miércoles, 9 de septiembre de 2009

LUGARES EXTRAÑOS

Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el vientre del pez (Jonás 2: 1).

Un día, mientras caminaba por la cochera de mi casa, después que mi hijo salió para su trabajo, escuché un aleteo dentro de una caja vacía. Me acerqué con curiosidad para investigar lo que producía el sonido y descubrí a un pajarito, que golpeaba sus alas contra las paredes de la caja mientras intentaba salir. Si no hubiera aleteado y hecho ruido yo no lo hubiera escuchado. Pero su desesperación me hizo levantar la caja y el ave voló hacia la libertad.
Aquel pájaro estaba en un lugar extraño para un ave al igual que el profeta Jonás. En un abrir y cerrar de ojos se encontró en un lugar muy extraño para un ser humano. Por causa de su desobediencia, había sido arrojado al mar, tragado por un monstruo marino y atrapado en su vientre. Aunque Jonás estaba allí por su culpa, Dios también estaba allí para escuchar su oración. Y cuando él en su desesperación confesó su falta y clamó por perdón, Dios lo libró.
Las hijas de Dios a veces se meten en lugares extraños y en circunstancias difíciles debido a su necedad. ¿Estás hoy en un lugar extraño? ¿Estás fuera de la comunión con el Señor, derrotada e infeliz? Entonces clama a Dios, confiesa tu pecado, y serás restaurada por medio de su abundante misericordia (1 Juan 1:9). Dios espera escuchar tu más leve clamor para aceptar tu arrepentimiento.
Tal vez hoy estés en un lugar extraño debido a tus decisiones equivocadas, pero el Señor está contigo esperando escuchar tu clamor. No esperes otro día. Aunque estés en el lugar erróneo, Dios siempre tiene la respuesta correcta.

Evelyn Omaña
Tomado de Manifestaciones de su amor

DEL CORAZÓN A LA BOCA

El hombre bueno dice cosas buenas porque el bien está en su corazón, y el hombre malo dice cosas malas porque el mal está en su corazón. Pues de lo que abunda en su corazón habla su boca. Lucas 6: 45

Zig Ziglar cuenta la historia de una empresa que buscaba a alguien que pudiera hablar en una gran reunión que iba a celebrar. La empresa se puso en contacto con un conferenciante del cual alguien había oído hablar y le pidió que enviara algunas muestras de los discursos que había dado. El orador les envió las cintas tal como le habían solicitado. Al cabo de unas semanas, recibió una llamada del organizador de la reunión. —Lo siento —empezó el hombre—. Me temo que no podremos contar con sus servicios. —¿Por qué no? —preguntó el conferenciante. —Verá. Sin duda alguna, usted es ameno, pero nos hemos percatado de que su lenguaje no es todo lo correcto que debiera y sus chistes son subidos de tono. —No se preocupe —rio el conferenciante—. Cuando hable para su grupo, eliminaré todo eso. —Lo siento —dijo el organizador—. Pero me parece que cambiar su discurso no resolvería el problema. Lo que buscábamos es un orador que no use malas palabras en ninguna circunstancia. Los juramentos y el lenguaje soez son signos de que alguien está inseguro, enfadado o inseguro y enfadado. Las palabras ofensivas jamás proceden de un corazón alegre. Algunos jóvenes que no se sienten bien consigo mismos usan las malas palabras para impresionar a sus amigos. Piensan que los hace parecer valientes e importantes. Pero nadie se enorgullece de tener un amigo con una lengua de estropajo.

Tomado de la Matutina El Viaje Increíble.

DESHAZTE YA DE LA NIÑEZ

Cuando yo era niño, hablaba romo niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas ruando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. 1Corintios 13:11

Hay momentos en que quisiéramos que los niños se comportaran con madurez. Pero los niños son niños, hacen travesuras, hablan, piensan, razonan, y se comportan como niños. Es lo normal para ellos. Hay casos de niños maduros que nos sorprenden y nos impresionan gratamente, como Kevin, el niño predicador. Pero eso es un milagro, algo que no ocurre todos los días. Los niños hablan o como niños, siempre. Lo grave sería que un adulto se comportara como un niño. Eso sería anormal después de salir de la niñez. Lo mismo ocurre en la vida espiritual. El cristiano recién convertido es un niño en Cristo. Pero debe crecer para dejar pronto de ser niño en la fe. Por desgracia, encontramos personas que hace muchos años que son cristianas, pero que siguen comportándose como niños en la fe. Por causa de su inexperiencia y falta de madurez, los niños son egoístas por naturaleza. En general, creen que el mundo entero gira alrededor de ellos. Solo piensan en mismos y buscan gratificación inmediata. Quieren ser amados (y lo son) por los demás, pero el amor que sienten ellos es inmaduro. Lamentablemente, ocurre igual con muchos de nosotros, que hemos sido cristiano» durante años. Debemos alcanzar la madurez en Cristo. Como dijo Pablo: «Hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez» (1 Cor. 2: 6). Los cristianos debemos ser, personas maduras, personas que hayamos aprendido que siempre debemos amar más de lo que somos amados. Se necesita madurez y altruismo divino en especial para poder amar a nuestros enemigos. Una persona egoísta, como un niño que solo busca lo suyo y llora porque no puede obtener lo que desea, no puede ser cristiana. En esa condición están los que quieren ser alentados y animados pero no quieren alentar y animar a los demás. Todos los cristianos con experiencia han abandonado la satisfacción del yo (algo muy querido por las personas inmaduras) y buscan la gloria de Dios, el bienestar de los demás y la unidad de la iglesia. Dios quiere que alcances la madurez cristiana. Haz tu decisión hoy de cambiar tus palabras inmaduras por palabras maduras, cambiar el egoísmo por el amor desinteresado, cambiar la ingenuidad por el discernimiento bajo la guía del Espíritu Santo. ¡Cuánta falta hacen en la iglesia personas sabias, prudentes, humildes, madura, para que lleven a la iglesia al cumplimiento de su misión! Deshazte de la niñez ahora.

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos