lunes, 2 de mayo de 2011

UN EMBAJADOR DE PAZ

Entonces el señor de la viña dijo: ¿Que, hare? Enviaré a mi hijo amado; quizás, cuando lo vean a él, le tendrán respeto. (Lucas 20:130).

El señor de esta parábola tenía una viña, por la cual había trabajado arduamente durante mucho tiempo. Sin embargo, algo no andaba bien, porque no estaba recogiendo la cosecha que esperaba en función de sus esfuerzos. Así que, no resignándose a perderla, envió a su hijo como embajador de paz para intentar hallar soluciones. ¡Me admira tanto compromiso de parte de Dios!
Esta parábola, contada por Cristo, me hace pensar en nuestra función como madres. Nosotras también tenemos una viña, que son nuestros hijos, a quienes hemos cuidado y alimentado durante años, pero a veces no sabemos que más hacer para que produzcan los frutos que se esperan de ellos. En lugar de abandonarlos a su suerte, escuchamos sus quejas y demandas, aunque, no consigamos nada con ello. Las malas compañías, la vanidad de la vida, la moda, todo parece tener más influencia sobre esas plantas aún verdes que nuestros consejos para su propio bien.
Creo que el dolor más grande que puede experimentar una madre cristiana es ver a su hijo atado por las cadenas del pecado. Si estás pasando por tan devastadora experiencia, te invito hoy a ir a la única solución para tus lágrimas. Dios labro su vina con mucho amor, y también se encontró con la ingratitud y la rebelión por parte de sus hijos. Pero no desistió.
Como seres humanos, a veces sentimos que hemos agotado todos nuestros recursos en favor de nuestros hijos, pero recuerda, Dios va más allá. Él dijo: «Enviaré a mi Hijo». Y eso es exactamente lo que hace contigo. En tu más oscura noche, aparece el para decirte: «Yo salvare a tus hijos, confía en mí. Mi sangre derramada en la cruz del Calvario es suficiente para romper cualquier cadena, por muy fuerte que sea, y traer esa ovejita de vuelta al rebaño.
No te desesperes. Eleva esta sencilla oración al Dios del cielo: «Señor, toma a mis hijos como tuyos y enséname a habitar en paz».

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

RECUPERA TUS FUERZAS CON EL DESCANSO

Así dijo Jehová: Paraos en los caminos, y mirad, y preguntad por las sendas antiguas, cuál sea el buen camino, y andad por él, y hallareis descanso para vuestra alma. Jeremías 6:16.

Jorge es un personaje de mi imaginación. Se levanta a las seis y treinta todos los días; mientras desayuna conversa con sus padres y sus hermanos menores que él. Luego se dirige a la universidad, y al ingresar a una de sus aulas se encuentra con algunos compañeros de estudios que comparten con él algunos planes para el fin de semana. Sus clases comienzan a las ocho y terminan a las doce del mediodía, apenas tiene un recreo entre clases. Luego se dirige a almorzar, y cuando termina va a la biblioteca de la universidad y comienza su estudio de la materia recibida en la mañana. A media tarde, unos compañeros lo buscan y lo llevan a jugar al tenis, actividad que realiza por casi dos horas. Después de un baño, come algunas galletas acompañadas de yogur y se dirige al restaurante donde trabaja como mesero hasta las diez de la noche. Cuando regresa a su casa, mira su agenda, ve que tiene algunas monografías que presentar unas semanas más adelante, y se dedica a adelantar el trabajo.
Jorge podría ser un joven de tu edad, pero lo que lo hace un personaje de mi imaginación es que no necesita descansar. Lleva ese ritmo de estudio, trabajo, deportes, vida social y familiar todos los días del año. No hay sábados, no hay domingos, no hay feriados y no hay vacaciones, solo hay estudio, trabajo y responsabilidades.
Parecería una locura vivir así, ¿no te parece?
Todos, en mayor o menor medida, necesitamos descansar de las actividades cotidianas para reponer fuerzas y comenzar de nuevo. No importa la edad, no importa la religión, el sexo o la nacionalidad: todos en este mundo necesitan descansar.
El descanso no es solo dormir o tener un día de ocio, también debe haber un cambio de actividades como parte de la recreación. Cambiar de actividad, distraer la mente, centrar la atención en una ocupación diferente de la habitual, forma parte del descanso que necesita toda persona.
De más esta decir, que la fuente de toda recreación y descanso genuinos es Dios. A través del profeta Jeremías esta la invitación a encontrar descanso para nuestra alma al escoger y transitar el camino de Dios para tu vida. Dios es quien trazo el "buen camino", y te anima a que lo recorras.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

QUE ELLOS VEAN

Haz conmigo serial para bien, y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste. Salmo 86:17.

¿Qué serial? ¿De qué serial habla el salmista? De la obra prodigiosa de Dios en favor de sus hijos; de la acción libertadora de su poder. Porque, lamentablemente, vivimos en un mundo en que el enemigo se deleita en traer dolor a quienes temen al Señor.
Para eso se vale de instrumentos humanos: seres que no tienen en cuenta a Dios para nada; que se deleitan en hacer sufrir a los seguidores de Jesús. Los puedes encontrar en todos los lugares: en el centro de trabajo, en el vecindario, en la escuela y, muchas veces, inclusive, en medio de la familia. Es gente que, por ningún motivo, intenta perjudicarte, se coloca en contra de ti y te provoca. Personas que se alegran con tu desdicha y se entristecen con tus victorias.
¿Adónde van los hijos de Dios en esos momentos? David acudía a Dios, se escondía en los brazos del Padre eterno, y recibía de él ayuda y consuelo.
La palabra "ayuda", en hebreo, denota el sentido de fuerza, cuando sientes que ya no tienes más fuerzas, y la palabra "consuelo" tiene la connotación de la madre que sopla la herida del hijo que llora de dolor. ¿No son dos figuras maravillosas? Dios jamás hará por ti lo que es necesario que tú hagas por ti mismo. Él te ayudara, te fortalecerá y, al mismo tiempo, te consolará. Y ¿cuál será el resultado? Te levantaras para continuar la jornada; seguirás adelante aunque tus pies sangren y te duela el cuerpo; avanzaras, con la certidumbre de que no estás solo. Y todo eso se transformara en victoria.
Pero, el versículo de hoy indica que la victoria de los justos se transforma en afrenta, para los enemigos de Dios. Las obras de victoria, en tu vida, son como marcas, cicatrices que hablan de una historia de lucha. En algún momento, el enemigo te hirió, te hizo sangrar; en algún momento estuviste a punto de desanimarte y abandonar el camino. Pero, Dios te consoló, te ayudo, y llegaste victorioso al término de la experiencia.
Por eso, hoy, que tienes delante de ti los desafíos de un nuevo día, vuelve tus ojos a la promesa divina. El Señor jamás te prometió que en esta vida no enfrentarías el dolor, pero te aseguro que sus obras de victoria serian una realidad en tu vida. ¿No es maravilloso?
Entonces, di hoy al Ayudador: "Haz conmigo serial para bien, y véanla los que me aborrecen, y sean avergonzados; porque tú, Jehová, me ayudaste y me consolaste".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón