domingo, 21 de agosto de 2011

CONCÉNTRATE EN TI

¿O como dirás a tu hermano: «Déjame sacar la paja de tu ojón, cuando tienes la viga en el tuyo? (Mateo 7:4)

Una mujer conversaba con su amiga acerca de lo descuidada y sucia, que era su nueva vecina. Mirando por la ventana señaló la ropa que, mecida por el viento, recibía los potentes rayos del sol. «¡Mira! -dijo en tono burlón- qué sucia está su ropa! Ya te decía yo que es una mujer muy descuidada». Su amiga, que sentía que debía ayudarla a no ser tan criticona, se acercó a la ventana y se volvió para decir: «No es la ropa de la vecina la que está sucia, sino tus ventanas».
La crítica no siempre tiene que ser despiadada. A veces se presenta envuelta en el manto de una causa justa. ¿Recuerdas a Marta cuando criticó a su hermana porque estaba haciendo algo que ella creía imprudente e injusto? Jesús, aunque entendía la preocupación de Marta, no la justificó, más bien la colocó en el mismo bando en que ella ponía a su hermana diciéndole que María (la acusada) había hecho una buena elección. Los acusadores que arrastraron a la mujer pecadora hasta los pies de Jesús querían esconder sus críticas bajo el manto de un celo santo por la ley de Moisés. Sin embargo, Jesús sabía que sus vidas estaban muy lejos de concederles ninguna autoridad moral. Por eso escribió en el suelo lo que aquellos hombres creían que estaba oculto. Al verse en el banquillo de los acusados, los acusadores se esfumaron como el humo ante la brisa.
A lo largo de tu vida conocerás personas que padecen este mal. Incluso tendrás que estar muy atenta, porque esa actitud es como los virus, que se desarrollan en el ambiente donde se respira. Su aguijón puede trasmitirte el veneno mortal de un espíritu censurador, acusador y desprovisto de misericordia y perdón. Por otra parte, debes saber que sus dardos intentarán destruirte también a ti.
Es sumamente difícil saber encajar críticas injustas, difamaciones infundadas y censuras crueles y ser capaces de devolver amor en lugar de odio. Escucha el consejo divino: Deja que el Espíritu Santo quite tu suciedad y después podrás tener suficiente amor para ayudar a otros.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

HONRADEZ ANTE TODO

Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da. Porque abominación es a Jehová tu Dios cualquiera que hace esto, y cualquiera que hace injusticia. Deuteronomio 25:15, 16.

Carina había comenzado a asistir cada jueves al grupo de oración que teníamos en el colegio. Era una madre de 29 años y tenía dos hijas pequeñas que ya eran alumnas. El motivo de oración, semana a semana, era su esposo. El pedido nos sorprendió a todos los presentes: "Quiero que Dios le dé a mi esposo otro trabajo; o si es mejor, que quede sin trabajo".
Como no entendíamos a qué hacía referencia, ella nos contó su situación. Su esposo había comenzado a trabajar en un supermercado, pero el dueño utilizaba métodos injustos para obtener mayores ganancias. Cada año despedía a todos sus empleados y los volvía a tomar; de esa manera evitaba pagarles la antigüedad que por ley correspondía a sus trabajadores. Además, ninguno de sus empleados contaba con días de descanso. Tenían que estar dispuestos a trabajar todos los días de la semana, y todas las semanas del mes. A veces, si disminuían las ventas, podían contar con medio día de franco, pero todo dependía de los antojos del empleador. Lo más triste era que el sueldo a veces se lo pagaban con mercadería del supermercado, y entonces toda la familia de Carina se endeudaba porque no tenían dinero efectivo para pagar los impuestos, el gas, la luz y el teléfono.
Todos en el grupo de oración quedamos consternados. No podíamos creer que hubiera gente tan avara, que para obtener un lucro significativo recurriera a la impiedad y a la injusticia.
Estas injusticias, que nuestro mundo llama "viveza" o "astucia", son desagradables a los ojos de Dios.
Las injusticias y el fraude se muestran de muchas maneras, no solo en patrones que se aprovechan de sus empleados. Tú, como joven que estás forjando tu futuro a través de tus decisiones, debes fijarte en obtener tus recursos con honestidad. Si bien Dios desea que sus hijos obtengan bendiciones materiales, quiere que estas se obtengan a través del trabajo justo y honrado. Por la gracia de Dios, las oraciones de Carina fueron escuchadas, y el Señor le proveyó a su esposo un empleo en una clínica adventista.
No dejes que la avaricia y el amor a las riquezas corrompan tu conciencia. Vive siempre a la luz de los principios santos.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

EL VALOR DE LAS COSAS PEQUEÑAS

Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. Mateo 18:5.

¡Jamás menosprecies el valor de un niño! Puede parecer frágil, insignificante, desvalido, pero encierra, dentro de sí, un potencial que el tiempo se encargará de revelar. Cuando el señor Jesús nació en un humilde pesebre, ¿quién se atrevería a pensar que ese humilde niño dividiría la historia del mundo? ¿Cómo aquel pequeño ser haría temblar la fuerza de las tinieblas? Pero, así son las cosas en el Reino de Dios: parecen pequeñas, pero encierran el potencial que Dios coloca en todo lo que hace.
Pero, el texto de hoy dice más. Aquí, Jesús afirma que, si recibes a un niño en su nombre, en realidad lo recibes a él mismo. ¿Qué significa esto? Que es necesario dar oportunidades a los más débiles; que no hay que apresurarse a descartar a quienes cometen errores; que no hay que sentenciar a las personas, sin darles la oportunidad de empezar de nuevo.
Cuando yo era niño, constantemente cometía errores; algunos por incapacidad, otros de propósito. Pero, tuve padres y maestros que creyeron en mí y me dieron una nueva oportunidad; me enseñaron, invirtieron tiempo en mostrarme el camino, y me extendieron la mano cuando lo necesitaba.
En cierta ocasión, me encontré con uno de esos maestros, en California. El tiempo lo había golpeado, inclemente: había envejecido, ya no me parecía tan grande ni tan alto, como cuando yo era un simple adolescente. Pero, todavía me impresionaba la nobleza de su espíritu, y en mi memoria renacía, vívidamente, el recuerdo del día en que tomó de mis manos el trabajo de redacción, mal realizado, que yo había preparado, me miró a los ojos y, con voz cariñosa, me dijo: "Voy a hacer de cuenta que tú nunca escribiste esto. Pero, quisiera que tú creas que eres capaz de escribir algo mejor".
Aquel día, él no tenía la más mínima idea de que yo, un día, llegaría a escribir bastante... ¿O la tendría? No lo sé. Pero, recuerdo que la confianza que depositó en mí me hizo creer que yo podía, si me colocaba en las manos de Dios.
¿Podrías hoy dar la oportunidad a alguien más frágil que tú y que necesita de tu ayuda? ¿Serías capaz de recibir al que falló, como se recibe a un niño? Sal para enfrentar tus deberes diarios, hoy, recordando las palabras del Maestro: "Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón