jueves, 31 de diciembre de 2009

GRATITUD

¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado? (Salmo 116: 12).

Dios desea que nuestra alabanza ascienda a él señalada por nuestra propia individualidad. Estos preciosos reconocimientos para alabanza de la gloria de su gracia, cuando son apoyados por una vida semejante a la de Cristo, tienen un poder irresistible que obra para la salvación de las almas. Cuando los diez leprosos vinieron para ser sanados, les ordenó que fuesen y se mostrasen al sacerdote. En el camino quedaron limpios, pero uno solo volvió para darle gloria. Los otros siguieron su camino, olvidándose de Aquel que los había sanado. ¡Cuántos hay que hacen todavía lo mismo!
El Señor obra de continuo para beneficiar a la humanidad. Está siempre impartiendo sus bondades. Levanta a los enfermos de las camas donde languidecen, libra a los hombres de peligros que ellos no ven, envía a los ángeles celestiales para salvarlos de la calamidad, para protegerlos de «la pestilencia que ande en oscuridad» y de la «mortandad que en medio del día destruya» (Sal. 91: 6) pero sus corazones no quedan impresionados. Él dio toda la riqueza del cielo para redimirlos; y sin embargo, no piensan en su gran amor. Como el brezo del desierto, no saben cuándo viene el bien, y sus almas habitan en los lugares yermos.
Para nuestro beneficio debemos refrescar en nuestra mente todo don de Dios. Así se fortalece la fe para pedir y recibir siempre más. Hay para nosotros mayor estímulo en la menor bendición que recibimos de Dios, que en todos los relatos que podemos leer de la fe y experiencia ajenas. El alma que responda a la gracia de Dios será como un jardín regado. Su salud brotará rápidamente; su luz saldrá en la oscuridad, y la gloria del Señor le acompañará. Recordemos, pues, la bondad del Señor, y la multitud de sus tiernas misericordias. Como el pueblo de Israel, levantemos nuestras piedras de testimonio, e inscribamos sobre ellas la preciosa historia de lo que Dios ha hecho por nosotros. Y mientras repasemos su trato con nosotros en nuestra peregrinación, declaremos, con corazones conmovidos por la gratitud: «¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo? Tomaré la copa de la salud, e invocaré el nombre de Jehová. Ahora pagaré mis votos a Jehová de-lante de todo su pueblo» (Sal. 116: 12-14) (El Deseado de todas las gentes, pp. 313,314).

Elena G. de White
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

DESPEDIDA

Confía de todo corazón en el Señor y no en tu propia inteligencia. Ten presente al Señor en todo lo que hagas, y él te llevará por el camino recto. Proverbios 3: 5, 6

¿Te lo puedes creer? Este es el último día del año. Esta noche millones de personas de todo el mundo empezarán la cuenta a tras para el Año Nuevo.
Algunos estarán contentos de ver que el año se acaba. Han tenido problemas y desean empezar de nuevo. Pero para otros, lo desconocido es aterrador. Nunca sabemos qué sucederá de un día a otro. Pero no hay que tener miedo. Todo está bajo el control de Dios.
Este es un texto que da ánimos para enfrentar los días que van a venir.
No tenemos que temer nada del futuro, excepto que olvidemos cómo nos ha guiado el Señor y sus enseñanzas en la historia pasada (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 10). Lo único que debemos temer es que centremos toda nuestra atención en nuestras circunstancias en lugar de mirar a Jesús y recordar cómo cuidó de nosotros durante toda la vida. Una de las razones por las que el agradecimiento y la alabanza tienen que ser una parte importante de nuestro tiempo común es que nos ayuda a recordar todo lo que hizo por nosotros.
Cuando empieces el año nuevo, ten este libro a mano. Si te desanimas un poco, vuelve a mirar el último día del mes y recuerda las bendiciones que Dios te dio y las maneras como usó las circunstancias, aun las más difíciles, para que obraran en tu favor.
Ha sido agradable viajar contigo en este viaje increíble. Ahora, cuando nos decimos adiós, recuerda pasar tiempo con Jesús cada día, dale el primer lugar de tu corazón y sé agradecido.

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.

RECUERDA TODOS SUS BENEFICIOS

Bendice, alma mía, a Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmo 103:2.

Llegamos al último día, a la última mañana del año. No todos los que comenzaron este año han podido terminarlo. Lamentablemente, de los que lo terminan, no todos lo acaban felices, con su relación matrimonial estable, con una buena relación con sus hijos, con la seguridad de un salario mensual, con salud y fortaleza física, con fe y confianza en Dios, como nosotros lo terminamos.
Indudablemente, esto nos debe llevar a un acto de gratitud a Dios, que nos ha concedido otro año más, 365 días, casi nueve mil horas y más de medio millón de minutos.
Hay razones abundantes para alabar agradecidos a Dios con todo nuestro ser, nuestra alma y nuestro espíritu por todos sus beneficios. Los milagros de Dios son milagros de todos los días. Hay material en cantidad para expresarle gratitud.
Hace algunos años, mi esposa me comunicó que había descubierto en su cuerpo unas manchas oscuras. Fuimos a ver al médico, quien la examinó y le recetó algunos medicamentos. Como no mejoró, regresamos para verlo nuevamente. Esta vez dijo que era algo grave y que tenía que ser hospitalizada. A partir de ese día todo se complicó, y las cosas comenzaron a ir de mal en peor. Los médicos no acertaban cuál era la en-fermedad.
Un derrame cerebral la dejó inconsciente y le paralizó la parte derecha del cuerpo. El médico me comunicó que el daño era irreversible y que, si sobrevivía, quedaría paralizada en silla de ruedas. Luego se me comunicó que sería llevada a la sala de cuidados intensivos. Unas horas más tarde, se me pidió autorización para colocarle los aparatos para darle respiración artificial. Luego el médico vino a verme para decirme: «Prepárate para lo peor».
Junto con muchos hermanos, doblé las rodillas clamando a Dios por un milagro. Y el milagro llegó. Un sábado, a la puesta del sol, Dios manifestó su poder. Mi esposa sanó totalmente. Los médicos no salían de su asombro y dijeron: «Esto no tiene expli¬cación. Lo único que podemos decir es que es un milagro».
Junto contigo, que también has disfrutado la manifestación del poder de Dios en tu vida, canto y digo: «Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios» (Sal. 103: 2).

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.