jueves, 28 de enero de 2010

LA ORACIÓN DE FE

Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano (2 Reyes 20:5).

Mi nieto, de 10 meses de edad, era el deleite de nuestra familia. Kenric Adam me seguía dondequiera que yo iba. Parecía que estaba unido a mí con lazos de afecto real y duradero. Sus ojos estaban llenos de vida, y su sonrisa siempre reflejaba gozo y amor. ¡El solo hecho de verlo alegraba mi corazón!
Una noche, la habitación estaba silenciosa, excepto por el tic-tac del reloj. Unos pocos minutos antes de la medianoche, mi nuera se despertó de repente y se sintió sobresaltada al ver que nuestro Kenric estaba teniendo convulsiones. Ella nos llamó rápidamente. Su pequeño cuerpo temblaba con fiebre muy alta, y percibimos que necesitaba cuidados inmediatos.
Todos corrimos al hospital más cercano, y esperamos toda la noche. Esta fue la primera gran crisis que nuestra familia tuvo que enfrentar. No teníamos sueño, y el temor nos envolvía. Era agonizante ver los ojos de mi hijo cargados de dolor y el rostro de mi nuera manchado por las lágrimas.
El viernes de tarde su temperatura llegó a los 42°C. Percibiendo el peligro, todos comenzamos a llorar. Alcé al bebé en mis brazos y sumergí su cuerpo caliente en agua con hielo. El médico probó diferentes remedios; pero ninguno de ellos dio buen resultado. El perdió las esperanzas, y decidimos llevar a Kenric a otro hospital. Pensé para mis adentros: "Voy a perder a mi nieto". Mientras yacía en Cuidados Intensivos, entregué al niño en las manos de Dios diciendo: "Ya no te pido que lo cures, Señor, solo te pido que se cumpla tu voluntad en él". Aunque sabíamos que su vida estaba en riesgo, yo creía que Dios siempre hace lo mejor para los que confían en él. No hay problema demasiado grande o demasiado pequeño que él no pueda manejar. Sabía que Dios nos estaba dirigiendo, guiando y apoyando.
Finalmente, los médicos diagnosticaron malaria cerebral, entonces tuvieron la posibilidad de darle la medicación correcta y Kenric respondió bien. La fiebre bajó y él mejoró. Dios manifestó su poder. Los profesionales estaban sorprendidos ante su rápida recuperación, y hoy Kerinc Adam es un niño de 3 años sano, activo e inteligente. Ama mucho a Jesús y recita varios versículos de memoria.
Gracias a Dios por hacer maravillas en nuestras vidas; que su voluntad sea hecha en tu vida hoy.

Jean Sundaram
Tomado de Meditaciones Matinales para la mujer
Mi Refugio
Autora: Ardis Dick Stenbkken

EL CONSUELO DE LAS PROMESAS DIVINAS

Muchas son tas angustias del justo, pera el Señor lo librará de todas ellas. Salmos 34:19.

¿Te parece que el versículo de esta mañana es una buena publicidad para invitar a la gente a acercarse a Dios? El pastor Juan José Andrade, director del Centro White de la Universidad de Montemorelos, trae este texto a nuestra consideración hoy, día de su cumpleaños. A través de su experiencia ministerial ha llegado a entender muy bien que Dios no ha preparado un lugar en el espacio para guardar a salvo a todos los que creen en él.
Dios tiene a sus hijos en este mundo, en medio de muchas aflicciones que sobrevienen repentinamente y los toman por sorpresa. El Salmo 34 comienza con la clara definición de la propuesta de David en torno a su confianza en Dios: «Bendeciré al Señor en todo tiempo». Entonces presenta sus evidencias:

  • Nos escucha y nos libra (vers. 4).
  • Nos alumbra y no nos avergüenza (vers. 5).
  • Provee «a los que le temen» (vers. 9).
  • Sus ojos no nos pierden de vista y sus oídos captan nuestro clamor (vers. 15).
  • Se acerca a nosotros y nos salva (vers. 18).

El Salmo termina presentando a un Dios Redentor, y la promesa de los que confían en él no serán condenados (vers. 22). Esta última promesa fue confirmada por Jesús mismo en la conversación nocturna con Nicodemo. El Señor dijo en esa ocasión: «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» (Juan 3: 17).

¿En qué circunstancias escribió David este Salmo? Cuando huía. ¿Por qué tuvo que pasar por tantas aflicciones un joven que ya había sido elegido y ungido por Dios? Había salido al frente de Goliat en el nombre de Dios, pero parecía que repentinamente el cielo había quitado su protección y lo había abandonado a su propia suerte. Pero el Salmo 34 revela su profunda confianza en Dios. Por eso David no vaciló en declarar: «El ángel del Señor acampa en torno a los que le temen; a su lado está para librarlos» (Salmos 34: 7).

«Cuando Satanás profiera sus amenazas, apártese de ellas y consuele su alma con las promesas de Dios». MJ 107, 108.


Tomado de Meditaciones Matinales para Jóvenes
¡Libérate! Dale una oportunidad al Espíritu Santo
Autor: Ismael Castillo Osuna

ENTENDER EL EVANGELIO

Si uno vuelve a edificar lo que antes había destruido, se hace transgresor (Calatas 2: 18).

Otro peligro que se tiene al no entender correctamente el mensaje de la justificación por la fe se refleja en las siguientes palabras procedentes de la pluma inspirada: «Este asunto es tan oscuramente comprendido, que miles y miles que pretenden ser hijos de Dios son hijos del maligno, porque dependen de sus propias obras» (Mensaje selectos, t. 1, p. 402-403).
Tanto en esta cita como en la de ayer se habla de comprensión. Alguien podría pensar que estamos manejando el concepto de que las personas se salvan por un determinado conocimiento, al estilo del gnosticismo cristiano del primer siglo de nuestra era, que enseñaba que las personas se salvaban por el conocimiento que tenían. Pero en la fe cristiana las personas se salvan por tener fe en Cristo. El conocimiento salvador del cristianismo es un conocimiento práctico que implica una relación de fe con la persona de Jesús de Nazaret. Si no entendemos y comprendemos el evangelio correctamente, podemos caminar lejos de Cristo, que es la salvación, y por lo tanto, perdernos. Pero si nos perdemos es por falta de Cristo, no por falta de conocimiento doctrinal. Si no se entiende el evangelio, o si se lo entiende incorrectamente, una persona puede desembocar muy lejos de Cristo, en una religión de salvación por obras que no tiene nada que ver con los méritos de Cristo. Tal religión es mortal. Además, de acuerdo al evangelio, no todos los seres humanos son hijos de Dios. En un sentido natural, todos lo somos, pues hemos sido creados por Dios. Pero somos verdaderamente hijos de Dios cuando somos adoptados en la familia de Dios. Esto solo se logra aceptando a Cristo como nuestro Salvador personal. Sin embargo, es lamentable que personas que han llegado a ser hijos de Dios, pierdan este estatus al adoptar una religión por obras sin Cristo. También es triste que no sean pocos los que hacen eso. ¡Que Dios nos guarde de cometer ese error!

Tomado de Meditaciones Matinales para Adultos
“El Manto de su Justicia”
Autor: L Eloy Wade C
.