viernes, 22 de julio de 2011

UN TESORO ESPECIAL

Jehová tu Dios, te ha escogido para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. (Deuteronomio 7:6).

La Biblia es un libro especial, confeccionado por un motivo especial. Dios escogió gente pecadora, sujeta a defectos y sentenciada a muerte, para que trasmitiesen su especial mensaje de salvación. Pero lo más grandioso es que todo lo hizo porque tú y yo somos especiales. ¿Cómo es posible que Dios nos considere tan especiales, si en realidad no somos más que pecadores condenados a muerte?
El texto de hoy nos dice que Dios nos ha elegido porque somos su especial tesoro. Tu vida y la mía son especiales porque por ellas se sacrificó el Señor. Dios nos ama, y por eso somos de un valor incalculable para él.
En Ecuador se encuentra La Tolita, centro de la cultura precolombina. Los arqueólogos descubrieron en esta región un verdadero tesoro de objetos de oro, plata y cobre que habían sido enterrados por las tribus que la habitaron entre los años 500 a. C. y 500 d. C. Este tesoro estaba allí mucho antes de haber sido descubierto, pero nadie sabía de su existencia. Del mismo modo Cristo, el mayor de los arqueólogos, cavó tanto en las profundidades de esta tierra, que sacó a la luz tu tesoro escondido. Un tesoro enterrado no tiene valor. Tu vida enterrada en el pecado carece de sentido. Pero sí dejas que Cristo te desentierre, entonces serás un verdadero tesoro.
El 21 de julio de 1966 nació un hombre formidable. Con la ternura de un bebé indefenso y arrullado por su madre, se convirtió en un especial tesoro de Dios. Este bebé ha llegado a ser un maravilloso tesoro para las congregaciones que ha pastoreado, para su familia y para mí, su esposa. De entre tantos hombres. Dios lo llamó a él para que pastoreara su rebañó, y él aceptó el llamamiento. Ahí radica la diferencia. Todos los seres humanos somos tesoros, pero algunos prefieren permanecer escondidos, mientras que otros se dejan utilizar por Dios.
Eres especial porque eres un tesoro para tu Dios.

Tomado de meditaciones matutinas para mujeres
De la Mano del Señor
Por Ruth Herrera

EL DON DEL HABLA

Manzana de oro configuras de plata, es la palabra dicha como conviene. Proverbios 25:11.

Desde la creación del hombre, uno de los metales más preciados para la humanidad fue el oro. Actualmente, el metal dorado sigue teniendo un alto costo a nivel mundial, ya que el gramo oscila entre los 39 dólares americanos (US$1200 por onza).
Como Salomón conocía el valor de este preciado metal, hizo una comparación que habla hasta nuestros días: "Manzana de oro con figuras de plata, es la palabra dicha como conviene". Si materializáramos esta ilustración y le diéramos a esa manzana el peso promedio que las caracteriza, podría pesar aproximadamente unas diez onzas (280 gramos), y su costo sería de US$12.000. Una buena suma, ¿no es cierto? ¿Qué persona se negaría a recibir esa cantidad de dinero?
Según Salomón, nuestras buenas palabras tienen un valor impresionante en los oídos ajenos; a tal punto que se las podría comparar con una joya de oro, con forma de manzana y adornos de plata, de un costo elevado.
¿Te has detenido a pensar en el modo que empleas con tus palabras? ¿Tiene valor lo que expresas con tus labios?
Pedro había pasado momentos inolvidables con su Maestro, y se había encariñado tanto con él que había prometido acompañarlo en todo momento, incluso hasta la muerte. Las predicaciones de Jesús, el amor manifestado hacia niños y madres, sus grandiosos milagros y su mensaje divino habían despertado los sentimientos más puros en el corazón de Pedro. Al estar en una conversación íntima, Pedro reconoció con valor a Jesús como "el Cristo, el Hijo del Dios viviente" (Mat. 16:16); y si la historia hubiera terminado en ese momento, Pedro sería recordado como un apóstol "sin pecado". Pero días más tarde, cuando Jesús se encontraba preso y ultrajado, con cobardía Pedro negó haber conocido al Maestro de Galilea. Tres veces el apóstol utilizó el don del habla para jurar y maldecir, y de esta manera romper el lazo verbal que lo unía a Jesús.
¿Por qué los seres humanos nos animamos a mentir, a criticar e incluso a insultar mediante el don del habla? ¿Por qué no emplear este bendito don para animar, fortalecer y aconsejar a quienes nos rodean? El don del habla debe ser usado con responsabilidad, y por eso Jesús te invita en este día a regalar palabras que parezcan "manzanas de oro con figuras de plata".

Tomado de meditaciones matinales para jóvenes
Encuentros con Jesús
Por David Brizuel

IMPIEDAD

Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad. Romanos 1:18.

Las angostas callejuelas del pueblecito nos llevaron hasta el único hotel. Había comenzado a nevar, y el frío atravesaba el abrigo de lana que vestía. Era un pequeño hotel, de pocas habitaciones y techo de calamina. Para pasar una noche de emergencia, estaba más que bien.
El recepcionista, un hombre obeso, mal encarado, nos recibió de mala gana. Al enterarse de que éramos pastores, vociferó y espetó pestes de Dios y de los creyentes. No le hicimos caso; pagamos y entramos. "Es un hombre sin cultura", me comentó mi compañero, en un intento de amenizar la actitud grosera del hombrón. Tal vez sí; quizás, él dijo todo aquello porque era falto de cultura. Pero la impiedad, que significa irreverencia contra Dios, no es patrimonio de gente sin cultura.
La mañana que escribo este devocional, los periódicos publican la noticia de que la escritora Ariane Sherine y el biólogo Richard Dawkins iniciaron una campaña publicitaria, en los ómnibus de Londres. Enormes pancartas exhiben la frase: "Probablemente Dios no existe. Para de preocuparte y vive la vida".
Los autores de la campaña alegan que la suya es una reacción en contra de la histeria de los cristianos que, frente a la crisis económica que asusta al mundo, dicen que es el juicio divino sobre los hombres impenitentes.
Hay dos problemas detrás de la noticia: el primero es la "impiedad" del hombre moderno: San Pablo ya anunció que esta sería una característica de los tiempos previos a la segunda venida de Cristo.
El segundo problema es la idea equivocada de la ira divina. La palabra "ira", en hebreo, es orge, que literalmente significa "impulso violento", pero que también significa "indignación" o "rechazo". Tú no puedes imaginar a Dios llevado a actuar por impulso violento; eso es propio de la naturaleza pecaminosa. Dios es santo; en él, no tienen cabida los "impulsos violentos".
Pero, por otro lado, Dios tampoco acepta la actitud rebelde e irreverente del ser humano: lo libera a su propia destrucción. Dios no necesita hacer nada para destruir al impiadoso; es solo dejarlo, y él se autodestruirá.
Hoy es el día de buena nueva; hoy es el día de salvación. Este es el momento de reconocer a Dios, y de permitir que él asuma el control de la vida. "Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad".

Tomado de meditaciones matinales para adultos
Plenitud en Cristo
Por Alejandro Bullón