martes, 1 de febrero de 2011

PEQUEÑOS ACTOS DE BONDAD

«El fruto del Espíritu es [...] bondad». Calatas 5:22.
Enrique no tenía padres y vivía con sus abuelos. Parecía que no lo querían, porque se la pasaban embriagándose todos los días. El niño se sentía muy solo, así que un día muy frío salió de su casa sin ser visto y empezó a caminar por el pueblo.
Después de un rato sintió mucho frío, y decidió sentarse para descansar un poco. Pronto le dio sueño y se quedó dormido. Cuando despertó, vio los rostros de un par de enfermeras que lo atendían. Estaba en el hospital. —¿Qué pasó? —preguntó a una de ellas. La enfermera respondió: —Dos personas te encontraron en la calle, casi congelado, y te trajeron aquí para ver si podíamos salvarte.
Quique se sintió muy contento de estar en ese lugar, donde lo cuidaban bien; poco a poco recuperó su salud, pero nadie fue jamás a buscarlo. Se hicieron entonces los preparativos para enviarlo a un orfanato. Cierto día, antes de que lo dieran de alta, entraron a la habitación del niño un hombre y una mujer que platicaron muy amablemente con él, y le preguntaron que si quería formar parte de su familia. Aunque ese matrimonio tenía otros dos hijos, se enteraron de la situación de Quique y decidieron adoptarlo. Sintió muchísima felicidad, porque al fin alguien realmente se interesaba en él. Su nuevo hogar era muy diferente al anterior, y sus padres adoptivos le enseñaron a amar a Dios.
¿Has visitado un orfanato? Allí viven niños que no tienen hogar. Si hay uno en el lugar donde vives,
puedes ir y compartir alguna cosa con los niños y niñas que están allí; una canción, una historia, algo de comida. Esos actos bondadosos los ayudarán a ser felices.

Tomado de meditaciones matinales para menores

Conéctate con Jesús
Por Noemí Gil Gálvez

AMOR SIN BARRERAS

De tal manera amó a Dios al mundo, que ha dado a su hijo unigénito, para que todo aquel que en el cree no se pierda, sino que tenga vida eterna. Juan 3:16.

Una niña entró en la imprenta de su padre después de concluida la jornada laboral. Entre los papeles de su escritorio encontró uno que decía: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado». El papel estaba rasgado, por lo que no pudo continuar leyendo, pero como quien tiene algo muy importante que decir, salió corriendo hasta encontrar a su mamá, y casi sin aliento, le contó lo sucedido. La mamá entonces le dijo: «Termina la frase, cariño, ¿qué es lo que ha dado Dios?».
La niña, ya más calmada, respondió: «Mamá, eso no importa. Si Dios amó al mundo, seguro que lo que ha dado es algo bueno».
Hay mucha sabiduría en las palabras de aquella pequeña. Dios realmente nos ha dado lo mejor: su amor. Un amor sin barreras. Un amor incondicional. Un amor que está a disposición de todas las clases sociales, razas y culturas.
Durante este mes de febrero, estaremos vislumbrando ese amor que cambia por completo nuestra existencia, ese amor que nos hace contemplar la rosa y no las espinas, que nos cobija del sol ardiente de un día sin nubes y nos libra de temor en días de tormenta.
El amor no es una fantasía ni un mero recurso literario. El amor es más que una palabra, es un principio que pasa a la acción. No hay vida sin amor. Podrás existir y hasta fingir que vives, pero sin amor, tu día a día estará vacío.
Como esposa, como madre o simplemente como ser humano, necesitas desesperadamente que el amor tome las riendas de tu vida. Solo entonces podrás dar lo mejor de ti, como lo hizo Dios al entregar a su único Hijo para nuestra salvación, sin importar si lo merecíamos o no. Dios no escatimó esfuerzos a la hora de dar. Él simplemente dio, porque así es como se muestra el amor.
No cierres hoy las páginas de este libro sin pedirle a Dios que te ayude a descubrir ese amor. Contémplalo y compártelo. El amor solo piensa en dar, no en recibir.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

AMIGOS EN TODO TIEMPO

En todo tiempo ama el amigo. Proverbios 17:17.

