miércoles, 16 de diciembre de 2009

¿CUÁLES SON NUESTRAS ACCIONES DE GRATITUD?

Entren por sus puertas con acción de gracias; vengan a sus atrios con himnos de alabanza (Salmo 100: 4).

Abuelita, le quiero dar gracias a Jesús por todos los regalitos que me dio». Esta expresión ha sido una de las más hermosas que le he escuchado a mi nieta de tres años de edad. Ahí donde estábamos, en el auto, le dije: «Bueno, vamos a orar». Y con sus palabritas inocentes y llenas de agradecimiento y felicidad le oró a Dios. Esta iniciativa le nació por el ejemplo que le dimos. En una ocasión terminamos de entregarnos los regalos navideños entre la familia y mi padre dijo: «Bueno, vamos a darle gracias a Dios por sus bondades, demos gracias por la convivencia que pudimos tener como familia». Entonces todos formamos un círculo, nos abrazamos y oramos.
Este tipo de ejemplos son los que debemos dar a nuestros hijos. Ellos son por naturaleza imitadores de lo que ven. Entonces permitamos que vean en nosotras un ejemplo digno de seguir. Una actitud que observo en jóvenes y niños es que no tienen dentro de sus hábitos pronunciar la palabra «gracias». Les cuesta trabajo pronunciarla posiblemente porque no la escuchan en casa o son muy orgullosos.
Cuando obsequiamos algo y no nos agradecen nos sentimos mal. La gratitud es un principio bíblico muy importante. Por ejemplo, 1 Timoteo 2: 1 nos anima a ser agradecidas: «Así que recomiendo, ante todo, que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos». ¿Cómo se sentirá nuestro Padre celestial ante nuestra constante ingratitud? A veces actuamos como que si fuera su obligación proveernos de todo. Eso sí, ante la mejor incomodidad estamos listas para elevar una voz de protesta.
La gratitud a Dios es un tipo de sacrificio que hoy podemos ofrecer al Señor. Alábalo en las buenas y en las malas, por medio del canto, de la oración, de las ofrendas, del diezmo. La adoración y la gratitud van de la mano y reconfortan la vida de todos los creyentes. Vayamos a nuestros templos con actitud de agradecimiento, eso permitirá que gocemos más nuestra relación con Dios. El Señor nos ayude a ser más agradecidas.

Elizabeth Suárez de Aragón
Tomado de la Matutina Manifestaciones de su Amor.

EL HERIDO ANDANTE

Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia. Colosenses 3: 12, NVI.

Cárguenlos!, gritó Tom a los esquiadores rezagados que llegaban refugio. Eran las 8 de la tarde, la hora de que los miembros de nuestro club de esquí regresasen a casa. Todos entramos en la furgoneta y nos dirigimos a la escuela. En el momento en que pasábamos junto al pequeño cementerio, un ciervo saltó del bosque y se puso en medio de la trayectoria de la furgoneta. Tom dio un frenazo, pero no pudo evitar golpear la cabeza del animal. El impacto arrojó al gamo a la cuneta. El animal se debatía por ponerse en pie. Pero se había roto la espalda y todo cuanto podía hacer era mover la cabeza adelante y atrás. ¿Qué hicimos? ¿Salimos de la furgoneta y empezamos a reírnos de él por ser tan estúpido que cruzó la carretera cuando nosotros pasábamos por ahí? ¿Le arrojamos piedras para darle en la cabeza? Claro que no. Todos estábamos llorando a causa de que no podíamos aliviarle el dolor o calmar su miedo. Habríamos hecho cualquier cosa que hubiese servido de algo. En todos los barrios, en todas las escuelas, en todas las iglesias, hay estudiantes que, como el ciervo, están heridos. Quizá su dolor no sea físico, pero saben qué es ser rechazado y no encajar. Quizá no sean tan atractivos como los demás, o les cueste mucho aprender, o no son nada populares. Sea cual sea su problema, la vida para ellos es dolorosa. En lugar de infligir más dolor a los que sufren, ¿por qué no buscamos maneras de darles aliento? Podrías sonreír, hablar con ellos, sentarte con ellos, invitarlos a tu casa y animar a tus amigos a que hagan lo mismo. El ciervo no tenía esperanza, pero los niños que sufren a tu alrededor sí tienen esperanza, ¿Harás lo que puedas para hacer que sus vidas sean distintas?

Tomado de la Matutina el Viaje Increíble.

¿CUÁLES SON TUS PUNTOS CIEGOS?

El que dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 1 Juan 2: 9.

Si de repente te dijeran que debes quedarte sin uno de los cinco sentidos, ¿cuál estarías dispuesto a perder? Es poco probable que eligieras el sentido de la vista. La vista es el más apreciado de los cinco sentidos. Es placentero contemplar las maravillas de la creación de Dios, apreciar la belleza y disfrutar los colores que alegran la naturaleza. Piensa por un momento que tu visión fuese afectada repentinamente. Sería algo terrible quedar hundido en la profunda oscuridad de la ceguera.

La Biblia advierte que más terrible que la ceguera física es la ceguera espiritual, la cual limita enormemente nuestra capacidad de distinguir entre el bien y el mal. Es trágico estar practicando pecados vergonzosos y decir «No veo nada malo en ello.» Conversaba en una ocasión con un estudiante universitario, quien me decía que no veía nada de malo en tener con su novia relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Ni siquiera los que tenemos una relación personal con Cristo somos inmunes a esa condición de falta de visión. Hablando de los cristianos de Laodicea, Jesús dijo que no se daban cuenta de que eran ciegos.
Si no vivimos cada día con Cristo, si él no es el centro de nuestra vida, podemos volvernos insensibles a las realidades del reino de los cielos. Una de las actividades que mayor disfrute proporciona a Satanás es apartar la atención del creyente de la verdad.
En el texto base de nuestra medición de hoy, el apóstol Juan presenta un ejemplo de cómo puede uno tener ceguera espiritual sin darse cuenta. Afirma: «El que dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas» (IJuan 2: 9). De hecho, si nos llamamos cristianos y maltratamos al prójimo, hablamos de manera airada, somos descorteses, tratamos con dureza al cónyuge, humillamos a los que están bajo nuestra responsabilidad, o guardamos resentimiento por ofensas recibidas, estamos aún viviendo en la oscuridad. Vivir en la oscuridad no solo desagrada a Dios, sino que causa daño a los que nos rodean.
El gran predicador D. Moody dijo una vez: «Donde un hombre lee la Biblia, cien hombres lo leen a él». Ora hoy y di al Señor: «Padre, muéstrame algún punto ciego en mi vida y abre mis ojos a la luz de tu verdad».

Tomado de la Matutina Siempre Gozosos.