miércoles, 30 de septiembre de 2009

PERDONADA POR JESÚS

¿Quién acusará a los que Dios ha escogido? Dios es el que justifica. ¿Quién condenará? Cristo Jesús es el que murió, e incluso resucitó y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros (Romanos 8: 33, 34).

María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que hablan formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. Era él quien la había liberado de la desesperación y la ruina. Siete veces ella había oído la reprensión que Cristo hiciera a los demonios que dirigían su corazón y mente. Habla oído su intenso clamor al Padre en su favor. Sabía cuan ofensivo es el pecado para su inmaculada pureza, y con su poder ella había vencido. Cuando a la vista humana su caso parecía desesperado, Cristo vio en María aptitudes para lo bueno. Vio los rasgos mejores de su carácter. El plan de la redención ha investido a la humanidad con grandes posibilidades, y que en María debían realizarse. Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. Aquella que había caído y cuya mente había sido habitación de demonios, fue puesta en estrecho compañerismo y ministerio con el Salvador. Fue María la que se sentaba a sus pies y aprendía de él. Fue María la que derramó en sus pies el precioso ungüento, y bañó sus pies con sus lágrimas. María estuvo junto a la cruz y le siguió hasta el sepulcro. María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado.
Jesús conoce las circunstancias que rodean a cada alma. Tú puedes decir: «Soy pecador, muy pecador». Puedes serlo; pero cuanto peor seas, tanto más necesitas a Jesús. Él no se aparta de ninguno que llora contrito. No dice a nadie todo lo que podía revelar, pero ordena a toda alma temblorosa que cobre aliento. Perdonará libremente a todo aquel que acude a él en busca de perdón y restauración. A las almas que se vuelven a él en procura de refugio, Jesús las eleva por encima de las acusaciones y contiendas de las lenguas. Ningún hombre ni ángel malo puede acusar a estas almas. Cristo las une a su propia naturaleza divino-humana. Ellas están de pie junto al gran Expiador del pecado, en la luz que procede del trono de Dios (E! Deseado de todas las gentes, pp. 521, 522).
Elena G. de White
Tomado de Manifestaciones de su amor

UN DÍA DE GRATITUD

Señor, muéstrame tus caminos; guíame por tus senderos. Salmo 25: 4


Septiembre es el mes en que tradicionalmente empieza la escuela. Hagamos que sea el mes de la educación. Cuando escribas la lista de las cosas por las que estás agradecido, concéntrate en las que están relacionadas con aprender. Puedes incluir ese mismo tema cuando pienses en tus peticiones especiales.



Tomado de la Matutina El Viaje Increible.

RENDIR CUENTAS

A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan;pero ellos darán cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos. 1 Pedro 4:4,5.

¿Sabías que Jesús siempre rendía cuentas a su Padre? Aunque era el Hijo de Dios, siempre se dejó llevar por los designios de su Padre, y rendía cuentas de todo cuanto hacía. Para ilustrar esto, el apóstol Pablo uso una frase en Romanos 15: 3: «Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo». En toda circunstancia, Jesús siempre buscaba la aprobación divina y se dejaba guiar por la instrucción del Espíritu Santo. Las palabras clave de su vida eran: «No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió», la del Padre. Es preciso que reconozcamos que Jesús hacía todas estas cosas porque, aunque era Dios, rendía cuenta de todo cuanto realizaba para demostrar una filosofía de vida que desea que adopte cada uno de sus hijos. Además, Dios quiere que entendamos que no solamente hemos de rendir cuentas ante Dios, sino también ante nuestros semejantes. En algunos versículos, que algunos prefieren evitar, encontramos que la Biblia es muy directa cuando habla de rendir cuentas. Jesús nos recuerda que «de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio» (Mat. 12: 36). Cuando aceptes verdaderamente este concepto de rendir cuentas, te prometo que sucederá algo: Tú cambiarás. Hacer de esto parte de nuestra filosofía de vida cambiará muchísimo la forma en que vivimos. Si verdaderamente creemos que hay un Dios que observa nuestras acciones y ante el cual un día no muy lejano tendremos que rendir cuentas, debemos genuinamente cambiar nuestra conducta, nuestra actitud y nuestras palabras. El creer que toda la Escritura es inspirada divinamente nos exhorta a tomar en serio los versículos que nos recuerdan que hay un Dios que observa cada cosa que hacen sus hijos. Sin embargo, lo cierto es que a muchos de los hijos de Dios no les gusta aceptar que esto sea una realidad. Quizás quisiéramos que este tipo de versículos no estuviera en la Biblia, pero la aceptación de que es así forma parte de humillarnos ante Dios y tomar su Palabra en serio. Rendir cuentas era una de las maneras en que Jesús obtenía su gozo. Me pregunto si hemos aprendido el gozo de agradar a Dios en todo cuanto hacemos. Quiera Dios que sus hijos vivan hoy una vida que traiga gozo al corazón de nuestro Padre celestial.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

martes, 29 de septiembre de 2009

MANCHAS IMPOSIBLES

Aunque te laves con lejía y te frotes con mucho jabón, ante mí seguirá presente la mancha de tu iniquidad —afirma el Señor omnipotente— (Jeremías 2:22).

Hace unos años, durante unas vacaciones en Colombia, mi país de origen, nos aventuramos en un recorrido por las bravas tierras de Santander. Mi esposo y mi hijo iban a caballo, cuando de repente al cruzar bruscamente un lodazal sus camisetas blancas se ensuciaron. Al instante mi pequeño se angustió y casi lloró al mostrarme las manchas que habían quedado en su camiseta; se sentía avergonzado, no quena que los demás lo vieran sucio. Lo consolé y le dije que no había problema, que mamá quitaría esas manchas cuando lavara su ropa. Pero, para mi sorpresa, al lavar dichas prendas las manchas no cedieron. Usé cuantos detergentes y quita manchas me recomendaron pero todo lúe en vano. Por su puesto mi hijo no quiso volver a usar esa prenda, siempre me decía: «Ésa no mamá, está manchada».
Una ropa sucia o manchada puede hacernos sentir avergonzadas y conscientes de nuestro problema. El pueblo de Dios a través de la historia ha tratado de borrar las manchas de su trasgresión con lejía, con abundante jabón, y Dios mismo enfatiza que esto no es posible. A veces nosotras nos sentimos así. Un error, un tropiezo, nos lleva a pecar; se siente como una mancha incómoda. Y Satanás aprovecha cada oportunidad para recordarnos y señalar nuestros errores.
Hoy es el día en que debes venir a lavar tus vestiduras en las aguas vivas del perdón que el Señor Todopoderoso, el Fuerte de Israel, te ofrece. Recuerda lo que él te dice en Isaías 1: 25: «Limpiaré tus escorias con lejía y quitaré todas tus impurezas». No dejes que Satanás te siga acusando, ni trates de borrar tus errores, recibe las blancas vestiduras de lino fino que Dios está dispuesto a ofrecerte y siente el poder trasformador del perdón.
Libny Raquel Bocanegra Velásquez
Tomado de Manifestaciones de su amor

YA LO HARÉ LUEGO

En el momento oportuno te escuché; en el día de la salvación te ayude. 2 Corintios 6:2.

Dejar las cosas para más tarde no siempre es malo. A veces, puede llegar a ser la elección más inteligente. Cuando te enfadas y tienes la sensación de perder los nervios, el «Hazlo ahora» puede que no sea la opción más aconsejable. Al esperar un poco tienes la posibilidad de calmarte. Pero la mayoría de las veces, siempre que dejamos las cosas para más tarde, solemos agravar el problema. Ese es el caso cuando de entregar la vida a Jesús se trata. Veamos cada una de las razones para demorar una resolución y cómo están relacionadas con nuestra decisión de ser cristianos.
1. Miedo al fracaso: «¿Cómo podré vivir una vida perfecta? Es demasiado difícil. ¿Qué pasa si me hago cristiano y acabo perdiendo la vida? También puedo hacer lo que me plazca sin tener que sentirme culpable».
2. Temor al éxito: «Si me hago cristiano la gente esperará que sea perfecto; y eso es imposible».
3. Falta de autodisciplina: «Quiero divertirme. Pero ser cristiano significa decir no a muchas cosas que parecen francamente atractivas. La vida sería mucho más divertida si pudiese hacer cualquier cosa que me apeteciera y no tuviese que obedecer tantas normas».
¿Te das cuenta de qué tienen en común todos esos argumentos? Todos están centrados en el yo: «Cómo puedo...», «Y si me hago...», «Quiero...» En lugar de preocuparte por lo que tienes que hacer o dejar de hacer, acude a Jesús y dejar que él se ocupe de todos los detalles. Nuestra tarea no es hacernos buenos, sino permitir que Jesús tome el control. Si cada día nos damos a él, empezaremos a ver que en la vida se producen cambios emocionantes. No aplaces más esta decisión tan importante. Tómala ahora.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

CONFIA EN TU VISIÓN

Y mirándole Jehová, le dijo: «Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?» Entonces le respondió: «Ah, Señor mío, ¿Con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobir en Manases, y yo el menor en la casa de mi padre». Jueces 6: 14, 15.

Todos conocemos la historia. Después de entrar en la tierra prometida, los israelitas fueron gobernados por una serie de jueces. Aquel fue un tiempo caracterizado por la apostasía y el consiguiente castigo divino. Y cuando los israelita* clamaban a Dios, arrepentidos, el Señor les enviaba un libertador. Por desgracia este ciclo se repitió muchas veces, hasta que llegamos al caso de Gedeón. «Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entrego en mano de Madián por siete años» (Jue. 6: 1). Después de siete años de opresión, Israel clamó a Dios por liberación, y el Señor escuchó el clamor de sus hijos, y decidió enviarles a Gedeón. Cuando Dios se acercó a Gedeón, este se hallaba trillando trigo en secreto, para que los madianitas no se lo arrebataran. Como dice el versículo de hoy, cuando Gedeón recibió el llamado de Dios, respondió con temor. Veía la empresa de salvar al pueblo de Dios demasiado grande. «¡Cómo! ¿Yo? ¿Siendo pobre? Soy el menor en la casa de mi padre. Mi clan es el más pequeño. ¿Y me elige Dios para libertar a su pueblo? No puedo aceptar este llamado». Gedeón se sintió atemorizado por la grandeza de la empresa y porque se sentía pequeño e indigno. Pero Dios veía en Gedeón al próximo libertador de Israel. Gedeón veía debilidad, pero Dios veía fuerza. Gedeón veía el fracaso, pero Dios veía la victoria en el futuro. El concepto que Gedeón tenía de sí mismo lo incapacitaba. ¡Qué bueno es que Dios nos considere a cada uno de una manera diferente a la que nosotros mismos nos consideramos! Pongamos a un lado el equipaje de nuestro pasado, que nubla, oscurece y distorsiona la visión que debemos tener de nosotros mismos. Dejemos de ver nuestra vida a través del filtro del presente y del pasado y pongamos nuestros ojos en la visión de Dios. El ve las victorias que tú lograrás mañana. Él ve el potencial de cada uno de sus hijos. No recogedores de espigas derrotados, sino hombres y mujeres que obtendrán victoria tras victoria hasta el día del regreso de Jesús. Dios nos llama para colaborar en la gran empresa de la salvación del mundo y de nosotros mismos. Aceptemos el llamamiento. Él nos conoce mejor de lo que nos cono­cemos a nosotros mismos.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

lunes, 28 de septiembre de 2009

¡LIBÉRATE!

Perdona, Señor, a tu pueblo Israel, al cual liberaste, y no lo culpes de esta sangre inocente (Deuteronomio 21: 8).

Perdón. Palabra fácil de pronunciar, acción difícil de realizar, especialmente cuando la persona a quien tienes que perdonar continuamente te ofende. Siempre pensé que yo debía perdonar cuando me lo pidieran con arrepentimiento genuino, pero pronto me di cuenta que estaba muy alejada de la realidad. Dios nos llama a perdonar a los que no se han arrepentido de sus acciones contra nosotros y mucho menos nos han pedido una disculpa. Antes de seguir, si esto te ayuda un poco, déjame decirte que yo también he padecido en carne propia traición, engaño e infidelidad. Así que de alguna manera puedo entenderte cuando se te hace tan difícil perdonar.
He oído muchas veces ese dicho que dice: «Te perdono, pero no olvido». Hoy te digo que ese dicho es cierto en parte. Olvidar es algo imposible, especialmente si lo que te hicieron marcó tu vida o tiene consecuencias para siempre. Pero perdonar es recordar sin que te duela, y eso con la ayuda de Dios es posible. Hay cosas que siempre recordarás, pero como experiencias, sin dolor, rencor u odio. He descubierto que Dios te invita a perdonar no para ganarte el cielo, sino porque él sabe que perdonando es la única forma en que serás libre y feliz. Conozco a mujeres que viven amargadas, con mucho rencor en su corazón el cual han alimentado por años, y lo peor es que la persona que las ofendió o les hizo algún mal vive muy feliz y sin sentimientos de culpa. No permitas nunca que ése sea tu caso.
Dios desea que vivas una vida plena, que seas feliz y que hagas feliz a todos los que te rodean, independientemente de lo que la gente te pueda decir o hacer. Algo muy importante: nunca bases tu felicidad en la desgracia de quien te hizo daño, porque puede ser que esta persona viva en la prosperidad y abundancia y tú, amargada y triste. La felicidad es una actitud que no depende de una persona, mucho menos de esa persona que te hizo daño. Lo único que necesitas para ser feliz es a Dios en tu corazón. Es un proceso, no te desesperes ni te angusties, como dijo el apóstol Pablo: «Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avan¬zando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su lla¬mamiento celestial en Cristo Jesús» (Fil. 3: 14).
Sandra Díaz Rayos
Tomado de Manifestaciones de su amor

HAZLO AHORA

El perezoso desea y no consigue. Proverbios 13:4

¿Tú postergas los asuntos, aplazas las cosas? Postergar algo tiene que ser uno de los peores problemas.
Algunas personas posponen las cosas porque temen fracasar. Si lo intentasen y fracasasen, la situación sería embarazosa.
Una segunda razón para posponer las cosas es el miedo al éxito. ¿Por qué alguien tendría que temer tener éxito? Bueno, a veces la gente teme lo desconocido. «Si me dan el empleo, tendré que trabajar con desconocidos y quizá yo no les guste».
Otra razón es que a la gente le falta autodisciplina. Las personas aprenden a hacer cualquier cosa que sea fácil y divertida al momento. Una de las señales de madurez es incapacidad de hacer lo correcto, a cualquier precio.
Cuando Gary suspendió los exámenes de ortografía una semana tras otra, le pedí a otro alumno que lo ayudara a estudiar. Estaba convencida de que bastaría con que Gary Aprobara un solo examen para que empezase a creer en sí mismo y desde entonces lo haría mejor.
Ese viernes, Gary resolvió correctamente el noventa por ciento del examen de ortografía. Toda la clase lo vitoreó. Pero, por desgracia, ese éxito no duró mucho. Dejó de estudiar y acabó con un suspenso mayúsculo en ortografía. Parecía que para él era más cómodo suspender. No requería ningún esfuerzo. Era fácil.
No esperes a ser mayor para vencer el hábito de aplazar las cosas. Dedica un tiempo ahora a analizarte. ¿Qué cosas dejas para mañana? ¿Y por qué?
La próxima vez que te vengan ganas de dejar para más tarde los estudios para un examen o limpiar la habitación di... «¡Hazlo ahora!» Quizá te inspires y te pongas manos a la obra para hacer lo que es preciso. Cuando lo hayas acabado te sentirás de fábula.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

HIJOS ADOPTIVOS DE DIOS

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: «¡Abba, Padre!» Romanos 8: 15

El texto de hoy tiene un mensaje para todos nosotros. Los cristianos no deben tener «espíritu de esclavitud», es decir, una disposición de ánimo, un hábito o un estado sentimental de temor, tristeza, soledad y desamparo. Los que viven así tienen una sensación de servidumbre. Ese espíritu de esclavitud es el espíritu de servidumbre que en toda la epístola se contrasta con la libertad de los hijos de Dios (6: 6,16,17). La persona que todavía está bajo la ley y en la servidumbre del pecado está acosada por presentimientos, temores e inseguridades por causa del pecado no perdonado. Pero mando se recibe el Espíritu Santo termina esa condición desesperada. El Espíritu trae vida y amor y libertad del temor. Tenemos la seguridad de que somos hijos y herederos, no esclavos. Por eso no se admite que el cristiano viva en esclavitud y en temor, porque hemos recibido el espíritu de adopción. Es decir, ahora somos hijos de Dios. Gozamos de los privilegios y garantías de la condición de hijos. ¿Cómo puede un hijo de Dios vivir en temor y en inseguridad? No es posible. Dios es nuestro Padre y nosotros sus hijos. Todos los derechos de los hijos de Dios nos pertenecen. Tenemos un Hermano mayor en quien podemos confiar: nuestro Señor Jesucristo. ¿Quién no se siente bien y con un santo orgullo al tener un Padre y un Hermano de esa categoría? En nuestra adoración debemos ver a Dios como un verdadero Padre. Como un Padre bueno, comprensivo, amante, paciente y bondadoso. Jesús siempre se refería a Dios como su Padre. Es normal, pues son de la misma esencia; tienen los mismos "genes"; ambos son Dios en la más elevada expresión de ese término. Con reverencia y prudencia, nosotros también podemos decir que tenemos los "genes" espirituales de Dios, porque es nuestro Padre, en el más amplio sentido del término. Gracias a Jesús y su sacrificio supremo en la cruz, podemos disfrutar de este privilegio. ¡Alabado sea Jesús! Porque la creencia en él no deja huérfanos en este mundo. Somos hijos del Altísimo, y seguros herederos de la promesa. Como padre, uno de mis objetivos es que mis hijos nunca duden del incondicional amor que tengo por ellos. De igual manera, el Padre celestial quiere que te convenzas hoy del amor incondicional que siente por ti. Por eso, no podemos caminar en este mundo como seres humanos derrotados y desamparados, sino como hijos que claman: «Abba, Padre», con profundo sentimiento filial.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

domingo, 27 de septiembre de 2009

CONTEMPLANDO LA IMAGEN DEL SEÑOR

Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas. El contempla la imagen del Señor ¿Cómo se atreven a murmurar contra mi siervo Moisés? (Números 12:8).

La palabra de dios nos dice en Números 12: 3 que Moisés era «muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra». Cuando sus .hermanos, María y Aarón, murmuraron contra él, la ira del Señor se encendió contra ellos y permitió que la lepra invadiera el cuerpo de María. Moisés sabía lo que ellos habían hecho y, en vez de reprochar, perdonó e intercedió por su hermana y le rogó al Señor que la sanara.
¿Pero por qué Dios le contestó su ruego si Aarón y María habían murmurado contra su siervo? Moisés había pasado por tantas dificultades durante el trayecto hacia Canaán, la tierra prometida, que había formado un carácter humilde, sabio; había aprendido a amar ante cualquier circunstancia y a construir una fe inquebrantable en su Salvador. Él contemplaba diariamente al Señor y cada día su vida se transformaba, a tal punto que Dios lo consideró su «hombre de confianza» (vers. 7).
Amiga, quizás has pasado o estés pasando por algún problema similar o diferente en el cual has lastimado o que te han herido. Ahora no es tiempo de buscar culpables. Lo que necesitas es contemplar diariamente la imagen del Salvador, hablar cara a cara con él mediante la oración y el estudio diligente de las Sagradas Escrituras. Entonces tu carácter se purificará, ennoblecerá y crecerás en fe, amor, paciencia y humildad; podrás testificar lo que Dios ha hecho en tu vida y serás capaz de pedir perdón, perdonar y amar.
«Si recordamos siempre las acciones egoístas e injustas de otros encontraremos que es imposible amarlos como Cristo nos amó; pero si nuestros pensamientos se espacian de continuo en el maravilloso amor y compasión de Cristo hacia nosotros, manifestaremos el mismo espíritu para con los demás. Debemos amarnos y respetarnos mutuamente. Debemos cultivar la humildad y la desconfianza para con nosotros mismos, y una paciencia llena de ternura hacia las faltas ajenas. Esto destruirá todo estrecho egoísta y nos dará un corazón grande y generoso» (Hijas de Dios, p. 151).
Rocío Díaz de Arévalo
Tomado de Manifestaciones de su amor

HAY FORTUNAS QUE MATAN

Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse ustedes firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud. Gálatas 5: 1

Yusuf el terrible turco era un luchador de 140 kilos que había salido de su Turquía natal y había emigrado a los Estados Unidos en busca de fama y fortuna. Pronto se convirtió en el luchador más popular. La gente de todos los rincones del país se arremolinaba para ver cómo molla a sus oponentes. Yusuf era, realmente, un forzudo. Pero tenía una debilidad, el oro.
En los tiempos en que competía el Terrible Turco, las monedas de oro eran de curso legal en América. Cada vez que Yusuf ganaba un partido, exigía que le pagasen en monedas de oro. Tan pronto como le pagaban, metía las monedas en el cinturón monedero que llevaba a la cintura. Un día, Yusuf anunció que su carrera como luchador se había acabado. Se retiraba y regresaba a su país natal. Ya no competiría más. Tenía todo el oro que necesitaba. A bordo de un gran vapor, Yusuf emprendió viaje hada Turquía. Pero, en la segunda noche de la travesía, se desató una terrible tormenta. Pronto, el barco empezó a hundirse. La tripulación recibió orden de arrojar los botes salvavidas al agua. Yusuf cruzó corriendo la cubierta. Al ver un bote a la deriva a poca distancia del barco, el forzudo se arrojó al océano. Pero cuando empezó a nadar hacia el bote, el peso de las monedas de oro lo arrastró hacia abajo y él y su fortuna nunca más fueron vistos. Yusuf hizo que el oro fuese su dios y este lo destruyó. Eso es lo que siempre sucede cuando Dios no ocupa el primer lugar en la vida. Algo en que pensar: ¿Hay algo en tu vida que te arrastre hacia abajo?

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

¿HAY UN SAÚL EN TU VIDA?

Y dijo Samuel: «¿Cómo iré? Si Saúl lo supiera, me mataría». Jehová respondió: «Toma contigo una becerra de la vacada, y di: "A ofrecer sacrificio a Jehová he venido"». 1 Samuel 16: 2

Samuel se había retirado a su casa en Rama, resuelto a no involucrarse más en los asuntos públicos. Quería dedicarse por completo a instruir a los hijos de los profetas. No en vano había sido él el fundador de lo que ha dado en llamarse "escuela de los profetas". Sin embargo, Dios envió al viejo profeta a Belén para ungir a uno de los hijos de Isaí, a una persona probablemente desconocida para él. Samuel expresa el peligro que supone el cumplimiento de ese encargo. Preocupado, señaló: «Si Saúl lo supiera, me mataría» (1 Sam. 16: 2). Se puede ver perfectamente que Saúl se había vuelto muy violento y malvado tras anunciársele su deposición; de lo contrario, Samuel no se habría expresado de esa manera. Al frente del gobierno del país, Saúl representaba una amenaza. Se había tornado en una molestia constante para Samuel, y era para este causa de irritación y de aflicción. La abierta rebelión del rey y su desobediencia a la voluntad de Dios laceraba hasta lo más profundo el corazón del profeta. Samuel había puesto tanto sus ojos en ese problema llamado Saúl, que la maldad del rey lo tenía aterrorizado hasta el extremo de no fijar sus ojos en Dios y sentirse confiado. Como era de esperar en tales circunstancias, la fe de Samuel se había debilitado; no era tan fuerte como debería haber sido; de lo contrario, no habría temido el furor de Saúl. Dios le ordenó que encubriera su objetivo con un sacrificio: «Di: A ofrecer sacrificio a Jehová he venido» (1 Sam. 16: 2). Y el Señor añade: «Yo te enseñaré lo que hay que hacer» (1 Sam. 16: 3) A propósito, ¿tienes un Saúl en tu vida? ¿Hay alguien que te irrite constantemente? ¿Un Saúl que procura tu mal? ¿Alguien te pone asechanzas o acecha tu vida? ¿Alguna persona te vigila constante y que te persigue para causarte toda clase de daños? Como a Samuel, también a ti te dice el Señor: «Yo te enseñaré lo que has de hacer». Los que están haciendo la obra de Dios y andan en sus caminos serán dirigidos paso a paso por el brazo del Todopoderoso y no tendrán nada que temer. Deja de obsesionarte con tu Saúl. No pienses en hacer justicia por tu propia mano. Vete donde el Señor te indique; haz lo que él te ordene y serás triunfador sobre tus enemigos. No dejes que tu fe se debilite, aunque haya un Saúl en tu vida.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

sábado, 26 de septiembre de 2009

¿CÓMO PUEDO PERDONAR?

Aun si peca contra ti siete veces en un día, y siete veces regresa a decirte «Me arrepiento», perdónalo (Lucas 17:4).

El mundo está lleno de casos de injusticia expresados en hechos y palabras. Hay violencia, corrupción, abuso sexual, maltrato entre los miembros de la familia, infidelidad, ingratitud de parte de hijos para con sus padres, traición, abuso en el trabajo, en instituciones educativas y hasta en las iglesias. Son incontables las razones que activan el gatillo del resentimiento, tristeza, dolor y deseos de venganza y ajusticiamiento. Es muy difícil desarraigar de la mente y el corazón estas emociones.
Muchos rechazan a algunas personas que ni siquiera las han agredido directamente, sin embargo, experimentan mucho enojo al ver y saber que lastimen a otros. Miles sienten una gran impotencia porque no pueden hacer nada para remediar su situación de desventaja.
Estos sentimientos «razonables» son negativos y destructivos. Al principio se prefiere acariciar estas emociones pero con el tiempo carcomen y privan de sentir el gozo de vivir. Debido a esto, muchos se enferman emocional, mental, espiritual y físicamente. Si nos aferramos al odio y al resentimiento podría costamos nuestra propia salvación.
¿Cómo podemos desarraigar a estos enemigos de nuestras vidas? La oración modelo, el Padrenuestro, lo dice claramente: «Perdónanos nuestras deudas como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores» (Mal. 6: 12). Muchas veces repetimos esta oración en forma superficial y sin reflexionar en sus implicaciones. La humanidad entera tiene una inmensa deuda con Dios. Pero su plan de salvación está tejido con amor, misericordia y perdón. Sabemos que debemos perdonar pero el orgullo nos impide hacerlo.
Abramos nuestro corazón con sinceridad y expresemos a nuestro Padre amante el dolor que rompe nuestro pecho, y pidámosle que nos capacite para vernos como somos: personas contagiadas por el pecado y sus efectos. Oremos por aquellos que nos causan dolor y no cavilemos la venganza. Recordemos que llegará el día cuando «él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir» (Apoc, 21: 4).
Conny Christian
Tomado de Manifestaciones de su amor

UNA LUZ MARAVILLOSA

No depende del ejército, ni de la fuerza, sino de mi Espíritu, dice el Señor todopoderoso. Zacarías 4: 6

Tres días después de la navidad de 1895, un físico alemán, Wtlhelm Roentgen, descubrió los rayos X. No estaba seguro de qué eran, por eso usó la letra X, porque es el símbolo científico para designar algo que se desconoce. Unas semanas después, un adolescente de Nueva Hampshire cayó mientras patinaba y se rompió la muñeca. Lo llevaron a la consulta del Dr. Gilman Frost. El Dr. Frost y su hermano, que era profesor de Física, habían experimentado con una máquina de rayos X que era parecida a la que Roentgen había construido. Pero hasta entonces no le habían encontrado un uso práctico. Mientras el Dr. Frost examinaba el brazo del muchacho, se acordó de la máquina de rayos X y se preguntó si se podría usar para tomar una fotografía del hueso roto del Joven. Ese día, el 3 de febrero de 1896, se tomó la primera radiografía médica de los Estados Unidos. La "maravillosa luz" de Roentgen se convirtió en un descubrimiento tan importante que en 1901 le otorgaron el primer Premio Nobel de Física por su descubrimiento de los rayos X. Hoy en día, los rayos x se usan para más cosas que tomar fotos de los huesos. Se usan para tratar el cáncer, inspeccionar los equipajes en los aeropuertos, crear productos de plástico más fuertes, controlar la población de ciertos insectos y examinar obras de arte muy delicadas. Aunque los rayos X son una herramienta útil y poderosa, palidecen en importancia cuando los comparamos con la obra sobrenatural que el Espíritu Santo hará cuando volvamos la vida a Jesús. Si se lo pedimos, e Espíritu Santo brillará con su maravillosa luz en nuestro corazón y nuestra mente. Nos mostrará los defectos de carácter que tenemos que corregir. Pero lo mejor de todo es que también nos ayudará a corregirlos. Lo que nunca podríamos lograr por nuestros propios medios es posible si permitimos que el Espíritu Santo viva en nosotros.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

CON EL NO HAY FRACASO

Añadió David: «Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo». Y dijo Saúl a David: «Ve, y Jehová esté contigo». 1 Samuel 17: 37

Desde muy jovencito, David experimentó, de la manera más profunda, el poder de Dios. En el cumplimiento de su deber como pastor, había arriesgado la vida muchas veces para salvar a sus ovejas. Él mismo dijo que «cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba» (1 Sam. 17: 34,35). Si estas palabras no las hubiera pronunciado un hombre como David, en momentos tan solemnes, uno diría que aquello no era más que jactancia. Hasta donde sepamos, no hay en nuestros días un solo hombre vivo que pueda hacerle frente a un león con las manos desnudas y matarlo. Para hacer eso se necesitan, por lo menos, dos cosas: valor en toda regla, y fortaleza sobrehumana. ¿Cómo se puede agarrar un león por la mandíbula y desquijararlo? ¿Cómo se puede agarrar a un león por la quijada sin ser alcanzado primero por las garras de cinco centímetros de largo? Con el poder, el valor y la protección que solo Dios puede dar. Esa experiencia y esa confianza las adquirió David viviendo cada día por fe. No fue una inspiración momentánea. No se sintió capaz por fe en el instante en que vio a Goliat. Cuando llegó el momento de crisis, su experiencia con Dios le dio la seguridad y el valor para decir: «Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este filisteo». David creía y sabía que Dios, no él, había vencido a los leones y a los osos. Por eso salió a pelear con Goliat con solo cinco piedras y una honda. Sabía que Dios saldría a pelear en su favor. Son emocionantes las palabras que le dirigió al filisteo: «Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Jehová te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré». Solo un hombre lleno de fe y carente totalmente de temor puede articular palabras tan bien dichas en la hora de lo que podía haber sido una muerte fulminante. Vivamos como David para poder vencer al "gigante". Podemos, porque «Jehová lo entregará en nuestras manos».

Tomada de la Matutina Siempre Gozosos.

viernes, 25 de septiembre de 2009

CELEBREMOS EL DÍA DEL PERDÓN

Y el día diez del mes séptimo, es decir, el día del Perdón, harás resonar la trompeta por todo Israel (Levítico 25: 9).

¡Qué bonito sería tener un día especial para celebrar el día del perdon! ¡Cuántas de nosotras guardarnos algún resentimiento o problema con alguien y pasamos años sin poder resolverlo! Había una vez dos hermanas que desde muy pequeñas se peleaban y tenían muchos problemas, hasta que un día esa pelea fue tan fuerte que no se volvieron a dirigir la palabra. Cada una hizo su vida y dejaron de comunicarse por muchos años. Durante todo ese tiempo ninguna hizo nada por arreglar la situación.
Un día, una de ellas se enfermó, así que la familia le avisó a su hermana y ésta decidió ir a visitarla al hospital. Las dos conversaron un buen rato y trataron de arreglar lo que por tantos años habían ido guardando en sus corazones. Parecía que todo había salido bien y que estaba resuelto. Pero al despedirse, antes de que su hermana saliera del cuarto, la enferma le dijo: «Recuerda que si me muero estás perdonada, pero si no todo será como antes». ¿Cuántas de nosotras hemos vivido una situación similar? ¿Perdonamos realmente o nos sucede como a estas hermanas? En la vida hay situaciones muy difíciles y que hacen casi imposible perdonar de corazón. Es por eso que cada día tenemos que tomarnos de la mano del único que perdona todo y que dejó su ejemplo para nosotras exclamando desde la cruz: «Perdónalos porque no saben lo que hacen». Y nos ordena que nos perdonemos nuestras ofensas unos a otros. Celebremos diariamente el día del perdón y no alberguemos en nuestro corazón nada que pueda alejarnos de nuestro Dios.
Elmy González de Flores
Tomado de Manifestaciones de su amor

OLVÍDATE DE LOS ATAJOS

Todo lo bueno y perfecto que se nos da, viene de arriba. Santiago 1: 17
Cuando los alumnos de álgebra I empezaron a quejarse porque en casa tendrían que corregir los problemas en los que se habían equivocado, mi esposo les planteó un desafío. Si escribían todos los números de 1 a 1,000,000 les pondría un sobresaliente en Álgebra y no tendrían que hacer los deberes.
¡Vaya cosa! Escribir números es mucho más fácil que hacer cálculos de álgebra. Asi que algunos de los alumnos sacaron sus cuadernos y empezaron a escribir.
Pero al cabo de dos días todos estaban haciendo los deberes. Habían descubierto que escribir números llevaba mucho más tiempo de lo que habían esperado.
Si los alumnos se hubiesen pasado todo el tiempo de la clase escribiendo números, completar la tarea les habría costado seis años. Lo que pensaron que sería un atajo se reveló como mucho más difícil que hacer los deberes.
A veces, a la gente también le gusta tomar atajos en la vida espiritual. Todos quieren llegar al cielo, pero no quieren pagar el precio de seguir a Jesús.
Quieren vivir la vida según sus propias condiciones y tener libertad completa para hacer lo que deseen. Nada de restricciones ni abnegación. Pero, al fin, los cristianos que toman atajos descubren que las restricciones de Dios son, en realidad, un don que él da para conservar su felicidad.
Dios nos aconseja que evitemos ciertas cosas como la carne impura, las drogas, el alcohol y el tabaco porque quiere que gocemos de buena salud, mental y física. Espera que sus seguidores no se acerquen a la pornografía, las películas inmorales y a la música violenta y sensual; de ese modo sus mentes no se degradarán.
Él nos pide que, en sábado, renunciemos a nuestros propios placeres para que nos demos cuenta de lo mucho que necesitamos que él dirija nuestra vida. Dios quiere que solo tengamos lo mejor. Y lo tendremos si hacemos las cosas a su manera. 
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

NO TE QUEDES EN AL ORILLA. ¡MÓJATE LAS SANDALIAS!

Y Josué dijo al pueblo: «Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros». Josué 3:5.

Cuando Moisés murió, Dios estableció a Josué como su sucesor. Es emocionante y significativa la ceremonia en que, por orden de Dios, le traspasó el mando: «Y Moisés hizo como Jehová le había mandado, pues tomó a Josué lo puso delante del sacerdote Eleazar, y de toda la congregación; y puso sobre él las manos, y le dio el cargo, como Jehová había mandado» (Núm. 27: 22,23). Debido a la transmisión del liderazgo, el pueblo de Israel necesitaba una señal de que Josué contaba con la aprobación y guía divina para obtener la victoria en la conquista de Canaán. Dios sabía que el pueblo necesitaba una señal y decidió manifestarse en la vida de Josué al cruzar el río Jordán. «Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que, como estuve con Moisés, así estaré contigo» (Jos. 3: 7). Dios ordenó a Josué que los sacerdotes llevaran el arca a la orilla del río, el cual se había desbordado debido a los deshielos que ocurren cada primavera en el Líbano, donde están las fuentes del Jordán. El pueblo de Israel observó con gran emoción mientras los sacerdotes tomaban el arca y marchaban firmes hacia las turbulentas aguas. ¿Ocurriría lo que Dios había prometido? Sus palabras fueron: «Y cuando las planta» de los pies de los sacerdotes que llevan el arca de Jehová, Señor de toda la tierra, se asienten en las aguas del Jordán, las aguas del Jordán se dividirán; porque las aguas que vienen de arriba se detendrán en un montón» (Jos. 3:13). El río no detuvo su caudal mientras los sacerdotes iban marchando cerca de la orilla. Las aguas solo se detuvieron cuando los sacerdotes mojaron sus sandalias en el agua. Dios esperó hasta que ellos dieran el primer paso. Esperó hasta que mojaran sus sandalias en el agua para revelar su mano poderosa. Dios siempre nos enseña a confiar en él. Nos guía por un camino que parece imposible de transitar; nos lleva a través de circunstancias que no entendemos. Después de todo, si supiéramos exactamente el resultado del camino por el cual Dios nos está guiando, no necesitaríamos fe. Confiemos en su dirección. Dios espera que des el primer paso de fe. Quiere quite mojes las sandalias para poder mostrarte la grandeza de su poderosa intervención. Avanza por fe en las promesas de Dios y él hará grandes cosas por ti. ¡Mójate las sandalias!

Tomada de la Matutina Siempre Gozosos.

jueves, 24 de septiembre de 2009

DIOS TE HA PERDONADO Y DEBES CREERLO

El Señor, el Señor, Dios clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor y fidelidad (Éxodo 34: 6).

Una de las razones por las que han aumentado las enfermedades mentales, que van desde la depresión hasta las más temidas como la esquizofrenia o paranoia, es que el ser humano ha dejado de creer en Dios y, por lo tanto, en su Palabra. La Biblia es clara al afirmar que Dios es amor y «en el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor» (1 Juan 4: 18). En otras palabras, mitiga los temores humanos. El miedo es la razón de muchas enfermedades mentales.
Los cristianos podríamos llegar a desarrollar el peor de los temores: el miedo a no ser perdonados y, por ende, el miedo a no ser salvos. Pero esto es absurdo porque la Biblia no se cansa de repetirnos que Dios nos perdona porque nos ama, hasta el punto de haber dado a su Hijo en rescate por nosotros. Una de las más bellas demostraciones de perdón la hizo Jesús a favor de una mujer que, a los ojos de sus acusadores, no merecía el perdón de Dios. El capítulo ocho del Evangelio de S. Juan registra que Jesús perdonó a esa pecadora y después menciona verdades tan profundas como que Jesús es la «luz del mundo», es el gran «Yo Soy», la verdad que nos libertará y que él era antes de Abraham.
Es admirable darse cuenta que Jesús quería preparar el corazón de sus oyentes con las palabras más hermosas jamás pronunciadas: «Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar». Así quitaba el miedo que produce el sentirse condenado a la muerte eterna y podían aceptar las otras verdades maravillosas que quería presentarles.
Pero la otra parte de la lección que debemos aprender es la que nos da la mujer «pecadora». Sí, aunque no lo creas, tenemos algo que aprenderle a una pecadora: creer que Jesús nos perdona. Él mismo hizo énfasis en la actitud de aceptar y creer en el perdón que se nos otorga, cuando dijo: «Pues si no creen que yo soy el que afirmo ser, en sus pecados morirán» Quan Q- 24).
Solo Dios y tú saben los pecados que has cometido, pero Jesús quiere otorgarte el perdón de todos ellos, solo debes seguir la fórmula: aceptar el perdón y creer que has sido perdonada. No puede ser de otra manera, pues el Señor es compasivo y bondadoso, mantiene su invariable amor a millares y perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado. ¿Tú lo crees?
Claudia Gabriela Hernández Solazar
Tomado de Manifestaciones de su amor

TEN CUIDADO CON LO QUE PIENSAS

Buen remedio es el corazón alegre, pero el ánimo triste resta energías. proverbios 17:22 
El hermano de mi mejor amiga se graduó en el instituto y fue a la universidad. Cuando volvió a casa por Navidad, dijo a su familia qué hacían los veteranos para iniciar a los alumnos que querían unirse a su hermandad. Los novatos eran llevados a una sala y sentados de uno en uno frente a una chimenea. El cabecilla de la hermandad sacaba un acero al rojo de las brasas.
Después de darse la vuelta, se dirigía al candidato. Cuando estaba cerca, alargaba el pedazo de metal. Al mismo tiempo, otro miembro de la hermandad tocaba el cuello del novato con un pedazo de hielo.
—No se lo van a creer —dijo Fred—, pero cuando sacaban el hielo debajo había una ampolla.
Si tomas un pedazo de hielo y te lo pones sobre la piel, la piel se te enfriará, pero no le saldrán ampollas. ¿Por qué les sucedía a los jóvenes que reunían a la fraternidad?
Cuando sentían el hielo en el cuello y veían el acero incandescente el cerebro enviaba un mensaje a la piel: «Te acaban de quemar. Protégete». Y el cuerpo respondía con una ampolla.
Esta historia demuestra la estrecha conexión que existe entre el cuerpo y la mente, lodo lo que pensamos tiene un efecto directo en el cuerpo.
Si permites que el enfado y los pensamientos negativos campen por tu cerebro serás una víctima más fácil para las enfermedades. Pero si piensas en positivo y albergas pensamientos alegres estarás mejor protegido contra las enfermedades. Hazte un favor y vigila tus pensamientos. 
Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

DEJA QUE DIOS LO SEA EN TU VIDA

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra. Salmo 46: 10

Todos tenemos diversas necesidades que esperamos sean satisfechas, circunstancias que anhelamos cambiar con todo el corazón, peligros de los que necesitamos librarnos. La vida es una constante lucha, y cada uno tiene su versión particular del conflicto de los siglos. Ser cristiano es vivir en combate continuo. No obstante, ¿sabes cuál es uno de nuestros mayores problemas? ¿Sabes cuál es uno de los errores más comunes que cometemos los cristianos? El error de no dejar que Dios sea el Dios de nuestras vidas. Por alguna razón, tenemos la tendencia irrefrenable a defendernos nosotros mismos, a librarnos nosotros mismos, y a salvarnos nosotros mismos, funciones todas que le corresponden a nuestro Dios. Simplemente, no le permitimos que cumpla sus funciones oficiales: salvarnos de los problemas humanos y sobrehumanos, terrenales y celestiales, presentes y eternos. ¿Cuál es tu primera reacción cuando tienes un problema? ¿Buscar soluciones? ¿Cuál es tu primera reacción cuando afrontas un peligro? ¿Defenderte? ¿Luchar? Es la reacción natural del ser humano. Y, tristemente, la reacción natural también de muchos de nosotros como cristianos. Fue lo que hizo Jacob cuando luchó con el ángel de Jehová. Había orado pidiendo ayuda y liberación. Dios le envió la ayuda y la liberación que había solicitado, pero, cuando sintió la presencia de Dios, lo tomó por enemigo y comenzó a luchar con desesperación. ¿Por qué no discernió que era Dios el que había llegado y no un enemigo? Porque actuó humanamente. ¡Cuánta desesperación y cuántas lágrimas le costaron no permitirle a Dios que fuera el Dios de su vida! Las instrucciones de Dios eran: « «Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en la tierra» (Salmo 46:10). ¿Por qué no siguió Jacob las instrucciones de Dios? Por la misma razón que no las seguimos nosotros: porque no tenemos toda la confianza que deberíamos tener en nuestro Señor. ¿Tienes problemas para los que esperas una solución? Como el pueblo de Israel frente al Mar Rojo, ¿necesitas urgentemente una salida? Arrodíllate hoy y di: «Señor, confío en ti. Yo sé que mis intereses son los que más importan a tu corazón. Mis penas, mis enfermedades, mis luchas, son tu prioridad. Ayúdame a estar quieto, y esperar confiadamente tu intervención. Aunque las cosas no salgan como yo espero, mantendré mi mente abierta y mi corazón confiado en que tú sigues dirigiendo mis pasos. Ayúdame a confiar implícitamente en ti».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

PIDE PERDÓN

De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes. Por encima de todo, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto (Colosenses 3: 13, 14).

Alguna vez tuviste que pedir perdón? Qué difícil es hacerlo, ¿no es cierto? Requiere armarse de valor para enfrentar una situación que, una misma provocó, porque la boca habló demasiado rápido y la mente se tardó en razonar bien las cosas. Por lo general procuro ser más prudente, pero aquella mañana no fue así. En realidad, pensé que mi comentario era inocente, por lo menos así lo creí. Sin embargo, al otro lado de la línea telefónica mis palabras habían ofendido a mi querida amiga.
¡Cuántas veces hemos escuchado acerca del daño que nuestras palabras pueden hacer! A veces nos damos cuenta en seguida, otras veces no. Esa mañana me di cuenta porque después de colgar el teléfono, mi amiga me volvió a llamar para decirme que no merecía mis palabras y que se sentía muy lastimada. Al oírla me di cuenta que estaba muy afligida y resentida, a tal punto que el llanto le impidió seguir hablando, así que tuvo que colgar el teléfono.
Quise ir a verla, pero decidí no hacerlo para no agrandar el problema. Opté por pensar que se le pasaría el resentimiento, pero sus palabras resonaban en mi mente. Yo la había lastimado. En seguida me puse de rodillas y le pedí perdón a Dios. No había querido hacerle daño. Rogué al Señor que pusiera en mi boca las palabras que subsanaran esa herida y salvaran nuestra amistad. Fui a buscarla para aclarar todo y pedirle perdón. Cuando nos encontramos le pedí que me perdonara. Nos abrazamos y lloramos. Entre lágrimas, palabras y mucho cariño, le volví a pedir perdón.
¡Qué regalo tan hermoso es la amistad y el cariño que entre mujeres disfrutamos! ¿Te has dado cuenta cuan fácil es pedirle perdón a una amiga pero qué difícil resulta a veces practicar ese don con nuestro cónyuge o con un hijo? Te invito a meditar en la oración modelo de nuestro Señor Jesucristo y a no olvidar que si perdonamos, también nosotras somos perdonadas. ¡Qué maravilloso es saber que nuestro Padre celestial se ocupó de darnos el regalo de la amistad y el don de perdonar! Es mi deseo que sepamos siempre perdonar y olvidar. Pero mejor aún, que aprendamos a pedir perdón cuando ofendamos a alguien.

Lucy S. Benítez
Tomado de Manifestaciones de su amor

EN UN MOMENTO

El que aprende y pone en práctica lo aprendido, se estima a sí mismo y prospera. Proverbios 19:8 

La Orquesta Sinfónica de Detroit acabó el concierto. El solista levantó el arco de su violoncelo y el público irrumpió en un aplauso. Después de las acostumbradas reverencias y los agradecimientos de rigor de la orquesta, el violoncelista salló del escenario y volvió a salir reclamado por el público enfervorizado. Cuando la ovación terminó, el director indicó que seguiría un intermedio de media hora para permitir que los músicos de la orquesta pudieran disfrutar de una pausa. Los patronos, elegantemente vestidos, se abrieron paso hacia el área especial de recepción. Uno de los primeros violines vio a unos amigos entre el público. Así que, dejó el instrumento en la caja y abandonó el escenario. Cuando el timbre indicó que el intermedio estaba a punto de concluir, la gente empezó a regresar al auditorio. El violinista se dirigió al área destinada a los intérpretes y fue a caer justo encima de su instrumento. Tuvo que acabar el concierto con la caja de resonancia del violín hundida. Al día siguiente, llevó el instrumento a un lutier. Le llevó horas recomponer la caja. El violinista pudo tocar de nuevo el violín, pero nunca sonó como lo había hecho antes del accidente. Antes de tomar decisiones importantes, piensa en los efectos que pueden tener a largo plazo. No puedes retirar unas palabras crueles después de haberlas dicho. No puedes pedir que te devuelvan un dinero después de haberlo gastado. No puedes reservarte para el esposo o la esposa si antes del matrimonio has experimentado con el sexo. Dios puede ayudarte a recomponer tu vida. Pero te evitarás mucho sufrimiento y muchas decepciones si, ante todo, haces lo correcto. 

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

PASAR EL EXAMEN

Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman Santiago 1:12

¡A qué se refiere Santiago cuando alude a «la tentación»? El término griego peirasmós se refiere a las "pruebas", lo que implica cualquier situación que ponga a prueba la fe o el carácter. Peirasmós incluye aflicciones como enfermedades, la pobreza u otras calamidades, y también la insinuación directa del pecado. «Este versículo pone énfasis en la bendición que acompaña a una firme resistencia que capacita a una persona a salir ilesa de sus pruebas» (Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 525). ¿Ha sido probada tu fe últimamente? ¿Ha sido probado tu carácter cristiano? ¿Cómo has salido de la prueba? ¿Recibiste la bendición que acompaña a la firme resistencia que sale ilesa de las pruebas? Debemos ganar la victoria sobre nuestras pruebas, porque se pronuncia una bienaventuranza sobre los vencedores. Y también está la promesa de que el vencedor recibirá «la corona de la vida», que Dios ha prometido a los que lo aman. ¿Cómo podemos soportar la tentación y salir vencedores cada vez que el enemigo nos tiente? ¿Cómo podemos mantener nuestra fe y nuestra lealtad a Dios cuando una enfermedad larga y dolorosa nos ataca a nosotros o a alguno de nuestros seres queridos? Quizá la prueba que estés sufriendo sea la de la pobreza. Por más que te esfuerzas, no logras tener todo lo que necesitas para vivir en paz, tranquilo y feliz, con todas las necesidades de los tuyos satisfechas. Es ciertamente una gran prueba padecer necesidades cuando tenemos a un Padre que dijo: «Mía es la plata, mío es el oro» (Hag. 2: 8). Es una realidad que la pobreza es el estatus de la mayoría de los cristianos. Somos probados en la lucha para ganar el pan de cada día y el techo y el abrigo que necesitamos. ¿Y qué diremos de las calamidades naturales que han azotado al mundo y han herido a los cristianos en todo el mundo? ¿Quién envió los ciclones y los terremotos que nos han azotado? Es evidente que no es explicación lo que necesitamos, sino ayuda divina para tener la capacidad de resistir la tentación y soportar la prueba. Así le ocurrió a Job: «Su experiencia ha hecho que Job aprenda el significado de la fe. Su visión de Dios le ha inducido a rendirse a la voluntad divina. Su entrega a Dios ya no es afectada por las circunstancias. Ya no espera recibir bendiciones temporales como una señal del favor del cielo. Su relación con Dios descansa sobre una base más firme que antes» (Comentario bíblico adventista, t. 3,p. 618).


Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

martes, 22 de septiembre de 2009

EL MILAGRO DEL PERDÓN

Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano (5. Mateo 18: 35).

Hace algunos años una compañera le hizo un comentario a una amiga mía diciéndole que yo lo habla dicho lisio hizo que mi amiga dejara de hablarme. En ese entonces no entendía el porqué de la actitud de mi amiga. Después de varios años de hacerme la misma pregunta, mi amiga se dio cuenta del engaño. Lo que ella quería era deshacer nuestra amistad y hasta ese momento lo había logrado.
Cuando ella me comentó sentí algo de resentimiento hacia esa compañera. Cada vez que nos encontrábamos recordaba lo sucedido. Ella no sabía lo que pasaba dentro de mí. Tuvo que pasar algún tiempo para que esa herida pudiera ser sanada. La medicina para esa herida sin duda fue el perdón. Pero quiero decirte que no fue nada fácil, porque en nosotros no está el perdonar. El perdón es un don de Dios. Pero me alegra saber que, si con humildad en nuestro corazón se lo pedimos, él nos capacita para perdonar a quienes nos han ofendido.
Pero si no perdonamos nos dañamos a nosotras mismas. Richard O'ffill dice en su libro El cristiano victorioso: «Cuantío acumulamos resentimiento contra alguien en nuestro corazón eso bloquea nuestra mente; se afecta todo lo que pensamos y hacemos, y hasta podría modificar nuestra personalidad».
La Biblia también nos dice en S. Marcos 11: 25 y 26: «Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguien, perdónenlo, para que también su Padre que está en el cielo les perdone a ustedes sus pecados es más fácil perdonar cuando te piden perdón, ¡pero qué difícil es cuando no lo hacen! Pero si queremos ser cristianas victoriosas necesitamos ganar esa batalla. Debemos ser humildes como Jesús.
Cuando nuestro cuerpo tiene alguna herida es natural que sangre, de igual manera cuando nos ofenden es natural, en nuestra condición caída, el resentimiento. Pero así como Dios puso en nuestro cuerpo un sistema para reparar la herida, también nos ha dado un don maravilloso para sanar nuestra alma. Querida amiga, si en este momento tienes en tu corazón algún resentimiento contra alguien, te invito a que de rodillas se lo cuentes a Dios y le pidas que ponga en tu corazón el don maravilloso del perdón.
Gladys Murrieta de King
Tomado de Manifestaciones de su amor

ALIGERA LA CARGA

Yo les perdonaré su maldad y no me acordaré más de sus pecados. Jeremías 31: 34

Se cuenta la historia de un viajero fatigado que andaba por un camino. Llevaba un pesado fardo atado a la espalda, cosa que hacía que le costara aún más avanzar. Por suerte para el viajero, se cruzó con un granjero con un tiro de caballos arrastrando una carreta. —Dime, amigo —inquirió el granjero—, ¿te apetecería montar en la carreta? Aliviado, el viajero se encaramó a la carreta. Cuando se acercaron a la aldea, el granjero se dio cuenta de que el viajero todavía tenía el fardo atado a la espalda. —¿Por qué no te quitas esa pesada carga de la espalda? —sugirió. El viajero sacudió la cabeza. —No podría. —¿Porqué? —Sería pedirte demasiado. Ya me ofreciste llevarme en la carreta. No es de esperar que también lleves el fardo. El viajero tonto nos hace reír. Pero, ¿acaso no hemos hecho nosotros algo tan ridículo? ¿Alguna vez pensaste que habías hecho algo tan malo que Jesús no te podría perdonar? Ah, seguro que has pedido perdón por los "pecadillos". ¿Pero qué hay de los pecados que sigues cometiendo? ¿No sería demasiado pedir perdón cuando te metes en líos una y otra vez? Tengo buenas noticias. Jamás cometerás un pecado que Jesús no pueda perdonar. Por muy graves que sean tus pecados, él es aún más poderoso. No esperes un minuto más. Deja tu carga y permítele que la lleve por ti.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

ARMADOS PARA L A BATALLA

Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos.1 Timoteo 6: 12

Este es uno de los consejos más solemnes dados por el apóstol Pablo a Timoteo y, a través de él, a todos los cristianos. ¿Qué es «la buena batalla de la fe»? El apóstol da otro consejo a los creyentes de Éfeso que puede ayudarnos a comprender quienes son los enemigos contra quienes debemos enfrentarnos en batalla: Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. V tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios» (Kfe. 6:14-17). El apóstol compara frecuentemente la vida cristiana con los concursos de atletismo, que eran tan comunes en su tiempo como en los nuestros. La victoria era el resultado de una perseverancia resuelta y de un rígido dominio propio. Pablo también comparaba la vida cristiana con una batalla. La batalla tipológica de la fe es la lucha de Jacob con el ángel junto al río Jaboc, cuando venía de Padan-aram. Allí luchó, en primer lugar, por su vida presente; pero también lo hizo por su vida eterna. Cuando comenzó la lucha, pensó que su atacante era un enemigo humano; por eso luchó para salir victorioso, con todas sus fuerzas. Sin embargo, cuando se dio cuenta que su oponente era «Dios» (Gen. 32: 30), luchó por su vida eterna. Un enemigo humano puede ser vencido luchando contra él con todas nuestras fuerzas. Pero con Dios solo podemos luchar por la fe; por eso se habla de la batalla de la fe. Después de la victoria de Jacob, Dios le dijo al patriarca: «Has luchado con Dios y con los hombres y has vencido» (Gen. 32:28). Podemos vencer a Dios como lo venció Jacob: mediante la fe que se aferra a las promesas del Señor. Aunque Satanás quiera separarnos de Dios por causa de nuestros pecados, Dios no podrá rechazarnos, porque él nunca rechaza al humilde y contrito que reconoce sus faltas y pide perdón y misericordia. Estos son los vencedores de Dios. Pongámonos toda la armadura de Dios para poder pelear la buena batalla de la fe con éxito. Necesitamos con urgencia la coraza de la justicia de Cristo, el calzado del evangelio de la paz y el escudo de la fe. Así podremos hacer lo que hizo Jacob. «Se asirán del poder de Dios, como Jacob se asió del ángel, y el lenguaje de su alma será: "No te dejaré si no me bendices"» (Patriarcas y profetas, p. 200).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

lunes, 21 de septiembre de 2009

AL FONDO DEL MAR

Vuelve a compadecerte de nosotros. Pon tu pie sobre nuestras maldades y arroja al fondo del mar todos nuestros pecados (Miqueas 7:19).

Hace algún tiempo mi esposo visitó a una dama que le pidió que orara por ella. En la conversación confesó algunas faltas que había cometido hacía nueve años. «¿Pero acaso no los ha confesado al Señor?», preguntó mi marido. A lo que ella respondió: «Sí, pero no siento que me haya perdonado». Mucha gente pide perdón por pecados cometidos hace mucho tiempo. Vez tras vez los confiesa al Señor, como si él no los hubiera perdonado. ¡Pero él ya los ha perdonado! ¿Entonces qué pasa? La respuesta es simple: incredulidad. Una de las funciones del Espíritu Santo es convencernos de que estamos completamente perdonadas, y para eso se requiere fe.
Cuando aceptamos la invitación de ir a Cristo y confesarle nuestros pecados, debemos también creer que nos perdona y que no nos condena, solo así podremos cumplir con la segunda parte del proceso que dice: «Vete y no peques más». Para vivir como quien ha sido perdonada, debemos olvidarnos por completo de nuestros errores pasados, es decir, perdonarnos a nosotras mismas. En fin, hacer lo que Dios hace con nuestros pecados: echarlos al fondo del mar.
La superficie total ocupada por océanos y mares representa aproximadamente el 71% de la superficie del globo terráqueo, y las máximas profundidades oceánicas se hallan en las llamadas fosas marinas con hasta 11,000 metros en el Pacífico. Estos datos se han calculado gracias a equipos especializados de econosondas de los buques de investigación oceanógrafica, pero nadie ha podido llegar al fondo de estos abismos. Así que no te desgastes tratando de llegar al «fondo del mar» para recuperar los pecados que Dios ya perdonó.
Esta mañana te invito a confiar en que todos tus pecados confesados han sido perdonados. No sigas pidiendo perdón por los mismos pecados del pasado. En el cielo ya han sido borrados. Disfruta la vida que Dios te ha dado y decide ser feliz.
Claudia Gabriela Hernández Solazar
Tomado de Manifestaciones de su amor

BENDITA CEGUERA

Alabaré con cantos el nombre de Dios; lo alabaré con gratitud. Salmo 69; 30

Fanny Crosby tenla solo unos meses cuando un tratamiento médico defectuoso le provocó la ceguera. Pero el hecho de ser ciega no la desanimó. Nunca pensó que su ceguera fuese una desventaja. Cuando tenía ocho años escribió su primera poesía en la que describía las bendiciones de ser ciega. Su padre murió cuando todavía era muy joven. Por tanto, su madre tuvo que ponerse a trabajar. Fanny pasaba mucho tiempo con la Sra. Hawley, la casera de los Crosby, quien leía la Biblia a Fanny y la ayudaba a memorizar largos pasajes. Antes de cumplir los diez años, Fanny había memorizado los primeros cuatro libros del antiguo Testamento y los cuatro primeros del Nuevo. La Música era otra de las aficiones de Fanny. Le encantaba cantar. También aprendió a tocar el piano y el arpa. Pero su mayor logro era escribir poesía. Cuando Fanny se disponía a escribir una poesía, oraba para que Dios la usase para llevar a las personas hacia él. Escribió más de ocho mil canciones que otras personas musicaron. Si se publicasen todas sus canciones, llenarían quince himnarios. Escribió muchos de los himnos más apreciados: En Jesucristo, Venid, cantad, A Dios sea la gloria, Protege mi alma, No me pases, no me olvides. La mayoría de la gente consideraría que la ceguera es una de las peores cosas que le pueden suceder a una persona. Pero cuando un amigo mostró compasión por la ceguera de Fanny, esta dijo que era feliz de ser ciega porque la primera cara que vería sería la de Jesús. Fanny aceptó su ceguera y la usó para ser una bendición para los demás. Si tú tienes una limitación en la vida, Dios puede hacer lo mismo por ti. Pídele que te use. Luego prepárate para hacer grandes cosas con su poder.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

Y LOS MUROS CAERÁN

Y cuando toquen prolongadamente el cuerno del carnero, así que oigas el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo cada uno derecho hacia delante. Josué 6:5.

Tomar la ciudad de Jericó no era nada fácil. Era una verdadera fortaleza, inexpugnable. La tarea que se le encomendó a Josué era gigantesca, imposible de lograr humanamente. El mensaje que los ojos de Josué le daban era: «No podrás». Especialmente las enormes murallas parecían decirle: «No pasarás». Pero la mente de Josué no se centraba en los obstáculos. Nunca pensó en imposibilidades, porque en sus oídos resonaba la promesa divina: «Yo he entregado en tu mano a Jericó y a su rey» (Jos. 6: 2). Josué creyó firmemente la palabra de Dios, Jericó cayó desde el momento en que Dios hizo la promesa. La marcha de siete días y todo el movimiento del pueblo era un simple trámite. Las promesas de Dios son hechos. Su palabra intencional es poderosa: «Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» (Sal. 33: 9). Cuando él dice algo, lo dicho queda hecho en el instante en que resuena su voz. Eso fue cuanto hizo Josué: creer a Dios, no mirar los obstáculos; creer a Dios, no considerar las imposibilidades; creer a Dios, no a la lógica humana; creer en el poder de Dios, no en el poder del rey de Jericó. Dios dijo que las murallas caerían, que el pueblo subiría y tomaría Jericó; eso bastó para Josué. No pensó en cuan altas, cuan sólidas y cuan gruesas fueran las murallas. Dios ya le había entregado a Jericó y a su rey; y Josué fue a tomar lo que Dios le había dado. Con razón dice el Nuevo Testamento: «Por la fe cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete días» (Heb. 11: 30). Las altas murallas de Jericó fueron incapaces de hacer frente al Omnipotente. Eso resultó obvio para los israelitas. No hubo estrategia, no se usó la tecnología, no hubo una sola arma. Fue solamente por la fe. Cuando sonó la trompeta, los muros se desplomaron: «Por fe cayeron los muros de Jericó». La lección es permanente. La lección es para ti: Los obstáculos no se vencen con la fuerza, sino con el poder de Dios. Dios tiene mil soluciones para una sola de tus dificultades. Tal vez no sea exactamente la solución que esperas, pero es precisamente la que necesitas. Pon delante del Señor todas esas murallas y él las derribará. Entrégale todos esos obstáculos, y él los allanará.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL PERDÓN Y LA ADORACIÓN

Por tanto, hermanos, sepan que por medio de Jesús se les anuncia a ustedes el perdón de los pecados (Hechos 13: 38).

Hace unos días leí sobre el perdón y su conexión con la adoración, realmente nunca lo había entendido así. Pero cuando hemos sido perdonadas adoramos a Dios con corazón agradecido y de manera especial. Los Salmo han sido para muchos cristianos oraciones de súplicas por perdón. El rey David escribió varios de ellos en momentos de arrepentimiento. Exclamó: «Por amor a tu nombre, Señor, perdona mi gran iniquidad» (Sal. 25: 11); «Tú, Señor, eres bueno y perdonador» (Sal. 86: 5); «Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados» (Sal. 32: 1).
Cuando el pueblo de Israel dejó la esclavitud en Egipto, Dios le hizo un llamado a adorarle. Ahí en el desierto ordenó que levantaran un santuario para adorarle y para recibir el perdón por sus pecados. Mañana y tarde la ofrenda era traída por los pecadores para ser perdonados y adorar a Dios. Aunque el perdón era personal, pues traían su ofrenda por su pecado, la adoración en conjunto acercaba al pueblo a Dios. Hay varios Salmo que reflejan esta realidad: «Alabaré al Señor con todo el corazón en la asamblea, en compañía de los rectos» (Sal. 111: 1); «Yo te daré gracias en la gran asamblea; ante una multitud te alabaré» (Sal. 35: 18); «Canten al Señor un cántico nuevo, alábenlo en la comunidad de los fieles» (Sal. 149: 1).
Hoy, como en los días del antiguo Israel, el perdón inspira nuestra adoración. C. Raymond Holmes escribió: «En la adoración, la iglesia no celebra su humanidad, ni su unidad, ni su santificación ni su misión. Celebra la presencia de Dios y del Cordero. No se llama al hombre para glorificar al hombre. Más bien, Dios declara el valor del hombre mediante su encarnación y el acto de expiación a través del sacrificio. Este hecho —el que de tal manera amara Dios al mundo que estuviera dispuesto a morir por él— es lo que provoca el asombro y la alabanza en la adoración» (Stng a New Songl Berrien Springs: Andrews University Press, 1984, p. 20). Realmente es maravilloso recibir el amor y el perdón de nuestro Dios aun cuando pareciera que no lo merecemos. ¡Que Dios nos ayude a aceptarlo!
Leticia Aguirre de De los Santos
Tomado de Manifestaciones de su amor

EL ÁNGEL DE LA GUARDA

Por lo tanto, mi Dios les dará a ustedes todo lo que les falte, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús. Filipenses 4: 19

Los padres de Beth Shallenberger habían ido a visitarla, a ella y a su esposo, durante unos días. Una mañana, después de que Jim se hubiera ido al trabajo, Beth y sus padres salieron a dar un paseo. Cuando regresaron al apartamento, el padre de Beth vio algo en el suelo del garaje. Se acercó y lo tomó. —Miren qué encontré —gritó mientras agitaba un billete de veinte dólares. —Alguien debe haberlo perdido —dijo Beth—. Tendremos que buscar al propietario. De vuelta al apartamento, el padre de Beth pensó en el dinero y habló medio en broma. —Creo que voy a ver si encuentro otro billete de veinte. Tan pronto como llegó al garaje vio que otro billete de veinte estaba junto al lugar donde había encontrado e primero. Beth empezó a atar cabos. Llamó a Jim al trabajo. —Jim —preguntó—, ¿dónde están los cuarenta dólares que retiraste del banco ayer por la noche, después de salir del trabajo? —Aquí, en mi cartera —respondió. Pero cuando fue a sacar el dinero, no estaba allí. —No puedo creerlo. Debo haberlo perdido —se lamentó. Beth rio. —Creo que lo hemos encontrado. Hoy, veinticinco años después, Beth y Jim todavía están convencidos de que un ángel puso el pie encima de los billetes. Habían estado en el suelo durante más de 18 horas sin que se los llevara el viento y sin que nadie los encontrara. Dios sabía cuánto necesitaban ese dinero y se aseguró de que lo recuperasen. Dios también sabe qué necesitas. Y por eso quiere ayudarte en todas las formas posibles. Cuando confíes plenamente en él hará lo que sea necesario para asegurarse de que tus necesidades son cubiertas. Incluso si eso implica enviar un ángel para que esté de pie encima del dinero.

Tomado de la Matutina El Vieja Increíble.

SOLO LA FE PUEE DORMIR SIN PREOCUPACIONES

Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: «Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos?» Marcos 4: 38

Ya conoces la historia. El mar tranquilo y seguro. La calma daba a los discípulos una sensación de seguridad mientras navegaban sobre el mar de Galilea. No sentían ningún temor. La serenidad de la superficie de las aguas les transmitía sentimientos de completa paz. No sentían ninguna preocupación. Pero de repente todo cambió dramáticamente. La frágil embarcación se vio agitada por una de las típicas y repentinas tormentas del mar de Galilea. Los fuertes vientos levantaron grandes olas que pusieron inmediatamente en peligro la embarcación. La paz y la seguridad desaparecieron. El terror se apoderó de los doce discípulos. Los gritos de temor se mezclaron con los gritos de frenética actividad para tratar de salvar la barca y sus vidas. Lucharon como siempre lo habían hecho, para salvarse. En su lucha y desesperación para salvarse a sí mismos, olvidaron que Jesús iba con ellos en la barca. Pero Jesús dormía tranquilamente. ¿Has pensado alguna vez en esta circunstancia? ¡Dormir en medio del fragor de los truenos, los relámpagos, las olas y los gritos de aquellos doce hombres! ¡Y de la espuma producida por el agua que azotaba a la embarcación y que sin duda lo mojaba a él! Pues sí, a pesar de todo eso, Jesús dormía. Solamente la fe es capaz de dormir sin temor ni preocupaciones. La fe se aferra a la seguridad de Dios. La fe le toma la palabra a Dios. La fe mira más allá de las circunstancias. La fe ve una salida más allá del oscuro túnel del dolor y la prueba. Los discípulos estaban aterrorizados mientras Jesús dormía. Solamente la fe es capaz de vencer el temor. La fe de Daniel venció el temor a los leones. La fe de José venció el temor al pozo de la desesperación, a la prisión y a la muerte, que eran la suerte de un esclavo. la fe de David venció el temor al gigante Goliat. La fe de la viuda de Sarepta venció el temor al hambre y a la muerte. El cristiano de fe no depende de las circunstancias. Cree cuando el mar está sereno y las condiciones son favorables; y cree cuando sopla airada la tempestad. El cristiano dice: «En paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado» (Sal. 4: 8). En el caso de nuestro Señor, ese pasaje podría parafrasearse así: Aunque sople airada la tempestad y retumben los truenos y me moje el agua, en paz me acostaré y asimismo dormiré». Digamos nosotros lo mismo hoy, no importa la tempestad que nos amenace.

Tomando de la Matutina Siempre Gozosos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

EL PERDÓN, UN OASIS PARA EL CRISTIANO

Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados (Salmo 32: 1).

El espíritu santo es nuestro ayudador para convencernos de que hemos pecado y que necesitamos perdón. En el mundo actual es tan fácil que pensemos que estamos bien, que no hay nada de qué preocuparnos y mucho menos de qué arrepentimos, ya que nos hemos acostumbrado a convivir con el pecado y las cosas que antes nos parecían pecaminosas ahora las aceptamos y las toleramos. Es por eso que es muy importante que le pidamos al Espíritu Santo que no nos deje tranquilas; que sacuda nuestras conciencias, nos renueve y nos haga conscientes de nuestras faltas y la necesidad que tenemos de humillarnos y pedir a Dios. A algunas de nosotras el Señor nos ha dado el privilegio de ser madres para que podamos comprender un poco mejor el tema del perdón. Los hijos muchas veces se tropiezan y caen, cometen errores y nos entristecen, pero las madres los seguimos queriendo, los perdonamos por el amor que les tenemos y, en oración, los ponemos en las manos de Dios para que él los ayude y los guíe. Cuando nuestro corazón se doblega y derramamos lágrimas por nuestros hijos, yo medito y pienso que nuestro Padre celestial nos tiene mucha paciencia, pues a pesar de que muchas veces le fallamos, él nos busca y derrama lágrimas por nosotros. Nuestro Dios nos llama a acercarnos a sus pies y contemplar todo lo que él ha hecho por nosotras para que seamos salvas; además, nos otorga el oasis del perdón para que en nuestro camino por esta tierra, que es como un desierto, dejemos nuestras cargas a sus pies y confesemos nuestros pecados. El camino a Canaán está lleno de problemas y dificultades entre los seres humanos. Pero el perdón es un remedio efectivo para nuestras dificultades interpersonales. Hoy te invito a disfrutar del gozo de recibir el perdón y de perdonar a los demás.

Alba de Collins
Tomado de Manifestaciones de su amor.

UNA LECCIÓN EN SPACE MOUNTAIN

La maldad habla al malvado en lo íntimo de su corazón. Jamás tiene él presente que hay que temer a Dios. Salmo 36:1

Ayer te hablé de cuando nos pusimos a la cola de Space Mountain. Hoy quiero hablarte de la lección que aprendí cuando, finalmente, conseguí subir a ella. Primero tienes que saber que no me gustan las alturas. Cuando tenía catorce años me subí a una pequeña noria y me asusté tanto que grité hasta que el asistente me permitió salir. Así que ya puedes ver que nunca debí dejar que mis amigos me hablasen maravillas de Space Mountain. Después de guardar una cola que se nos hizo eterna, finalmente, llegamos a la puerta. Tom y yo entramos en uno de los pequeños cohetes y el asistente nos abrochó el cinturón de seguridad. Hasta aquí, todo bien. Pero tan pronto como empleado soltó el freno y empezamos a movernos, decidí que no quería montar en Space Mountain. —¡Pare! ¡He cambiado de opinión! Antes lo hubiese hecho. Las guías que tenía debajo desaparecieron y salí catapultada hacia el más aterrador minuto de mi vida. Pienso que aquí tengo una importante lección espiritual. Cuando estaba en la noria, podía salir sin mucha dificultad. Pero una vez que me monté en la atracción de Disney World, mi libertad había desaparecido. Me gustase o no, iría donde fuese el cohete. Satanás quiere que pensemos que podemos coquetear con las sustancias adictivas y alejarnos de ellas siempre que queramos. Pero el alcohol, los cigarrillos y las drogas tienen la manera de quedarse con nuestra vida. Antes de que nos demos cuenta habremos perdido el control y, lo que es peor, ellos nos controlarán a nosotros. Cada vez que tomes la decisión de abstenerte de sustancias dañinas te proteges de la adicción y el sufrimiento. Las personas más afortunadas no son las que han conseguido dejar de fumar, de beber y de tomar drogas, sino las que fueron suficientemente sabias para no empezar nunca.

Tomado de la Matutina El Vieja Increíble.