La palabra "amigo" va tomando diferentes matices y formas a lo largo de la vida, y en muchos casos los amigos son una bendición dada por Dios, ya que llegan a ser la "familia" que nosotros elegimos mientras vivimos.
Nelson no era uno de los mejores alumnos en el área académica, pero sin lugar a dudas era uno de los que más se hacían querer por sus profesores y compañeros. Tenía varios amigos, pero en especial uno, Gustavo, con el cual se sentaba en el aula y todo el día compartía las actividades propias de jóvenes: charlas interminables, deportes, juegos de computadoras, conversaciones por Internet, y algunas más. Lo normal era verlos llegar juntos al colegio, tarde a veces, temprano otras, pero siempre juntos.
Un sábado de noche, después de haber estado en los juegos sociales de la iglesia, Nelson sufrió un terrible accidente. Un joven de 19 años, ebrio y sin licencia de conducir, lo atropello cuando estaba por cruzar una calle. Las lesiones fueron serias: fracturas del brazo izquierdo y una pierna, y traumatismo de cráneo. Fue doloroso para todos enterarnos de este accidente. Fue bastante doloroso para mí, que realmente lo apreciaba por haber sido mi alumno el año anterior. Cuando fui a verlo al hospital, con el deseo de conversar con su familia para darles ánimo y también para orar con ellos, Gustavo estaba presente. Al llegar le pregunté: "Gustavo, ¿también aquí?", a lo que él respondió: "Sí, Capellán, los amigos estamos en las buenas y en las malas".
Es hermoso disfrutar una linda amistad cuando la vida nos sonríe, pero ¡qué maravilloso es tenerlos cerca en esos momentos dolorosos que a todos nos toca vivir! Los amigos son un regalo de Dios, están a nuestro lado para animarnos, sostenernos, comprendernos e incluso detenernos cuando estamos por cometer una locura. La verdadera amistad siempre buscará el bien del otro.
Dios te da a ti la posibilidad de mostrarte amigo y tener amigos, y la edad que tienes quizás es la mejor para buscarlos y cultivarlos para toda la vida. Como amigo, no olvides mostrarte como tal cuando los otros estén viviendo peligros, angustias y problemas; y cuando el dolor te golpee a ti, recuerda que Dios usará a los verdaderos amigos para alentarte y animarte en ese momen¬to difícil. Agradécele hoy a Dios por darte la bendición de ser y tener amigos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuela

LO VEREMOS

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. 1 Juan 3:2.

El apóstol Juan es enfático al afirmar que, en el cielo, "le veremos tal como él es". Se refiere a Jesús; y creo que será el momento más emocionante para la raza humana. Porque, en esta tierra, mientras Jesús no regrese, solo podemos relacionarnos con él por medio de la fe, separando diariamente tiempo para estudiar su Palabra y para orar. Pero, en el cielo, podremos verlo cara a cara, tal como él es. ¿No es extraordinario?
Quiero estar allá, y sentir el abrazo de Jesús. Agradecerle por haberme permitido llegar allí; decirle que, en esta tierra, prediqué su Palabra por la fe, y traté de servirlo en humildad. Pero, creo que jamás tendré palabras para agradecerle porque me amó. Si un día llego ante su presencia, no será porque haya hecho algo bueno para merecer esa bendición sino, y únicamente, por el amor precioso de Dios.
El versículo de hoy trae otro pensamiento de ánimo y de esperanza: la vida cristiana es una vida de crecimiento. Juan afirma: "ahora somos hijos de Dios". ¿Y antes? Sin duda vagábamos por el reino del enemigo, intentando encontrar la manera de ser felices, sin lograrlo. Pero "ahora", esto es, en el presente, toda esa antigua vida pasó; hemos crecido. Pero no hemos llegado aún al ideal que Dios tiene para nosotros; aún no se ha manifestado lo que hemos de ser", dice el apóstol.
Hay un ideal elevado. Demasiado elevado desde la lógica humana. Un día, "seremos como él". ¡Qué objetivo! ¡Continuar avanzando! A pesar de nuestras posibles caídas. Levantarse y proseguir al blanco porque, con toda seguridad, un día lo alcanzaremos, por la gracia maravillosa de Jesús.
Un día "le veremos". ¡Este será el fin de nuestro peregrinaje! Habremos llegado al final de la jornada de dolor y de sufrimiento que el pecado trajo a esta tierra. Nadie más te hará sufrir; la muerte no arrancará más seres queridos de tus brazos. No tendrás que llorar tus derrotas, por causa de la naturaleza pecaminosa que te perturba de día y de noche. No habrá más promesas no cumplidas ni decisiones que duran solo una semana. He aquí, todo será hecho nuevo.
¿Te gustaría estar allá? Hoy es el día de buena nueva, hoy es el día de salvación. Recuerda: "Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón