jueves, 16 de agosto de 2012

CUMPLE TU PALABRA Y MATA LA PLANTA VENENOSA


«Tan solo hablar y hablar, prometer en falso y firmar pactos; su justicia sería como una planta venenosa que crece entre los surcos del campo» (Oseas 10:4).

En nuestra caminata de hoy vamos a hablar de otras plantas venenosas. Porque hay muchas, como el albarraz, el lupino, la cicuta, el estramonio, la angélica venenosa, la neguilla, la Solanum carolinense, la dulcamara, el ricino, o la Ageratina altissima. Algunas de estas plantas son tan venenosas que pueden matar una vaca si esta las come. ¡Imagínate!
El versículo de hoy dice que cuando prometemos algo y no lo cumplimos, surgen toda clase de problemas. Una promesa es algo que le dices a alguien que harás. Cuando prometes algo, debes cumplir. Prometer es asegurar que haremos lo que hemos dicho. Si no cumplimos lo que prometemos, comenzamos a perder la confianza de los demás. Cuando eso ocurre, surgen toda clase de problemas y se arraiga ese mal hábito en nosotros como una planta venenosa.
Es muy triste que la gente no confíe en uno. Es doloroso que la gente piense que estamos mintiendo. Es maravilloso cuando la gente cree en lo que decimos. Haz solo promesas que puedas cumplir Cuando digas que vas a hacer algo, hazlo. Cumple tu promesa y no dejes que crezca esa planta venenosa en ti.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL SIGNIFICADO DE LAS HERIDAS


Y si alguien le pregunta: «¿Qué heridas son estas en tus manos?», él responderá: «Las recibí en casa de mis amigos» (Zacarías 13:6).

Desde la entrada del pecado, los seres humanos reciben cada vez más heridas. Existen actualmente en el mundo miles de millones de personas que sufren, así como muchos corazones que necesitan alivio. Una herida, sea física o emocional, duele y deja cicatrices. Un corazón herido no sana fácilmente; las huellas quedan, no se ven, pero están ahí. Los malos recuerdos, el odio, los deseos de venganza, las injurias recibidas en algún momento del pasado permanecen como heridas muy profundas.
El Señor tiene medios para iluminar la vida de los desconsolados. Cada una de nosotras puede emplear sus talentos para disipar las nubes de la angustia, permitiendo que penetren la luz del sol de la esperanza y la fe. Si ese es tu caso, no temas, amiga mía, Jesús todo lo conoce. Él también fue herido una vez por sus propios amigos y está dispuesto a borrar con su sangre las heridas, por muy profundas que sean. Coloca todas tus cargas en sus manos y él las aliviará.
En el estado de la Florida un niño decidió ir a nadar una tarde de verano a una laguna que estaba detrás de su casa. Su mamá desde la ventana vio con horror cómo un cocodrilo sujetaba con fuerza una de las piernas del niño.  La señora alcanzó a tomar a su hijo de un brazo, arrancándolo de las fauces del cocodrilo. Después de un tiempo un periodista le preguntó al niño si estaba dispuesto a enseñar las cicatrices de sus piernas. El pequeño respondió: «Sí, pero usted debería ver las cicatrices que me dejaron las uñas de mi madre, porque no se soltó de mi brazo y me salvó la vida».
Recuerda que si tienes cicatrices en tu vida es porque Jesús te sujetó fuerte para que no cayeras. Sus manos heridas, su costado abierto, y sus pies desgarrados, abogan en favor tuyo. Tu redención fue comprada a un precio infinito. «Dios os ama. No quiere atraeros para causaros daño, ¡oh, no! Desea consolaros, derramar sobre vosotros el aceite del gozo, sanar las heridas que os ha infligido el pecado, reparar lo que Satanás ha dañado. Desea daros el ropaje de la alabanza a cambio del espíritu de abatimiento» (A fin de conocerle, p. 248).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Hilda de Farfan

¿A QUÉ LLAMAS TÚ «FRACASO»


¡Gracias a Dios que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! 1 Corintios 15: 57

