actúe como una ardilla contigo. Dile que tú vas a dedicarle tiempo a Dios cada día.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

PEDIR DE MANERA ADECUADA


Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. (Romanos 8:26).

Siempre me ha llamado la atención este texto. Anteriormente yo creía que debía redactar bien mis oraciones a Dios, pero el problema era que no prestaba atención al contexto.
«Pedir» es un verbo que significa «suplicar» o «implorar». La acción de pedir implica que alguien espera recibir. Pedir es un acto sencillo que realizamos a diario. Podemos decirles a nuestros hijos o esposo, a una amiga o a un empleado que hagan algo por nosotras en un momento determinado. Esa acción en sí misma requerirá que quien atiende a la petición ejecute un acto para que alguien sea beneficiado.
En Romanos 8: 24-27 leemos: «Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; ya que lo que alguno ve, ¿para qué esperarlo? Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia lo aguardamos. De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos».
Pedir parecería ser algo sencillo, pero únicamente Dios sabe lo que en realidad necesitamos. Desde el momento en que nuestra vida se inicia, hasta el día en que Dios nos llame al descanso o nos permita ver a Jesús, todo un proceso se lleva a cabo. El mismo es realizado por el Espíritu, quien de muchas maneras nos ayuda en nuestras debilidades y aún más, intercede por nosotras con gemidos indecibles. ¿Qué más podríamos desear si Dios, a lo largo de nuestras vidas, está pendiente de nosotras? Él conoce todo lo que necesitamos. No desconfiemos. Dejemos que haga su obra en nosotras.
Señor, ayúdame y enséñame a confiar en ti, entendiendo que hacer tu voluntad ha de ser mi delicia.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Bileidys Angélica Chirinos 

CUESTIÓN DE PRIORIDADES


Por lo tanto, pongan toda su atención en el reino de los cielos y en hacer lo que es justo ante Dios, y recibirán también todas estas cosas. Mateo 6:33

¿Qué responderías si te preguntaran cuáles son tus prioridades en la vida? Otra pregunta: ¿Qué hiciste para dar el primer lugar en tu vida a lo que es realmente importante? Cuando de prioridades se trata, la siguiente ilustración de Stephrn Covey te puede ayudar.
Imagina una mesa sobre la cual hay una cubeta parcialmente llena de piedras pequeñas. Estas piedrecillas representan las cosas que no son importantes en tu vida. Sobre la mesa hay también varias piedras grandes, que representan las cosas que si son muy valiosas para ti. Se te pide entonces que intentes meter dentro del cubo tantas piedras grandes como sea posible. ¿Cuántas podrías meter siendo que el cubo ya está parcialmente ocupado por las piedrecillas? ¿Tres? ¿Cuatro? El caso es que podrías introducir muy pocas.
Supongamos ahora que sacas de la cubeta las piedrecillas y comienzas a llenarla con las piedras grandes primero. Ahora ya no son tres o cuatro las que logras meter. Colocas una tras otra, y otra, y otra... hasta que, increíblemente, logras meter todas las piedras.
No obstante, el experimento no termina allí. Tomas ahora las piedrecillas y las colocas en el cubo donde ya están las piedras grandes. ¿Qué observas? Las piedrecillas entran al cubo por los espacios que separan las piedras grandes, hasta que ya no hay espacio para una más. Ahora el cubo está lleno (The Seven Habits of Highly Effective Families [Los siete hábitos de las familias muy efectivas], pp. 160, 161).
¿Cuál es la lección? Si las piedras grandes no entran primero, difícilmente entrarán después. Es decir, organiza tu tiempo de manera que las cosas más valiosas reciban la mayor atención. Después que esas prioridades estén bien atendidas, dedícate entonces a las de menor importancia. Si alguna de estas pequeñeces queda sin atender, no será mucho lo que se perderá. En cambio, si las «grandes piedras» (Dios, la familia, la salud, los estudios...) quedan fuera de tu vida, sufrirás una pérdida incalculable. De las cosas que de verdad cuentan para ti, ¿qué está dentro de la «cubeta» y qué está fuera?  Hoy tienes la preciosa oportunidad de dar a cada aspecto de tu vida la importancia que realmente se merece. Solo tú puedes decidir qué quedará dentro y qué quedará fuera.
Dios mío, concédeme sabiduría al organizar mis prioridades de manera que lo importante para ti también lo sea para mí.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

PEDIR, BUSCAR, LLAMAR


«Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá» (Mateo 7:8).

En Mateo 7:11 Jesús hizo una pregunta retórica. Después de haber recordado a sus oyentes que, aunque eran padres imperfectos, sabían dar cosas buenas a sus hijos, les dijo: «¿Cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?». Dos palabras a tener en cuenta en este texto son «buenas cosas»
En esta vida, nuestros padres y nuestras madres nos han dado regalos. Nos encanta dar regalos a nuestros hijos y nietos, pero a veces tales regalos no son buenos. En cambio, los regalos de nuestro Padre celestial siempre son buenos. En Santiago 1:17 se dice: «Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de variación». Nuestra satisfacción y nuestro agradecimiento serían más completos si recordásemos que nuestro Padre celestial solo nos da buenas dádivas.
Además de hacer que el sol brille sobre justos e injustos, Dios es el responsable de que el corazón humano lata 2,500 millones de veces a lo largo de la vida, bombeando casi un millón de litros de sangre que circula por una red de vasos sanguíneos de más de 160,000 km de longitud. Él es quien hace que, de una diminuta semilla, nazca una planta que luego dará una zanahoria, la cual, tras el proceso de digestión, se transformará en compuestos químicos que dan sustento a la vida. Son cosas que no es preciso que hagamos, pero por las cuales debemos estar agradecidos.
Por tanto, sabiendo que nuestro Padre Dios solo tiene interés en darnos buenas dádivas, a nosotros nos corresponde apartar nuestras oraciones de aquello que pensáramos que es bueno para nosotros y centrarlas en lo que Dios sabe que nos conviene. Aunque no siempre podremos saber los detalles concretos, es posible descubrir su voluntad mediante el estudio de su Palabra. La Biblia nos dice que su voluntad es que seamos como Jesús y que él nos ayudará a lograr ese objetivo. ¿Qué mejor regalo se puede pedir?
La conclusión es que la oración no es decirle a Dios algo que él ya sabe, sino que él nos pide que oremos para que podamos ser capaces de recibir lo que él quiere darnos. A medida que la vida espiritual crezca y se desarrolle, nuestras perspectivas madurarán y serán cada vez más parecidas a las de nuestro Padre celestial; hasta el punto de que su deseo y el nuestro serán idénticos.  Basado en Lucas 18:1-8.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

CONTROLA SUS EMOCIONES


“Que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira" (Santiago 1:19).

Puntos para tener en cuenta:
1. Cuando las emociones se alteran es sabio tomarse un descanso si el conflicto alcanza un nivel peligroso. 
2. Nunca tocar al otro para hacerle daño, solo para acariciarlo o librarlo del peligro. 
3. Nunca nos iremos a dormir enojados. 
4. El fracaso no es una opción. Pase lo que pase, proponte resolverlo. Los límites personales son reglas que se deben practicar por cuenta de cada cónyuge. 

Aquí tienes algunos de los ejemplos más efectivos:
A). Escuchar antes de hablar. "Que cada uno sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para la ira" (Santiago 1:19). 
B). Abordar los propios problemas con franqueza sin involucrar al otro. "¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?" (Mateo 7:3). 3. 
C). Hablar con dulzura y no levantar la voz. "La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira" (Proverbios 15:1). 
D). Pelear limpio significa cambiar de armas; disentir con dignidad. Como resultado se debería tender un puente de conciliación en lugar de quemarlo. 
E). Recuerda, el amor no es una pelea, sino que siempre vale la pena pelear por él.
F). Marca el problema, no a la persona. 
G). Los insultos y la violencia son las herramientas de quien no tiene argumento. 
H). Nunca golpee al más débil, eso es cobardía.

El desafío de hoy
Habla con tu cónyuge para establecer reglas de juego saludables. Si no estás listo para esto, entonces anota tus propias reglas personales para respetar durante las discusiones. Decide cumplirlas cuando vuelva a surgir un desacuerdo.

PÍDELE A DIOS QUE TE AYUDE A CONTROLAR TUS EMOCIONES.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur.