viernes, 25 de noviembre de 2011

NO DEJES DE HOSPEDAR ÁNGELES

Compartid las necesidades de los santos y practicad la hospitalidad. (Romanos 12:13).

Por último, aunque no menos importante. Pablo nos exhorta a recuperar la práctica de la hospitalidad. Esta palabra produce pánico en nuestros días. ¿Por qué? Por la falla de amor. El mismo Cristo lo dijo: «Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará» (Mat. 24: 12). La maldad de nuestros días nos ha puesto difícil ser hospitalarios por los riesgos que entraña. Dios, que conoce el fin desde el principio, profetizó cómo evolucionaría la humanidad con respecto al amor, pero de ninguna manera estimuló dicha actitud en nosotros, sino la contraria. La exhortación que recibimos a través del apóstol sigue siendo de vital importancia para nosotros hoy, si queremos desarrollar realmente el amor en toda su plenitud.
¿Has pasado alguna vez por una situación difícil en la que hayas sentido la frialdad de las personas que podrían haberte ayudado? ¿Has pensado en lo mal que se pueden sentir otros que tienen menos que tú? Recuerda que el principio básico del amor es dar no recibir. Cuando te sientas deprimida porque unos tienen para desperdiciar mientras que a ti te falta para cubrir tus necesidades básicas, mira hacia el cielo. Dios te da en forma abundante aunque tú no le des nada a cambio. ¡Eso es amor! ¿Amas tú así?
La conocida expresión «rio esperes que los demás hagan por ti lo que tú no estés dispuesto a hacer por ellos» no es aplicable a Dios, porque Dios ama incondicionalmente. A él no le afecta en lo más mínimo tu conducta, si amas o no, si eres feliz o no, si prosperas o no. Pero su corazón sí sufre, porque desea que su amor por ti sea correspondido.
Seguramente pensarás: «¿Cómo puedo hospedar a alguien que no conozco? En los tiempos bíblicos era distinto, no había tantos peligros». Y tienes razón, hasta cierto punto. La buena costumbre que tenían los patriarcas de velar para que nadie se quedara a la intemperie durante la noche es imposible de llevar a la práctica en nuestros días. Pero la esencia de esta costumbre no está obsoleta.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

LA SANTA CENA

Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga. 1 Corintios 11:26.

El lavamiento de los pies, también llamado "el rito de humildad", tiene el propósito de que veamos a nuestro prójimo como superior a nosotros mismos. En un mundo lleno de avaricia y egoísmo, donde todos desean superar a los demás y ser importantes a la vista de las multitudes, el cristianismo muestra las virtudes de vivir humildemente, y destaca la figura de Jesús como un ejemplo sagrado.
Jesús no debía ser el siervo de nadie. No tenía la obligación de agacharse y lavar los pies sudorosos y llenos de polvo de sus discípulos, porque era el Rey del universo y el Mesías prometido. Sin embargo, lejos de toda ostentación y exaltación propia, el Cordero de Dios "se quitó su manto, y tomando una toalla, se la ciñó. Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido" (Juan 13:4, 5).
Muchos creen que es bíblico santificar el domingo para recordar la muerte y la resurrección de Cristo, pero Pablo señala que el recordativo es diferente al domingo. "Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga". Comer juntos el pan sin levadura y el jugo de uva no fermentado recuerda a cada cristiano reflexivo que Cristo murió por sus pecados, para que tenga la esperanza de la salvación y la vida eterna. Es un gran privilegio participar de esta ceremonia solemne.
Quizás a esta altura te preguntes si es necesario participar de todo esto. Te diré que es más necesario de lo que muchos piensan. Después del bautismo, cada persona debe transitar el camino cristiano. Como el enemigo no está dispuesto a perder un alma, llenará el camino de tentaciones para que los hijos de Dios ensucien "sus pies" cayendo en pecado. ¿Quién, después de su bautismo, no se ha tenido que arrodillar para pedirle perdón a Dios por haber caído? Luego de esas caídas no es necesario volver a bautizarse, porque para eso el Señor dejó establecido el rito de humildad y la Cena del Señor para que volvamos a consagrar la vida a Dios.
¡Qué Ser maravilloso es nuestro Dios! Es el privilegio de cada cristiano participar de los ritos que Dios mismo creó. Participa de cada uno de ellos con alegría, recordando que son para tu bien presente y eterno.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡VICTORIA!

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1 Corintios 15:55.

El versículo de hoy nos habla de la esperanza en relación con la muerte. Creo que la muerte asusta a todos. Para morir, basta estar vivo. La muerte es, tal vez, la experiencia humana más dolorosa; no para el que muere, sino para los que sobreviven.
¿Estás, en este momento, enfrentando la muerte reciente de un ser querido? Hay muertes que marcan terriblemente, no es fácil. Mientras vivas en este mundo, seguirás enfrentando la muerte. Pero San Pablo, escribiendo a los corintios, habla de la victoria de Jesús sobre la muerte: será el último enemigo de Jesús en ser derrotado. Cuando el Señor aparezca en las nubes de los cielos, la muerte será tragada, porque los sepulcros se abrirán y los muertos en Cristo resucitarán.
Como un anticipo de esa victoria y para darle una base segura a esta promesa, Jesús resucitó al tercer día. La resurrección de Jesús colocó la estocada fatal en el corazón mismo de la muerte. A partir de ese día, el enemigo sabía que el instrumento que utiliza para hacer llorar a los hijos de Dios es ya un instrumento inservible.
Por lo tanto, tú y yo debemos descansar en la certeza de esta esperanza: la muerte puede sorprendernos, pero resucitaremos cuando Jesús vuelva; no hay la menor duda de eso. Millones de ángeles serán testigos del resurgimiento de la vida; el universo entero cantará hosannas a Dios.
Pero, de acuerdo con San Pablo, en la Epístola a los Tesalonicenses, el mundo, hoy, está dividido en dos grupos: aquellos que no conocen a Jesús se desesperan, y creen que la muerte es el fin de todo; pero quienes creen en Jesús tienen la esperanza de la resurrección. ¿A qué grupo perteneces?
El otro día, alguien me preguntó "¿Cómo resucitará el que fue incinerado? ¿Dónde encontrarán sus cenizas?" No te preocupes con eso: la resurrección es un milagro, y el mismo Dios que tiene el poder de resucitar, ¿no tendrá poder para traer cada grano de ceniza desde cualquier rincón del mundo?
Que este sea un día de esperanza, para ti y para tus amados. Huye de la muerte. Cuida la vida, que es el más precioso don. Pero, si la muerte toca a algún ser querido, descansa en las promesas maravillosas de Jesús. Un día, tú preguntarás: "¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?"

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón