viernes, 5 de febrero de 2010

LA PERSPECTIVA DEL CESTO DE LA ROPA

Entonces invocarás, y te oirá Jebová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar vanidad (Isaías 58:9).

Es divertido ver cómo nuestras actividades diarias pueden formar una perspectiva en los aspectos más importantes de la vida. Por ejemplo: la mayoría de las personas tiene cestos donde ponen la ropa sucia hasta el día de lavado, y el día de lavado se determina por la cantidad de ropa que hay en el cesto. Es difícil encontrar a alguien que lave cada vez que hay una sola prenda de ropa en el cesto. Se suele esperar hasta que haya, por lo menos, una tanda completa de ropa sucia. A menudo se utiliza la misma táctica al enfrentar los problemas: se busca la solución solo cuando los desafíos se han acumulado hasta el punto de rebalsar. Esta clase de personas piensa que no es necesario enfrentar los pequeños desafíos. Este puede ser un comportamiento aprendido, ya que los adultos a menudo reprenden a los niños diciéndoles: "Llámame solo si es importante, cuando sea una emergencia". ¿Es de extrañar, entonces, que nos acerquemos a Dios de la misma manera? Oramos únicamente cuando el problema ya es demasiado grande y no lo podemos solucionar, o pensamos que debemos ordenar las cosas y presentárselas de manera organizada. Este es el plan del demonio, quien entiende claramente que en el momento de desesperación estamos demasiado abrumadas para orar. Él sabe que cuanto más tratamos de arreglar nuestras dificultades por nosotras mismas, peor las dejamos. Perdemos el placer de una vida sin estrés, pensando en Dios como en un servicio de emergencias. Sin embargo Dios ya conoce todo lo que pasa por nuestra mente y está ansioso de que lo compartamos con él. Él conoce nuestras alegrías y nuestros dolores. Elena de White expresa: "Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados y temores. No podéis agobiarlo ni cansarlo [...] Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos [...] Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note" (El camino a Cristo, p. 100). Que tu vida sea de oración continua, compartiendo con Jesús cualquier detalle que surja. Llámalo ahora, él te está esperando.

Patrice Williams-Gordon
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

ACCIONES QUE BENEFICIAN

Pero Rut respondió: «¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas, y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios. Moriré donde tú mueras, y allí seré sepultada. ¡Que me castigue el Señor con toda severidad si me separa de ti algo que no sea la muerte!». Rut 1:16,17.

Generalmente, las palabras de este versículo se utilizan para los mensajes en las bodas. Pero podría usarse mejor en la presentación de niños, pues Rut las dijo el día que le pidió a Noemí aceptarla como hija. Rut declaró que quería compartir su vida bajo las creencias y el destino de Noemí. El libro de Rut es un hermoso relato de lo que significa la redención. La narración comienza con el registro de una hambruna, por lo que la familia de Noemí, su esposo Elimelec y sus hijos Mahlón y Quelión, tuvieron que dejar Belén, cuyo significado es «casa del pan», para «desandar» el camino de la libertad de su pueblo. Recuerda que al salir de Egipto, el pueblo de Israel pasó por Moab antes de cruzar el Jordán para conquistar Canaán.
Parecía que Noemí permanecería en Moab, pues sus hijos se casaron y murieron allí. También murió su esposo. Ahora solamente le quedaban sus nueras Orfa y Rut, así que decidió invitarlas a que rehicieran sus vidas en Moab mientras ella regresaba a Belén. Es posible que Noemí haya pensado: «Por lo menos yo seré sepultada en mi tierra». Orfa aceptó la propuesta de su suegra, pero Rut, con las palabras firmes del texto de hoy, decidió ir a vivir a territorio hebreo con su nueva madre.
¿Cuánto valían dos viudas? Traían sus «activos» por los suelos, en total bancarrota. «Hubo gran conmoción en todo el pueblo a causa de ellas» (Rut 1: 19). Pero el rumbo de la gráfica de su caída cambió para Noemí. El registro dice: «Llegó Booz desde Belén». Y las acciones de estas viudas comen¬zaron a subir como la espuma. Noemí llegó a ser la tatarabuela del gran rey David, y Rut, la bisabuela.

«No perdamos nunca de vista el hecho de que Jesús es un manantial de gozo. No se deleita en la miseria de los seres humanos, sino en verlos felices». MJ 35

Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

EL ORIGEN DE NUESTRA MALDAD

Desde el principio este ha sido un asesino, y no se mantiene en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando miente, expresa su propia naturaleza, porque es un mentiroso. ¡Es el padre de la mentira! (Juan 8: 44).

Al pensar que el ser humano es pecaminoso y está hundido en el mal, surge la pregunta: ¿Por qué esta maldad? Como estudiantes de la Biblia tenemos una mejor comprensión de este problema. De otro modo estaríamos en tinieblas, como lo están los que no la tienen.
Sabemos que en algún punto de la eternidad, ciertos ángeles se rebelaron contra Dios. Pero, ¿cómo es posible que los ángeles se rebelaran contra Dios, siendo, como eran, seres perfectos que habitaban en condiciones perfectas? No es fácil responder esta pregunta. Cuando se trata de explicar el origen del mal, se cae frecuentemente en ideas que lo justifican. Pero si queremos intentar una explicación, parecería que el mal tuvo su razón de ser en el libre albedrío con que Dios dotó a sus criaturas inteligentes. Este implica libertad para pensar y actuar. Y a ciertas criaturas de su universo, Dios decidió darles esa libertad. ¿Por qué razón? No sabemos, pero Dios decidió hacerlo. ¿Es Dios, entonces, responsable del origen del mal? No. Dios es responsable de crear seres libres, no pecadores ni rebeldes.
Pero esta libertad implicaba la responsabilidad de usarla en armonía con la voluntad de Dios. Y hubo quienes fallaron en esto y se rebelaron contra Dios. Estos ángeles no fueron dignos de haber recibido ese honor de tener libertad, ya que «no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada» (Judas 6).
En suma, estos seres angelicales se rebelaron contra Dios, abandonaron sus responsabilidades en el gobierno divino, y usaron la mentira como su estrategia. Como resultado, fueron expulsados de la presencia de Dios. Jesús dijo del líder de la rebelión: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo» (Lúe. 10: 18). Ese es el informe de la revelación divina. Más de eso, tal vez no estamos en posición de entender. Pero nos enseña que la libertad requiere responsabilidad; y si no la tenemos, no se puede vivir en la presencia de Dios.

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C