jueves, 31 de mayo de 2012

PERDONAR PARA QUE SEAMOS PERDONADOS


«Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: "Conoce a Jehová", porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado» (Jeremías 31:34).

Quizá alguien pregunte: ¿Perdonar implica que tenemos que olvidar? La respuesta es: Sí... y no.
Sí, tenemos que olvidar en un sentido emocional. Cuando perdonamos desde el punto de vista de nuestras emociones, el resultado es que no habrá lugar para la venganza y el problema dejará de consumirnos.
Por otra parte, aunque Dios nos pide que perdonemos de manera unilateral, esto no significa necesariamente que queramos o debamos olvidar. Por ejemplo cuando alguien es nominado para hacerse cargo de la tesorería de la iglesia y si sabemos que en alguna ocasión tuvo problemas de honradez, informar de ello a la comisión de nombramientos no es actuar de forma vengativa.
Si alguien nos ha ofendido y nos negamos a perdonarlo, nos encontraremos con que el arrepentimiento de nuestros pecados se ve obstaculizado. Por tanto, en la medida en que nos sintamos justificados para no perdonar a los demás por lo que nos han hecho, dejaremos de reconocer nuestras propias faltas y racionalizaremos nuestros pecados.
Sé muy bien qué es estar lleno de amargura y resentimiento. Una vez me encontré con unas personas a las que yo no les caía bien y ellas a mí tampoco. Sin embargo, yo detestaba mi situación.
Me di cuenta de que eso estaba consumiendo mi espiritualidad y me estaba convirtiendo en una persona amargada y vengativa. Cuando la situación se hizo insoportable, la presenté al Señor en oración. Y Dios escuchó mis oraciones, sanó mi espíritu, me arrepentí y me perdonó.
Aunque mi amargura había desaparecido, la oración no pudo deshacer todo lo que me había sucedido. Todavía llevaba las cicatrices del conflicto. Mi vida había cambiado para siempre. Es preciso reconocer que el perdón no nos vuelve al punto de partida, sino que hará posible que avancemos desde el lugar en que estemos.
Jesús quiere que recordemos que todos tenemos acumulada una deuda de pecado mayor de lo que nunca podremos pagar. Hemos sido detenidos, juzgados y declarados culpables. Merecemos morir la muerte del pecador. Pero Jesús nos ha perdonado por misericordia y nos ha devuelto la libertad. ¿No deberíamos hacer lo mismo con nuestros semejantes? Basado en Mateo 18:35.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

¿TIENES SED?


«Como ciervo sediento en busco de un río, así, Dios mío, te busco a ti» (Salmo 42: I).

Muy bien, compañero, camina sin hacer ruido. Ya está oscureciendo aquí en el bosque. Observa a tu alrededor; si tenemos suerte, podremos ver un ciervo esta noche. Silencio. ¡Mira para allá! ¿No es hermoso? Es una cierva con su pequeño cervatillo. Oh, parece que nos ha visto. ¡Mira cómo corre! Qué alto pueden saltar. La mamá y su bebé van a tener mucha sed cuando dejen de correr tanto.
El versículo de hoy habla de un ciervo que anda en busca de agua. Tal vez está sediento porque ha corrido un largo trecho. ¿Qué quiere Dios que aprendamos del versículo de hoy? Bien, está en la segunda parte del versículo. Dios quiere que lo busquemos a él como un ciervo que corre a través de una gran estepa.
Dios quiere que lleguemos a amarlo tanto, que lo necesitemos tanto como necesitamos la comida y el agua para vivir De hecho, él quiere que sepamos que lo necesitamos mucho más que el agua. ¡Tómate hoy un buen «trago» del amor de Jesús y nunca más sentirás sed!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

HERMANOS UNIDOS


Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. (Juan 19:26-27).

La noticia pronto se difundió. El diario La Prensa del 7 de enero de 1990 decía en su primera plana: «Hermanos unidos. Abrazo une a contras y a sandinistas». En la fotografía se podía observar a mis hermanos estrechados en un fuerte abrazo y debajo una nota: «La foto que ha dado la vuelta al mundo». Habían pasado diez años, y al fin la guerra civil terminaba. Allí estábamos todos nerviosos después de una larga espera. Un grupo de periodistas esperaba el momento para tomar la mejor fotografía del encuentro entre aquellos dos hermanos.
Había lágrimas en los ojos de todos nosotros. Después de abrazarse, mis hermanos se dirigieron a mi madre. El abrazo fue aún más fuerte para aquella mujer de tez morena y de apariencia pequeña, pero de un gran corazón. Entre otras cosas ella dijo: «Ustedes son mis hijos, cuando estén en casa no quiero que hablen de política». Y eso ha sido así hasta el día de hoy.
Mi madre es un ejemplo de perseverancia. Día tras día oraba por sus hijos para que Dios los protegiera. Las ideologías políticas pueden afectar a las familias o a la economía y a la sociedad en general, pero por encima de todo eso está el amor de la familia. Las oraciones de mi madre hicieron que renaciera la esperanza en nuestro hogar y que ondeara la bandera de la paz.
«Ninguna otra tarea se puede igualar a esta. En un grado sumo, la madre modela con sus manos el destino de sus hijos. Influye en las mentes y en los caracteres, y trabaja no solamente para el presente sino también para la eternidad. Siembra la semilla que germinará y dará fruto, ya sea para bien o para mal. La madre no tiene que pintar una forma bella sobre un lienzo, ni cincelarla en un mármol, sino que tiene que grabar la imagen divina en el alma humana. [...] Toda madre debe comprender que su tiempo no tiene precio; su obra ha de probarse en el solemne día de la rendición de cuentas (Patriarcas y profetas, cap. 22, p. 222).
Querida amiga, la madre cristiana puede sembrar las semillas de la verdad en el corazón joven y tierno. Ella es capaz de modelar el carácter, la vida y el destino de sus hijos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Dorys Esther Fley de Gómez

LA HONESTIDAD VALE LA PENA


Más vale ser pobre y honrado que rico y malintencionado. Proverbios 28:6

Entre las buenas historias del libro Su palabra de honor y otros relatos, hay una que nos recuerda que la honestidad siempre vale la pena. Tiene como protagonista a un jovencito a quien llamaremos Juan Bautista.
Este muchacho pertenecía a una familia francesa, pobre en bienes materiales, pero rica en principios. Para ayudar en el sostén del hogar, Juan Bautista se vio obligado a trabajar como dependiente de una tienda de telas. Allí su trabajo consistía en hacer entrega de pedidos a los clientes y de cobrarles.
Uno de esos clientes resultó ser un rico banquero. El dueño de la tienda pidió a Juan Bautista y a otro dependiente que le mostraran tres tipos de tela y le indicaran los diferentes precios. Así lo hizo, pero sin darse cuenta se equivocó al momento de dar los precios: cobró al banquero el precio de la tela más costosa por una de calidad inferior. El compañero de trabajo de Juan Bautista se dio cuenta del error, pero no dijo nada. Fue cuando ya habían regresado a la tienda, que Juan se dio cuenta de lo ocurrido. Lo que sucedió entonces Juan nunca lo podría haber sospechado: ¡El dueño de la tienda lo felicitó por haber cobrado de más!
—¡Excelente negocio, Juan! —dijo el dueño—. Recibirás tu parte de ese dinero. 
—¡Pero señor, ese dinero no es nuestro! Voy a devolverlo ahora mismo. 
Y diciendo esas palabras, Juan regresó al hotel, explicó lo ocurrido al banquero y le devolvió su dinero. Cuando volvió a la tienda, el dueño lo tildó de tonto y lo despidió.
Esa noche, mientras Juan contaba a sus padres lo ocurrido, oyeron que alguien tocaba a la puerta. Era el banquero. De alguna manera averiguó la dirección de Juan, y ahí estaba con una tentadora oferta.
—¿Sigues empleado en la venta de telas? 
—Ya no. Esta tarde el dueño me despidió. 
—Bueno, quiero que trabajes en nuestras oficinas en París.
Juan aceptó. El relato dice que su desempeño en el banco fue tan bueno, que al cabo de algunos años su nombre (en francés, Jean Baptiste Colbert) llegó a oídos del rey Luis XIV. Cuando el rey necesitó un ministro de hacienda, ¿a quién crees que nombró? ¡A Juan Bautista Colbert!
Definitivamente, ¡vale la pena ser honestos, pase lo que pase!
Padre, ayúdame a ser siempre integró en los negocios y en todo lo que haga.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

miércoles, 30 de mayo de 2012

UN ATAQUE AL CORAZÓN



«Muchos males me han rodeado; tantos son que no puedo contarlos. Me han alcanzado mis iniquidades, y ya ni puedo ver. Son más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón desfallece» (Salmo 40:12, NVI).


Hoy vamos a hablar de algo muy triste. ¿Sabes lo que es un ataque al corazón? Cuando existe una enfermedad del corazón o el corazón está sobrecargado, este puede fallar. Algunas personas incluso mueren de un ataque al corazón. Esto es muy triste.
Es muy importante mantener nuestro corazón sano, pues es el encargado de bombear la sangre hacia todo nuestro cuerpo. Una de las maneras en que podemos mantener el corazón sano es haciendo suficiente ejercicio. Otra manera es evitando fumar y beber alcohol.
En el versículo de hoy David dice que su corazón desfallece porque sus pecados lo agobian. Se siente culpable y sucio por el pecado. Lo más seguro es que no estaba sufriendo un ataque al corazón, sino que sus pecados lo hacían sentirían mal que le dolía el corazón.
¿Sabes cuál es la solución al problema de David? El perdón. El perdón de Dios puede limpiarnos y evitar que nos duela el corazón. Todavía tenemos que arreglar las cosas con aquellos contra quienes hemos pecado, pero, ¿no es reconfortante saber que Dios nos perdonará completamente? Eso sí hace que mi corazón se sienta mucho mejor

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

LAS ORACIONES DE UNA MADRE


Sus hijos se levantan y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba: «¡Muchas mujeres hicieron el bien; mas tú sobrepasas a todas!». (Proverbios 31:28-29).

Se han escrito muchas cosas bellas acerca de la madre, ese ser que incluso está dispuesto a entregar su vida por sus hijos. El célebre educador Domingo Faustino Sarmiento dijo que «la madre es para el hombre la personificación de la Providencia, es la tierra viviente a que se adhiere el corazón, como las raíces al suelo». Muchas destacadas personalidades rinden homenaje a sus madres al evaluar los triunfos y logros que han alcanzado.
Nosotros éramos una familia numerosa de catorce hermanos. En mi país se vivieron tiempos difíciles durante la década de los ochenta, ya que una guerra civil no solamente ensangrentaba nuestra patria y afectaba la economía, sino que también dividía a las familias. Tres de mis hermanos
Pertenecían al ejército nacional, mientras que otro de ellos luchaba en el bando contrario. Este último adquirió cierto nombre bajo el seudónimo de «comandante Johnson».
Cuando eran niños, mis hermanos jugaban juntos y ocasionalmente asistían a la iglesia, pero al crecer las ideologías políticas los dividieron al punto que tomaron caminos diferentes. El caso de nuestros hermanos fue bien conocido, llegando a tipificar el problema de la división familiar en mi país. Periodistas de diversos países escribieron artículos y libros acerca de una familia que había sido fraccionada por la guerra.
En cierta ocasión dos de mis hermanos se enfrentaron en un combate armado. Después de algunos minutos se reconocieron, y ordenaron el "alto el fuego". Durante algunas, horas hubo una tregua. El comandante Johnson dijo «No tiene sentido estar peleando entre hermanos». Luego mis hermanos se abrazaron y lloraron. Por un momento pusieron a un lado sus diferencias ideológicas y hablaron de las cosas que los unían como familia.
¿Qué podía hacer mi madre, una mujer sencilla, para mantener unida a su familia? A pesar de las diferencias ideológicas que mantuvieron separados a mis hermanos durante diez años de guerra civil, hubo algo que los guió y ayudó: las oraciones y el amor de mi madre. Ella nunca dejó de orar por ellos.  A diario derramaba sus lágrimas y súplicas delante del Señor para que protegiera a sus hijos y los mantuviera a sus hijos en el amor familiar.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Dorys Esther Fley

PRIMERO LO PRIMERO


Señor; de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré ante ti y esperaré. Salmo 5:3, NRV2000

Una maestra debía narrar la historia del diluvio a los niños de su clase. Sabía que para mantener la atención de ellos debía representar esa catástrofe en vivos detalles. Y así lo hizo. Luego animó a sus alumnos a hacerle cualquier pregunta sobre el tema. Entonces una niña levantó su mano.
Maestra, ¿lo primero que hizo Noé cuando salió del arca fue adorar a Dios?
Sí, cariño — respondió la maestra — . ¿Hay algo malo en eso?
O sea que Noé y sus hijos tuvieron que arrodillarse en el fango — replicó la
niña  — . ¿Se imagina lo sucios que quedaron? (Helmut Thielicke, How the World
fíegan [Cómo comenzó el mundo], p. 262).
Llama la atención que la primera acción de Noé al salir del arca, fue «construir un altar en honor del Señor» (Gen. 8:20). Si se arrodilló o no, el relato no lo dice, pero lo que sí está claro es que al construir un altar para Dios, Noé demostró de qué manera estaban organizadas sus prioridades: Dios ocupaba el primer lugar.
A pesar de haber estado tanto tiempo dentro del arca, Noé no salió en busca de provisiones para alimentarse, o material para construir un refugio temporal donde pasar la noche. Lo primero que hizo fue adorar a Dios y darle gracias por haberte dado la oportunidad de comenzar de nuevo. Por lo tanto, nada tiene de raro que se haya arrodillado en el fango. Como tampoco sorprendería saber que sobre ese altar sacrificó, no los animales enfermos, sino lo mejor de lo mejor.
¿Qué lugar ocupa Dios en tu vida? Una manera sencilla de saberlo es preguntando qué es lo primero que haces al despertar al nuevo día. ¿Enciendes el televisor para enterarte de las noticias de última hora? ¿Echas mano de los libros para dar los últimos toques a las tareas escolares? ¿Corres a realizar tu aseo personal y a preparar el desayuno?
Noé y los grandes personajes de la Biblia nos enseñan que Dios merece el primer lugar en nuestra vida y lo mejor de nuestro tiempo, recursos y talentos. ¿Qué tal si te propones, entonces, comenzar cada día en comunión con tu Padre celestial?
¿Y por qué no terminarlo también de esa manera?
Padre celestial ayúdame a darte lo primero y lo mejor de mi tiempo y de mi vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

PERDONAR A LOS DEMÁS


«Porque tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan» (Salmo 86:5).

Jesús contó la historia de un funcionario que le debía al rey una enorme cantidad de dinero: diez mil talentos. Un talento era una medida de peso, no una moneda, y su valor dependía de la pureza de los metales preciosos utilizados en su acuñación. Si tomásemos como referencia el talento de plata griego, diez mil talentos equivaldrían a unos siete millones y medio de dólares. Jesús estaba indicando que la cantidad debida estaba fuera del alcance de cualquier capacidad humana para pagarla. Además, en aquel tiempo, una persona no podía declararse en quiebra.  El rey tenía potestad para ordenar que se liquidaran todos sus bienes y que tanto el deudor como su familia fueran vendidos como esclavos. Y eso es lo que pasó.
Pero entonces el rey cedió, reconociendo la magnitud de la deuda, y perdonó al siervo. Cuando el siervo perdonado salió, se encontró con un conocido que le debía una pequeña cantidad de dinero. A pesar de que el desdichado le aseguró al siervo que pagaría la suma, el ingrato hizo que lo encarcelaran.
Cuando el rey oyó lo que el siervo desagradecido había hecho, lo llamó de nuevo y dijo: «Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?» (Mat. 18:32,33). Aquí el mensaje es que, para recibir el perdón de Dios, perdonar a los que nos han ofendido es condición indispensable.
Un sábado, después que hube predicado un sermón sobre el perdón, una mujer se me acercó y dijo:
—Pastor, tuve algunos problemas con una amiga y la perdoné. Pero tengo la sensación de que ella no me perdonó.
La consolé:
—Eso está bien, hermana; al menos usted la perdonó. Ahora ya puede seguir adelante con la vida.
—Pero, pastor —insistió—, no me ha perdonado.
Lo intenté de nuevo:
—Está bien, entiendo. Pero me alegro de que al menos usted la haya perdonado a ella.
Ella insistió:
—Pero es que ella no me ha perdonado y se supone que tiene que hacerlo...
A estas alturas yo empezaba a sospechar que esa hermana solo estaba dispuesta a perdonar si la otra persona decía que lo sentía.
La Palabra de Dios nos ordena perdonar a pesar de la actitud de la otra persona. ¿Y qué pasa si la otra persona no nos perdona? Ese es su problema, no el nuestro. Basado en Mateo 18: 21-35

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

martes, 29 de mayo de 2012

¡HAY QUE DOLOR DE ESPALDA!


«La espalda me arde de fiebre; ¡tengo enfermo todo el cuerpo!» (Salmo 38:7).

¡Ay, ay, ay! Me duele la espalda. Desacelera un poco, compañero de aventuras. Parece que David también tenía problemas con su espalda, pues dice que le ardía.
¿Conoces a alguien que sufra de la espalda? La espalda puede doler por muchas causas, como dormir en una cama que sea muy dura o muy blanda, levantar cosas pesadas inadecuadamente, e incluso por pararnos de mala manera. Así como lo oyes, pararnos indebidamente puede hacer que nos duela la espalda.
La manera en que nos paramos se llama «postura». Es importante que nos paremos erguidos. Esto no solo hace que respiremos mejor, sino que mantiene los músculos de nuestra espalda en su posición correcta. Si andamos siempre encorvados podemos dañar seriamente nuestra espalda.
Permanecer erguidos por Jesús también puede ayudarnos a evitar muchos problemas. Dios nos dice en la Biblia que permanezcamos alejados de Satanás y del pecado. Él sabe que si nos acercamos mucho al pecado este nos «encorvará», causando dolor y tristeza. Permanece erguido y firme por Jesús para que jamás te quejes de un «dolor de espalda»,

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

AL CUIDADO DE DIOS


He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros. (Isaías 49:16).

¡Qué maravillosas promesas y qué seguridad nos ofrece la Santa Biblia! La Palabra de Dios nos asegura que contamos con la amplia protección divina.
En marzo del año 2006 mi esposo salió muy temprano en la mañana para someterse a algunos exámenes médicos en el hospital de la localidad. Mientras regresaba a casa en su bicicleta, un auto lo chocó por detrás. Él recuerda cómo salió despedido, para luego caer al pavimento donde quedó inconsciente. Después de un buen rato recobró el conocimiento ya en el hospital. Allí le hicieron radiografías y varias pruebas que únicamente diagnosticaron un golpe en la cabeza. Creo que Dios hizo un milagro para que un hombre de su edad no sufriera daño cerebral alguno tras aquel accidente. Dios aparentemente colocó un colchón en el lugar donde aterrizó mi esposo, pues no sufrió ninguna fractura.
Hermana, ojalá podamos confiar siempre en la hermosa promesa de que el Señor no permitirá que nuestros pies siquiera tropiecen con una piedra. «La ternura de Dios para su pueblo, su incesante cuidado, las riquezas de la sabiduría de los métodos que empleó para conducirlos hacia él, demandan nuestras ofrendas de gratitud, expresadas en la más ferviente dedicación para servirle con toda la humildad de la mente y contrición del alma. El Señor es bondadoso y quiere que su pueblo represente su bondad amante, reconociendo a Dios en felices acciones de gracias. Todos los que aprecien los favores de Dios serán un pueblo feliz» (A fin de conocerle, p. 128).
«"Dios es amor" está escrito en cada capullo de flor que se abre, en cada tallo de la naciente hierba. Los hermosos pájaros que llenan el aire de melodías con sus preciosos cantos, las flores exquisitamente matizadas que su perfección perfuman el ambiente, los grandes árboles del bosque con su rico follaje de viviente verdor, todo ello atestigua el tierno y paternal cuidado de nuestro Dios y su deseo de hacer felices a sus hijos» (El camino a Cristo cap. 1, p. 15).

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Débora Sobón 

FRACASARON EN EL «EL EXAMEN»


¿Y quién es mi prójimo? Lucas 10:29

El siguiente relato nos lo cuenta Alice Gray, y tiene como protagonistas a un grupo de estudiantes que tenían que presentar un importante «examen». Mientras esperaban que comenzara la prueba, apareció en el salón de clases alguien para avisarles que el profesor los estaba esperando en el gimnasio. Sin pérdida de tiempo, salieron en esa dirección. Cuando pasaron al frente del hospital vieron a un hombre ciego que caminaba con dificultad. Todo parecía indicar que necesitaba ayuda, pero el grupo siguió de largo.
Más adelante, pasaron cerca de una señora que cargaba un bebé en un brazo, mientras que en el otro llevaba varios libros. De repente los libros se le cayeron. Con dificultad, la señora trató de recogerlos, pero ningún alumno se detuvo a ayudarla.
Luego se toparon con un perro atado a un árbol. El animalito trataba desesperadamente de acercarse a un recipiente de agua, pero el largo de la cadena no se lo permitía. Los estudiantes se percataron del problema, pero siguieron de largo. Por último, vieron a un hombre que cerraba la puerta de su auto sin notar que estaba dejando encendidas las luces de los faros. También se percataron, pero ninguno le dijo nada.
Cuando los estudiantes llegaron al gimnasio, el profesor ya los estaba esperando. Después de algunos minutos, el profesor hizo una seña con la mano. Entonces entraron al salón el ciego, la madre con su bebé, una joven con el perro que estaba atado al árbol y el conductor que había dejado las luces del automóvil encendidas.
Estas personas habían sido cómplices en un experimento para determinar cuan dispuestos estaban los estudiantes a brindar ayuda a alguien necesitado cuando sus propios intereses estuvieran de por medio. La preocupación por llegar a tiempo al examen los absorbió tanto que nadie se detuvo a ayudar. Lo que no sabían era que el «examen» consistía en probar quiénes habían entendido bien la parábola del Buen Samaritano. Todos fracasaron (Storiesfor the Extreme Teen's Heart [Relatos para el corazón del adolescente radical], pp.56,57).
Alguien podría necesitar de ti hoy. ¿Lo ayudarás? ¿O estarás tan concentrado en tus propios asuntos que ni siquiera te darás cuenta?
Dios mío, ayúdame a ser sensible a las necesidades de mi prójimo, incluso cuando esto signifique salirme del camino.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

ORACIONES CORTOCIRCUITADAS


«Por tanto, si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero si no perdonáis sus ofensas nosotros a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonara vuestras ofensas» (Mateo 6:14,15) 

El amor de Dios es incondicional porque él es así; Dios es amor. Sin embargo, su relación, su interacción o su conexión, con los que ama sí es condicional. Muchos textos ilustran esta idea, pero los dos que nos resultan más familiares son:
Juan 1:12: «Mas a todos los que lo recibieron, a quienes creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios».  El Señor desea intensamente llamar hijos suyos a todas las personas de la tierra, pero esa prontitud tiene un único límite: la elección humana. Solo aquellos que lo reciben pueden ser llamados así. 
Apocalipsis 3: 20: «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo». El único límite al ofrecimiento de Cristo para entrar en nuestro corazón procede de nuestra predisposición a escuchar su voz y abrirle la puerta.  Es imposible mantener una relación con alguien que se niega a mantener un contacto.
La oración es nuestra conexión con Jesús e incluye tanto la interacción entre Jesús y como de unos con otros. Como cualquier cable  eléctrico, la conexión se puede cortar. Por otra parte, si existe alguna circunstancia negativa, las oraciones pueden cortocircuitarse. ¿Cuál es esta circunstancia negativa? Es el pecado. «Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros su rostro para no oíros» (Isa. 59:2).
¿Qué puede reparar esa conexión cortada? El perdón. Jesús ha prometido que si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar (1 Juan 1:9). No obstante, también dijo: «Pero si no perdonáis sus ofensas a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas» (Mat. 6:15).
Jesús dijo: «Si traes tu ofrenda al altar y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces vuelve y presenta tu ofrenda» (Mat. 5:23,24).
Mantenga su conexión con Dios en buen estado. «Perdonad, y seréis perdonados» (Luc. 6:37). Basado en Mateo 18:21-35

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

lunes, 28 de mayo de 2012

¡DIOS TAN PODEROSO!


«Tu justicia es como las grandes montañas; tus decretos son como el mar grande y profundo. Tú, Señor, cuidas de hombres y animales» (Salmo 36: 6).

Cuando tenía catorce años visité el estado de Colorado, en Estados unidos, y decidí que algún día viviría allí. Cuando crecí me mudé a Colorado y ya llevo aquí doce años. ¿Por qué crees que me gusta tanto Colorado? Si lees el versículo de hoy, sabrás por qué. ¿Ya lo has adivinado? Me gusta Colorado por sus grandes montañas. Yo he estado en la cima de algunas de ellas y la vista es espectacular ¡Son muy hermosas cuando están cubiertas de nieve y las nubes las rodean!
El versículo de hoy dice que la justicia de Dios es como las grandes montañas. Dios es el rey perfecto del universo, y es por eso que su justicia es poderosa. Dios hace milagros, y es por eso que su justicia es poderosa. El amor de Dios es perfecto, y es por eso que su justicia es poderosa.
Me alegra tanto contar con un Dios tan poderoso cuyo amor y justicia son perfectos, y que nos dará su amor y su justicia para que podamos parecemos cada vez más a él. ¡A qué Dios tan poderoso servimos!

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

EL DIOS DE SIEMPRE


Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos. (Hebreos 13:8).

La ciencia ha ido avanzando a través de los siglos, aunque todavía tiene sus límites. Es en esas fronteras donde Dios puede obrar en contra de toda la sabiduría humana. Por ejemplo, es imposible resucitar muertos o detener una enfermedad con solo decir una palabra. Jesucristo, quien resucitó muertos y curó a ciegos y leprosos con el poder de su palabra, fue el mejor ejemplo de poder divino.
A finales de marzo del 2003, nos confirmaron que mi mamá sufría una enfermedad maligna y eso representó un golpe muy duro para mí. Como soy médico, se me hizo más dura la realidad, pues sé que hay factores que empeoran el pronóstico de un paciente y en el caso de mi madre confluían varios.
Tras tres meses de quimioterapia la evolución clínica de mi madre era lenta, por lo que se reevaluó el caso. Encontraron que había habido un error de diagnóstico y que la enfermedad de mi madre era peor de lo que se pensaba, que requería un tratamiento diferente. Esto motivó un cambio en la terapia que duró quince meses. Al concluir la misma se nos informó de que no se notaba una respuesta positiva, por lo que se suspendería el tratamiento.
Fue en ese momento cuando Dios, contra todo pronóstico científico, comenzó su obra, pues mi madre mejoró. Los médicos concluyeron que no había una explicación lógica para su caso.
En Hebreos 13:8 leemos: «Jesucristo es el mismo ayer, hoy por los siglos». A él me aferré como mi única esperanza, pues era el único capaz de entender mi dolor y obrar un milagro.
Dios es grande y en su amor y misericordia siempre está dispuesto a realizar milagros, ya sean de sanidad física o espiritual.  Él puede hacer un milagro hoy en tu vida. La ciencia en ocasiones puede decirnos: «Hasta aquí hemos hecho lo posible, no hay nada más a nuestro alcance». Pero donde el hombre desfallece, comienza a brillar la omnipotencia y la sabiduría de Dios. Créelo y él obrará milagros en tu vida.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Yenisey M. Torrado

TODO LO QUE NECESITAS SABER…


Ya todo ha sido dicho. Honra a Dios y cumple sus mandamientos, porque eso es el todo del hombre. Eclesiastés 12:13.

Imagina un libro titulado: Manual para saber cómo vivir. ¿Cuántas páginas crees que podría tener? La verdad es que no tendría que ser muy extenso porque, para saber vivir, no importa tanto la cantidad de información que poseemos, sino su calidad.
A esta conclusión llegó el escritor Robert Fulghum. Durante años intentó escribir un resumen de las reglas más importantes en la vida. Pero la lista tenía un problema: era muy larga. Y por más que la recortaba, seguía siendo larga. Hasta un día que se le ocurrió echarle a su viejo automóvil gasolina de la más costosa. El experimento no pudo ser peor. Acostumbrado como estaba a la gasolina barata, el viejo cacharro parecía sufrir un ataque de epilepsia cada vez que Robert intentaba echarlo a andar. Por sobre todo, le solía dar el ataque en las intersecciones y cuando iba en bajada. «Si durante tantos años había funcionado bien con la gasolina conocida —se preguntaba Robert— ¿por qué tuve que echarle una gasolina desconocida?»
Cuando Robert reflexionó sobre lo que le había sucedido a su cacharro, se acordó de su famosa lista. Entonces concluyó que para saber cómo vivir basta aplicar lo que ya sabemos que funciona. «Comprendí entonces —escribió— que ya sabía la mayor parte de lo que es necesario para vivir una vida significativa [...]. Y lo sabía desde hace mucho, mucho tiempo» (All I Really Need To Know I Leamed In Kindergarten [Todo lo que necesitaba aprender lo aprendí en el jardín de infantes], pp. 3, 4). Entonces redujo su lista a unas pocas reglas:

  • Comparte lo que tienes
  • Juega limpio
  • No golpees a la gente
  • Devuelve las cosas al lugar donde las encontraste
  • Limpia lo que ensucies
  • No te adueñes de lo que no es tuyo
  • Pide disculpas cuando le hagas daño a otra persona

La lista continúa, pero ocupa menos de una página. ¿Cuándo aprendió Robert esas reglas? ¡Cuando estaba en preescolar!
¿Quieres vivir bien, en paz con Dios y con tu semejante? No tienes que reinventar la rueda ni el agua tibia. Sencillamente, haz lo que ya sabes: lo que tus padres y maestros te enseñaron desde que estabas en el preescolar. Dios nos creó para vivir de acuerdo a los principios de su Palabra. No intentemos funcionar con «combustible» equivocado.
Señor, gracias por tos principios de tu Santa Palabra. Ayúdame hoy a ponerlos en práctica.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LA ABNEGACIÓN NO ES DOLOROSA


«Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "Si alguien quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame"» (Mateo 16:24).

La abnegación no es dolorosa. Nuestra reticencia a practicarla sí es dolorosa. La abnegación trae gozo a la vida y nada es un sacrificio si se hace por amor de Jesús.
Hubo tiempos en los que los hombres pensaron que para negarse a sí mismos tenían que ir al desierto o recluirse en un monasterio. Sin embargo, la vida de Jesús nos muestra que el mejor lugar y momento para practicar la abnegación es cotidianidad de cada uno. El apóstol Pablo lo dijo de este modo: «Los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles y no agradarnos a nosotros mismos. Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación, porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo [...]. Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios» (Rom. 15:1-7).
Como seguidores de Cristo tendríamos que marcarnos el objetivo de complacer a los demás y ayudar a los débiles. La abnegación genuina se produce cuando, en la vida cotidiana, ponemos a los demás en el primer lugar y no a nosotros mismos.
«Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme» (Luc.9:23, NVI). En estas palabras de Jesús, además de la voluntad de negarnos a nosotros mismos, encontramos la fuerza para hacerlo. La persona abnegada no es así porque, sencillamente, quiere ir al cielo; vive una vida de abnegación por amor a Jesús. En su corazón él ocupa el lugar que antaño ocupó el yo. Cuando se vive una vida de abnegación, Jesús se convierte en el único centro y objetivo de la vida cotidiana.
La entrega absoluta a seguirlo va acompañada de extraordinarias bendiciones. Sobre nosotros se vierte el espíritu de amor abnegado de Cristo, por lo que la negación del yo es el mayor gozo del corazón y el medio por el que llegamos a una comunión más profunda con Dios. La abnegación deja de ser algo que queramos practicar en beneficio propio. No es algo que hagamos para mantener el control sobre nosotros mismos.
Cuando el yo sea crucificado, Cristo ocupará su lugar y de nosotros fluirán su amor, su ternura y su amabilidad. Cuando entendamos qué es negarnos a nosotros mismos, comprenderemos mejor qué hizo Jesús por nosotros. Oremos para que hoy Jesús nos utilice para mostrar su amor a los demás. Basado en Mateo 16:24.

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

domingo, 27 de mayo de 2012

SÉ FUERTE


«La vida se me va en angustias, y los años en lamentos; la tristeza está acabando con mis fuerzas, y mis huesos se van debilitando» (Salmo 31:10 NVI).

¡Ay! ¡Parece que duele! El versículo de hoy habla de huesos débiles. Imagina lo difícil que debe de ser caminar con los huesos debilitados. Con toda seguridad te cansarías más rápido.
Algunas personas sufren de una enfermedad llamada osteoporosis. Cuando los huesos no reciben todas las vitaminas, minerales y el ejercicio que necesitan, se debilitan. Pueden volverse tan débiles y frágiles que pueden romperse sin mucho esfuerzo.
A veces la gente también puede sentirse débil y frágil. No estoy hablando de su cuerpo, sino de su valentía. La valentía es algo que nos fortalece cuando tenemos que permanecer firmes en lo que creemos. La verdadera valentía solo proviene de Dios.
¿Cómo podemos asegurarnos de permanecer firmes en nuestras creencias y no mostrarnos débiles o frágiles? Así como los huesos necesitan de una buena alimentación y ejercicio para permanecer sanos, nosotros necesitamos el «alimento» de la Palabra de Dios y ejercitar nuestro «músculo» espiritual a través de la oración. Permanece cerca de Jesús y él le dará la valentía que necesitas para hacer lo que es correcto y evitar que te resquebrajes como un hueso debilitado.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN LIBRO QUE CAMBIA VIDAS


Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.

Transcurría el año 1994 y en nuestro país la situación era algo difícil. Teníamos dos hijos pequeños y la ansiedad embargaba mi alma. Una mañana que jamás olvidaré llegó a nuestra casa un campesino. Tras comentar las noticias del momento dijo en forma tranquila: «Mi madre tiene noventa años y dice que hay un libro llamado Biblia que puede transformar la vida. Además, que dicho libro menciona todo lo que está sucediendo en la actualidad, e incluso lo que sucederá en el futuro».
Aquellas palabras retumbaban en mis oídos. Decidí comentarlo con mi esposo, aunque con algún temor. Debido a que él era profesor universitario pensé que su respuesta sería negativa ante la posibilidad de conseguir aquel libro.  Para mi sorpresa me contestó: «Si lo consigues lo voy a leer». Después de muchas gestiones llegó a nuestras manos una selección de textos titulada La Biblia del joven.
Mi esposo quedó cautivado al leerlo y sintió deseos de conocer más acerca del Dios verdadero. Nuestro hijo mayor comenzó también a leer con avidez aquel libro, probablemente estimulado por sus hermosas láminas. Aprendía rápidamente las historias encontradas en sus páginas y luego las compartía con los vecinos.
Al fin encontramos un ejemplar de la Biblia y fue entonces cuando comenzó nuestro maravilloso viaje a través de aquellas páginas repletas de conceptos e ideas. A veces nos reíamos al encontrar algún pasaje que considerábamos extraño. La aventura resultaba cada vez más impresionante y el punto culminante fue leer lo sucedido en el Monte Sinaí. Con asombro reconocimos nuestros errores. Ahora conocimos la verdad respecto al día de reposo consagrado a Dios.  Una vez que encontramos al Dios que satisface las carencias humanas, nuestros temores comenzaron a desaparecer. Las tinieblas que nos envolvían fueron disipadas por la admirable luz proveniente del trono de la gracia. Aprendimos que el Cordero tenía el poder para librarnos del pecado y para devolvernos la confianza que necesitaba nuestra familia. Aquel libro cambió el derrotero de un viaje sin retorno hacia el más ansiado destino: la patria celestial.
Querida hermana, sin saberlo comenzamos a ascender los peldaños de la escalinata que conduce a la eternidad, mediante la lectura de aquel maravilloso libro que tiene el poder para transformar vidas.
Señor, ayúdanos a permanecer fieles a las verdades encontradas en tu libro.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por  Marisol Fernández 

¿ORGULLOSO YO?


Tras el orgullo viene el fracaso; tras la altanería, la caída. Proverbios 16:18

Pensemos por un momento en personas que son muy orgullosas. ¿Qué tienen en común? Tienen en común que se creen superiores a los demás. Se ven a sí mismos como más bonitos, más inteligentes, más talentosos, más simpáticos que el resto de la gente que los rodea.
Con mucha razón C. S. Lewis afirmó que el orgullo tiene su base en la comparación o la competencia (Cristianismo 31 nada más., p.123). El orgulloso siente placer, no tanto por ser poseedor de algo valioso, sino por tenerlo en mayor medida que los demás. Es así como la mujer orgullosa de su hermoso cuerpo se vanagloria, por sobre todas las cosas, porque es más bonita que «la competencia». Y el talentoso jugador de fútbol se jacta, no tanto por dominar este deporte, sino porque es el mejor del grupo.
Esta actitud, sin embargo, no es buena. De hecho, la Biblia condena el orgullo y sus similares (la vanagloria, la altivez, la arrogancia, etc.) en forma contundente. Dice, por ejemplo, que el orgullo acarrea deshonra (Prov. 11:2), va seguido del fracaso (16:18) y de la humillación (29:23).
¿A qué se debe esto? Basta pensar en la caída de Lucifer para saberlo: «¡Cómo caíste del cielo, lucero del amanecer! Fuiste derribado por el suelo, tú que [...] pensabas para tus adentros: "Voy a subir hasta el cielo; voy a poner mi trono sobre las estrellas de Dios; voy a sentarme allá lejos en el norte"» (Isa. 14:12-13).
Yo, yo y solamente yo. El problema de Lucifer no fue su belleza, ni su inteligencia. Su problema fue que se comparó con los demás y se vio a sí mismo como la súper maravilla de la creación. Subió tanto que la caída no pudo ser más estrepitosa.
Y tú, ¿sientes que eres brillante? ¿Tienes muchos talentos? ¿Un bonito cuerpo? ¿Un rostro atractivo? Ten en cuenta dos cosas. En primer lugar, no te compares, porque no eres ni mejor ni peor que nadie. Todos somos hijos del mismo Dios. En segundo lugar, dale gracias a tu Creador, porque nada tienes que él no te haya dado.
Gracias, Señor, por los talentos y dones que me has dado. Me propongo usarlos para tu gloría

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

NO MIRE HACIA ABAJO


«Cree en el Señor Jesucristo,  y serás salvo tú y tu casa» (Hechos 16:31).

Mi esposa Betty y yo habíamos pasado tres años y medio como misioneros en Pakistán. De regreso a casa, hicimos escala en Israel. Para nosotros fue muy inspirador conocer la región del mundo donde vivió Jesús de Galilea.
Un día nos inscribimos en una excursión que incluía la visita al Mar de Galilea. De pie, junto a la tranquila orilla, imaginábamos cómo andaban y hablaban Jesús y sus discípulos. Pero la apacible calma del Mar de Galilea puede tornarse rápidamente en una violenta tempestad.
Mientras estaba junto a la orilla, recordé la noche de la gran tormenta. Los discípulos estaban solos en la barca y, como no amainaba, en lo peor de la tempestad, temieron morir ahogados. En medio de la oscuridad de la tormenta vieron que alguien  venía hacia ellos.  Pensaron que era un fantasma. Pero Jesús dijo: «Soy yo, no temáis».
Cuando Pedro oyó esto, dijo: «Señor, si realmente eres tú, déjame caminar sobre el agua» ¡Craso error!  Aunque Jesús les había dicho que era él, Pedro estaba diciendo: «¡Ah, no! Si no haces que yo ande sobre las aguas no creeré que eres quien dices que eres». Jesús no lo reprendió, sencillamente dijo: «Ven».
«Mirando a Jesús, Pedro andaba con seguridad; pero cuando con satisfacción propia miró hacia atrás, a sus compañeros que estaban en el barco, sus ojos se apartaron del Salvador. El viento era borrascoso. Las olas se elevaban a gran altura... Durante un instante, Cristo quedó oculto de su vista, y su fe le abandonó. Empezó a hundirse. Pero mientras las ondas hablaban con la muerte, Pedro elevó sus ojos de las airadas aguas y fijándolos en Jesús, exclamó: "Señor, sálvame". Inmediatamente Jesús asió la mano extendida, diciéndole: "Oh hombre de poca fe, ¿por qué dudaste/"» (Conflicto y valor, p. 310).
Muchas veces, cuando nos alcanzan los problemas, actuamos como Pedro. En lugar de mantener los ojos puestos en el Salvador, miramos a las olas. Dios nos enseña día a día. Con las situaciones de la vida diaria nos va preparando para que desempeñemos nuestro papel en la escena más amplia para la que nos ha escogido. El resultado de la prueba diaria determina la victoria o la derrota en la gran crisis de la vida.  Basado en Mateo 14:22-32

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

sábado, 26 de mayo de 2012

EL SEÑOR CEREBRITO


«Examíname, oh Señor, y pruébame; escudriña mi mente y mi corazón» (Salmo 26:2, BLA)

Hoy vamos a ir de aventura a otro lugar del cuerpo, ¿Sabes qué parte del cuerpo es la que te permite caminar? Si has respondido que los pies o las piernas, has acertado a medias. Esas son obviamente partes del cuerpo que te ayudan a caminar, pero la parte del cuerpo a la que me refiero hoy es a tu cerebro. ¿Sabías que tu cerebro te ayuda a caminar? De hecho, el cerebro te ayuda en todo lo que haces.
Si estás caminando y encuentras una subida, el cerebro se lo dice tus pies y los ayuda a dar el siguiente paso correctamente para que no te caigas. Si necesitas saltar una corriente de agua mientras estás caminando, tu cerebro ayuda a tus pies a saber cuán fuerte y lejos deben saltar 
Tu cerebro es asombroso, pero también puede hacer que hagas cosas malas. La Biblia dice que nuestras mentes no quieren seguir a Dios. Tenemos que permanecer cerca de él para que su Espíritu Santo pueda controlar nuestros pensamientos y ayudarnos a hacer lo correcto. Pídele a Dios que examine tu mente como lo hizo David en el versículo de hoy. Él te ayudará a pensar en cosas que te ayudarán a vivir para Jesús.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

SÉ VALIENTE


Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. (Josué 1:9).

Cursaba el quinto semestre de la Licenciatura en Contabilidad y Finanzas. Consideraba que cursar aquella carrera universitaria había sido una bendición de Dios a pesar de los obstáculos que enfrentaba, como tantos cristianos que estudian en escuelas públicas.
Durante los dos primeros años de la carrera todo iba muy bien y creía que el Señor siempre estaba a mi lado; pero esta vez parecía que todo se me hacía más difícil. La prueba final de una asignatura fue programada para un sábado. En otras ocasiones había pedido una segunda convocatoria para los exámenes parciales que se celebraban en sábado, pero nunca me había sucedido con una prueba final. La profesora era una excelente persona, por lo que decidí hablar con ella. Entré a una de sus clases pero cuál no fue mi sorpresa al oírla conversar con los alumnos acerca de las experiencias difíciles de su vida, a la vez que exponía las razones por las que era radicalmente atea.
Sentí temor. ¿Podría una persona atea entender que no me presentaría al examen final por principios religiosos? Únicamente me quedaba confiar en la promesa de Dios de que no hay asunto pequeño o grande para él, y seguí adelante.
Me acerqué y le dije a la profesora que, después de escucharla, no sabía cómo hablarle; pero el Señor puso palabras en mi boca. Me prestó atención atentamente sin que existiera tirantez alguna en nuestra conversación. Finalmente me concedió la oportunidad de presentar el examen en otra convocatoria. En aquel examen obtuve el máximo de puntos para gloria de Dios.
Durante mi carrera tuve que enfrentar muchas pruebas, pero él siempre estuvo conmigo. El Señor permite situaciones que quisiéramos no tener que enfrentar.  A veces esas pruebas más fuertes que el temor de perder una carrera universitaria. En esos momentos nos parece escuchar la voz de Dios que nos dice: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente». «Te mando, no te sugiero»; pero los imperativos de nuestro Dios de amor siempre traen consigo una promesa.
Nuestro mundo necesita desesperadamente mujeres que posean la valentía y la entereza para obedecer a Dios en cualquier circunstancia. Josué es un ejemplo perfecto de alguien que puso en práctica esa convicción aun cuando enfrentaba obstáculos enormes.
Amante Padre, ayúdanos a ser valientes, a obedecerte y a encarar sin temor los retos que nos envías o permites que enfrentemos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Migdalys Guzmán de Perugorría

INSTRUMENTOS DEL AMOR DE DIOS


[Dios] nos consuela en todos nuestros sufrimientos, pana que nosotros podamos consolar también a los que sufren. 2 Corintios 1:4

Joni era una jovencita de apenas 17 años cuando todos los sueños de su vida se desmoronaron como un castillo de arena. Apenas habían transcurrido unos meses después de su graduación cuando, al intentar zambullirse, se golpeó la cabeza con tanta fuerza que quedó cuadripléjica de por vida.
¡Condenada a una silla de ruedas de por vida! Durante los meses que siguieron, la muchacha alegre y llena de vitalidad perdió la sonrisa. Incapaz siquiera de mover sus manos, Joni llegó al punto de desear la muerte. Entonces apareció Esteban, un joven de 16 años, sin ninguna experiencia en esto de dar consejos, pero con inmensos deseos de ayudar. Al poco tiempo nació entre ellos una linda amistad. Joni preguntaba y Esteban, con la Biblia en mano, respondía lo mejor que podía a las inquietudes de su amiga.
Cierto día, mientras estudiaban la Biblia, Esteban leyó 1 Tesalonicenses 5:18: «Den gracias a Dios por todo». Entonces lanzó la bomba:
—Bien, Joni, ¿no crees que ya es hora de darle gracias a Dios por tu silla de ruedas?
—¿Dar gracias a Dios? Yo no siento que debo dar gracias —replicó Joni.
—El texto no dice que tenemos que sentirlo. Dice que tenemos que hacerlo.
—¡Pero cómo dar gracias si no entiendo por qué me está pasando esto!
—Tampoco tienes que entenderlo. Solo debes creer que Dios está guiando tu vida.
Entonces Joni oró dando gracias a Dios. Con el tiempo Joni cultivó el hábito de agradecer a Dios por todo. Cuando abandonó el hospital, ya estaba convencida de que Dios tenía un plan para su vida. Tomó la decisión de brindar a otros la misma ayuda que ella había recibido en los momentos más difíciles de su vida (Joni Eareckson Tada, Signs of the Times [Señales de los tiempos], diciembre de 1989, p. 25).
Joni es la fundadora de Joni y sus amigos, una organización que durante más de cuarenta años ha brindado ayuda a los discapacitados. Ha escrito más de treinta libros, y dirige un programa de radio con una audiencia que supera el millón de oyentes por semana.
¿Quién dijo que para llegar a ser útiles en esta vida necesitamos ser superdotados? Demos gracias a Dios por nuestros talentos, pongámonos en sus manos, y pidámosle que nos use hoy como instrumentos de bendición dondequiera que nos encontremos.
Señor, quiero ser hoy un instrumento de tu amor. Ayúdame a lograrlo.

Tomado de Meditaciones Matutinas para jóvenes
Dímelo de frente
Por Fernando Zabala

LAS COSAS VIEJAS Y NUEVAS


«Fueron halladas tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, Jehová, Dios de los ejércitos» (Jeremías 15:16).

Cuando vivíamos en el extranjero, llevábamos con nosotros algunos alimentos que sabíamos que no íbamos a encontrar en el lugar al que íbamos. Apreciábamos mucho esos sabores tan familiares y los guardábamos para ocasiones muy especiales. Sabíamos que, cuando se acabaran, no podríamos sustituirlos. Sin embargo, los que reciben el evangelio no lo acumulan para sí, sino que lo sacan y lo comparten con los demás. Y cuanto más lo comparten, más aumenta su tesoro.
El gran almacén de la verdad es la Palabra de Dios: la palabra escrita, el libro de la naturaleza y el libro de experiencias humanas. Pero allí donde el conocimiento de Dios se revela con más claridad es en la Palabra escrita. En las páginas de la Biblia podemos encontrar cosas preciosas, nuevas y viejas.
Cristo se presenta a sí mismo nuevo y viejo a la vez. Él es la riqueza del Antiguo Testamento: Aquel que habló a los patriarcas, que estaba simbolizado en el rito del sacrificio, que se dio a conocer en la ley y que fue revelado por los profetas. Él es el tesoro del Nuevo Testamento, con su vida, su muerte y su resurrección.
Algunos afirman que creen en el Antiguo Testamento, pero no en el Nuevo; mientras que otros creen en el Nuevo y no en el Antiguo. Y sin embargo, uno no está completo sin el otro. Cristo mismo instituyó los ritos del sistema judío. Y cuando Cristo develó a sus discípulos la verdad de su resurrección, comenzó «desde Moisés y siguiendo por todos los profetas» les declaró «en todas las Escrituras lo que de él decían» (Luc. 24:27). No se puede predicar la ley de Dios sin el evangelio, o el evangelio sin la ley. La ley es la raíz y el evangelio es la flor.
El tesoro no es nada aburrido, como tampoco lo es la Biblia. Cuanto más la estudiamos, más descubrimos. «La verdad en Cristo y por medio de Cristo es inconmensurable. El que estudia las Escrituras, mira, por así decirlo, dentro de una fuente que se profundiza y se amplía a medida que más se contemplan sus profundidades» (Palabras de vida del gran Maestro, p. 99).
En la Biblia aún hay verdades por descubrir. En el siglo XXI todavía tenemos un tesoro que no ha sido desenterrado. «En cada época hay un nuevo desarrollo de la verdad, un mensaje de Dios al pueblo de esa generación» (Ibíd., p. 98).
¡Que disfrute buscando! Basado en Mateo 13: 52

Tomado de Meditaciones Matutinas
Tras sus huellas, El evangelio según Jesucristo
Por Richard O´Ffill

viernes, 25 de mayo de 2012

CALADORES DE BACTERIAS


«¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede permanecer en su santo templo? El que tiene las manos y la mente limpias de todo pecado; el que no adora ídolos ni hace juramentos falsos» (Salmo 24:3,4).

Adivina qué les piden la mayoría de las mamás a sus hijos cuando regresan a casa después de estar jugando afuera. Espera, no me lo digas todavía. ¿Qué les piden las mamas a sus hijos que hagan antes de sentarse a la mesa a comer? Ya lo sabes: que se laven las manos.
¿Sabes por qué las mamás quieren que sus hijos se laven las manos? Por las bacterias. Las bacterias son unos seres vivos tan pequeños que solo se pueden ver a través de un microscopio. Ciertas clases de bacterias pueden hacer que te enfermes. Las bacterias viven en todas partes, y puedes eliminar muchas de ellas lavándote las manos con jabón y agua tibia.
El versículo de hoy habla de manos limpias y de mente limpia. Dios, por supuesto, quiere que te laves las manos, pero en este versículo está hablando de algo diferente. Lo que significa aquí tener las manos limpias y la mente limpia es que Dios quiere que mantengamos nuestras manos y nuestro corazón lejos del mal. Él sabe el daño que puede hacernos el pecado.  Cuando te laves las manos hoy, recuerda que Dios quiere que todo tu ser esté limpio por dentro y por fuera. Lava tus manos con jabón y mantén tu corazón puro permaneciendo cerca de Jesús.

Tomado de Devocionales para menores
Explorando con Jesús
Por Jim Feldbush

UN ÁNGEL NOS CUIDA


Tú eres mi refugio; me guardarás de la angustia; con cánticos de liberación me rodearás. (Salmo 32:7)

Todo indicaba que mi papá necesitaba ser intervenido quirúrgicamente, debido a sus problemas de salud. Pero no contábamos con los recursos para pagar una cirugía del corazón en una clínica privada y mucho menos para que le colocaran una prótesis. Así que nos trasladamos a la ciudad de Monterrey para que lo trataran en un centro público.
Papá es un hombre muy misionero. Yo sé que ese es un don que Dios le ha dado. A pesar de su enfermedad aprovechaba toda oportunidad para testificar acerca de su fe. Estar un mes en un hospital no es fácil, viendo personas que sufren y que luchan por su vida, familias preocupadas y pacientes que mueren a diario. Pero mi padre no se desanimaba: se lo podía ver en los pasillos, en la sala de visitas, o junto a la cama de otro enfermo, siempre testificando.
En aquel hospital tuvieron que prepararle una dieta especial, ya que no consume grasas, ni carne, ni azúcar y muy poca sal. Ese fue otro medio para testificar. Cierto día una de las nutricionistas de turno llegó a la habitación de papá: «Bueno, me gustaría saber quién es el señor Juan que nos hace trabajar tanto en la cocina». Todos nos reímos. Luego continuó: «Usted es adventista ¿verdad? Me doy cuenta por su estilo de alimentación».
Una madrugada, mientras dormíamos, mamá despertó y vio a alguien con sandalias que estaba parado junto a la cabecera de la cama de papá. Sus ropas eran blancas y resplandecientes. Mamá se levantó, pero el hombre dio la vuelta y salió por detrás de las cortinas. Mi madre lo siguió y únicamente pudo verlo de espaldas. Luego aquel personaje desapareció, precisamente en el pasillo donde estaba el ascensor. Mamá regresó y le preguntó a las enfermeras de guardia si habían visto pasar a alguien, o si el médico había visitado a papá. Las enfermeras le dijeron que no habían visto a nadie y que ellas eran las únicas personas que estaban en aquella planta. Entonces mi mamá entendió que el ángel del Señor había visitado a nuestro padre.
Hermana, no olvides que el ángel del Señor siempre se encuentra junto a tu cabecera cuidando de ti. Además, un olvidemos testificar acerca del amor de Jesús, en cualquier circunstancia o situación en las que nos encontremos.

Tomado de Meditaciones Matutinas para la mujer
Una cita especial
Textos compilados por Edilma de Balboa
Por Cruzy de la Cruz