miércoles, 29 de febrero de 2012

LÁVATE CADA DÍA

«Luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde» (Números 19:7).

¿Te gusta lavarte? Apuesto a que no. ¿Sabes?, cuando yo era niño no obedecía a la primera si mi mamá o mi papá me decían que fuera a lavarme las manos porque íbamos a comer o simplemente porque las tenía muy sucias. No es que nos guste estar sucios, pero por alguna razón, a veces nos da pereza lavarnos, aunque sepamos que limpios nos vemos mucho mejor
La Biblia nos habla muchas veces sobre la importancia de estar limpios. Y no solamente de estar limpios por fuera, sino especialmente por dentro. Por fuera siempre debemos mostrar nuestra mejor imagen, presentarnos ante la gente como personas «sin mancha», pero estar «sin mancha» por dentro es mucho más importante.
¿Qué quiere decir estar «sin mancha» por dentro? Pues quiere decir que cuando hemos hecho algo malo, cuando hemos lastimado a alguien, cuando hemos sido desobedientes o nos hemos portado mal, de alguna manera nos sentimos sucios. Pero no tenemos que quedarnos con esa suciedad, porque si oramos a Dios para que nos perdone, quedamos «limpios» de nuevo. Entonces, lo único que nos falta es pedir perdón a las personas a las que hemos hecho daño.
Si le cuentas a Jesús todas las cosas que te hacen verte sucio, él podrá limpiarte de nuevo para que luzcas de lo mejor

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

REGALOS QUE NO CUESTAN NADA

¡Gracias a Dios por su don inefable. (2 Corintios 9:15)

¡Que hermoso recordar el valor de la amistad y del amor! Aunque las grandes empresas aprovechen la ocasión para asediarnos con publicidad respecto a lo que podemos obsequiar a nuestros amados, es maravilloso celebrar el amor en este mes que precisamente concluye hoy. Diferentes culturas en diversas partes del mundo han homenajeado a aquellas personas que hacen del mundo un lugar mejor con su cariño y amistad.
Hace algún tiempo por la televisión mexicana podía verse un anuncio que decía: «Regale afecto, no lo compre». Es impresionante la suma de dinero que gastamos a veces en adquirir regalos y, sin embargo, en ocasiones olvidamos que en realidad los regalos más valiosos y anhelados no cuestan ni un centavo.
Pensemos en algunos de esos regalos que todos necesitamos recibir y que son completamente gratuitos:
• Escuchar a quien apreciamos sin interrumpir, bostezar ni criticar. Es un arte casi olvidado.
• Dar cariño. Podemos ser generosos con nuestros besos, abrazos, palmadas en la espalda y apretones de manos. Esas pequeñas acciones representan una muestra del cariño que sentimos por nuestros familiares y amigos.
• Sonreír. Haz que tu rostro siempre muestre una sonrisa. Sonreír es una actitud contagiosa que dice: «Ven y ríe conmigo».
• Escribir. Hay quienes poseen el talento de enviar tarjetas, cartas o simples notas. Son como una gota de refrescante rocío.
• Dar cumplidos sinceros. Decir: «Has hecho un buen trabajo», «Te quedó riquísima la comida», «Esa blusa te sienta muy bien» deja un aroma que perdura como el buen perfume.
• Hacer favores. El talento de servir desinteresadamente se puede cultivar con un pequeño esfuerzo. Todos necesitamos un favor en algún momento de nuestras vidas.
No compremos el afecto de los demás con obsequios materialistas, sino regalemos nuestro amor sin esperar nada a cambio, celebrando la grandeza del amor y de la amistad cada día de nuestra vida. Tener a Dios en el corazón nos permitirá compartir el amor y la felicidad que únicamente él puede dar.
Oh Dios, ayúdame a compartir lo mejor de mí en este día, haz que refleje tu bendito amor, y que mis actos iluminen y brinden felicidad a quienes me rodean.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Anónimo

CORAZON VALIENTE

Con una mano trabajaban y con la otra sujetaban el arma. Nehemías 4:17.

El título de nuestro tema no se refiere a Mel Gibson, el actor principal de la película Corazón valiente. Se refiere a Nehemías, un líder a la altura de las circunstancias.
Varios siglos antes de Cristo, Nehemías estuvo al frente de un grupo de judíos a quienes el rey Artajerjes había autorizado para reconstruir las murallas de Jerusalén. Sin embargo, lo que a simple vista parecía una tarea sencilla, se convirtió en un desafío de proporciones gigantescas, porque apenas se supo del plan de reconstrucción, aparecieron los enemigos gratuitos, encabezados por Sanbalat y Tobías. ¿Qué hicieron estos aguafiestas para evitar la realización de la obra? Acusaron a Nehemías de rebelión (Neh. 6:5-9), intentaron atemorizarlo (4:7-13), lo ridiculizaron (2:19) y se confabularon para hacerle daño (6:2-4).
¿Cómo respondió Nehemías a estos perversos? Oró a su Dios. Cada vez que Nehemías se encontraba en dificultades, oraba (ver, por ejemplo, 1:4-11; 4:4-5, 9;6:9, etc.). ¡Por eso no podían contra él!
No obstante, Nehemías no solo oraba, sino que también actuaba. Cuando él y sus aliados supieron que se planeaba un inminente ataque a Jerusalén, oraron a Dios, ¡pero también pusieron guardias «día y noche» para defenderse! Más aún, dice el relato que los obreros «con una mano trabajaban, y con la otra sujetaban el arma» (4:17). Algo así como dice el refrán: «A Dios rogando y con el mazo dando». ¡Con razón pudieron completar la tarea en apenas 52 días! ¿Cómo se puede trabajar con un arma en una mano y una pala en la otra? No lo sé. Lo que sí sé es que Nehemías no se sentaba a esperar resultados.
¿Estás enfrentando ahora mismo un desafío grande en tu vida? ¿Quieres realizar un proyecto personal pero estás encontrando mucha oposición? Hoy has aprendido que tienes que arar. Allí se encuentra la fuente de poder. Pero además de orar, tienes que actuar; es decir, hacer todo lo que puedas, de la mejor manera que puedas. En otras palabras, tienes que tomarte de Dios con una mano, y con la otra hacer el trabajo que él te ha asignado.
Mientras sigas estos consejos, nada ni nadie podrán detenerte: «A todo puedo hacerle frente, pues Cristo es quien me sostiene» (Fil. 4:13).

Padre aman, al enfrentar mis desafíos hoy, me apoyo en ti, y resuelvo hacer mi parte con fe y valor.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

DISTINGUIR LAS SEÑALES


«¡Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos
no podéis distinguir!» (Mateo 16: 3).
Hay un pequeño poema que dice algo parecido a esto:
Treinta días tiene noviembre
con abril, junio y septiembre;
veintiocho solo uno
y los demás treinta y uno.
Si el año bisiesto fuere, ponle a febrero veintinueve.

¿Por qué, cuando el año es bisiesto, ese día de más cae en febrero? Ese día se añade para que el número de días del año refleje con más precisión la traslación de la Tierra alrededor del Sol. El tiempo exacto que tarda nuestro planeta en dar una vuelta alrededor del Sol es de 365 días, 5 horas, 48 minutos y 46 segundos. Esto significa que el año del calendario es ligeramente más corto que el año solar. Por tanto, siguiendo una fórmula precisa de cálculo, cada cuatro años se añade un día al mes de febrero. A ese año lo llamamos bisiesto.
Quizá le interese saber que detrás del origen de los años bisiestos, en el año 45 a.C., se encuentra Julio César. Sin embargo, existen registros de ajustes calendarios llevados a cabo por los faraones egipcios.
Cierto día, los fariseos le pidieron a Jesús que les diera una señal del cielo que indicara que él era el Mesías. Jesús respondió: «¡Hipócritas, que sabéis distinguir el aspecto del cielo, pero las señales de los tiempos no podéis distinguir!» (Mat. 16:3).
Si esa misma pregunta se formulara hoy, 29 de febrero de 2012, Jesús respondería: «¡Hipócritas, que se preocupan por la precisión del calendario pero no se dan cuenta de que viven los últimos días de la historia de este mundo! Dejen de pensar tanto en su calendario y ocúpense más de prepararse para mi segunda venida».
Sí, quizá sea recomendable que el calendario y el año solar estén sincronizados; pero que, con la ayuda del Espíritu Santo, mantengamos sincronizada nuestra vida con la Palabra de Dios es de importancia eterna. La pregunta que tenemos que formulamos a diario no es: «¿Qué día es hoy?», sino: «¿Mi vida refleja hoy y cada día la voluntad de Dios?».
Padre mío que estás en los cielos, haz que las palabras que salgan de mi boca y la meditación de mi corazón te sean aceptables. (Basado en Mateo 16:1-4)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 28 de febrero de 2012

LIMPIOS POR DENTRO Y POR FUERA

«Luego lavará su ropa y se lavará a sí mismo con agua, y después podrá entrar en el campamento, aunque quedará ritualmente impuro hasta la tarde» (Números 19:7).

Números 19:7 nos dice que el sacerdote tenía que lavarse con agua después de hacer sacrificios especiales. ¡Qué maravillosa es el agua! La mayor parte de la tierra está cubierta por ella. Nuestro cuerpo está compuesto mayormente por agua. Un tomate es casi todo agua. Necesitamos agua por dentro para que nos purifique y la necesitamos por fuera para que nos limpie.
En algunos lugares podemos encontrar agua apenas a unos pocos centímetros debajo de la tierra, mientras que en otros lugares hay que cavar decena, de metros para conseguirla. El agua cae del cielo y hace que las plantas crezcan. Después del aire el agua es lo que más necesita tu cuerpo. Sin ella apenas podríamos vivir unos cuatro días. Sí, el agua es muy importante.
Así como el agua es necesaria para vivir; el perdón que viene de Dios, es necesario para vivir eternamente. Sin el perdón no podríamos pasar la eternidad con Jesús. El perdón limpia tu corazón del pecado y le hace sentir muy bien. Pídele a Jesús que perdone tus pecados en este momento y experimenta lo bien que se siente al ser lavado por el perdón.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

VIVIR CON SABIDURÍA

Enséñanos de tal modo a contar nuestros días que traigamos al corazón sabiduría (Salmo 90:12).

De todos los libros de la Biblia, los que más me agradan son Salmos, Proverbios y Eclesiastés. Creo que a través de la lectura y el estudio de estos libros Dios puede mostrarnos de una manera práctica cuál debe ser nuestra conducta. Al presentar detalles de la vida diaria también desea que entendamos que el principio de la sabiduría consiste en obedecerlo y adorarlo él. Además, en el conocimiento de Dios podremos encontrar promesas de esperanza, adquirir inteligencia y prudencia, así como marchar por el buen camino.
Los Salmos han sido fuente de inspiración y aliento para los creyentes a través de las edades. Sus palabras de consuelo han hecho el milagro de renovar la fe y el ánimo del agobiado y del cansado. Nos enseñan que es posible traer nuestras cargas y penas a los pies de Dios, sin dejar de alabarlo y adorarlo por toda su grandeza y misericordia.
Por otro lado, Proverbios es un libro que encierra la sabiduría del pueblo hebreo. Contiene pensamientos breves que iluminan verdades nacidas de experiencias de la vida. El libro de Eclesiastés forma parte de la literatura sapiencial hebrea, una especie de crítica al secularismo, a la vez que pretende combatir la tendencia a relegar la religión a una categoría secundaria.
Vivir con sabiduría significa obedecer a Dios y beneficiar a los que nos rodean. Requiere desempeñarnos dentro de las normas que Dios ha establecido para nuestro bienestar; eso incluye nuestro cuerpo, mente y espíritu, así cómo nuestras relaciones con los demás.
Recordemos que Dios tiene un plan para cada una de nosotras y que debemos colaborar para que se cumpla cada día. De esa forma seremos renovadas y llegaremos a ser semejantes al Señor. Creo que es importante que reconozcamos ese deseo de él y que procuremos esforzarnos para que se cumpla en nosotras.
Entreguemos nuestra voluntad a Dios y seamos obedientes a su Palabra, reconociendo que la verdadera felicidad, tanto en esta vida como en la futura, depende de la obediencia a los mandatos divinos.
Te invito a que hoy agradezcas y alabes a Dios por su fiel Palabra que nos guía ¡a encontrar la verdadera sabiduría!

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Militza Loyo es venezolana y vive en Montemorelos con su esposo Germán Encinas y su hija. Es Licenciada en Psicología educativa.

ESCOGE BIEN A TUS CONSEJEROS

Aléjate del necio, pues de sus labios no obtendrás conocimiento. Proverbios 14:7

¿Cuál es el colmo de un padre sabio? Que el hijo le salga necio. Y sin ánimo de ofender a nadie, ¿de qué otra manera se puede calificar a Roboam, el hijo del sabio Salomón?
Roboam tuvo acceso a la sabiduría de los sabios, pero prefirió la necedad de los fatuos. Fue precisamente su padre, Salomón, quien escribió: «Júntate con sabios y obtendrás sabiduría; júntate con necios y te echarás a perder» (Prov. 13:20). Roboam hizo exactamente lo contrario.
Desde regiones lejanas de la tierra la gente venía a escuchar la sabiduría de Salmón (ver 1 Reyes 10:24). ¿Dónde estaba Roboam mientras su padre impartía su sabiduría?
El ejemplo más claro de su necedad lo encontramos cuando Roboam heredó el reino, después de la muerte de su padre. Justo al comienzo de su reinado, el pueblo le pidió que aliviara la carga que Salomón había impuesto sobre ellos. Recordemos que Salomón «exprimió» los bolsillos del pueblo al exigirles un impuesto tras otro para complacer los caprichos de sus esposas y concubinas (ver 1 Reyes 11:1-11). Lo más sensato era que Roboam aliviara esa carga. Y ese fue precisamente el consejo que le dieron los ancianos asesores del reino.
Sin embargo, ¿qué hizo Roboam? «No hizo caso del consejo de los ancianos, sino que consultó a los muchachos que se habían criado con él» (1 Reyes 12:8). Y el consejo de sus amigos no pudo ser peor: ¡Le aconsejaron que aumentara la carga sobre el pueblo!
Difícilmente se pueda ser más necio. Como resultado de esta decisión, diez de las doce tribus de Israel se rebelaron contra Roboam. Solo Judá y Benjamín se mantuvieron leales al insensato rey. Con un reino dividido, debilitado y disminuido, Roboam en pocos años destruyó lo que tanto les había costado edificar a su abuelo David y a su padre Salomón. ¡Y todo por no escuchar el consejo de los más sabios!
La lección está clara: «Atiende al consejo y acepta la corrección; así llegarás a ser sabio» (Prov. 19:20). O como lo expresa la sabiduría popular: «El que no escucha consejo, no llega a viejo».
Delante de ti están las grandes decisiones de la vida: «¿Qué estudiaré?» «¿Con quién me casaré?» «¿Qué creeré?». ¡Escoge bien a tus consejeros
Dame, Señor, Discernimiento para buscar siempre el consejo de tos sabios.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

CRISTO NOS FORTALECE

«Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Lucas 6: 31).

¿Ha tenido o tiene, algún enemigo? Es probable que la mayoría de la gente responda que sí.
¿Quién es un enemigo? Es aquella persona que nos desprecia, nos detesta, nos desea mal, que siente un odio visceral por nosotros y que se enfada cuando hacemos alguna buena obra por ella. Hagamos lo que hagamos, nos odia. Jesús enseñó que los enemigos son los que nos ultrajan, nos amenazan, nos insultan, nos persiguen, nos calumnian e, incluso, llegan a agredirnos.
Por eso, las palabras de Jesús son tan difíciles de entender: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mat. 5: 44). Sus palabras se oponen diametralmente a lo que nos enseña nuestra cultura. El mundo dice: «¡No seas tonto y paga con la misma moneda!». Sin embargo, Jesús dijo: «Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos» (Luc. 6:31).
Este texto se conoce como la Regla de Oro. La ley la del mundo es la venganza y el odio. Pero como hijos e hijas de Dios, tenemos una regla superior. Si las personas nos provocan, no debemos responder a su provocación. Si nuestros enemigos nos insultan, nos persiguen, nos calumnian y nos ultrajan, no hagamos lo mismo con ellos.
El reto que Jesús nos plantea es como una elevada cumbre difícil de escalar. Al orar, quisiera decir: «Señor, ¿cómo puedes pedirme que ame a mis enemigos?». La verdad es que, solo con nuestras propias fuerzas es imposible. No podemos escalar esa cumbre por nosotros mismos. Necesitamos la ayuda del Señor.
La naturaleza humana es egoísta y, por eso, nos cuesta amar al prójimo. Jesús no vino a este mundo para que nosotros no tuviéramos enemigos, sino para enseñarnos cómo tenemos que relacionarnos con ellos. Sin embargo, la meta está a nuestro alcance cuando sabemos que «todo lo [podemos] en Cristo que [nos] fortalece» (Fil. 4:13). (Basado en Mateo 5:44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 27 de febrero de 2012

QUEMADO PARA DIOS

«Ordena a Eleazar, hijo de Aarón, que saque los incensarios de entre los restos del incendio, y que arroje lejos las brasas que aún haya en ellos» (Números 16:37).

Hoy exploraremos juntos el antiguo servicio de adoración de los israelitas, en el que se quemaban cosas. En el versículo de arriba vemos que el sacerdote tenía incensarios, que eran unas pequeñas vasijas hechas de oro. El sacerdote ponía en ellos incienso de aroma agradable que representaba las oraciones del pueblo subiendo hacia Dios. El incienso casi nunca se quemaba completo, así que quedaban brasas en el incensario.
A lo mejor alguna vez has ayudado a encender una fogata. Cuando el fuego no quema la madera completamente, lo que quedan son brasas (o carbón). Esas brasas pueden usarse de diferentes maneras. Pueden ser quemadas de nuevo a temperaturas muy altas y usadas para cubrir con una capa dura algunos metales. Puede ser molida y tomada para aliviar el malestar del estómago. Puede ser usada como un ingrediente para hacer pólvora. Incluso puede usarse para filtrar el agua.
Aunque algunas personas piensen que nosotros no servimos para algunas cosas, Dios puede usarnos para hacer grandes cosas para él. No dejes que nadie te haga pensar que tu vida no sirve. Si Dios puede usar hasta lo que queda de la madera quemada, seguramente puede usarnos a nosotros, con todos nuestros defectos, para ayudar a los demás a aprender de él.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡DE LO COMÚN A LO ETERNO!

Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (Mateo 25; 34).

Si tuvieras que dejarle algo en herencia a una persona que estimas y aprecias, ¿Cuál de tus pertenencias elegirías? Yo tal vez legaría mis cuadernos y libros de música, o mis cotosos zapatos. Quizá esos es algo que tengas que pensar y analizar con detenimiento. ¿Quién sería el agraciado? ¿Cuidará esa persona de tus pertenencias en la misma forma en que tú lo has hecho? Sin embargo, la pregunta más importante podría ser: ¿Llegará a beneficiar a esa persona el objeto o la posesión que le dejamos?
En Navidad, muchas personas han regalado obsequios a varios miembros de mi familia, en especial a mi papá. Entre otras cosas él recibió un regalo algo «extraño». Un amigo de la familia le entregó un frasco que contenía un líquido antibacterial. No sé si nuestro amigo estaba pensando en la cantidad de bacterias que mi papá estaba en capacidad de transmitir, o en las que podría recibir. Creo que esa duda habría que aclararla en otra ocasión.
Por otro lado, me llamó la atención que ese día dicha persona llevaba consigo artículos de mayor valor monetario: una computadora personal, un equipo de música de los más recientes, tarjetas bancarias, y quizá algo de efectivo. Sin embargo, decidió obsequiarle a mi padre un frasco de líquido antibacterial.
Quizá creas que soy una ilusa al pensar que aquel visitante podría haberle regalado su computadora a mi papá, pero a veces lo que cuenta no es tanto el valor del obsequio como el posible beneficio que puede aportar.
Alguien dijo: «Lo eterno no se busca en los grandes milagros y bendiciones de la vida, sino en un simple encuentro, en una simple bendición que a veces no vemos, y que pasamos por alto». En nuestra relación con Jesús podría sucedemos algo parecido.
Tal vez ya hayas identificado lo que deseas poner en las manos de la persona que aprecias. En mi caso, creo haber recibido el don de la salvación, y eso mismo es lo que desearía legarle a alguien que sea especial para mí. Y tú, ¿qué has recibido hoy?

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yoela Murillo

¡LE ECHÓ LA CULPA AL DIABLO?

Oh Dios, examíname [...]; mira si voy por el camino del mal, y guíame por el camino eterno. Salmo 139:23,24.

No puedo evitar una sonrisa cada vez que recuerdo un incidente que se produjo en una de las iglesias que dirigí en mis primeros años de pastor.
Sucedió durante un culto de oración, un miércoles de noche, en la iglesia principal del distrito. La iluminación del lugar no era buena, y le correspondía hacer los anuncios al anciano de turno. El buen hombre dijo lo que tenía que decir, pero cuando quiso sentarse, por alguna razón calculó mal el sitio donde había quedado su silla. Al darse cuenta de que había calculado mal, mientras caía hacia atrás instintivamente buscó algo a lo que agarrarse. Logró asirse de una silla vacía, pero el impulso que llevaba era tan fuerte que la silla no pudo detener la caída. Al caer, con su cabeza golpeó un florero. Las flores se dispersaron, el agua se derramó y ya puedes imaginar la escena.
Cuando se restableció la calma, nuestro hermano, con ese humor que siempre lo caracterizaba, nos reservó lo mejor para el final. Poniéndose de pie, tomó el micrófono y, como si nada hubiese ocurrido, dijo riéndose: «¡Ese diablo sí que tiene cosas!».
Para él, el diablo era el culpable de lo que le había pasado. Este incidente nos hace reír, pero también nos recuerda parte de la herencia que nos dejaron nuestros primeros padres. Adán culpó a Eva por haber comido del fruto prohibido (ver Gen. 3:12). Por su parte, Eva culpó a la serpiente (vers. 13). Y desde entonces nos hemos especializado en buscar chivos expiatorios para justificar nuestras caídas. Tiene razón Erica Jong cuando escribe: «¡Qué bueno es tener a alguien a quien culpar!».
Es así como culpamos a nuestros padres por nuestros defectos de carácter; a los profesores por las malas calificaciones; al novio o a la novia, por nuestros problemas sentimentales; a los amigos, las suegras, los pastores, los gobernantes... y a todo el que se nos cruce, por los desastres que nosotros mismos hemos causado.
Una clara señal de que estás madurando como persona se manifiesta cuando te haces responsable de tus errores. Cuando reconoces que has fallado y te propones hacer mejor las cosas. Es de humanos errar, y de sabios rectificar. Y lo que es aún más importante: recuerda que tu Padre celestial estará siempre a tu lado para ayudarte.
Capacítame, Señor, para responder por mis errores y para corregirlos a tiempo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

AMAR AL PRÓJIMO

«Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mateo 22:39).

¿Alguna vez ha pensado en qué querría decir Jesús al ordenarnos que amemos al prójimo como a nosotros mismos? No dijo que tenemos que amar al prójimo y ya está. Si eso fuera todo, quizá pudiéramos amarlo a distancia. Quizá lo tratásemos como si fuera de la familia, pero un poco menos. Probablemente haríamos por él la mitad, una tercera parte o una décima parte de lo que hacemos por nosotros mismos. Sí, habría resultado más cómodo que Jesús dijera: «Amad al prójimo». Pero no, dijo que tenemos que amar al prójimo como a nosotros mismos.
Ahora repito la pregunta: ¿Qué significa amar a alguien como a uno mismo? Está bien, responda a esta pregunta: ¿De quién son los dientes que cepilló esta mañana? ¿De quién es el pelo que peinó? ¿De quién, la ropa que cuelga en su armario? ¿Y la cuenta de ahorros que tiene en el banco? Nos ocupamos de nosotros mismos. Nos amamos. Amar es ocuparse de las necesidades. Aceptémoslo. Nos ocupamos de nuestras necesidades.
Cuando tenemos un interés personal, queremos satisfacerlo. Cuando tenemos una necesidad, queremos satisfacerla. Cuando tenemos un deseo, queremos cumplirlo. Si tenemos una esperanza, queremos que se cumpla.
Estamos preocupados por nuestro bienestar, nuestra comodidad, nuestra seguridad, nuestros intereses y nuestra salud, tanto física como espiritual, temporal y eterna. Nos preocupamos mucho por nuestros asuntos. Buscamos nuestro propio placer y no conocemos límite a la hora de obtener lo que deseamos. Ya ve, esta es exactamente la forma en que tenemos que amar a los demás.
En otras palabras, tenemos que alimentar por el prójimo un amor completamente sincero, ferviente, habitual y permanente, que ponga en nuestro corazón su interés, sus necesidades, sus deseos, sus ansias, sus esperanzas y sus ambiciones; a la vez que nos impulsa a hacer todo lo posible para asegurarnos de que todo su bienestar, toda su seguridad, toda su comodidad y todos sus intereses se cumplen, de modo que cumplir para él todo lo que necesite, lo que quiera o lo que le da placer, sea nuestro principal anhelo. Eso es lo que Jesús quiso decir con el mandato de amar al prójimo como a nosotros mismos.
Hoy le sugiero que piense en todo lo bueno que Dios ha hecho por usted. Luego ore para que él le muestre de qué manera usted puede convertirse en una bendición para los demás. (Basado en Mateo 5: 44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 26 de febrero de 2012

GRANDES BENDICIONES

«Llegaron hasta el arroyo de Escol, cortaron allí una rama que tenía un racimo de uvas, y entre dos se lo llevaron colgado de un palo. También recogieron granadas e higos» (Números 13:23).

Presta mucha atención al versículo de hoy. Estamos caminando con dos hombres que acaban de cortar un gran racimo de uvas y lo llevan colgado en un palo entre los dos. Al parecer las uvas eran muy grandes en ese lugar.
Todavía hoy podemos encontrar por el mundo frutas y vegetales bastante grandes. En el año 2001 el record de la calabaza más grande lo tenía una de '572 kg. Imagina cómo debe ser tratar de sacarle todas las semillas a esa calabaza. La manzana más grande que se conoce pesaba 1,4 kg. Otro tipo de calabaza que normalmente es más pequeña, alcanzó el asombroso peso de 482 kg. ¡Increíble!
Las frutas de la Tierra Prometida eran muy grandes, y aún hoy se cosechan frutas y vegetales gigantes en esa área, pero jamás podrán compararse con las cosas que Dios tiene preparadas para nosotros en el cielo. Lee lo que Pablo escribió en 1 Corintios 2:9 y dime si no es maravilloso. Hablando de cosas grandes, ¡esas sí serán grandes bendiciones!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

¡NO MÁS SUFRIMIENTOS!

Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron (Apocalipsis 21:4).

No pude mantenerme en pie y caí al piso sosteniendo el ramo de flores que llevaba. El dolor era tan gran de que impidió acercarme al ataúd donde yacía mi abuelita asesinada brutalmente el día anterior.
Quizás pensábamos que era inmortal, dijo mi tío, y ¡cuánta razón tenía! Como humanos, tenemos la tendencia a creer que la muerte no tocará a nuestras puertas. Pero si llegar ese día no debemos olvidar que nuestro Padre promete siempre estará a nuestro lado. La presencia de Dios fue algo palpable durante aquellos momentos tan duros. Muchas situaciones casi milagrosas ocurrieron en torno a aquella tragedia y con certeza afirmo que fueron manifestaciones del amor de Dios por nosotros.
Tal vez te haya tocado vivir una situación similar o a lo mejor estas sufriendo por algún motivo diferente. El hecho es que vivimos en un mundo donde las lágrimas no se hacen esperar y nos llegan a todos por igual.
Creo que Dios permitió que aquel suceso ocurriera. Pero aun así, me siento impotente al ver que a mi alrededor hay tanta hambre, muerte, tribulación, guerra, destrucción, agonía, y por todo ello me siento desvalida. En esos momentos mi esperanza me alimenta y me fortalece. Es entonces cuando más anhelo el regreso del Señor, quien ha prometido enjugar toda lágrima de nuestros ojos. Esta vida será parte de un pasado. Será una historia que también olvidaremos.
En el cielo no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni dolor, porque él nos ha prometido una vida de gozo y felicidad. ¿Desearías vivir allá para siempre? Yo lo anhelo. Para llegar al cielo únicamente debemos perseverar en el conocimiento de Dios y heredaremos todas estas cosas (ver Apo. 21:7).
Mi querida hermana, cuando Cristo venga por segunda vez y resuciten nuestros seres amados que hayan muerto en el Señor, ¿qué haremos? Yo iré tan rápido como me sea posible a abrazar a mi abuela y a todos mis seres queridos.
Padre amante, te doy gracias por ayudarnos a sentir tu presencia en momentos difíciles. Por favor danos la fortaleza para vencer y enséñanos a disfrutar la vida que hoy nos toca vivir, y sobre todo a anhelar y desear una vida mejor: la vida eterna.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Karin Verboonen es mexicana. Es esposa del pastor Daniel Juárez, quien actualmente dirige el distrito de Jalpa de Méndez.

HABLANDO DE VICTORIAS PIRRICAS…

El pago que da el pecado es la muerte. Romanos 6:23.

Si una victoria pírrica es la que se obtiene pagando un precio demasiado elevado, entonces esa fue la clase de victoria que Rebeca y su hijo Jacob obtuvieron cuando engañaron a Isaac.
Ya conoces los detalles de la historia. Aunque Esaú era el hijo mayor, Dios había prometido que serviría al menor (Gen. 25:23). Sería Jacob, no Esaú, quien recibiría la bendición de Dios. De la descendencia de Jacob nacería el Salvador del mundo. Pero Isaac pensaba diferente. A pesar de que Esaú ya había despreciado este privilegio al venderlo por un plato de lentejas (Gen. 25:29-34), Isaac insistía en concedérselo (ver Patriarcas y profetas, p.159).
La Escritura explica el porqué: «Isaac quería más a Esaú, porque le gustaba comer de lo que él cazaba» (Gen. 25: 28). Fue así que, cuando Isaac pensó que había llegado la hora de morir, decidió otorgar a su hijo predilecto la bendición.
Entonces le pidió a Esaú que le preparara su comida favorita. Lo que no imaginó fue que Rebeca, quien «prefería a Jacob», estaba escuchando la conversación y, aprovechándose de la ceguera de Isaac, arregló las cosas para que Jacob engañara a su padre y recibiera su bendición (ver Gen. 27:5-29).
Rebeca, por cierto, logró su objetivo. Y también Jacob, quien se prestó al engaño. Pero, ¡a qué precio! Al enterarse de lo ocurrido, la ira de Esaú no conoció límites y resolvió matar a su hermano. Jacob debió huir de su casa y Rebeca nunca más vio el rostro de su hijo predilecto.
Una victoria pírrica, eso fue lo que logró Rebeca. Lo peor es que Dios ya había prometido que Jacob sería el heredero que recibiría la primogenitura. ¿Por qué, entonces, recurrir al engaño? En cuanto a Jacob, Elena G. de White escribe: «En solamente una hora se había acarreado una larga vida de arrepentimiento» (Ibíd., p. 160).
¡Muy triste! No sé qué es lo que más deseas en la vida (un matrimonio feliz, una profesión exitosa, buena salud o el aprecio de tus amigos), pero una cosa es cierta: por muy bueno que sea lo que anhelas, no intentes alcanzarlo ignorando a Dios o violando los principios de su Palabra. ¡Te aseguro que no vale la pena!

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

AMAR ES CUIDAR

«Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mateo 5:44).

Los historiadores nos hablan de un personaje llamado Dirk Willumsoon que se convirtió al protestantismo. Como resultado de ello, fue condenado a ser torturado hasta la muerte. De alguna manera, pudo librarse y empezó a correr para salvar su vida. Un soldado fue tras él. Corrió hasta que finalmente llegó a un gran lago. El lago estaba helado, pero el hielo era débil porque el invierno estaba llegando a su fin. A Willumsoon no le quedaba otra salida. Decidió correr por el hielo.
Mientras corría el hielo del lago comenzó a resquebrajarse. Pero no se detuvo. Quería evitar la terrible muerte que le esperaba si era capturado. A grandes zancadas avanzó hasta que, con gran esfuerzo, pudo saltar a la orilla. Mientras recuperaba sus fuerzas para seguir corriendo, oyó un grito de terror a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio que el soldado que lo perseguía había caído en el agua y se debatía intentando aferrarse al hielo.
No había nadie cerca para ayudar al desdichado, solo Dirk. Aquel soldado era su enemigo. Arrastrándose con cuidado por el quebradizo hielo, alcanzó al soldado. Lo sacó del agua helada y, tirando de él por el hielo, lo acercó a la orilla.
Jesús dijo: «Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos» (Juan 15:13).
Por los amigos, podemos entenderlo... Pero, ¿por nuestros enemigos? Leamos las palabras de Jesús: «Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen» (Mat. 5:44). Para el que sigue a Jesús, amigo o enemigo, da lo mismo.
Huelga decir que amar a nuestros enemigos no es fácil. Amar a nuestros enemigos no significa necesariamente que tengamos que ser los mejores amigos, sino que queremos su bien y oramos por ellos. Aquí se esconde un secreto: Si hacemos esto, hay muchas posibilidades de que esa persona en poco tiempo ya no se sienta enemiga nuestra. (Basado en Mateo 5:44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

sábado, 25 de febrero de 2012

¡TEN CUIDADO CON LO QUE DICES!

«El Señor hizo que soplara del mar un viento que trajo bandadas de codornices, las cuales cayeron en el campamento y sus alrededores, cubriendo una distancia de hasta un día de camino alrededor del campamento, y formando un tendido de casi un metro de altura» (Números 11:31).

¡Qué cantidad de codornices! Están por todas partes. Para ser exactos, hay un metro de codornices acumuladas en el suelo. Pero hablaremos de eso en un momento. Las codornices son unas aves muy comunes en el mundo. Hoy quiero hablar de una clase de codorniz que en Estados Unidos se conoce como Codorniz «Bob White». Se trata de una hermosa ave con un plumaje multicolor Su curioso nombre se debe a que esta ave se la pasa todo el día diciendo: «Bob White, Bob White». No es un chiste, yo las he escuchado y exactamente así es como se oye.
Así como estas codornices han sido etiquetadas por lo que sale de sus bocas, nosotros también somos juzgados por lo que decimos. ¿Decimos cosas amables y cariñosas o palabras feas y llenas de rencor? ¿Son nuestras palabras sinceras o engañosas?
Los israelitas eran conocidos como llorones porque lo único que hacían era quejarse. Ellos estaban cansados del maná y ahora querían comer carne, así que Dios se la dio. Un metro de altura de carne en el piso. Ten cuidado con lo que sale de tu boca. Podrías sorprenderte con el resultado.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

NUESTRA ESPERANZA ES JESÚS

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza (1 Tesalonicenses 4:13).

Alguna vez hayamos llegado a un funeral sin saber que decir a los dolientes. Algo parecido me sucedió en cierta ocasión. En un lamentable accidente murieron una madre y sus dos hijas; una de ocho años y otra de cinco. La madre me había comprado un libro sobre el control del estrés, y con aquella compra había recibido como obsequio un folleto de «La fe de Jesús». Para mi sorpresa, cuando asistí al sepelio la abuela de las niñas, a quien yo no conocía, me abrazó y me agradeció por el obsequio que le había hecho a su hija. Ella me dijo que estaba convencida de que su hija y sus nietas dormían el sueño de la muerte y que Jesús las resucitaría en el momento de su segunda venida.
Una de las razones por las que trabajo como colportora es que he visto cómo, gracias a la influencia de los libros, las personas son tocadas por el Espíritu Santo y cómo, en momentos de dificultad, recuerdan lo que han leído en ellos.
Después de algunos días aquella misma señora apareció en mi consultorio, pidiéndome que por favor la ayudara a estudiar el pequeño folleto que hablaba de la fe de Jesús que yo le había obsequiado a su hija seis meses antes del fatal accidente. Acepté de inmediato, y esa misma tarde comencé a estudiar con aquella familia.
«Todos los que han recibido la luz sobre estos asuntos deben dar testimonio de las grandes verdades que Dios les ha confiado. [...] Y es de la mayor importancia que todos investiguen a fondo estos asuntos, y que estén siempre prontos a dar respuesta a todo aquel que les pidiere razón de la esperanza que hay en ellos» (El Conflicto de los Siglos, cap. 27, p. 479).
Mi hermana, ¿qué estás haciendo por aquellos que no tienen esperanza? Te invito a que le hables a tu vecino, a tu amigo, al de la tienda. Regálale o véndele una revista, un libro y, a ser posible, una Biblia.
Padre, te ruego de todo corazón que ayudes a cada una de mis hermanas a asumir la misión de compartir tu verdad con los demás. Danos más amor por las almas.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Mayté Álvarez Jiménez es médico de familia. Está casada y tiene dos hijos. Escribe desde Guadalajara, México.

VICTORIAS MISERABLES

¡Tuyos son, Señor; la grandeza, el poden la gloria, el dominio y la majestad! 1 Crónicas 29:11.

¿Has oído hablar de Pirro (318-272 a.C.), el famoso rey de Epiro, en la antigua ¿Grecia? Se dice que cierto día Pirro estaba escuchando el sonido de dos flautas. Una dejaba oír una música alegre; la otra, una música sombría. Entonces uno de los músicos preguntó:
—Su Majestad, ¿cuál de las dos ejecuciones le gusta más? —Ninguna —respondió Pirro—. El sonido que más me gusta es el de las espadas al golpear una contra la otra. Y el de una flecha cuando sale disparada del arco.
Y es que a Pirro le gustaba la guerra. Tenía poder, fama y riquezas, pero su inquieto espíritu guerrero le impedía disfrutar de lo que tenía. Al igual que Alejandro Magno, quería someter el mundo entero bajo el poder de su espada.
Fue esa ambición la que lo motivó a atacar a Roma. Muchos intentaron desanimarlo, pero el testarudo rey no escuchó razones. Después de una furiosa batalla, al final del día la balanza se inclinó ligeramente en favor de Pirro, pero a un costo de vidas muy elevado para su ejército. Se cuenta que mientras Pirro recorría el campo de batalla evaluando las pérdidas, uno de los soldados lo felicitó por la victoria. Entonces Pirro, con rostro sombrío, respondió:
—Otra victoria como esta, mi amigo, y estamos arruinados. Hoy nadie recuerda a Pirro por sus conquistas en el campo de batalla. En cambio lo recordamos por las «victorias pírricas»: las que se obtienen a un costo muy elevado.
Si algo nos enseña su experiencia es que debemos ser cuidadosos al seleccionar nuestras batallas. ¿A qué causas dedicarás tus talentos, tus recursos, tus energías? ¿Por qué no le pides a Dios que ponga en tu corazón un proyecto, un ministerio, que glorifique su nombre?
Una segunda lección que aprendemos es que en la vida algunas conquistas pueden arruinar nuestro carácter. Si para poder graduarte tienes que hacer trampa en los exámenes; si para conquistar el amor de una persona debes recurrir al engaño; si para lograr el ascenso en tu trabajo tienes que calumniar a un colega; en cada caso estarás pagando un precio demasiado elevado: la contaminación de tu carácter y la deshonra al nombre de Dios.
Otros lo están haciendo, es verdad, pero con victorias como esas, mi amigo, mi amiga, ¡no me sorprenderá que terminen arruinados!
Capacítame, Señor, para pelear tus batallas, las que glorifiquen tu nombre, no el mío.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

DE TODO CORAZÓN

«Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores» (Mateo 6:12).

Durante la Segunda Guerra Mundial, en Holanda, la familia Ten Boom escondió en su casa a judíos que trataban de escapar del régimen nazi. Cuando fueron descubiertos, Corrie Ten Boom y su hermana Betsie fueron llevadas al campo de concentración de mujeres de Ravensbrück, al norte de Alemania, en el que 92,000 mujeres perdieron la vida durante la guerra.
Al cabo de un tiempo en el campo, Betsi murió. A causa de un error administrativo, Corrie fue liberada una semana antes de que todas las mujeres de su edad fueran ejecutadas.
Después de la guerra, Corrie empezó a viajar por el mundo contando la historia de su familia y lo que ella y Betsie habían visto en el campo de concentración.
Una noche, después que hubo hablado, reconoció a un hombre que se adelantaba hacia el estrado para hablar con ella. Había sido uno de los guardias del campo de concentración.
El hombre dijo: «Señora Ten Boom, en su discurso ha mencionado Ravensbrück. Yo fui uno de los guardias de ese campo. Pero después me convertí. Sé que Dios me ha perdonado por todas las crueldades que cometí». Y extendiendo la mano, añadió: «¿Me perdona?». Posteriormente, Corrie escribió: «Aquella mano solo estuvo extendida durante unos segundos; pero a mí me parecieron horas, mientras me debatía en el combate más difícil que jamás haya librado. Porque tenía que hacerlo, lo sabía. La promesa de que Dios nos perdona tiene una condición previa: que perdonemos a los que nos han causado algún mal. "Si no perdonáis a los hombres sus ofensas", dijo Jesús, "tampoco vuestro Padre celestial os perdonará vuestras ofensas".
Y así, inexpresiva, mecánicamente, estreché la mano que me tendía. Al hacerlo ocurrió una cosa increíble... Un calor sanador recorrió todo mi ser y mis ojos se llenaron de lágrimas. "Lo perdono, hermano", dije entre sollozos. "De todo corazón". Durante un largo rato, quienes habíamos sido guardia y prisionera, mantuvimos las manos estrechadas. Jamás había conocido el amor de Dios tan intensamente como en aquella ocasión».
¿Quiere usted experimentar ese calor sanador? Perdonémonos «unos a otros, como Dios también [nos] perdonó a [nosotros] en Cristo» (Efe. 4: 32). (Basado en Mateo 5-.43,44)

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

viernes, 24 de febrero de 2012

¿QUÉ ES ESTO?

«El maná era parecido a la semilla del cilantro; tenía un color amarillento, como el de la resina» (Números 11:7).

Ya hemos estado caminando junto a los israelitas durante un tiempo y hemos notado que hay muchas quejas entre el pueblo. Hemos hablado mucho de vegetales estos últimos días porque los hijos de Israel están cansados del maná. Añoraban los vegeta-les que comían en Egipto. Bueno, es comprensible, porque los vegetales son deliciosos, aparte de lo buenos que son para la salud. Sin embargo, creo que deberían estar agradecidos por el maná. ¿No le parece?
¿Y qué es el maná?, preguntarás tú. Maná es una expresión hebrea que significa «¿qué es esto?». Eso fúe lo que los israelitas dijeron cuando el maná cayó del cielo por primera vez. Dios les dio el maná desde de que comenzó su travesía en el desierto, y según Josué 5: 12 dejó de dárselo justo cuando entraron en la Tierra Prometida, donde comenzaron a alimentarse con los alimentos que allí abundaban.
El tiempo de Dios es perfecto. Él siempre sabe qué hacer y cuándo hacerlo. A veces nos impacientamos y nos quejamos ante Dios por las cosas, pero debemos recordar que Dios, a diferencia de nosotros, lo sabe todo. Así que seamos pacientes y recordemos la experiencia con el maná. Si Dios está al control de nuestra vida, no hay nada de qué preocuparnos.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EVITA LA SORDERA

Mi Dios los desechará porque ellos no lo oyeron, y andarán errantes entre las naciones. (Oseas 9:17).

Hace algunos meses sufrí una infección de oídos que me impedía oír bién. Al leer el versículo de hoy he pensado que muchas veces el pueblo de Dios también ha sufrido de algún trastorno de los oídos.
El Señor nos habla una y otra vez en forma paciente. Sin embargo seguimos prestando oídos sordos a sus palabras y no escuchamos su voz. Dios desecha a quienes no lo escuchan, aunque él no abandona a nadie, a menos que sea uno quien lo abandone a él para seguir sus propios caminos.
A lo largo de la historia encontramos que muchas personas desoyeron las amonestaciones divinas. Si comenzamos por Adán y Eva comprobaremos que algunos personajes cedieron ante las costumbres del mundo que los rodeaba, dejando de escuchar la voz de Dios.
Salomón fue un rey que recibió de Dios la sabiduría que había pedido, así como riquezas y honores. Sin embargo, se llenó de orgullo para luego ceder a las tentaciones que llegan de la mano de la prosperidad económica. Cerró sus oídos a las amonestaciones del Señor y se entregó a los placeres del mundo, olvidándose de Dios por algún tiempo. (ver 1 Rey. 11:1-8).
El rey Ezequías fue un fiel siervo de Dios que en cierto momento sufrió una grave enfermedad. Tras orar, el Señor le concedió quince años más de vida. Pero su corazón se llenó de vanidad. Dios envió a varios mensajeros desde Babilonia para que escucharan el testimonio de su milagrosa curación, sin embargo, Ezequías únicamente les enseñó sus posesiones, sin mencionar lo que Dios había hecho por él. (Ver 1 Rey 18-20).
Estas experiencias sirven de advertencia para nosotras, que muchas veces cerramos nuestros oídos para no escuchar al Señor. Satanás sabe lo que debe hacer para que caigamos en sus engaños y para que dejemos de cumplir la voluntad de Dios. Procuremos no caer en las trampas del maligno, evitando que nos cieguen y ensordezcan las cosas materiales que hay a nuestro alrededor. Pongamos nuestros ojos en Cristo. Abramos nuestros oídos y nuestros corazones a sus divinas enseñanzas y sigamos el camino que él nos ha trazado mediante su muerte en la cruz.
Hermana, la decisión es nuestra. Sin embargo, yo haré mías las palabras de Josué: «Yo y mi casa seguiremos a Jehová»

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Rosita Val

¿UN MILLÓN DE SAPOS?

Por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora? Mateo 6:27.

Wayne Rice, escritor de temas para jóvenes, cuenta la historia de un granjero que fue al restaurante del pueblo y ofreció vender un millón de sapos. Al escuchar la oferta, el dueño del negocio, asombrado, preguntó:
—¡Un millón! ¿Y dónde conseguirá usted tantos sapos?
—En un pozo que hay cerca de mi casa —respondió el granjero—. Cuando cantan de noche, me vuelven loco.
Los dos hombres acordaron la entrega de quinientos sapos por semana, para comenzar.
Al cabo de unos días el granjero regresó al restaurante. Con rostro avergonzado, colocó sobre el mostrador dos sapitos tan escuálidos que cabían en la palma de su mano y todavía sobraba espacio.
—¿Y qué pasó con el millón de sapos? —preguntó el dueño del restaurante. Pues, verá... Solamente había dos, ¡pero hacían tanto ruido como un millón! (More Hot Illustrations for Youth Talks [Más ilustraciones actuales para charlas con los jóvenes] p. 23).
Me pregunto si no nos pasa a veces como al granjero de la historia. ¿Te ha ocurrido? Donde hay apenas dos miserables sapos, crees escuchar un millón. No jugaste bien en el partido de fútbol, y ya crees que el mundo se derrumba. El muchacho que te gusta no te presta atención, y ya piensas que la vida es cruel contigo. Tienes problemas con una materia en el colegio, y sientes que careces de suficiente materia gris para los estudios.
Quizá ahora mismo tengas algún problema con tus padres, tu novio, tu mejor amiga o tu salud. No le des más importancia de la que tiene. Quizás es un escuálido sapito al que le estás prestando demasiada atención, y en las noches se escucha como si fuera un millón. Por lo demás, ¿no tienes acaso en el cielo a un Padre amante, que conoce la carga que oprime tu corazón en este mismo Instante?. Si este es el caso, ¿qué tal si haces lo que dice el himno? «Cuando estés cansado y abatido dilo a Cristo, dilo a Cristo...»
Padres celestial, ayúdame a dar a cada cosa la importancia que tiene. Y cuando los problemas parezcan abrumarme, recuérdame que nunca estoy solo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

«MÍA ES LA VENGANZA»

«No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: "Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor"» (Romanos 12: 19).

Había una vez un importante hombre de negocios que escuchó que un conocido suyo estaba en la cárcel. Decidió visitarlo. Tras varias horas de conversación, el empresario quedó muy impresionado. Cuando se iba, fue a ver al director de la cárcel y le preguntó si iba a recomendar el indulto para su amigo. Prometió al director que, si su amigo salía indultado, respondería por él y le daría empleo en una de sus fábricas.
El director de la cárcel accedió a recomendar el indulto. A la siguiente visita del hombre de negocios, le entregó un documento. El indulto había sido concedido. El director sugirió que no le entregara el indulto al preso hasta después de haber hablado un poco más con él y así lo hizo. Cuando el benefactor le preguntó al preso qué deseaba hacer con más ganas cuando estuviera en libertad, el hombre se puso en pie y, mirando a través de los barrotes, dijo: «Solo hay dos cosas que quiero hacer cuando salga. Una es matar al juez que me encerró aquí y la otra es matar al hombre que dijo a la policía dónde podían encontrarme». El empresario rompió el indulto y se marchó.
Jesús dijo: «Oísteis que fue dicho: "Ojo por ojo y diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra"» (Mat 5:58,39). En otras palabras, no tratéis de vengaros.
En la vida cotidiana es raro que recibamos una bofetada, pero se nos insulta de otras maneras. El mandato de Jesús de «poner la otra mejilla» se puede aplicar perfectamente a esas situaciones de la vida diaria. ¿Acaso hay quien hable de usted a sus espaldas? No haga lo mismo con él. ¿Un compañero de trabajo habla mal de usted a su jefe? No le pague con la misma moneda.
Dios nos manda: «No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Lev. 19:18). Jesús es nuestro ejemplo. «Cuando lo maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente» (1 Ped. 2:23). (Basado en Mateo 5:38-42).

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

jueves, 23 de febrero de 2012

UNA FUERTE MEDICINA

«¡Cómo nos viene a la memoria el pescado que comíamos gratis en Egipto! Y también comíamos [...] ajos» (Números 11:5).

¿Alguna vez has comido pan con ajo? Es simplemente delicioso. Bueno, al menos a mí me lo parece. Yo creía que la única manera de comer pan con ajo era mezclando ajo en polvo con mantequilla y untándolo en el pan. Hasta que conocí a mi suegro, quien me enseñó cuál es el «verdadero» pan con ajo. Él toma pan crujiente europeo y lo fríe en aceite. Después, toma un pedazo de ajo fresco y lo frota en el pan. ¿Hablábamos de cosas fuertes?
Pero el ajo no solo se usa en el pan. Tengo un amigo que toma pastillas de ajo para permanecer sano. Los científicos han descubierto que el ajo puede prevenir el cáncer ¡Qué maravilloso es el ajo: sabe bien y puede ayudar a curar enfermedades! Dios es sin duda el mayor de los médicos, y los vegetales son sus medicinas.
Es importante que comas bien para permanecer saludable, pero no lo hagas solo para poder jugar y tener energía. Hazlo también para que puedas tener una mente sana que pueda pensar bien y escuchar mejor a Dios. Así que cómete tus vegetales y pídele a Dios que te muestre cómo vivir ¡Él te hablará si tú lo escuchas!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EN LAS COSAS PEQUEÑAS

Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor. (Salmo 40:1)

Siempre he sido un poco despistada y hay ocasiones en que no recuerdo dónde dejó las cosas. Un sábado por la mañana llegué a la iglesia temprano, como de costumbre, ya que mi padre nos enseñó que debemos llegar a tiempo a la casa de Dios. Sin embargo, aquel sábado llegamos más temprano de lo habitual. Me bajé del auto sosteniendo en las manos mi Biblia, un himnario, unos papeles, unos discos compactos y mi celular. Esa fue una de las pocas ocasiones en que no llevaba cartera. Como aún no habían llegado muchos hermanos, dejé las cosas que llevaba en las manos en la última banca, mientras salía a colocar un anuncio.
Al regresar tomé mis pertenencias y me dirigí al frente para sentarme. De pronto me di cuenta de que no tenía conmigo el celular, así que comencé a buscarlo por todas partes. Fui a la banca de atrás con la esperanza de hallarlo, pero no estaba allí. Lo busqué en las demás bancas, pero nada. Los hermanos iban llegando y no aparecía mi teléfono. Yo comenzaba a desesperarme e intentaba recordar dónde lo había dejado. Varios jóvenes me ayudaron a buscarlo, pero no aparecía.
El primer anciano de la iglesia me vio muy preocupada y me preguntó si me sucedía algo. Le dije que mi teléfono había desaparecido de la última banca y que ya lo daba por perdido. Empezó la Escuela Sabática y yo seguía pensando en el celular, mientras que en mi corazón le rogaba a Dios que me ayudara a encontrarlo porque tenía cosas importantes grabadas en él. No lograba entender por qué alguien me había sustraído el celular en la iglesia.
Antes de que comenzara el culto divino, elevé una oración contándole al Señor mi problema. Luego me dirigí al cuarto pastoral y allí encontré a mi hermana. Después de saludarme me dijo que mi teléfono había aparecido. En cuanto escuché aquello me tranquilicé y le agradecí al Señor por haber respondido mi oración.
Quizá te parezca algo insignificante el extravío de un teléfono, pero entendí mediante aquel suceso que Dios nos ayuda aun en las cosas más pequeñas. Jesús está dispuesto a ayudarte hoy. Ora con fe y él responderá a tu necesidad.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Leslie Flores Garda