sábado, 21 de abril de 2012

MÁS FUERTE QUE UN CICLÓN


«Cuando de pronto un viento del desierto vino y sacudió la casa por los cuatro costados, derrumbándola sobre tus hijos. Todos ellos murieron. Solo yo pude escapar para venir a avisarte» (Job 1:19).

¡Qué historia tan asombrosa está a la que hemos llegado hoy! Un viento del desierto vino y derrumbó la casa donde vivían los hijos de Job. Sin duda se trató de un viento muy fuerte.
¿Alguna vez has escuchado hablar de un ciclón? Un ciclón es una tormenta en espiral, como un tornado. Los ciclones ocurren cerca del Ecuador o la parte central de la tierra, y están compuestos básicamente de agua y viento que giran.
A pesar de que el viento puede ser poderoso y peligroso, hay Alguien que es mucho más poderoso que el viento. Su nombre es Jesús. Una noche en la que una poderosa tormenta golpeaba un bote, Jesús le ordenó al viento que dejara de soplar ¿Adivina qué? Los que estaban alrededor dijeron: «¿Quién será este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?» (Marcos 4:41).
Dios es ciertamente e Rey del universo. Él puede controlar los vientos más fuertes y también controlar tu vida. Entrégale hoy tu vida y él te ayudará a esquivar las tormentas que se te atraviesen.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

REVERENCIAD A DIOS Y DADLE GLORIA


¡Temad a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado! (Apocalipsis 1.4:7).

Las primeras palabras del ángel son: «Temed a Dios».  Es necesario que nos acerquemos a Dios con toda reverencia y respeto. Al estar en su presencia el primer ángel nos pide que le demos gloria. ¿Cómo podemos dar gloria a Dios? Pablo nos da la respuesta al asegurarnos que nuestro «cuerpo es templo del Espíritu Santo [...] pues habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios», y agrega: «Si, pues, coméis o bebéis o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor.6: 19-20;10:31).
En la vida de quienes se preparan para un encuentro con el Señor, cada faceta de la existencia debería glorificar a Dios. Como resultado, todo aquello que promueva la salud física favorecerá el desarrollo de una mente aguda; y un carácter noble; es decir, salud emocional y espiritual. «El cerebro es la capital del cuerpo, el asiento de todos los poderes nerviosos y acciones mentales. [... ] Por medio de los nervios del cerebro, las impresiones mentales son llevadas a todos los nervios del cuerpo [... ] y ellos controlan la acción vital de cada parte del sistema» (Mente, carácter y personalidad, tomo 1, p.84).
Nuestro cuerpo ciertamente es templo del Espíritu Santo, y la mente es el único canal por medio del cual Dios se comunica con nosotras. Quizás eso nos explique por qué nuestro crecimiento espiritual a veces parece ser tan lento. Cualquier cosa que afecta a nuestro cuerpo y a nuestra mente, afecta definitivamente a nuestra vida espiritual. ¡Qué privilegio que Dios quiera comunicarse con nosotras! Utilicemos nuestro intelecto deliberadamente para dar gloria a Dios en todo lo que hagamos.
«Como pueblo se nos ha confiado la obra de predicar los principios de la reforma pro salud. Hay algunos que creen que el tema de la temperancia no es lo suficientemente importante para ser incluido en la evangelización. Pero estas personas cometen un gran error. La Palabra de Dios declara: "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10:31). El tema de la temperancia con todas sus implicaciones tiene importante lugar en la obra de la salvación» (Consejos sobre la alimentación, cap. 25, p. 384, § 778).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Janet Ribera de Diestre

«NO SE LO DIGAS A NADIE»


No hay nada escondido que no llegue a descubrirse, ni nada secreto que no llegue a ponerse en claro. Marcos 4:22.

Recuerdo que cuando era niño, cada vez que hacía algo malo no pasaba mucho tiempo sin que mis padres se dieran cuenta. Mi rostro me delataba. Sentía un peso constante sobre mis hombros. El recuerdo de haber hecho algo malo me perseguía todo el tiempo. Por supuesto, era fácil para mis padres percatarse de que algo no andaba bien. Y, ¿sabes qué? Sentía un gran alivio cuando confesaba mi falta y enfrentaba las consecuencias de mi error. Parece absurdo, pero era mejor el castigo que vivir con una conciencia culpable.
Aunque han pasado muchos años, sigo pensando que no vale la pena vivir con pecados secretos. ¿La razón de ello? Recordemos lo que sucedió en una conocida historia bíblica: cuando los hermanos de José lo vendieron como esclavo. Dice el relato que cuando lo vieron acercarse «se dijeron unos a otros: ¡Miren, ahí viene el de los sueños! Vengan, vamos a matarlo; luego lo echaremos a un pozo y diremos que un animal salvaje se lo comió» (Gen. 37:19,20).
Ya sabemos que no lo mataron. Pero pensemos por un momento en esto: Después de lo que hicieron contra José, su hermano, ¿cómo podían esos hombres mirar al rostro de Jacob, su padre, sin turbarse? ¿Será que podían dormir tranquilos viendo a su padre consumirse de dolor por la pérdida de su hijo? Otra cosa: ¿nunca se les ocurrió pensar que «no hay crimen perfecto», que «no hay nada escondido que no llegue a descubrirse»? (Mar. 4:22) ¿No les pasó por la mente que no podemos ocultar ningún pecado ante Dios?
Al menos la historia tuvo un final feliz. Hicieron las paces con su hermano, y Jacob pudo reencontrarse con el hijo que creía muerto. ¡Pero cuánta amargura, cuánta ansiedad, se habrían ahorrado de haber confesado su pecado desde un principio!
¿Hay algún «pecado secreto» en tu vida? Si lo hay, solo tienes dos opciones: puedes confesarlo o puedes ocultarlo. Si lo ocultas, dice la Biblia, no prosperarás, pero si lo confiesas, la promesa divina es que serás perdonado (ver Prov. 28:13). La preciosa sangre de Cristo puede limpiarte ahora mismo. ¿Qué te detiene?
Gracias, Padre celestial, porque la Sangre de Cristo puede perdonar mis pecados y limpiarme de toda maldad.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

EL DIABLO DESDENTADO


«Les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo"» (Lucas 10:18).

Téngalo por seguro: El diablo intentará que hagamos cosas que están mal, pero no puede obligarnos. Si pertenecemos a Jesús, no puede poseernos; pero sí ponernos en un aprieto. El diablo tratará de vencer al cristiano y hacer que peque. He aquí algunas de sus artimañas:

  • Intentará afligirnos físicamente (2 Cor. 12:7; Luc. 13: 16; Hech. 10:38).
  • Tratará de incitar una fuerte oposición contra nosotros y nuestro mensaje (Apoc. 2:10).
  • Intentará crear confusión entre los creyentes.
  • Procurará que nos sintamos deprimidos, perturbados y sin rumbo.
  • Instigará miedos irracionales en nuestro corazón.
  • Querrá confundimos con pensamientos impuros.
  • Tratará de arrastrarnos al error doctrinal (Gen. 3:13; 2 Cor. 11:3,14,15).

Puesto que Jesús es Señor de este mundo, cuando nos sintamos asaltados por las fuerzas del mal, debemos acudir a él. En él tenemos un intercesor que ha vencido al diablo y, gracias a Dios, podemos dirigir nuestras oraciones a Aquel que ha ganado verdaderamente la victoria.
En el zoológico, un empleado entró en la jaula de un gato montes sin nada más en las manos que una escoba. Cerró cuidadosamente la jaula y procedió a barrerla. El trabajador no disponía de un arma que lo protegiera de un ataque de la fiera. De hecho, cuando llegó a la esquina de la jaula donde yacía el gato, lo empujó con la escoba. El gato montes gruñó y se fue a otro rincón de la jaula.
—Realmente, usted es un valiente —comentó un visitante. 
—No, qué va, yo no soy valiente —respondió él mientras seguía barriendo. —Será que el gato es manso.
—En absoluto —respondió el celador—. No es nada manso. —Si usted no es valiente y el gato no es manso, no entiendo por qué no lo ataca.
El hombre se echó a reír y, con aire confiado, dijo: 
—Verá, señor; es que ya es viejo y le faltan los dientes. 
El diablo tampoco tiene dientes. Jesús le arrancó los colmillos cuando murió en la cruz por nosotros. Reclame hoy esa victoria ionio suya. Basado en Mateo 10:5-15

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill