viernes, 29 de enero de 2010

NO FUE UN ERROR

Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28).

Mi esposo trataba de llamar al marido de mi prima con nuestro teléfono celular, cuando se dio cuenta de que había marcado un número equivocado. Una mujer, a quien él no le reconoció la voz, respondió. Pero, en vez de decir algo, mi esposo colgó. Cuando se logró comunicar con el esposo de mi prima, el sentía el sonido continuo de una llamada entrante, pero la ignoró.
Apenas colgó, el teléfono sonó. Era una mujer a la que yo le había dado los estudios bíblicos por Internet. Había visto nuestro número telefónico en el identificador de llamada después del llamado equivocado de mi esposo, y ahora respondía la llamada. Estaba feliz de que fuese nuestro número, porque estaba atravesando por varios problemas. Se había bautizado a principios, de este año y estaba feliz en la familia de la iglesia. Luego, se había mudado a una nueva ciudad, y no había podido ir a la iglesia porque estaba ayudando a sus nietos. Realmente quería ir a la iglesia, pero le daba vergüenza ir sola. Antes de colgar, pude orar con ella y asegurarle que todo estaría bien.
Conocía algunos amigos que vivían cerca de su casa, y si a ella le parecía bien le dije que les daría su número de teléfono y tal vez podría ir a la iglesia con ellos. Estaba encantada con la idea, y apenas me puse en contacto con los amigos de la zona ellos se contactaron con ella. No solo hicieron eso, sino también descubrí que un joven, un compañero de escuela de nuestra hija, asistía a la misma iglesia y era el director de Ministerio Personal. El también se puso en contacto con ella y la visitó en su hogar. Ahora tiene amistades en una nueva iglesia, y una vez más, alababa a Dios cada semana.
Mientras colgaba el teléfono, me sentía avergonzada por no haberla llamado antes. Muchas veces había tenido la intención de hacerlo, pero los días pasaban y cada vez estaba más ocupada. Aunque mi esposo estaba seguro de que había cometido un error al llamar a Patti en vez de a Pat, yo creo que todo formaba parte del plan de Dios y de sus tiempos, que esa llamada se realizara. Yo no había escuchado las sugerencias de Dios cuando él deseaba que la llamara, por lo tanto él lo resolvió de otra manera. ¡Lo alabo por eso!

Anna. May Radke Waters
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

¿VALE LA PENA HUIR?

El faraón se enteró de lo sucedido y trató de matar a Moisés; pero Moisés huyó del faraón y se fue a la tierra de Madián, donde se quedó a vivir junto al poza. Éxodo 2:15.

¿Te has puesto a pensar cuántas veces los hijos de Dios han tenido que huir? Uno pensaría que ya enrolado en el ejército más poderoso del universo el verbo «huir» no tiene cabida. ¿Te puedes imaginar a Moisés decir: «¡Voy a mostrar al Faraón mis credenciales como libertador de mi pueblo, y si quiere guerra, la tendrá! ¡Yo tengo un nombramiento de Dios!» Quince siglos más tarde, Egipto volvió a ser el centro del universo. Pero ahora para recibir a una familia que huía. Era una familia pobre, ¡pero la madre llevaba en sus brazos al hijo de Dios! ¿Puedes creer que en ese momento histórico tan importante Dios huyera? ¿No se te ocurre pensar que José, el padre terrenal de Jesús, debió de recordar la hazaña de David frente a Goliat, y exclamar: «¡Y quién es Heródes!»
Muchas veces nos parece estar acorralados en medio de tantas pruebas y dificultades. Llegamos a sentirnos incompetentes. Nos dan ganas de abandonar la carrera y huir a un lugar donde nadie nos conozca, y así olvidar nuestra misión. El conflicto que se libra en nuestro mundo es tan real que si nuestros ojos pudieran ser abiertos a las realidades celestiales, veríamos los ángeles de ambos lados en una encarnizada lucha cumplir los designios por el control del universo y la sumisión de nuestras voluntades.
La enfermedad, los accidentes, las pruebas y dificultades son asuntos muy serios. También lo son nuestra desobediencia y nuestros pecados. Necesitamos mirarlos a la luz de nuestro origen y destino. En ese momento de debilidad Moisés tuvo una visión muy corta. Pensó que los resultados de dependerían de sus propios esfuerzos. No se acordó de que la lucha no es contra sangre y carne, sino contra las potencias del mal (lee Efesios 6:11-13). La historia nos enseña que los propósitos de Dios finalmente se cumplen, por eso es importante permanecer de su lado, aunque a veces parezca que marchamos en retirada.

«Dios llama a los hombres a oponerse a los poderes del mal». MJ 53


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

ESCASA ENSEÑANZA DE LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE

¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? ¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos? (Calatas 3:2, 3).

Otro peligro que viene como resultado de la incomprensión del evangelio, va más allá del daño espiritual que pueda producirse en una persona. Notemos: «Nuestras iglesias mueren por falta de enseñanza acerca de la justicia por la fe y otras verdades» (Obreros evangélicos, p. 316).
Hemos dicho anteriormente que cuando una persona no entiende correctamente el evangelio, se enferma espiritualmente. No crece, no desarrolla su vida cristiana en forma normal. Podríamos decir que se rezaga en su crecimiento. El atraso puede continuar hasta que la persona muere espiritualmente. Pero lo que le puede pasar a una persona, también puede sucederle a una congregación o iglesia. Como una congregación está formada por miembros individuales, lo que le pase a los miembros le pasará a la congregación.
Cuando una iglesia descuida la enseñanza del evangelio, corre el peligro de debilitarse y morir. Cuando el mensaje de la justificación se predica muy poco o no se predica, la iglesia, como la persona, sufre. Ya nos pasó como iglesia en una etapa de nuestra historia. Entusiasmados por descubrimientos doctrinales, nos dedicamos casi exclusivamente a predicar ciertas doctrinas importantes, pero que no constituyen el evangelio. De acuerdo a Elena G. de White, el resultado fue que predicamos tanto sobre la ley, el sábado y las profecías que llegamos a estar más secos que los montes de Gilboa, que no reciben ni rocío ni lluvia. Fue una época de debilidad espiritual. Gracias a Dios retomamos el camino y tratamos de corregir los errores cometidos.
Pero este riesgo nos persigue por todas partes. La única manera de sentirnos seguros es vigilar que el verdadero evangelio se predique en nuestras con¬gregaciones. Cuidémonos del mucho sermoneo promocional que va y viene, y que suele desplazar la predicación del evangelio.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C