domingo, 7 de octubre de 2012

RAÍCES PROFUNDAS


«Pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó» (Marco 4:6).

¿Alguna vez te has encontrado con que la raíz de un árbol ha levantado el camino por dónde vas?  Es impresionante cuan grandes pueden llegar a crecer las raíces de los árboles. Estas crecen debajo de la tierra y su función es absorber agua y alimento para el árbol. Si las raíces no absorbieran esas sustancias, los árboles no podrían crecer como lo hacen.
El versículo de hoy nos dice que algunas plantas mueren cuando el sol sale porque no tienen raíces. Lo que Jesús quería decir es que muchos cristianos no permanecen siendo cristianos porque no «echan raíces» en Jesús. Es decir no están profundizando en el estudio de su Palabra.
Es importante que cada día nos acerquemos más a Jesús como un amigo. «Plántate» en el amor de Dios mientras el clima sea favorable. Él te dará el agua de vida y el alimento que necesitas para crecer como cristiano. Acércate hoy a Jesús y siempre estarás fuerte aunque Satanás te ataque con sus tentaciones.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL DIOS DE LO IMPOSIBLE.


¿A caso hay alguna cosa difícil para Dios? (Génesis 18:14).

¿Has sentido alguna vez grandes deseos de alcanzar un elevado objetivo, pero crees no tener la capacidad, los medios o el apoyo que necesitas para lograrlo? ¿Acaso has sentido que el temor te invade y, aunque has orado muchas veces, parece que tu esperanza desfallece y que tu petición no es contestada? El texto bíblico de hoy es una pregunta que deberíamos responder, colocando nuestra confianza en el Dios de lo imposible. Permíteme compartir contigo una de las más notables experiencias que me han acontecido y que me ayudó a despejar mis interrogantes, porque, te repito que para nuestro Dios, ¡no hay nada difícil!
Tenía quince años de edad y cursaba los estudios de secundaria en un colegio adventista. Recuerdo aquella etapa como una de las más enriquecedoras de mi vida por los buenos amigos que conocí y por la influencia positiva de mis profesores. Se celebraba una semana de oración en nuestro colegio, así que con la mejor disposición y entusiasmo decidí colaborar cantando una alabanza. Sin embargo, tenía un serio problema: no sabía cantar. No me desanimé, practiqué y esperé con gran anticipación el día de mi aporte musical. Pero, cuando llegó el momento, me dominó el nerviosismo, olvidé la letra y no pude terminar el himno.
¡Puedes imaginarte el trauma que debió de haber sufrido aquella tímida adolescente! Lo más triste fue pensar que en aquel momento Dios no estaba conmigo. Lloré a raudales y le abrí mi corazón al Señor. Le dije que necesitaba sentir su compañía y su voluntad obrando en mí, y que reconocía que únicamente él tenía el poder para suplir todas mis deficiencias.
Han transcurrido más de cuatro años desde el momento en que hice aquella petición. En todo este tiempo me he esforzado por desarrollar el talento del canto, ensayando y cultivando mi voz con perseverancia. Puedo decir que me he asombrado al ver la forma en que Dios me estaba preparando. Hoy siento un gran gozo en mi corazón al poder poner ese don a su servicio.
Jesús nos dice: «Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces» (Jer. 33:3), «pues nada hay imposible para Dios» (Luc. 1:37).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dulce Montoya escribe desde Tabasco, México.

ERES LO QUE PIENSAS


Porque tal como piensa en su corazón, así es él. Proverbios 23:7 NRV1990

Si practicas algún deporte, quizás te has preguntado por qué los jugadores de cada equipo parecen ver cosas diferentes. Donde un equipo vio penalti, el otro vio una jugada limpia; donde unos ven un golpe intencional, otros solo ven un tropezón accidental. 
Los investigadores de la percepción humana han encontrado una explicación muy sencilla: ellos dicen que, en última instancia, cada uno ve lo que quiere ver. Si la jugada es muy «chiquita», cada jugador, cada fanático, la juzgará de acuerdo a sus intereses. ¡Y con mucha más razón si esa jugada decide el campeonato!
Las Escrituras expresan esa misma realidad en nuestro texto de hoy: como piensas, así eres. Dicho de otra manera, no eres lo que piensas ser, sino lo que piensas, eso eres.
Quizás no hay mejor ejemplo para ilustrar esta realidad que la misión de los doce espías enviados por Moisés para inspeccionar la tierra de Canaán con el objeto de conquistarla (ver Núm. 13). Cuando regresaron, parecía que habían visto no una tierra, sino dos. Veamos.

** Los diez espías: «Vimos un pueblo de gigantes y sus ciudades están fortificadas».
Caleb y Josué: «No importa que haya gigantes, en el nombre de Dios podremos
conquistarla».

** Los diez: «¡No podremos! Esa tierra se traga a sus habitantes».
Josué y Caleb: «La tierra es buena, y el Señor nos ayudará».

**Los diez: «Comparados con ellos, parecíamos langostas».
Josué y Caleb: «Con Dios de nuestra parte, los comeremos como pan».


¿Era la misma tierra? Sí, pero donde diez de los doce espías vieron dificultades, Josué y Caleb vieron posibilidades. Cada uno vio de acuerdo a la, medida de fe que había en su corazón. Dios prometió que esa tierra sería del pueblo. Los que no creyeron, nunca pudieron heredarla, y sus cuerpos fueron sepultados en el desierto. En cambio, Josué y Caleb creyeron y, por su fe en la promesa de Dios, entraron en la tierra prometida.
Ante ti está un día lleno de desafíos. Quizás también hay «gigantes» que te están preparando una emboscada en el camino. Mi consejo es que, al igual que  Caleb y Josué, lo apoyes en las promesas de Dios y exclames a voz en cuello:
«Con Dios de mi parte, los comeré como pan».

Señor, ayúdame a creer que tus promesas para mí se cumplirán en este día.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

UNA VEZ; Y OTRA; Y OTRA...


«Dios, oye mi oración; escucha las razones de mi boca» (Salmo 54:2).

La repetición, o el acto de repetir, es común y puede ser utilizado para conseguir un buen efecto. Principalmente, es un método de aprendizaje.  Cuando estábamos en las misiones, todos mis hijos tomaron clases de piano. El método docente de sus profesores era un tanto distinto del que yo había aprendido; no obstante, era eficaz.
En lugar de practicar tres canciones cada semana, el profesor les asignaba una sola que tendrían que repetir hasta dominarla. De hecho, podían estar aprendiendo la misma canción durante dos o cuatro semanas, hasta que el profesor estaba satisfecho con la ejecución. Comprenderá que, con cuatro hijos repitiendo una y otra vez la misma canción asignada a cada uno durante cuatro semanas, yo me sintiera aliviado cuando, al fin, pasaban a otra página. Pero creo que la repetición hizo más por ellos que solo enseñarles a tocar el piano. También les enseñó a ser pacientes y a controlarse.
Sin embargo, en ningún lugar de las Escrituras se dice nada en favor de las oraciones repetitivas. En ningún lugar se nos ordena que recitemos la oración de otra persona. Hay quienes afirman que la iglesia cristiana primitiva usó oraciones repetitivas, pero no hay evidencias de que fuera una práctica generalizada hasta que, siglos más tarde, la iglesia se romanizara.
Repetir la misma oración una y otra vez puede provocar que la mente empiece a divagar. Lo que se hace con cierta frecuencia acaba por hacerse sin pensar. Tomemos, por ejemplo, el arte de hacer tejido de punto. Muchas mujeres, vayan donde vayan, llevan consigo una bolsa con hilo y unas agujas, de manera que pueden aprovechar el tiempo mientras esperan en la cola, en la parada del autobús o vigilando a sus hijos en el parque. Son tan expertas que no prestan atención a lo que hacen. Su ritmo es tal que, a medida que el hilo se va entretejiendo, las agujas van tan deprisa que casi echan chispas.
Pero la oración cristiana no debe ser confundida con la magia, que es un intento de manipular una fuente de energía para fines personales. El Dios verdadero no puede ser ni manipulado ni controlado. La creencia de que la mera repetición de una oración hace que sea más eficaz tiene más en común con la magia que con la fe bíblica.
Las fórmulas de oración nunca podrán igualar una conversación de corazón a corazón con Dios.  Dios no quiere que oremos como robots. Ábrale a Dios el  corazón.  Basado en Lucas 18:1-8

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

PROCURA COMPRENDER CÓMO LE GUSTA RECIBIR AMOR


El buen entendimiento produce favor (Proverbios 13:15).

Considera el siguiente punto de vista: si todo lo que estudiaste de tu cónyuge antes de casarte fuera equivalente a un diploma de la escuela secundaria, entonces deberías seguir aprendiendo sobre tu pareja hasta obtener un "título universitario", una "maestría" y por último, un "doctorado". Imagínalo como un viaje que dura toda la vida, el cual te acerca cada vez más a tu cónyuge.
Uno de los problemas que impiden tener una buena relación con tu cónyuge es que sencillamente no lo comprendes. Es probable que reaccione en forma muy distinta a ti frente a ciertas situaciones, y no comprendes por qué.
¿Sabes cuáles son sus mayores esperanzas y sus sueños? ¿Comprendes bien cómo prefiere dar y recibir amor? ¿Conoces los mayores temores de tu cónyuge y por qué?
Estas diferencias (aun las que son relativamente insignificantes) pueden ser causa de muchas peleas y conflictos en tu matrimonio. Esto se debe a que, como dice la Biblia, tenemos la tendencia a "maldecir" las cosas que no entendemos (Judas 10, NVI).
Los gustos y las preferencias de tu cónyuge tienen sus razones. Cada matiz de su carácter tiene como trasfondo una historia. Cada elemento que conforma su identidad y su manera de pensar se expresa en una serie de principios guía, los cuales a menudo solo tienen sentido para la persona que los sostiene; pero vale la pena tomarse el tiempo para estudiar por qué es de esa manera.
Si extrañas el nivel de intimidad que supiste tener con tu cónyuge, una buena manera de volver a ganar su corazón es comprometiéndote a conocerlo. Estúdialo. Léelo como a un libro que intentas comprender.
Reflexión: Hoy entraré a la escuela de Jesús para seguir conociendo más a mi pareja. Busca tres cosas en que debes comprender más a tu pareja, y ora a Dios para que él te ayude.

Tomado del 50 días de Oración
Por Pr. Juan Caicedo Solís
Secretario Ministerial, Dir. Hogar y Familia
Unión Colombiana del Sur