lunes, 27 de junio de 2011

UN PUENTE ENTRE DOS MUNDOS

Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mi» (Juan 14:6)

Estambul es la ciudad más poblada de Turquía. Con una población que alcanza los diez millones de habitantes, esta ciudad constituye un puente entre dos continentes y un paso entre dos mares. Mitad en Europa, mitad en Asia, Estambul ha controlado las rutas comerciales entre ambos continentes. Su historia de conquistas e imperios ha aportado a la cultura un magnífico legado de monumentos, como la iglesia de Santa Sofía, la Mezquita Azul, el Palacio de Topkapi, los baños turcos o el Gran Bazar.
El planeta tierra, densamente poblado, se ha convertido en el centro de todo el universo y constituye el mayor puente que existe entre dos mundos: el cielo y los otros mundos no contaminados por el pecado, las páginas de su historia nos hablan de conquistas, derramamiento de sangre, hazañas, obras de arte y culturas, así como de héroes y mártires. En este planeta se desarrolla la mayor controversia entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto, entre Dios y Satanás. Es aquí donde nació el Mesías, «Dios con nosotros». Es aquí donde, en el desenlace final de esta batalla global, se enarbolarán dos banderas. Es aquí donde tú y yo aparecemos en escena.
Visitar tierras con un pasado de conquista y con diversidad cultural es gratificante, pero poder ser huésped de la Nueva Jerusalén y de una tierra reconquistada a un precio infinito, donde el mal quedará para siempre olvidado y donde el bien reinará, es una ocasión que ni tú ni yo nos deberíamos perder.
Para muchas personas es un sueño viajar al extranjero. Obstáculos políticos, económicos e incluso raciales, impiden que sus pies pisen otro país. Pero para llegar a ver el rostro de Dios y caminar por las calles de oro de su ciudad, solo hay que cruzar el puente que se extiende como la única ruta segura que llega al trono divino. Ese viaje es gratuito. El pasaporte está expedido, los gastos cubiertos, las gestiones de aduana procesadas. ¿Deseas ser ciudadana de esa tierra? ¿Cruzarás el puente?
Cristo es el único puente que lleva a la eternidad.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

INTEGRIDAD ANTE TODO

El peso falso es abominación a Jehová; más la pesa cabal le agrada. Proverbios 11:1.

Conocí a Gerardo mientras estudiaba en la universidad. Después de graduarse, se dedicó a la venta de equipo de comunicación y, por algunas casualidades de la vida, continuamos teniendo contacto, a pesar de vivir a más de cuatrocientos kilómetros de distancia. Poco a poco, Gerardo alcanzó el éxito profesional, y así ha sido hasta hoy.
Un día, Gerardo llegó a mi oficina, y entre charlas y risas, me llevó a la playa de estacionamiento para mostrarme su nuevo automóvil. Lo felicité por la nueva adquisición y luego le pregunté: "¿A qué precio vendiste el otro auto que tenías?" Con asombro escuché el precio, pues lo había vendido muy caro. Luego me comentó: "Hace tiempo que desconecté el odómetro, para que diera la impresión de que no había recorrido tantos kilómetros".
El mundo nos puede influir al grado de apartarnos de la honestidad, y sin quererlo podemos vernos involucrados en negocios fraudulentos. Muchas personas, ansiosas por obtener más ganancias y recursos, recurren al engaño, a la mentira, al fraude y al hurto, y estafan a sus semejantes, que de buena fe negocian con ellas. En nuestros días, la falsificación, la imitación y la copia clandestina son comunes en una sociedad que no sabe cómo detener esta ola de ilícitos. En muchos aspectos, parecería que los honestos e íntegros, son personas "anormales".
Es verdad que por medio de la estafa y la deshonestidad se puede obtener un buen puntaje en un examen o una gran ganancia. Y en muchos casos, como no se percibe la acción de la justicia divina, aquel que se enriqueció estafando y mintiendo, cree que gozará de impunidad en esta vida y en la venidera.
Pero la Palabra de Dios condena el fraude y la estafa. Utilizando como ilustración la antigua balanza que se usaba en el comercio, Salomón declaró: "El peso falso es abominación ajehová; más la pesa cabal le agrada". Por esto, tú que te estás preparando para la vida profesional, nunca te desvíes de la integridad y la justicia. Por más que la tentación te susurre al oído que "nadie se dará cuenta", recuerda que hay un Dios en los cielos que ve y juzga todos tus pasos y, como si él estuviera a tu lado, condúcete con transparencia.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

DEPENDENCIA Y PLENITUD

Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. Juan 15:5.

En esta vida, todo pasa. Pasa el tiempo, el verano, la época de las lluvias, las palabras... en fin. Un día, te miras en el reflejo del agua, y descubres que la juventud también pasa.
El otro día, alguien me dijo: "Siempre me decían joven. Joven para aquí; joven para allá... Hasta que un día me sorprendí cuando una buena señora, en el mercado, me llamó señor. Entonces corrí a casa, me miré en el espejo, y descubrí, espantado, que la señora tenía razón. ¡Yo había dejado de ser un joven! Me había vuelto un señor".
Desdichadamente, cuando se es joven, da la impresión de que la juventud es eterna; que las oportunidades estarán siempre allí, al alcance de las manos. Tal vez por eso, un poeta renegado escribió: "La juventud es un don precioso que se desperdicia en la mano de los jóvenes".
¿Qué hacer para que, al llegar a los años maduros, puedas mirar para atrás y saber que valió la pena haber vivido? El versículo de hoy trae la respuesta. ¿Quieres frutos? ¿Plenitud de frutos? ¿Frutos abundantes? Entonces, recuerda que "Yo soy la vid", dice Jesús; tú solo eres la rama. Una rama separada de la vid está condenada al fuego; para nada sirve. Pero, una rama conectada a la vid recibirá vida, y el resultado será fruto abundante en todas las áreas.
La palabra que destaca en el versículo de hoy es el verbo "permanecer". Expresa continuidad, durabilidad, persistencia; lo contrario a fugacidad o intermitencia. El secreto de una vida plena es la permanencia. "Permaneced en mí" indicó Jesús. ¿Cómo se permanece en Jesús? Buscándolo todos los días, abriéndole el corazón cada mañana y diciéndole: "Señor, yo no sé vivir solo. Necesito de ti. Enséñame a caminar por los caminos de victoria". Esto significa renuncia del propio yo y dependencia de Jesús. Una dependencia que, lejos de llevarte a la esclavitud o al servilismo, te conduce a la realización y a la vida llena de significado.
Hoy puede ser la media vuelta de tu vida. Si hasta aquí sientes que tus esfuerzos son infructuosos; si trabajas con ahínco, pero nada da resultado, conéctate a Jesús. Aprende a depender de él, y prepárate para los frutos abundantes, porque él dijo: "Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón