martes, 22 de enero de 2013

LA FIEL PRETA

Lugar: Portugal
Palabra de Dios: Apocalipsis 14:7.

Justo cuando el culto está por comenzar, la perra se escabulle entre los recepcionistas y avanza hacia el frente. La gente, sentada en los bancos la ve pasar, pero no parece alarmarse por la presencia de la perra; de hecho, parece estar esperándola.
-Aquí viene Preta -susurran los niños, emocionados.
Preta encuentra su lugar cerca del frente, se sienta y espera que el culto comience. Cuando los adoradores se ponen de pie, ella se para junto con ellos; cuando se sientan, Preta se sienta, también.
Si hubieras estado sentado fuera de la casa de Preta en Sobrado, portugal, a las 5 de la mañana, verías a Preta saliendo de su casa y dirigiéndose a la iglesia. ¿Por qué sale tan temprano? Porque tiene un largo camino por recorrer: 25 kilómetros a pie. La perrita se queda en su lugar hasta que el culto termina, y luego se levanta y camina de regreso los 25 kilómetros hasta su casa. A veces, alguien que la conoce la lleva casa.
Preta no va a la iglesia porque sus dueños asistan: ella lo hace sola; y ha estado asistiendo fielmente a la iglesia durante varios años.  ¡Que perra extraordinaria! Quizá comenzó a asistir a la iglesia cuando era un animal callejero. Sin importar lo que ocurra, la próxima semana, a las 5 de la mañana, Preta estará en la calle nuevamente, caminando hacia la iglesia.
¿Eres tan fiel en asistir a la iglesia como Preta? Estoy seguro de que no tienes que caminar 25 kilómetros para llegar. Pero ¿esperas con ansias que llegue el momento, cada semana, de asistir a la iglesia y de adorar al Dios que te creó y que te redimió? Seamos fieles en adorar a Dios. Después de todo, es nuestro privilegio adorar "al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales".

Tomado de Devocionales para menores
En algún lugar del mundo
Por Helen Lee Robinson

¿ABRUMADA POR LA VIDA?

El perezoso ambiciona, y nada consigue; el diligente ve cumplidos sus deseos. Proverbios 13:4

Los estudiosos de la psicología afirman que existen dos tendencias universales que erigen la vida del ser humano: luz y oscuridad, optimismo y pesimismo; estas dos tendencias inciden directamente sobre la felicidad personal. Hay muchas personas que ven la vida como un viaje tenebroso y solitario, y siempre esperan finales catastróficos. Por otro lado, están los que tienen la capacidad de viajar por la vida interpretando los acontecimientos cotidianos favorablemente, de manera optimista, aunque las circunstancias no sean siempre halagüeñas.
Los pesimistas viven rodeados de tinieblas y oscuridad, y hacen de esto un hábito, que además, envuelve a quienes los rodean. Quienes llegan a esta condición no pueden apreciar los agentes generadores de felicidad que tienen al alcance de su mano. Los optimistas, sin embargo, son capaces de encender la luz cuando las penumbras llegan, porque, evidentemente, ser optimista no elimina de la vida las circunstancias adversas. Y cada vez que se enciende una luz, todo se ilumina para quienes pueden verla.
Los pesimistas se autodenominan «realistas» y consideran a los optimistas como soñadores incansables que siempre viven en una quimera. Nuestro Señor Jesucristo nos dice: «Miren que la hora viene, y ya está aquí, en que ustedes serán dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo. Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo» (Juan 16:32-33). Eso quiere decir que aunque tenemos que vivir en medio de las dos tendencias humanas mencionadas, encontramos en Dios una fuente de alegría permanente que nos permitirá vivir con optimismo.
¿Cómo generar ánimo cuando vivimos la pérdida de un ser amado? ¿O cuando la enfermedad nos afecta? ¿O cuando un revés financiero nos sitúa a las puertas de la miseria? Nunca pensemos que encontrar ánimo en tiempo de aflicción es tarea exclusiva nuestra. Si Dios nos exhorta: «Estén siempre alegres» (1 Tes. 5:16), también nos recuerda que él tiene poder para hacerlo posible si se los pedimos. «No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza» (Neh. 8:10).
No te quedes en este día atrapada en la bruma de tu tristeza. Mira más allá de tus tinieblas y verás el sol de justicia brillando para ti.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Aliento para cada día
Por Erna Alvarado

¿ERRORES DE BUENA FE?

Entonces oirán ustedes decir a sus espaldas estas palabras: «Este es el camino; vayan por él. No se desvíen a la derecha ni a la izquierda» (Isaías 30:21, RVC).

El camino que Dios quiere que sigamos está bien definido. No hay manera de equivocarse. Sin embargo, nadie llegará por casualidad a la puerta de la Ciudad de Dios. Ayer te comenté que, dos días después del milagroso aterrizaje en Nueva York, se dio a Douglas Corrigan permiso de despegar para volver a Los Ángeles. Los oficiales del aeropuerto vieron, asombrados, cómo el monoplaza, que saltaba, gemía, renqueaba y humeaba, despegaba en medio de una fina neblina.
Lo que pasó durante las siguientes veintiséis horas aún es uno de los mayores misterios de la aviación. No hay registros oficiales, por supuesto. El único testimonio que queda de los asombrosos acontecimientos que siguieron son las palabras del propio Corrigan.
Emocionado por sus fotografías publicadas en varios periódicos, Corrigan puso el morro hacia el occidente. No tenía radio y la brújula giroscópica del aeroplano estaba averiada. El único instrumento de navegación que le quedaba era una pequeña brújula magnética que estaba fijada al piso de la cabina y que Corrigan no alcanzaba a ver.
Después de varias horas de vuelo, Corrigan se dio cuenta de que algo andaba mal. En primer lugar, el avión comenzó a volar por encima de un campo totalmente nevado, y estaba en pleno verano. De pronto, cuando pensó que volaba sobre Nuevo México o Arizona, salió a pleno sol, y entonces vio que volaba sobre hielo y nieve. De pronto, vio algo que le heló la sangre: el océano.  Corrigan pensó que no había encontrado el aeropuerto de Los Ángeles y que se había perdido en el Océano Pacífico. Pero este océano parecía extraño. No se veía azul y tranquilo, como bien indica su nombre.
Repentinamente, el avión comenzó a dar muestras de que se acababa el combustible. Finalmente, cuando el avión comenzaba a ratear por falta de gasolina, empezó a sobrevolar una hermosa tierra vestida de verde. Al sobrepasar una colina, vio una bella ciudad.
—Soy Douglas Corrigan, vengo de Nueva York y me proponía ir a California — dijo, después de haber aterrizado—, ¿me pueden decir dónde estoy?
—Usted está en Dublín, Irlanda, señor —dijeron los asombrados irlandeses. Desde entonces la historia lo conoce como Wrong Way Corrigan (que significa «Dirección incorrecta» o «Camino equivocado»). Cuando le preguntaron cómo había cometido un error tan enorme, contestó: «Cualquiera puede cometer un error de buena fe».
En la vida espiritual no existen «errores de buena fe». Cada concesión que hacemos al pecado degrada nuestra vida espiritual. Procura no cometer un error en el camino que lleva a la Santa Ciudad, el precio es demasiado elevado.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
¿Sabías que..? Relatos y anécdotas para jóvenes
Por Félix H. Cortez

"HACEOS TESOROS EN EL CIELO"

Sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. Mateo 6:20, 21.

¿Qué comeré?, ¿qué beberé? y ¿cómo me vestiré?, son las preguntas que ocupan la mente de hombres y mujeres, a la vez que la eternidad no forma parte de sus pensamientos. Hay algunos que no acuden al Señor Jesucristo como la única esperanza del mundo... Aquellos por los cuales él murió se concentran en proveer para sí cosas temporales que no se requieren. A la misma vez descuidan la preparación del carácter que los haría idóneos para una morada en las mansiones que él [Jesús] compró para ellos a un precio infinito...
Cuando las cosas temporales absorben la mente y ocupan la atención, toda la fuerza del individuo se empeña en el servicio del hombre, y las personas consideran la adoración que se le debe a Dios como un asunto trivial. Los intereses religiosos quedan supeditados al mundo. Pero Jesús, que ha pagado el rescate por las almas de la familia humana, requiere que los seres humanos subordinen los intereses temporales a los intereses eternos. El quisiera que cesaran de acumular tesoros terrenales, de gastar dinero en lujos, y de rodearse de las cosas que no necesitan...
Al escoger la acumulación de un tesoro en el cielo, nuestros caracteres serán moldeados según la semejanza de Cristo. El mundo verá que nuestras esperanzas y planes se llevan a cabo teniendo en mente el progreso de la verdad y la salvación de las almas que perecen...
Al procurar un tesoro en el cielo, nos colocamos en una relación viviente con Dios, el dueño de todos los tesoros de la tierra, y quien suple todas las necesidades temporales esenciales para la vida. Cada alma puede obtener la herencia eterna... La más elevada sabiduría consiste en vivir de tal manera que se asegure la vida eterna. Esto puede lograrse al no vivir en el mundo para nosotros sino para Dios, al transferir nuestra propiedad a un mundo donde jamás perecerá. Al utilizar nuestra propiedad para avanzar la causa de Dios, nuestras riquezas inciertas son colocadas en un banco que no falla... Cada sacrificio hecho con el propósito de bendecir a otros, cada apropiación de medios para el servicio de Dios, será tesoro colocado en el cielo.— Review and Herald, 7 de abril de 1896; parcialmente en Exaltad a Jesús, p. 123.

Tomado de Meditaciones Matutinas para adultos
Desde el Corazón
Por Elena G. de White