¿Con base en qué criterios se puede decir que una persona es un fracaso? El siguiente relato, que cuenta William Bennett, nos puede ayudar a entender este tema.
Es el caso de un hombre que se consideraba un fracasado. Entonces un amigo le recomendó que hablara con un anciano sabio que vivía en el pueblo. Y así lo hizo.
—Necesito de su ayuda, maestro —dijo el hombre—. De cada dos proyectos que emprendo, fracaso en uno. ¿Qué me recomienda?
—Vaya a la biblioteca del pueblo —le dijo el anciano—, y lea la página 720 del Almanaque mundial.
El hombre fue a la biblioteca y encontró que en esa página del Almanaque Mundial aparecía una lista de los grandes bateadores del béisbol de todos los tiempos. En el tope se encontraba Ty Cobb, con un promedio al bate de .367. «No entiendo lo que este nombre me quiere decir», pensó. Y fue de nuevo donde el anciano.
—Amigo, ¿qué tiene que ver Ty Cobb con mis fracasos?
—¿Te diste cuenta de que su promedio fue de .367? Eso significa que tuvo éxito aproximadamente en una de cada tres veces al bate. Es decir, fracasó dos de cada tres veces. Y se le considera el más grande de todos los tiempos (The Book ofVirtues for Young Peopk [El libro de las virtudes para jóvenes], p. 211).
Dicho de otra manera, ni siquiera los mejores en su especialidad logran un cien por ciento de acierto. Y ellos lo saben. Por eso se preparan bien para hacer lo mejor que pueden, conscientes de que se equivocarán. Pero prefieren equivocarse a cruzarse de brazos sin hacer nada en la vida. Esta idea la expresó muy bien un autor anónimo cuando escribió:
«El hecho de que fracase...
— No significa que soy un fracasado. Significa que he aprendido algo.
— No quiere decir que soy un tonto. Quiere decir que tuve el valor de intentarlo.
— No significa que soy inferior. Significa que no soy perfecto.
Algo más: Que fracasemos al tratar de hacer algo no significa que Dios nos haya abandonado. Significa que todavía nos está enseñando. De manera que, aprendamos de nuestros fracasos y, con el poder de Dios, sigamos adelante.

Ayúdame, Señor, a aceptar mis errores como parte de mi proceso de desarrolla

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL LIRIO DE LOS VALLES


«Yo soy la rosa de Sarón, el lirio de los valles» (Cantar de los Cantares 2:1).

Pocas flores hay que sean tan delicadas y bellas como el lirio de los valles. A los fotógrafos les encanta captar su imagen. Su uso como adorno en las bodas está muy extendido. Es especialmente popular en Europa, donde aparece en varios escudos de armas. En Francia es tradición venderla por las calles el primero de mayo.
Desde antiguo, millares han apreciado la belleza de los lirios en todas sus variantes. Cuando el rey Salomón dio instrucciones para construir el templo, ordenó que las dos columnas de la entrada estuvieran coronadas por sendos capiteles de dos metros de altura en forma de lirio (ver 1 Rey. 7:19). A la columna de la derecha la llamó Jaquín y a la de la izquierda Boaz (vers. 21).
Un día Jesús tenía que enseñar una lección importante al pueblo y a sus discípulos en particular. Quería ponerlos en guardia ante un pecado específico, el de la distracción y la preocupación desconfiada por los asuntos de la vida; porque la preocupación es señal de que tanto el tesoro como, por consiguiente, el corazón, están puestos en cosas terrenales.
Dijo: «¿Por qué preocuparse por tantas cosas?». Luego hizo que la atención se centrara en las flores que salpicaban la ladera de la colina: «Y por el vestido, ¿por qué os angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y mañana se quema en el homo, Dios la viste así, ¿no liará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?» (Mat. 6: 28-30).
El lirio de Palestina al cual se refería Jesús no es la pequeña flor blanca en que solemos pensar; es una flor silvestre común, que crece en el camino. Es, por lo tanto, una flor accesible a todos. De la misma manera, Jesús quiere que todos sepan que él es humilde y es fácil acceder a él. Él nos invita a tomarlo, llevarlo ron nosotros a casa y permitir que el perfume de su vida nos dé alegría y consuelo. Vino para todos: ricos y pobres, jóvenes y viejos. También vino para usted. Basado en Lucas 12: 27

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill