domingo, 25 de marzo de 2012

NO SEAS UNA RATA

«Así que hagan imágenes de los tumores y de las ratas que han devastado el país, y den honra al Dios de Israel. Tal vez suavice su castigo contra ustedes, sus dioses y su tierra» (1 Samuel 6:5, NVI).

¿Imágenes de ratas? Eso suena terrible. ¿Quiénes iban a hacer esas imágenes y por qué? Los filisteos, enemigos de los israelitas, se habían robado el arca del pacto y la habían colocado en el templo de su dios Dagón.
Pero ahora los filisteos estaban regresando el arca porque habían ocurrido cosas terribles. Su dios se había derrumbado y había sido aplastado, la gente se estaba enfermando en masa, y las ratas habían infestado el país. Los filisteos pensaron que su única opción era regresar el arca con ídolos de ratas como un regalo para aplacar al Dios de los israelitas. Qué idea tan tonta, ¿no?
¿Sabes algo? A veces incluso los cristianos adoran ídolos. Podrían ser un automóvil nuevo, o el televisor, o la computadora, o algún deporte. Obviamente no nos inclinamos ante ellos, pero si estos objetos ocupan el tiempo que debería ser dedicado a Dios, se convierten en ídolos. Estos no tienen nada de malo siempre y cuando no olvidemos poner a Dios en primer lugar. Así que olvídate de las ratas, y sé una imagen del amor de Dios.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

CUANDO LLEGA LA TORMENTA

Será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces (Daniel 12:1)

Mi hija y yo descubrimos, al trabajar juntas en un proyecto escolar, que la dinámica de los tornados es algo interesante. Uno de los artículos que encontramos explicaba que los tornados se forman cuando una masa de aire caliente choca con un frente frío. Como resultado se forma una poderosa tormenta, que establece las condiciones propicias para la formación de tornados.
Personalmente nunca he presenciado un tornado, aunque sin duda es un fenómeno que no deseo que me toque experimentar. Se nos dice que al aproximarse un tornado, se escucha un rugido inmenso, mientras que el viento destroza todo lo que encuentra a su paso. Esta es probablemente una de las peores pesadillas que los seres humanos pueden experimentar.
Mientras estudiábamos dicho tema, pensé en otra gran tormenta y en sus efectos destructivos. La misma descenderá sobre los habitantes de la tierra con una gran furia.
En comparación con un tornado, esa tormenta no afectará únicamente a una zona determinada, sino que abarcará el mundo entero.
Amiga, en los problemas y en los desastres que ocurren comprobamos que la tierra gime bajo el peso del pecado. Incluso se aprueban sutilmente leyes que afectarán nuestra libertad de conciencia, utilizando como pretexto la seguridad pública. Todos esos elementos son avisos de la terrible tormenta que se aproxima.
Elena G. de White dice: «En el camino ancho todos están ocupados consigo mismos, con sus vestidos y placeres. Participan abundantemente de alegría y fiestas, y no piensan en el final del camino, en la ruina que aguarda al final de todo. [...] Una forma de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Solamente esto los salvará en el tiempo de angustia que nos espera. [...] Los que desean realizar cualquier sacrificio por la vida eterna, la conseguirán. Y vale la pena sufrir por ella, vale la pena crucificar el yo por ella, y sacrificar los ídolos por ella» (A fin de conocerle, p. 302).
Preparémonos hoy, porque nuestra redención está cerca.

Toma de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Jenny Avaylon

¿POR QUÉ SEGUIR EN EL SUELO?

Aunque [el justo] caiga siete veces, se levantará. Proverbios 24:16.

«Todos caemos —escribió Paul Harvey— pero aquellos a quienes la historia llama triunfadores no permanecieron en el suelo cuando cayeron».
Tiene razón Harvey. Todavía no he leído una biografía de un héroe o heroína que nunca haya experimentado fracasos en la vida. Por el contrario, parece ser que las circunstancias adversas que enfrentaron les «templaron» el carácter, como lo ilustra la historia de James.
Desde temprana edad, James tuvo que trabajar para poder ayudar a su madre, que era viuda. Siendo todavía muy joven, encontró trabajo en la finca de un próspero granjero, el Sr. Taylor. Sucedió que durante su estadía en la finca, Jaime se enamoró de la hija del Sr. Taylor.
—Estoy enamorado de su hija —dijo James— y quisiera tener su permiso para visitarla. Voy a trabajar duro para poder casarme con ella.
—¿Qué puedes ofrecerle tú a mi hija? —replicó el Sr. Taylor—. No posees dinero, ni reputación ni futuro. Tengo mejores planes para ella.
Humillado por el desplante, James recogió sus pertenencias y se marchó.
Transcurrieron los años. Un día el Sr. Taylor decidió derribar el viejo galpón dónde James había dormido mientras trabajaba para él. Su sorpresa fue grande cuando vio que en una de las vigas estaba escrito el nombre «James A. Garfield».
«¿James A. Garfield?», se preguntó el Sr. Taylor, mudo de asombro. ¡James A. Gartield era en ese momento el presidente de los Estados Unidos! ¡Pensar que su hija habría podido llegar a ser la primera dama del país!
¿En qué se equivocó el Sr. Taylor? Bueno, no se equivocó al decir que James era un pobretón en aquel momento. Pero se equivocó al pensar que siempre lo sería.
Y tú, ¿has tenido algún fracaso reciente? ¿Has sido objeto de rechazo por parte de algún amigo o amiga? ¿Has tenido alguna caída moral, espiritual? ¿Has sufrido algún desengaño sentimental? Si alguna de estas circunstancias o cualquier otra describe tu situación, lee cuidadosamente estas palabras: «El destino no ha tejido sus redes alrededor de ningún ser humano tan firmemente que este tenga que permanecer impotente [...]. Las circunstancias adversas deberían crear una firme determinación de vencerlas» (Mensajes para los jóvenes, p. 69).
De manera que, si has caído, levántate. El suelo no es para ti. Que nadie se equivoque contigo. Dios te creó para triunfar.

Padre celestial, dame valor para luchar contra las circunstancias adversas de mi vida y vencerlas.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

UN REFUGIO PARA LA TORMENTA

«Pero a cualquiera que me oye estas palabras y no las practica lo compararé a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena» (Mateo 7:26).

Jesús contó una historia para ilustrar la insensatez de depositar nuestra confianza en creencias que son cambiantes e inestables. Dijo que un hombre edificó su casa sobre la arena. ¿Qué sucedió? «Descendió la lluvia, vinieron ríos, soplaron vientos y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina» (Mat. 7:27).
¿Qué hay en la vida que pueda ser como «arenas movedizas»? ¿Intentamos construir nuestra vida sobre la seguridad económica? ¿Acaso ansiamos una elevada posición social o una distinción? ¿Es la necesidad de poder y reconocimiento? ¿Quizá nos negamos aceptar las verdades de la Biblia? ¿O acaso rechazamos aceptar la gracia salvadora de Jesucristo? ¿Puede ser una mala interpretación de la verdad del evangelio? En todos los aspectos de la vida, necesitamos estar seguros de que nuestras creencias se basan en la Palabra de Dios y no en las de los hombres.
«Todo edificio construido sobre otro fundamento que no sea la Palabra de Dios, caerá. Aquel que, a semejanza de los judíos del tiempo de Cristo, edifica sobre el fundamento de ideas y opiniones humanas, de formalidades y ceremonias inventadas por los hombres o sobre cualesquiera obras que se puedan hacer independientemente de la gracia de Cristo, erige la estructura de su carácter sobre arena movediza. Las tempestades violentas de la tentación barrerán el cimiento de arena y dejarán su casa reducida a escombros sobre las orillas del tiempo» (Así dijo Jesús [APIA, 2007], cap. 6, pp. 229, 230).
Pero otro hombre edificó su casa sobre la roca. Ambos constructores eran vulnerables ante las tormentas de la vida, pero una casa resistió y la otra se derrumbó. Elijamos el cimiento que elijamos, no nos libraremos de las tormentas de la vida; sin embargo, si escogemos el correcto sobreviviremos a las tormentas. Los cimientos que reposan sobre la sólida roca que es Jesucristo nos dan la fuerza necesaria para sobrevivir.
Nos demos cuenta o no, cada día construimos nuestra casa espiritual. Cada una de nuestras decisiones es crucial. Cada día elegimos cómo reaccionaremos ante las distintas situaciones y cada reacción pone un nuevo fragmento de nuestro cimimento. La Biblia es el manual de instrucciones y la roca sobre la que basamos los cimiento es Jesucristo. Edifique sobre la Roca. Basado en Mateo 7: 26, 27.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill