miércoles, 26 de diciembre de 2012

UNO AL LADO DEL OTRO


«El quinto, sardónice; el sexto, sardio; el séptimo, crisólito; el octavo, berilo; el noveno, topacio; el décimo, crisoprasa; el undécimo, jacinto; y el duodécimo, amatista» (Apocalipsis 21:20, BLA).

¿Puedes creerlo? Las murallas de la Nueva Jerusalén son tan grandes que ya llevamos tres días caminando alrededor de ellas. La piedra preciosa que estudiaremos hoy se llama sardónice. La sardónice es muy hermosa y está compuesta de varias capas.
Es como si tuvieras una cobija roja, una cobija blanca, una cobija marrón y una cobija negra puestas una encima de la otra. Después, encima de esas cobijas colocas de nuevo una cobija roja, una blanca, una marrón y una negra. Ahora tendrías una pila de cobijas muy colorida, ¿no? Bueno, la sardónice es así, solo que en vez de cobijas son capas de piedra. Imagínate todos esos colores juntos, uno al lado del otro.
Nuestro mundo se parece a eso. En él viven muchas clases de personas diferentes. Algunos son de colores diferentes, otros son de países diferentes, otros hablan idiomas diferentes, otros usan ropas diferentes. Son muchos tipos de personas diferentes juntas, una al lado de la otra.  Todos somos hermanos y hermanas, y Dios nos ama a todos por igual. Pídele hoy a Dios que llene tu corazón de amor.   Pídele que te ayude a amar a todas las personas que existen en el mundo que él ha creado.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LA INVITACIÓN


A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. (Isaías 55:1)

Nosotros vivíamos en el pueblo mientras que nuestros padres se habían quedado en el campo para que pudiéramos asistir a la escuela. Cuando ellos venían a visitarnos traían productos de los que cosechaban para que los vendiéramos y obtuviéramos algo de dinero.
Mi hermana y yo tomábamos una canasta con los frutos y viandas y comenzábamos a recorrer las calles, pero pronto la vergüenza hacía que disminuyera nuestro entusiasmo. El pregón se hacía más débil hasta que llegaba el momento en que el silencio acompañaba nuestra caminata. Con la canasta en brazos buscábamos un lugar donde sentarnos a descansar, esperando que pasara un tiempo razonable para volver a casa.
No nos gustaba vender plátanos; éramos dos chicas tímidas que estaban entrando en la adolescencia. Aquella actitud nuestra me recuerda el gran amor de Dios. Jesús dejó un día su trono y, llevando sobre sí una pesada carga, recorrió nuestras calles y proclamó a gran voz: «El reino de los cielos está entre vosotros». Pero la gente, indiferente a aquella invitación, cerró sus oídos. Pero Cristo continúa diciendo: «Estoy a la puerta y llamo». No se toma un descanso. ¿Cómo podrá regresar a su casa sin haber extendido la invitación de manera insistente a cada hijo suyo?
«El ofrecimiento de la salvación es para todos los hombres (Mat. 11:28-29). Así se ha dispuesto lo necesario para hacer frente a todos los males causados por la caída de Adán. Esta salvación es tan abarcante en su aplicación, como lo fue la desgracia ocasionada por el pecado. Sin embargo, este don de la justificación no tiene validez a menos que sea aceptado por la fe (Juan 3:16), y no todos los hombres eligen creer» (Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 529).
Hoy no pregonamos ningún artículo perecedero. Hacemos el ofrecimiento de la salvación, de la cual somos partícipes, y es nuestro privilegio insistir para que los demás nos escuchen y acepten la invitación divina.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Norma Muñoz de Ruiz

¿RESERVADO ALGUNA LLAVE?


Dame, hijo mío, tu corazón y no pierdas de vista mis caminos. Proverbios 23: 26, NVI

Desertor. Según el diccionario, el «soldado que desampara su bandera». Casi suena a «traidor». Es un calificativo para nada agradable, pero es prácticamente lo que el apóstol Pablo dice de uno de sus colaboradores: «Demás, que amaba más las cosas de esta vida, me ha abandonado y se ha ido a Tesalónica» (2 Tim. 4:10).
¡Qué triste! El nombre de Demás se menciona solo tres veces en la Biblia. En dos de ellas (Col. 4:14; File. 24) está incluido entre los que envían saludos a otros cristianos. Incluso en una (File. 24) se dice que está ayudando al apóstol Pablo en la predicación del evangelio. Pero luego desertó. Así no más, se fue. ¿Qué pasó?
El Comentario bíblico adventista explica que Demás vio en el encarcelamiento de Pablo un peligro para su propia vida. Al comparar las pruebas por las que atravesaba el apóstol con los placeres de Roma, la gran ciudad del momento, Demás simplemente optó por el camino más atractivo, el más fácil: abandonó «su bandera»; la bandera de la fe. Su nombre no se menciona nunca más después de eso. Pudo recibir honores inmortales, pero prefirió disfrutar de los placeres temporales del pecado (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 360).
Pienso que el problema de Demás, en el fondo, lo describe de manera acertada el escritor Helmut Thielicke, que afirma que algunos cristianos entregan a Dios algunos aspectos de su vida pero «reservan» un sector al que, bajo ninguna circunstancia, le permiten el acceso. En el caso de Demás, Dios podía entrar a su corazón a través de cualquiera de sus puertas, menos por una. De esa puerta en particular Demás se reservó la llave. Colocó sobre ella un letrero que decía «PRIVADO». En otras palabras, nunca se entregó por completo a Dios. Y en el momento de la prueba, su fe naufragó.
¿Has entregado a Dios «las llaves de todas las puertas de tu vida» ? ¿O todavía hay una puerta que dice «ACCESO PRIVADO»?
Entreguemos a Dios el manojo completo de llaves, todo nuestro corazón, sin reservar nada. Acaso, ¿no entregó todo Cristo para salvarte a ti y también a mí?

Señor Jesús, con tu muerte en la cruz, ganaste el derecho de morar en mi corazón.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

SEGUNDO DÍA DE NAVIDAD


«Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).

SEGUNDO DÍA DE NAVIDAD DE 2012
No soporto ver las luces de Navidad en todas partes. El árbol se cae a pedazos y entorpece el paso. Tengo el estómago revuelto. Creo que comí demasiados dulces. Estoy harto de escuchar a los niños que gritan y ríen y, al minuto, discuten y lloran. Todo el mundo parece inquieto y aburrido y yo estoy cansado de tener que compartir el baño con los invitados. Muchos de los juguetes nuevos o están rotos o han ido a parar al baúl de los juguetes. Incluso me molestan los villancicos y las canciones navideñas. ¡Ojalá pudiera quitar estos horribles adornos!

SEGUNDO DÍA DE NAVIDAD EN BELÉN, HACIA EL 4 a.C.
Los animales han salido y estarán en el campo todo el día; al irse, levantaron una buena polvareda y armaron un buen alboroto con tanto balido. Empezamos a establecer una rutina: despertar, comer, limpiar, dormir, despertar, comer, limpiar, dormir... Este establo es tan poco adecuado. .. Me pregunto cuándo podremos volver a casa. Hoy fui a la ventanilla del censador para inscribirnos. Aunque llegamos dos, registré a tres. Sí, claro: aunque es un bebé, también es una personita. Nuestros nombres ya están en la lista: José, María y Jesús.
No sé cómo sucede, pero el bebé hace que el establo se llene de amor. Es un bebé muy bueno y sin defectos. Llora cuando tiene hambre, cuando está cansado o cuando tiene frío. Con todo, es bueno, muy bueno.
Apenas he tenido tiempo de pensar en lo que ha sucedido estos últimos días. El ángel que se me apareció aquella noche dijo que María alumbraría a un bebé y que eso formaba parte de los designios de Dios. No entiendo nada, pero sé que hay algo sobrenatural en este niño.
Miro a María mientras mece al bebé en sus brazos. Parece como si supiera qué hacer desde el nacimiento. Sin embargo, yo tengo un sentimiento extraño. Es mi Hijo y, a la vez, no lo es. El ángel me dijo incluso cuál tenía que ser su nombre. Me dijo que lo llamáramos Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados.  

Señor, ayúdame a ser el padre terrenal que Jesús necesita.
Ayúdame a criarlo y formarlo para la obra que vino hacer.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill