jueves, 3 de noviembre de 2011

DIFERENTES

Pero vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios. (1 Pedro 2:9).

Cuenta la leyenda que mientras Hércules sostenía en brazos a su pequeño hijo, afirmó: «Un día crecerás, y te darás cuenta de que eres diferente a los demás. Entonces tratarás de cambiar tu destino, pero no lo conseguirás. Así que deberás aceptarlo. Ser diferente resulta difícil, pero puedes convertirlo en algo especial. ¡Puedes ayudar!».
Tú y yo no somos hijas de un semidiós creado por la imaginación de mentes humanas, sino del único y verdadero Dios. También él un día nos tomó en sus poderosas manos para decirnos con inmenso amor: «Has sido creada para realizar grandes cosas. Eres especial porque eres mi hija. Ser diferente es difícil, pero te da la oportunidad de hacer grandes cosas. Tienes como destino la vida eterna. No trates de cambiar el futuro glorioso que reservo para ti por un presente temporal. Aunque la derrota parezca acecharte, no temas, yo estaré contigo».
El texto de hoy nos asegura que hemos sido llamadas para formar parte de un linaje escogido, de un real sacerdocio, de una nación santa y de un pueblo adquirido por Dios, y yo añado, a un precio infinito. ¿Para qué? Pedro nos dice que para que anunciemos las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a la luz admirable. Nuestra vida, a diferencia de la de este héroe de la mitología griega, no está regida por dioses sin escrúpulos que se deleitan en tergiversar nuestro presente para vengarse y acarrearnos desgracia. Aunque existe el mal, tenemos un Dios que venció todo pecado y su gracia nos da la victoria.
Qué privilegio tan grande poder anunciar el amor, la misericordia y el perdón de un Dios que no tenía por qué arriesgar su felicidad, pero lo hizo porque, somos especiales ante sus ojos. Nos tomó en sus manos y, con gran compasión, decidió colocar sobre nuestras cabezas una corona incorruptible. Si alguien quiere hacerte mirar atrás, recordándote tus errores pasados y tu debilidad presente, no olvides que eres diferente, porque eres hija del Dios eterno. Solo debes aceptar tu posición gloriosa y caminar con paso firme.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL ARCA DE DIOS

No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. Hebreos 10:25.

Jesús profetizó que como ocurrió "en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre" (Mat. 24:37-39).
Si empleamos nuestra imaginación, podemos ver a Noé en la construcción de la gran embarcación. Lo podemos ver trabajando duro, y de tanto en tanto, dejando las maderas y mirando a la multitud para amonestarla con el mensaje de que "el fin del mundo" estaba cerca, que habría un diluvio universal.
Al principio, como toda novedad, su mensaje llamó la atención y ganó un buen número de adeptos, pero con el paso de los años, poco a poco, estos racionalizaron la veracidad del diluvio.
La gente se dijo: "Jamás hubo un diluvio universal, ¿por qué habría de cambiar ahora el clima? Parecía imposible que sucediera algo nunca antes sucedido. Una vez terminada el arca, muchos notaron que era incómoda. Cuando los animales entraron, los comentarios se hicieron oír: "El arca tiene un olor horrible. Además, ¿cómo podríamos dormir en paz, si todos se ponen a chillar? El arca debería ser solo para personas, no para animales". Finalmente, Noé y su familia entraron en el arca, y después de siete días de espera Dios cumplió su promesa. Un diluvio universal acabó con la civilización humana, y aunque muchos se negaron a verlo, al rechazar el arca aceptaron la muerte.
Actualmente, Dios también posee un arca de salvación: su iglesia. Quienes trabajan en ella llevan años predicando que el fin del mundo se aproxima con la venida de Jesús. De alguna manera, para muchos también la iglesia es un lugar "incómodo". En ella no hay solo gente santa, también asisten personas falsas, mentirosas y traicioneras. Pero aunque esto sea verdad, cuando Jesús vuelva a la tierra, no vendrá a buscar a cristianos "islas", sino a un pueblo que enalteció sus mandamientos por sobre todas la cosas. Por eso, más allá de lo que sientas o hayas visto en tu iglesia, contribuye para que ella sea un instrumento de salvación, para ti mismo y para otros.

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

¡DECÍDETE!

Respondió Rut: no me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios mi Dios. Rut 1:16.

Edson sufría. Su dolor era el dolor del espíritu. Su lucha, interior, aquella que, cuando te hiere, no sangra por fuera; aquella que nadie ve y, sin embargo, te incomoda de día y de noche.
Todo había empezado al encontrarse con verdades ignoradas. Estaban allí, en la Biblia; un libro tan antiguo y tan nuevo, al mismo tiempo. La actualidad, la practicidad y la relevancia de esas verdades lo asustaban y lo sorprendían; lo fascinaban y le causaban temor.
¿Puede la Biblia asustar? ¡Claro que sí! Remueve los fundamentos de todo lo creído; sacude tus convicciones; estremece tu realidad.
Frente a la Biblia, solo tienes tres caminos: la aceptas, la niegas o la relativizas (es decir, la acomodas a tu gusto, creas tu propia verdad, la particularizas, solamente para aplacar el grito de la conciencia).
Negarla sería falto de inteligencia. ¿Cómo negar el día, si el sol brilla, esplendoroso, en medio del cielo azul? Más fácil sería razonar en torno a esa realidad. Decir, por ejemplo, que es de día aquí, pero la noche envuelve a los que habitan el otro lado del planeta.
¡Olvídate de quienes viven al otro lado de la tierra! Estamos hablando de tu realidad. ¿Por qué no la aceptas?
Edson sufría. Sentía el dolor de Rut, cuando le dijo a la suegra: "Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios"; era el dolor de la decisión. Decidir jamás fue fácil; confortable es quedarse encima del muro, esperando ver de qué lado sopla el viento. Confortable, en palabras. Porque el espíritu sufre, se desintegra, se divide, se inhabilita para la felicidad.
Hay momentos, en la vida, en que es necesario dar el paso definitivo. Avanzar o retroceder: decidir.
La decisión de Rut, la joven moabita, quedará registrada en la historia como una de las decisiones más extraordinarias. Miró hacia su pasado sin miedo; contempló el nacimiento de un nuevo día. No renunció a sus convicciones: les dio otra dirección.
La verdad no borra tu pasado; le da sentido, lo restablece. Te ubica en la única realidad que vale: la que proviene de Dios. Por eso, Rut dijo a Noemí: "No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y donde quiera que vivieres, viviré; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón